lunes, 27 de junio de 2016

APOLO, EL DIOS


Apolo es uno de los dioses más importantes del Olimpo griego. Es hijo de Zeus y Leto y hermano, por tanto, de Ártemis. El mito refiere que Leto lo dio a luz en Delos, una de las Cíclades; este lugar fue un centro relevante del culto a Apolo. Se cuenta asimismo que Leto pasó por muchas dificultades en el parto.
La esposa legítima de Zeus, la diosa Hera, ya había interferido en los partos de otras amantes del dios supremo. En este caso retuvo en el Olimpo a Ilitía, la diosa del parto, sin la cual no podía dar a luz ninguna mujer o diosa.
El Himno Homérico a Apolo (vv. 102 ss.) cuenta de qué forma logró la diosa Iris llevar hasta Delos a Ilitía; así pudo nacer la nueva divinidad. Y, pese a la hostilidad que sintió Hera hacia Apolo en un primer momento, el nuevo dios consiguió pronto el puesto que le correspondía entre los dioses como hijo de Zeus. Lo que la mitología cuenta de la vida del dios se refiere sobre todo a sus relaciones amorosas.
  • La más famosa en la Tradición es la que Apolo intentó mantener con Dafne.
  • Una relación más afortunada es la que mantuvo con Corónide, de la cual nació el semidiós Asclepio.
  • Hay fuentes, como Apolodoro (1,3,4), que también hablan de los amores de Apolo con Talía, una de las Musas que integraban su coro.
  • También se ha de recordar a dos amados de Apolo relacionados con el mundo vegetal, Jacinto y Cipariso (“ciprés”). Los dos terminaron su vida de forma desdichada y se metamorfosearon en las plantas a las que hacen mención sus nombres: igual, por cierto, que Dafne, el laurel.
En el Himno Homérico a Apolo (vv. 207-215), al que el blog dedicará pronto otra entrada, el poeta se plantea el dilema de qué asunto ha de escoger para celebrar al dios. Al final el aedo, que ya había hablado del nacimiento de Apolo en Delos, opta por referirse a cómo se estableció en Delfos tras acabar con la serpiente Pitón, que antes dominaba aquel lugar.
Es habitual presentar a Apolo como dios de la luz y la razón, opuesto a Dioniso, quien encarna en cambio el vitalismo. El estudio de la tradición antigua muestra que Apolo también es, como Dioniso, una figura compleja, llena de claroscuros, no carente de contradicciones.
Seguramente estas contradicciones se deben explicar como resultado de un proceso de sincretismo: en el Apolo griego de época histórica habrían confluido, por tanto, diversas figuras divinas procedentes de diferentes culturas.
Apolo desempeña un papel destacado en las epopeyas homéricas. Pero no tenemos certeza de que el dios ocupara ya un puesto entre los dioses griegos en época micénica: lo cierto es que las tablillas de lineal B no lo mencionan.
La ausencia de Apolo de las tablillas se puede poner en relación con la etimología de su nombre, que parece indicar un origen dorio. Es decir, Apolo quizá pertenecía a un ámbito distinto del micénico y no era aún una divinidad panhelénica en el segundo milenio a. C.
Se han propuesto diversas hipótesis sobre sus orígenes. Una de ellas, la doria, ya ha sido apuntada al mencionar la etimología de Apolo. Walter Burkert habla, en su manual de religión griega (Greek Religion. Archaic and Classical, Oxford, 1985), sobre la confluencia en la figura de Apolo de componentes dorios, creto-minoicos y sirio-hititas.
  • La investigación ha prestado mucha atención a los elementos que vinculan a Apolo con Oriente Próximo. En este sentido se ha considerado relevante, por ejemplo, que en la Ilíada Apolo no apoye al bando griego sino al troyano. 
  • También es curioso que el culto a Apolo estuviera tan implantado en Asia Menor, donde se establecieron oráculos similares al de Delfos en lugares como Dídima o Claros.
Asimismo se ha intentado encontrar conexiones entre Apolo, los licios y los hititas. Aunque esas conexiones no se pueden probar a partir de la etimología del nombre del dios, quizá remita a un origen anatolio la representación habitual de Apolo armado con un arco que no usa nunca para cazar; sin embargo, lo emplea desde el principio de la Ilíada (1,46-52) para esparcir la muerte entre los hombres.
La cuestión es que Apolo, el dios que provoca plagas, se asemeja de manera notable a ciertas divinidades orientales (Nergal o Reshef).
Con todo, no pueden caer en el olvido las otras influencias, no orientales, que convergen en la figura de Apolo. En este sentido se ha de recordar que Apolo no es solo el dios que trae la peste sino también su contrario, el dios que cura.
Apolo, en razón de su carácter sincrético, ha asumido esta función de divinidad sanadora a partir del dios Peón, atestiguado, según parece, en las tablillas micénicas de Cnoso, donde se menciona a pa-ja-wo-ne. Al recibir de Peón este campo de actuación, Apolo asumió también la denominación de “Peán”. Los himnos así llamados, “peán”, tienen por destinatario a este dios.
Aun no siendo una divinidad con raíces griegas tan profundas como las de sus otros compañeros del canon, Apolo se convirtió en el más griego de los dioses y extendió pronto su culto gracias al proceso de colonización.
De los campos de actuación que le son propios ya hemos hecho mención a su papel como dios de la peste y su contrario, la salud.
El dios del arco es también dios de la lira con la que compone su música, y a los dos atributos se refiere además Apolo desde el momento en que empieza a hablar según el Himno Homérico a Apolo.

El pasaje del Himno a Apolo que incluye las primeras palabras de la deidad recién nacida menciona después el papel del dios como mediador entre Zeus y los hombres en tanto que intérprete y patrón de la mántica.

Su función de mediador convierte además a Apolo en responsable de ritos de purificación, como aquél al que la tradición cuenta que se tuvo que someter él mismo en el valle del Tempe después de acabar con la serpiente Pitón.
Hay aún otros aspectos claves de la figura de Apolo que nos pueden resultar menos conocidos que los ya mencionados.
En el Himno Homérico a Hermes no sólo se cuenta cómo Apolo recibe la lira de su medio hermano o cómo se proclama patrono de la adivinación. El texto al que nos referimos presenta también a Apolo como propietario de un rebaño de vacas; ello puede ser un recuerdo de una función originaria de Apolo como divinidad agraria, al igual que puede serlo su relación con las tres figuras de carácter vegetal: Jacinto, Cipariso, Dafne.

Además, la posible relación etimológica de Apolo con apéllai, “reuniones populares” de sentido iniciático, recuerda la protección que ejerce el dios sobre los efebos, así como su aspecto cívico; ambas dimensiones son efectivamente propias de Apolo en Grecia.
Por último, Apolo terminó siendo identificado con el Sol, si bien esta identificación no se produjo hasta el siglo V a. C.

Aunque Apolo fue una divinidad venerada en toda Grecia, las dos sedes principales de su culto eran Delos y Delfos. Ambos santuarios poseían relevancia panhelénica, pues desde ellos se extendió el culto a Apolo bajo las advocaciones específicas de Apolo délico y Apolo pítico o délfico.


Se ha calculado que en Delos, la patria del dios, ya se le debía de rendir culto hacia el año 1000 a. C.; no obstante, parece que el primer templo dedicado a esta divinidad en el lugar debe de datar del siglo VII a. C.
  • El Himno Homérico a Apolo (vv. 146-64) nos habla del festival anual celebrado en la isla en honor al dios por los jonios.
  • Además, la sede de Delos es importante dentro de la historia política de Grecia por cuanto su templo albergó entre los años 478 y 454 a. C. el tesoro de la liga marítima creada bajo los auspicios de Atenas.
  • Precisamente fueron los atenienses quienes, en el año 425 a. C., introdujeron en el lugar un festival que, concebido a la manera de los certámenes panhelénicos, había de celebrarse cada cuatro años.

El culto de Apolo en Delfos debió de establecerse en el S. IX a. C. Parece que en esa sede Apolo hubo de desbancar un culto anterior a la Tierra, divinidad que entre los griegos, en época histórica, gozó de cultos muy escasos.

El templo de Apolo en Delfos, construido en el siglo VIII o VII a. C., se convirtió en el centro oracular más importante de Grecia. Al menos en época clásica, los oráculos eran pronunciados por una sacerdotisa que recibía el nombre de Pitia, “sacerdotisa de Pito”, nombre que en la práctica es equivalente a Delfos.
En el Himno Homérico a Apolo (v. 372) se propone una etimología alegórica para Pito, voz que dio nombre a los juegos panhelénicos celebrados en el lugar cada cuatro años, los 'Juegos Píticos'.
Delfos fue por el que se produjeron en época arcaica los enfrentamientos militares conocidos como Guerras Sagradas. En estos conflictos (S. VI a. C.) se enfrentaron por el control de Delfos la ciudad de Crisa y la llamada liga de los Anfictiones, que en origen se debieron de agrupar en torno al templo dedicado a Deméter en las Termópilas (en Antela).

Finalmente, los Anfictiones obtuvieron la victoria y Crisa fue aniquilada. Es posible, pero no seguro, que el Himno Homérico a Apolo (vv. 542-544) contenga una referencia a cómo los Anfictiones se impusieron sobre Crisa en esa guerra.