Ésta es una entrada de tradición clásica, de las que no abundan en este blog.
Sucede que empecé a hablar del Alegorismo en los cursos de Mitología, cuando en los planes de estudio antebolonianos yo podía hablar de Mitología en mi Universidad.
Luego descubrí la obra de Cornuto, nunca traducida al castellano, y la traduje. Vino después Orígenes, al que algún pérfido consideró discípulo de Cornuto.
Y, ya metidos en Bolonia, tenía que explicar una parte de Literatura Universal, porque el griego, en Filosofía y Letras, ahora es materia inane. Y en Literatura Universal hablo de las literaturas de la Antigüedad y de la literatura de la Edad Media; pero, ¿cuánto me pierdo de ella si no entiendo el Alegorismo?
Como se explica en otra entrada de este blog (Mitos lógicos), Teágenes de Regio inauguró en el S. VI a. C. el punto de vista conocido como Alegorismo, corriente de interpretación mítica de enorme éxito histórico.
En esencia de lo que se trata es de considerar que el mito no es irracional ni prelógico: es otra forma de hablar (al-egoría), distinta del lenguaje común, al que se debe traducir para apreciar su significado profundo.
De hecho el Alegorismo desempeñó un papel fundamental en la Edad Media de cara a lograr la síntesis entre las dos tradiciones culturales que confluyeron en el Imperio de Roma, la bíblica y la grecolatina.
El pensamiento alegórico (la lectura alegórica de los precedentes griegos y latinos) les permitía a los hombres de la Edad Media considerarse continuadores de la Antigüedad, con la cual ellos no apreciaban ningún corte. Contra lo que nosotros pensamos hoy en día, los hombres del Medievo se consideraban como la continuación natural de la Antigüedad, sin que advirtieran ninguna ruptura con la misma.
Que tuvieran esta actitud se lo posibilitaba precisamente el Alegorismo, que hacía las veces de agente de esta síntesis al permitir que lo que tenía un sentido en la Antigüedad lo siguiera teniendo (aunque no fuera ya el mismo sentido) en la Europa cristiana: esa es la grandeza de la Alegoría, que entiende que un mismo texto puede expresar sentidos diversos – ésta es una clave de lectura básica a la hora de interpretar, por ejemplo, la Divina Comedia.
Se ha de notar que en la Edad Media se entiende que un texto (en principio, un texto bíblico) puede tener cuatro sentidos:
- El primero es el sentido literal: se interpretan literalmente los acontecimientos narrados, acontecimientos del pasado, sin ver en ellos ningún sentido oculto.
- El segundo es el sentido tipológico, que en el caso de la Biblia conecta los acontecimientos del Antiguo Testamento con los del Nuevo, considerando a aquéllos como prefiguración de éstos.
- El tercero es el sentido moral o tropológico: del texto se extrae la indicación de cómo ha de actuar uno en el momento presente (el texto actúa en este caso como moraleja, motivo de que se hable de un sentido “moral”).
- El cuarto es el anagógico, de carácter espiritual por cuanto se refiere a los acontecimientos futuros de la historia cristiana; tiene, por tanto, un carácter profético.
Dante habla en algún momento de estos cuatro sentidos, en su Epístola a Cangrande della Scala (señor de Verona) y refiriéndose, por cierto, a la Divina Comedia. En esa epístola dice que el tipo de alegorías incluidas en su obra no son simples sino que se pueden considerar polisémicas (polysemos).
Para que se vea más claro este modo de tratar [los sentidos], se lo puede considerar en estos versículos: Al salir Israel de Egipto, la casa de Jacob de un pueblo bárbaro, Judea se convirtió en su santuario, Israel en su dominio [Salmo 114]. Es que, si atendemos sólo a la letra, lo que se significa es la salida de Egipto de los hijos de Israel en tiempos de Moisés; si se atiende a la alegoría [al sentido tipológico], lo que se significa es nuestra redención obrada a través de Cristo; en un sentido moral se significa la conversión del alma, del luto y la miseria del pecado al estado de gracia; en un sentido anagógico se significa la salida del alma santa de la servidumbre de esta corrupción a la libertad de la gloria eterna. Y, aunque a estos sentidos místicos se les llama con nombres diversos, se puede decir de manera general que todos son alegóricos.
Qui modus tractandi, ut melius pateat, potest considerari in his versibus: "In exitu Israel de Egypto, domus Iacob de populo barbaro, facta est Iudea sanctificatio eius, Israel potestas eius". Nam si ad litteram solam inspiciemus, significatur nobis exitus filiorum Israel de Egypto, tempore Moysi; si ad allegoriam, nobis significatur nostra redemptio facta per Christum; si ad moralem sensum, significatur nobis conversio anime de luctu et miseria peccati ad statum gratie; si ad anagogicum, significatur exitus anime sancte ab huius corruptionis servitute ad eterne glorie libertatem. 22. Et quamquam isti sensus mystici variis appellentur nominibus, generaliter omnes dici possunt allegorici.