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domingo, 26 de abril de 2015

CIENCIA Y SUPERSTICIÓN EN LA GRECIA IMPERIAL


Puede que esta entrada sea, por su tema, la más peculiar del blog. O al menos la más peculiar entre los sesenta platos de Literatura Griega que componen el núcleo originario de este festín. La primera versión se publicó en noviembre de 2008. No la había modificado desde entonces. Quizá sea hora de reconsiderar en qué sentido cabe presentar unidas la ciencia y superstición griegas de época imperial.


1. LA CIENCIA IMPERIAL Y LA COMPOSICIÓN DE SÍNTESIS.

Se ha de decir, ante todo, que en el mundo de la ciencia  imperial se observa un fenómeno ya apuntado en otras entradas: el gran protagonismo concedido a la composición de síntesis en la Grecia imperial o, ampliando los límites cronológicos, desde el momento en que el mundo griego entra en la órbita de Roma.

Este espíritu sintético se puede ejemplificar aludiendo a lo que sucede en campos muy distintos del saber.
  • Por ejemplo, en gramática, ámbito en el que se recordarán los nombres de Apolonio Díscolo (hay traducción de su Sintaxis en Bécares Botas 1987), Herodiano o Hefestión, quien propiamente se dedicó a la métrica.
  • Al mismo espíritu responden, dentro de la musicología, el tratado Sobre la música de Aristides Quintiliano (cfr. Colomer-Gil 1987).
  • Dentro de la mecánica y geometría, Herón Alejandrino, o, en lo que se refiere a la matemática, Claudio Ptolomeo.

2. LA CIENCIA MÉDICA. GALENO.

Con todo, la situación es ligeramente diferente en el ámbito de la ciencia médica (cfr. Nutton 2004). En ésta también poseyeron gran importancia las investigaciones del pasado y continuaron vigentes las polémicas entre metódicos, pneumáticos y eclécticos.

Pero, al tiempo, se compusieron obras originales, entre las que destaca ante todo la de Galeno (cfr. Moraux 1985; Nutton 1981).

Galeno (129 – ca. 199), natural de Pérgamo (sede de un importante culto al dios de la medicina, Asclepio) y afincado en Roma (donde fue médico de la familia imperial), es, junto a Hipócrates, uno de los médicos más importantes de la Antigüedad.

Como profesional de la medicina siguió a Hipócrates y su teoría de los humores, aunque aceptó también las ideas de otros. Por ello, su postura médica puede ser considerada como ecléctica.

Más allá de sus dotes indiscutibles como científico, Galeno es un auténtico polígrafo que ocupa también un puesto en la historia de la literatura griega imperial. Los temas de su extensísimo corpus (en el que se incluyen algunos trabajos espurios) son muy variados; junto a los temas médicos, Galeno trató también
  • los filosóficos
  • y los filológicos.
Téngase en cuenta que, según la tradición, el padre de Galeno recibió en un sueño el consejo de que educara a su hijo tanto en medicina como en filosofía, y que Que el mejor médico es también filósofo es, significativamente, el título de una de sus obras. Sobre el sueño de su padre se expresa así Galeno en Sobre el orden de mis libros (4):
Cuando llegué a los diecisiete años, [mi padre], movido por unos sueños clarividentes, me hizo emprender el estudio de la medicina al tiempo que el de la filosofía.
Y en Sobre el pronóstico (2):
Cuando mi padre me introdujo en la filosofía, recibió a través de ciertos sueños clarividentes la orden de instruirme también en la medicina, pero no como una enseñanza a modo de pasatiempo.
Como filósofo adoptó una actitud ecléctica, acorde con la formación que había recibido en Pérgamo, donde se le instruyó en las cuatro corrientes filosóficas del momento (platonismo, aristotelismo, estoicismo, epicureismo), de las que rechaza el epicureismo y el escepticismo.

Como filólogo escribió p. ej. estudios (hoy perdidos) sobre el vocabulario de Eurípides y Aristófanes. Su interés por la dicción le llevó además a cuidar el estilo en toda su obra, también en la médica, donde entendía que era tanto más necesaria la precisión en el uso del lenguaje.
Con todo, la bibliografía suele indicar los defectos de su estilo. P. ej., para el caso de Sobre el pronóstico, Martínez Manzano (2002, 226) comenta que “las reminiscencias literarias y los adornos retóricos oscurecen a menudo el fondo de los casos descritos”.
A través de traducciones árabes conocemos también en parte lo que escribió Galeno a propósito de dos literatos de su época: Elio Aristides y Luciano. Para el gusto contemporáneo sorprende, por cierto, la preferencia de Galeno por aquél frente a éste.

Aunque parezca curioso, Galeno merece además un puesto en la historia de la autobiografía. Ello es así por los tratados en los que habla de sus logros y su obra. En este sentido es importante, junto a los escritos Sobre el orden de mis libros y Sobre mis libros, el tratado Sobre el pronóstico.
También tiene cierta importancia el estudio Sobre la distinción de las pulsaciones. E igualmente sería interesante conocer lo que decía Galeno en su obra perdida Sobre la calumnia y sobre su propia vida.
Nótese que, en la vida de Galeno, se presenta como una constante la necesidad de defenderse de quienes atacaban su obra y sus éxitos, según él por envidia. P. ej., dentro de Sobre el pronóstico, cfr. este pasaje (3):
Yo sé que tú, mi querido Epígenes, no cesaste de anunciar mis sucesivas predicciones en este caso y la terapia que aconsejé, pero para mí, que hasta entonces había sido admirado por mi vida irreprochable y por mis actuaciones profesionales, aquello supuso la primera experiencia del comienzo de la envidia.
(Otros médicos llamados a consulta se alegran esperando que el pronóstico de Galeno falle y el enfermo muera).
Para valorar el sentido de estas rivalidades entre médicos se ha de recordar que, aunque Galeno se enorgullecía de contar con una formación profunda en medicina, en su época no debía de ser lo normal ese tipo de formación: no existía ninguna formación reglada para médicos ni requisitos mínimos para quienes ejercían la medicina.
Es contra estos falsos profesionales contra quienes combate Galeno, por cierto con una dosis enorme de vanidad.
En relación con los escritos autobiográficos, las cuestiones que parecen interesar ahora más a la crítica son dos:
  1. La verosimilitud de las informaciones de Galeno (hasta qué punto es veraz la imagen que el autor da de sí mismo).
  2. Lo que los escritos nos permiten conocer sobre la relación de Galeno con la corriente de la Segunda Sofística.
En este sentido recordaremos que el tratado Sobre el pronóstico, el texto autobiográfico fundamental de Galeno, es el que presenta mayores vínculos con otras creaciones de la Segunda Sofística.


3. LA FARMACOLOGÍA Y LA SÍNTESIS DE DIOSCÓRIDES.

Antes de pasar a hablar de la superstición, podremos cerrar la exposición sobre la ciencia imperial con unas consideraciones a propósito de la farmacología.

La síntesis de Dioscórides Pedáneo (S. I, 2ª mitad), Perì hýles iatrikês, fue una obra de gran éxito dentro de la tradición medieval y renacentista. Con el título de Plantas y remedios medicinales, hay traducción en Gredos (cfr. García Valdés 1998).


4. EL MUNDO DE LA SUPERSTICIÓN. ARTEMIDORO DE DALDIS.

El contrapunto para la ciencia lo ofrece el mundo de la superstición (no necesariamente divorciado del mundo científico, en tanto que caminos distintos para ejercer el control sobre la naturaleza), sobre cuya pujanza en época imperial nos ofrece un buen testimonio la colección de textos mágicos conservados en papiros (cfr. Calvo Martínez y Sánchez Romero 1987).

Con todo, si hablamos de supersticiones en época imperial debemos hacer un hueco a un autor y una obra que parece haber tenido incluso un cierto éxito editorial en nuestra época:

El libro de La interpretación de los sueños de Artemidoro de Daldis, S. II (Gredos, Ruiz García 1989). Artemidoro era realmente de Éfeso, quien era de Daldis era su madre: pero escogió llamarse “daldiano” por devoción al Apolo de esa ciudad.
El libro muestra, en primer lugar, el gran interés que había en su época por los sueños: de ese interés dan testimonio también, en la misma cronología, Galeno y Elio Aristides.
La obra, de inspiración estoica, intenta ofrecer una auténtica sistemática sobre los sueños y sus interpretaciones: pretende ser, además, un estudio científico, basado en la aplicación de un método empírico al análisis de sueños.

Parte importante del método interpretativo de Artemidoro es la distinción entre óneiros y enýpnion.
  • El primero es, en el sistema de Artemidoro, el sueño profético.
  • En cambio, el segundo no es más que “reflejo de las angustias de la vigilia” (Bowersock).
La interpretación de los sueños consta de cinco libros, de los que los dos primeros constituyen el núcleo originario, al que luego debió de añadir el propio Artemidoro los otros tres. Es de importancia para conocer la mentalidad de la época y para cualquier estudio sobre la intrahistoria del momento (S. II).

En el pasado se consideró la obra como ejemplo de una pseudoliteratura para hombres supersticiosos. Hoy en día se tiende a entender que el público de Artemidoro debía de estar integrado más bien por individuos de clase alta, instruidos, interesados por el ocultismo.



ALGUNAS REFERENCIAS:

* Sobre aspectos generales de la ciencia en época imperial:
BECARES BOTAS, V. (trad.), Apolonio Díscolo. Sintaxis, Madrid, 1987.
COLOMER, L., y GIL, B. (trads.), Aristides Quintiliano. Sobre la música, Madrid, 1996.
GARCÍA VALDÉS, M. (trad.), Dioscórides. Plantas y remedios medicinales, Madrid, 1998.
LÓPEZ FÉREZ, J.A., “Ciencias”, en J. A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 1160-1187.

* Sobre Galeno:
LARRAIN, C. J., Galens Kommentar zu Platons Timaios, Stuttgart, 1992.
MARTÍNEZ MANZANO, T. (trad.), Galeno. Tratados filosóficos y autobiográficos, Madrid, Gredos, 2002.
MESTRE ROCA, F., “Galè: l'autobiografia d'un home de ciència”, en Ferreres Lambert (ed.), Actes del ixé simposi de la Secció Catalana de la SEEC, Barcelona, 1991, tomo II, pp. 673-677.
MORAUX, P., Galien de Pergame. Souvenirs d'un médecin, París, 1985.
NUTTON, V., “Galen and medical Autobiography”, PCPhS 18 (1972), pp. 50-62.
NUTTON, V. (ed.), Galen: Problems and Prospects, Londres, 1981.
NUTTON, V., Ancient Medicine, Londres-Nueva York, 2004.
NUTTON, V., Galen: A Thinking Doctor in Imperial Rome, Nueva York, 2020.

* Sobre Artemidoro y la superstición en época imperial:
BLUM, C., Studies in the Dream-Book of Artemidorus, Uppsala, 1936.
CALVO MARTÍNEZ, J. L., y SÁNCHEZ ROMERO, M.ª D. (trads.), Textos de magia en papiros griegos, Madrid, 1987.
NIETO IBÁÑEZ, J.Mª, “El método de interpretación oniromántica en el «Onirocriticon» de Artemidoro de Daldis”, EHum 16 (1994), pp. 273-288.
PACK, A., “On Artemidorus and his Arabic Translator”, TAPhA 98 (1967), pp. 313-326.
RUIZ GARCÍA, E. (trad.), Artemidoro. La interpretación de los sueños, Madrid, 1989.
WALDE, CHR., Antike Traumdeutung und moderne Traumforschung, Düsseldorf-Zúrich, 2001.


domingo, 5 de agosto de 2012

EL CORPUS HIPOCRÁTICO Y LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO



Mi tía abuela Santy se murió en casa hace tres semanas, diez días antes de cumplir noventa y nueve años, después de haberse roto un brazo (esto daría para otra entrada en otro tipo de blog).

La tía Santy era, en lo que se refiere a los médicos, un espíritu hipocrático o galénico. Esto yo no lo sabía, claro, cuando era pequeño. Lo he descubierto mucho después cuando he estudiado la medicina de la Antigüedad. Está claro que ella, sin más estudios que los básicos de su época, tampoco lo sabía. Pero ¿cómo valorar, si no, su desconfianza absoluta hacia los análisis de sangre y hacia todo aquello que no fuera el ojo clínico de los galenos?

En los años treinta del siglo pasado, cuando estaba en la veintena, tuvo una mala experiencia con los análisis, con un análisis de sangre mal evaluado, que la marcó casi de por vida. Que la marcó al menos hasta 1997, cuando no le quedó más remedio que entrar en un hospital (de urgencias) a causa de una úlcera y dejar que le hicieran su primer análisis de la nueva era.

Por supuesto no se trata de que la escuela hipocrática o Galeno no se fiaran de los análisis de sangre o de nuestros métodos actuales, ¡qué más hubieran querido ellos que contar con una tecnología que les permitiera afinar el diagnóstico y fundamentar la prognosis!

Pero se da esta coincidencia entre Hipócrates, Galeno y la tía Santy. Creo que ello es excusa más que suficiente para dedicarle esta revisión de la entrada sobre la medicina hipocrática, una de las diez más visitadas del blog.



Esta entrada tiene por objeto hablar de los primeros científicos de Grecia y de los trabajos sobre medicina recogidos en el Corpus Hippocraticum. Seguiré este orden:

1. LOS ESCRITOS EN PROSA SOBRE DISCIPLINAS TÉCNICAS
2. LOS ORÍGENES DE LA MEDICINA Y EL HIPÓCRATES HISTÓRICO
3. EL CORPUS HIPPOCRATICUM
4. LA MEDICINA DEL S. V A. C. Y EL AMBIENTE INTELECTUAL DE SU ÉPOCA

Como bibliografía general sobre la ciencia en Grecia, mira la monografía de Rihll (1999: Greek Science). También va más allá del estudio de los escritos hipocráticos López Férez (1988), trabajo que se refiere tanto a la medicina como a la situación de las demás ciencias en el S. V a. C.


1. LOS ESCRITOS EN PROSA SOBRE DISCIPLINAS TÉCNICAS

El paso de la oralidad a la literariedad posibilitó la aparición, en el S. V a. C., de géneros en prosa. Antes, en el S. VI a. C., la prosa daba sus primeros pasos: así sucedía en el caso de Anaximandro (mira la entrada ).

En el S. V a. C. surgieron, aparte de otros ejemplos de prosa, escritos sobre disciplinas técnicas. Algunos autores escribieron obras de este tipo en relación con su propio arte, su téchne: parecen haber sentido el deseo de dar razón de su actividad mediante la palabra escrita. Así se cuenta, p. ej., que Sófocles escribió un tratado Sobre el coro.

En el mismo sentido se pueden recordar los casos de
  • el arquitecto Ictino;
  • el escultor Policleto.
Pero el escrito científico por puro amor a la ciencia debió de desarrollarse entre los matemáticos, lo cual, en esta época, es tanto como decir entre los matemáticos de la escuela pitagórica. Los pitagóricos se enfrentaron a problemas como
  • la cuadratura del círculo,
  • la trisección del ángulo,
  • la duplicación del cubo.
Matemáticos (geómetras) de esta época fueron, entre otros, los siguientes:
  • Hipócrates de Quíos: se ocupó del primer y del tercer problema, la cuadratura del círculo y la duplicación del cubo.
  • A resolver la cuestión de la cuadratura del círculo contribuyó también el sofista Antifonte (), quien inscribía en el círculo polígonos regulares con número de lados creciente; los trabajos de este tipo contribuirán a la determinación del valor de π por Arquímedes.
  • Hípaso de Metapontio, mediados del S. V: pitagórico, matemático y político, figura en la historia de la ciencia como descubridor del concepto de inconmensurabilidad.
  • Filolao de Crotona: también pitagórico, maestro de Simias y Cebes (los personajes del Fedón platónico) / pasa por ser el primero que publicó por escrito doctrinas pitagóricas.
Los sucesores de estos pioneros de la matemática serán, en el S. IV a. C. y el Helenismo, figuras como Euclides o, sobre todo, Arquímedes (287 – 212 a. C.): mira la entrada .
En esa época (el Helenismo) eclosionará un saber para el que habían puesto los cimientos el pitagorismo y la Academia.
Para terminar con la primera prosa científica convendrá recordar que, en general, lo que conservamos de ella son escasos fragmentos que posiblemente no proceden directamente de los autores. Esta es la situación en las demás ciencias – a excepción de la medicina.


2. LOS ORÍGENES DE LA MEDICINA Y EL HIPÓCRATES HISTÓRICO

La prosa científica griega por excelencia es, en esta época al menos, la médica.
Para acceder a los textos médicos de la Antigüedad, mira la antología de Acosta (1999: Médicos y medicina en la antigüedad clásica: antología de textos). Para una visión de conjunto del tema, véase Nutton (2004: Ancient Medicine).
Sabemos que, con anterioridad al S. V a. C., la medicina había sido una mezcla de empirismo y magia: había una relación estrecha entre el médico y el sacerdote, tal y como se puede apreciar en otras épocas y culturas.
Mira Laín (1958): La curación por la palabra en la antigüedad clásica. A esta mezcla de elementos racionales e irracionales en la medicina de la Antigüedad y el Medioevo se refieren los trabajos editados por Palmieri (2003: Rationnel et irrationnel dans la médecine ancienne et médiévale). Mira además L. Gil, Therapeia. Medicina popular en el mundo clásico, Madrid, 1969.
Esta situación (medicina como mezcla de empirismo y magia) cambia en este momento cultural y la medicina, como otros saberes, busca fundamentos racionales.

Se convierte, por tanto, en lo que nosotros llamamos “ciencia”: los escritos de medicina (hipocráticos) se refieren a esta actividad llamándola
  • téchne iatriké (“arte médica”)
  • o bien sophía (“saber”) o incluso, en algunos contextos, epistéme (“ciencia”).
En este sentido se dice (Di Benedetto) que es significativa la comparación entre la medicina griega y la recogida en textos médicos egipcios o asirio-babilónicos: los primeros representan una actitud científica, los segundos precientífica.

El autor más representativo de la nueva actitud de la medicina del S. V es Hipócrates, bajo cuyo nombre conservamos la colección conocida como Corpus Hippocraticum.

Del Hipócrates histórico (en torno a 460 – 370), que no puede ser el autor de todo el corpus, empezaremos recordando que había nacido en Cos (frente a la costa suroccidental de Asia Menor).
Allí existía desde antiguo una afamada escuela de medicina a la que también debió de pertenecer el padre de Hipócrates, Heraclides.
Y su abuelo, también Hipócrates, a quien se le ha atribuido el escrito del corpus Sobre las fracturas y luxaciones.
(Paradójicamente, algunos autores consideran este escrito como lo mejor del corpus, desde el punto de vista estilístico y médico).
La escuela de Cos era una corporación de médicos que hacía remontar sus orígenes a Asclepio, como ya lo hacían Podalirio y Macaón en Ilíada.
En cierto modo, esta escuela es comparable a la escuela de rapsodas, los homéridas que presumían de ser descendientes de Homero.
También había otra escuela de medicina con renombre en la vecina ciudad de Cnido, quizá incluso más antigua que la de Cos.

En las biografías antiguas de Hipócrates se introdujeron abundantes elementos legendarios: es una situación similar a la que afecta p. ej. a las vidas de Homero, de Esopo... La abundancia de elementos legendarios impide discernir qué hay en esas vidas de auténtico y qué de falso. Esto es de aplicación a todas nuestras fuentes biográficas antiguas:
  • Tzetzes.
  • Suda.
  • Manuscrito de Prisciano en Bruselas.
  • Vita atribuida a Sorano.
Por ejemplo, es significativo (por poco fiable) lo que dicen esos escritos sobre la relación de Hipócrates con el culto al dios Asclepio en su ciudad natal. Ahora bien,
  • el Asclepieîon de Cos es de fecha relativamente tardía (finales del S. IV a. C.);
  • la actitud de Hipócrates hacia la medicina debe de haber sido muy distinta de la que era habitual entre los sacerdotes y los seguidores de rituales de curación (p. ej., en Epidauro).
Podemos suponer que sí son ciertas las noticias de que realizó largos viajes, y que estuvo en contacto con sofistas y filósofos como Gorgias, Pródico y Demócrito. Sobre las concepciones teóricas de Hipócrates contamos además con un testimonio discutido y difícil de interpretar en Platón, Fedro 270 c:

Sócrates: ¿Piensas que se pueda conocer suficientemente la naturaleza del alma, sin conocer la naturaleza universal?
Fedro: Si hemos de creer a Hipócrates, el descendiente de los hijos de Asclepio, no es posible, sin este estudio preparatorio, conocer la naturaleza del cuerpo [trad. Patricio de Azcárate].
Según ese testimonio, Hipócrates pensaba que “una comprensión del cuerpo no puede darse sin una comprensión de la naturaleza como conjunto” (G. A. Kennedy). Pero esa doctrina no se expone, tal cual, en ninguno de los tratados que conservamos: ¿querría ello decir que ninguna de las obras del Corpus es original de Hipócrates (Edelstein)?
Más allá de lo que signifique el pasaje, lo que parece que se puede suponer es que Hipócrates trabajaba desde bases teóricas precisas que luego intentaba aplicar a los casos concretos: no se limitaba, por tanto, al momento puramente empírico de la medicina.


3. EL CORPUS HIPPOCRATICUM

Recordaremos que la tradición nos ha transmitido como obra de Hipócrates una colección compuesta por unos sesenta tratados médicos:
  • Concretamente, son 58 escritos divididos en 73 libros en la edición de Littré (París, 1839 – 1861).
  • Todos están escritos en dialecto jónico (algunos, en un jónico arcaizante).
  • La fecha de composición parece oscilar entre el S. V y el I a. C.: el grueso debe de proceder de los SS. V – IV, pero luego hay algún escrito del S. II d. C. (Praecepta).
  • La agrupación del corpus tal y como lo conocemos no parece haber sido obra de los alejandrinos sino proceder del S. X d. C.
  • Los temas expuestos en los escritos son notablemente variados; mira LAÍN (1970, La medicina hipocrática, 37-39):
De carácter general: Juramento; Sobre la medicina antigua; Aforismos (el escrito más célebre del corpus, empleado hasta el S. XIX en universidades europeas).
Anatomofisiológicos.
Dietéticos: Sobre la dieta ("dieta" entendida como régimen, género de vida).
De carácter patológico general: Sobre los aires, aguas y lugares; Pronóstico.
De patología especial: Epidemias; Sobre la enfermedad sagrada.
De contenido terapéutico.
Quirúrgicos: Sobre las fracturas y Sobre la reducción de luxaciones.
Oftalmológicos.
Ginecológicos y pediátricos.
Según se entiende habitualmente (pero es un problema muy discutido), el Hipócrates histórico podría haber sido el autor
  • de Epidemias I y III,
  • así como del Pronóstico;
  • algunos argumentos apuntan también a que puede ser obra suya el importante escrito Sobre los aires, aguas y lugares.
No es de Hipócrates, pero sí uno de los escritos más antiguos del corpus (últimos decenios S. V a. C.), el tratado Sobre la medicina antigua.

En relación con las obras señaladas antes como probablemente auténticas, puede comentarse algo a propósito de al menos las dos siguientes:

Sobre los aires, aguas y lugares, quizá de en torno a 430 a. C.
  • A veces se la ha citado en el S. XX como Sobre el medioambiente, lo cual es índice de la actualidad de su tema.
  • Esta obra trata sobre el influjo de los factores ambientales en la salud o enfermedad de los hombres.
  • Es importante destacar el pensamiento etiológico que anima la obra y busca las causas de la enfermedad (concepto importante para la medicina hipocrática) en esos factores que se hallan en el medio ambiente.
  • Es interesante, también, el contraste que se establece en la segunda parte de la obra entre Asia y Europa, y en cómo influyen los dos ambientes en la salud del hombre.
  • Se puede recordar que el mismo contraste se halla presente en otros jonios de la época, p. ej. Heródoto: mira la entrada .
Epidemias: en el sentido de “visitas a ciudades extranjeras”.
  • De los diversos libros (hasta VII), los más antiguos, los más probablemente auténticos, son I y III.
  • En ellos se recoge una colección de observaciones empíricas obtenidas por el médico al lado del enfermo (historias clínicas, minuciosas).
  • El médico pretende, además, penetrar en las causas de la enfermedad y, trascendiendo el caso particular, llegar a conclusiones de tipo general.
De manera general ha de hacerse observar que la medicina de la época
  • atiende sobre todo a la búsqueda de las causas y el pronóstico sobre la evolución de la enfermedad;
  • en cambio, su eficacia terapéutica es mucho menor dadas las limitaciones de la época.

Pero, a pesar de lo dicho antes sobre las “obras supuestamente auténticas”, resulta enormemente complejo (quizá imposible) hallar criterios fiables que permitan diferenciar lo auténtico de Hipócrates de lo agregado posteriormente a un núcleo original.
Podemos hablar incluso de una auténtica “cuestión hipocrática”, semejante a la cuestión homérica o la “cuestión tucididea” (mira en ).
Por otro lado, buena parte de los tratados incluidos en el Corpus Hippocraticum, aun no siendo obra de Hipócrates, han debido de surgir dentro de la escuela de medicina de Cos.
Se ha supuesto incluso (Diller 1959: “Stand und Aufgabe der Hippokratesforschung”) que la colección podría ser algo así como la “biblioteca de trabajo” de esa escuela.
Por ello, en el curso del tiempo habrían ido aumentando, por agregación, los fondos de esa biblioteca hasta constituir lo que hoy es, para nosotros, el corpus hipocrático.

Por otro lado, en el corpus parecen alternar, con los escritos emanados de Cos, otros que, se ha supuesto, parecen reflejar la actividad de la escuela vecina de Cnido:
  • en ella se cultivó sobre todo la patología especial: es decir, prestaron más atención a la patografía que a la nosografía, al enfermo que a la enfermedad (sobre la nosografía hipocrática, mira Vintró 1973);
  • p. ej., se entienden que pertenecerían a la tradición de Cnido escritos ginecológicos como Sobre las enfermedades de la mujer (I y II) o Sobre la naturaleza de la mujer;
  • su representante más destacado pasa por ser Eurifonte;
  • nótese que en algún lugar del corpus se hacen afirmaciones críticas contra las proposiciones de la escuela de Cnido: puedes consultar el Sobre la dieta en las enfermedades agudas.
Sobre la oportunidad de la distinción entre escritos emanados de Cos / escritos de Cnido, mira López Férez (1988, 625):
  • López Férez afirma que, pese a todo lo dicho, son muchas más las ideas comunes que las que permitirían establecer una diferencia entre dos formas distintas de entender la medicina.
  • En todo caso, en el corpus pueden coexistir escritos derivados de la medicina jonia con otros derivados de la medicina siciliana, más moderna, que no reconoce dos humores (flema, bilis) como la jonia sino cuatro (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra).


4. LA MEDICINA DEL S. V A. C. Y EL AMBIENTE INTELECTUAL DE SU ÉPOCA

Es importantísimo subrayar que la cuestión de la medicina hipocrática trasciende el puro interés médico.

Ciertamente, el punto principal de interés de los escritos hipocráticos no se halla en sus méritos literarios.

Aunque, con todo, en una colección tan heterogénea hay cabida para escritos de muy diversa calidad.
P. ej., ha de destacarse el caso algunos tratados que son escritos de divulgación: son notables por la claridad de su estructura y coherencia de pensamiento.
Es el caso de Sobre el arte médica, de fines del S. V a. C., influido por la retórica de su tiempo: presenta una estructura trimembre, con exordio – argumentación – epílogo.

Pero, en conjunto, la colección no es importante desde el punto de vista más estrictamente literario: aunque sí lo es para la historia cultural de Grecia. En este sentido importa subrayar las analogías existentes entre la medicina del S. V a. C. y la Filosofía.
Al respecto, mira el libro editado por Wittern y Pellegrini (1996), sobre la relación entre la medicina hipocrática y la filosofía de su época: Hippokratische Medizin und antike Philosophie.
La bibliografía señala las relaciones entre la medicina hipocrática y autores “presocráticos” como Heráclito o Empédocles (compara los cuatro principios :: los cuatro humores).

Con todo, a mí me interesa destacar aquí las relaciones entre la medicina hipocrática y la Sofística (mira la entrada ). Antes ya se habló sobre las posibles relaciones entre Hipócrates y Gorgias, Pródico o Demócrito.

Los médicos de este momento parten de las tradiciones previas, como hicieron en su propio ámbito los sofistas. Pero, también como ellos, las someten al tribunal de la razón, de manera que, por ejemplo, rechazan las causas sobrenaturales de las enfermedades, tal y como expone el escrito Sobre la enfermedad sagrada.
Este tratado se considera como un hito inaugural para la ciencia de Occidente; ¿fue escrito muy a finales del S. IV a. C.?
Desmiente, razonando, que la epilepsia sea una enfermedad sagrada, o que en general sea más sagrada que cualquier otra enfermedad.
A propósito de la llamada enfermedad sagrada, he aquí lo que ocurre: me parece que no es en modo alguno más divina ni más sagrada que las demás enfermedades, sino que tiene una causa natural. Pero los hombres creyeron que su causa era divina o por su inexperiencia o por el carácter maravilloso de la dolencia, que no se parece en nada a otras enfermedades. Y si la imposibilidad de conocer lo divino confirma su punto de vista, la banalidad del sistema de curación que adoptan lo contradice, dado que la tratan por medio de purificaciones y encantamientos. Ahora bien, si se ha de considerar divina por sus extraordinarios rasgos, serán muchas las enfermedades sagradas, y no una sola, porque yo demostraré que aquellas otras a quienes nadie considera sagradas no son menos extraordinarias ni prodigiosas (trad. Alsina y Vintró).
  • Demuestra una actitud contraria a las supersticiones y creencias infundadas, que pretende desenmascarar.
  • Con todo, la actitud del tratado no es irreligiosa, pues reconoce que, en último extremo, todo tiene su origen en la divinidad.
  • Evidentemente, es irrelevante que, luego, el tratado explique la epilepsia por la teoría de los humores, por el flujo de la flema del cerebro y por la obstrucción de los canales a través de los que fluyen el aire y la sangre (explicación fisiológica errónea).
  • Hago observar, por último, que se ha hablado de las coincidencias estilísticas del tratado con la Sofística.
Desde el punto de vista del método ha de recordarse el papel concedido por la medicina hipocrática
a la comprensión de la phýsis (considerada como “la gran fuerza que todo lo abarca y que también condiciona todo lo individual”: Lesky 522) y a la búsqueda de las causas de la enfermedad (mira lo dicho antes sobre la importancia concedida en esta medicina a etiología y pronóstico, por delante de la terapia).
Del prestigio científico que alcanzó esta medicina es un indicio el influjo que ejerció en un autor como Tucídides:
  • La terminología técnica de la escuela hipocrática era conocida por el historiador, quien la emplea en la descripción de la Peste (mira lo que dice Rechenauer 1991: Thukydides und die hippokratische Medizin).
  • Otra referencia clásica sobre ello es D.L. Page, “Thucydides’ Description of the Great Plague at Athens”, CQ 3 (1953), pp. 97-115.
Por otra parte, ha de señalarse que el desarrollo de una conciencia ética entre los médicos llevó a la formulación del llamado juramento hipocrático, compuesto quizá en el S. IV a. C. En él, por ejemplo, se habla ya de la confidencialidad en la relación médico-paciente (mira III b en el texto). Al leer este texto, vale la pena atender a aspectos como
  • los dioses a los que se pone por testigos [I],
  • el concepto de la medicina como arte que se hereda dentro de la familia [II],
  • así como la lista de obligaciones y prohibiciones a que se atiene el médico [III a y b].
JURO por [I] Apolo, médico, por Asclepio, y por Higía y Panacea, y por todos los dioses y diosas del Olimpo, tomándolos por testigos, cumplir este juramento según mi capacidad y mi conciencia:

[II] TENDRÉ al que me enseñó este arte en la misma estimación que a mis padres, compartiré mis bienes con él y, si lo necesitara, le ayudaré con mis bienes. Consideraré a sus hijos como si fueran mis hermanos y, si desean aprender el arte médico, se lo enseñaré sin exigirles nada en pago. A mis hijos, a los hijos de mi maestro y a los que se obligaran con el juramento que manda la ley de la Medicina, y a nadie más, les enseñaré los preceptos, las lecciones y la práctica.[III a] APLICARÉ mis tratamientos para beneficio de los enfermos, según mi capacidad y buen juicio, y me abstendré de hacerles daño o injusticia. A nadie, aunque me lo pidiera, daré un veneno ni a nadie le sugeriré que lo tome. Del mismo modo, nunca proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo.

VIVIRÉ y ejerceré siempre mi arte en pureza y santidad. No practicaré la cirugía en los que sufren de cálculos, antes bien dejaré esa operación a los que se dedican a ella. Siempre que entrare en una casa, lo haré para bien del enfermo. Me abstendré de toda mala acción o injusticia y, en particular, de tener relaciones eróticas con mujeres o con hombres, ya sean libres o esclavos.

[III b] GUARDARÉ silencio sobre lo que, en mi consulta o fuera de ella, vea u oiga, que se refiera a la vida de los hombres y que no deba ser divulgado. Mantendré en secreto todo lo que pudiera ser vergonzoso si lo supiera la gente.SI FUERA FIEL a este juramento y no lo violara, que se me conceda gozar de mi vida y de mi arte, y ser honrado para siempre entre los hombres. Si lo quebrantara y jurara en falso, que me suceda lo contrario.



ALGUNAS REFERENCIAS:

ACOSTA, E., Médicos y medicina en la antigüedad clásica: antología de textos, Tenerife, 1999.
CRAIK, E.M. The 'Hippocratic' Corpus: Content and Context, Londres-Nueva York, 2015.
DILLER, H., “Stand und Aufgabe der Hippokratesforschung”, en Kleine Schriften zur antiken Medizin, Berlín-Nueva York, 1973 [1959].
GIL, L., Therapeia. Medicina popular en el mundo clásico, Madrid, 1969.
JOVANNA, J., Hippocrate, París, 1992.
KÜHN, J.H., System- und Methodenprobleme in Corpus Hippocraticum, Wiesbaden, 1956.
LAÍN ENTRALGO, P., La curación por la palabra en la antigüedad clásica, Madrid, 1958.
LAÍN ENTRALGO, P., La medicina hipocrática, Madrid, 1970.
LARA NAVA, M.ªD., Estudio sobre la composición en los tratados hipocráticos, Madrid, 1991.
LÓPEZ FÉREZ, J.A., “Hipócrates y los escritos hipocráticos: origen de la medicina científica”, Epos 55 (1986), pp. 157-176.
LÓPEZ FÉREZ, J.A., “Las ciencias. La colección hipocrática”, en J.A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 613-649.
MARTINY, M., Hippocrate et la médecine, París, 1964.
NUTTON, V., Ancient Medicine, Londres-Nueva York, 2004.
PAGE, D.L., “Thucydides’Description of the Great Plague at Athens”, CQ 3 (1953), pp. 97-115.
PALMIERI, N. (ed.), Rationnel et irrationnel dans la médecine ancienne et médiévale: aspects historiques, scientifiques et culturels, Saint-Etienne, 2003.
RECHENAUER, G., Thukydides und die hippokratische Medizin, Hildesheim, 1991.
SCHIEFSKY, M. J., Hippocrates On Ancient Medicine. Translated with Introduction and Commentary, Leiden, 2005.
RIHLL, T.E., Greek Science, Oxford, 1999.
VINTRÓ, E., Hipócrates y la nosología hipocrática, Esplugues de Llobregat, 1973.
WITTERN, R., y PELLEGRIN, P. (eds.), Hippokratische Medizin und antike Philosophie: Verhandlungen des VIII. Internationalen Hippokrates-Kolloquiums [1993], Hildesheim, 1996.





viernes, 19 de diciembre de 2008

CIENCIA Y TÉCNICA EN EL HELENISMO

1. LA PROGRESIVA ESPECIALIZACIÓN DE LA CIENCIA HELENÍSTICA
2. LOS ESTUDIOS SOBRE LA TRADICIÓN LITERARIA DE GRECIA
3. LA ECLOSIÓN DEL SABER MATEMÁTICO; LA ASTRONOMÍA
4. LA TEORÍA MÉDICA DE ÉPOCA HELENÍSTICA
5. LA ELABORACIÓN DE SÍNTESIS EN LA ETAPA FINAL DEL HELENISMO


En esta entrada volvemos a abordar la literatura científica de Grecia. No obstante, ha de hacerse la precisión de que, en el Helenismo, la situación de la ciencia es esencialmente distinta de la de épocas anteriores:
  • Ya se ha producido una especialización de las ciencias particulares y ello dificulta que un solo individuo, como Aristóteles en el período precedente, pueda cubrir todas las áreas del saber científico.
  • Por ello nos limitaremos a presentar una panorámica del asunto y eludiremos la excesiva atomización de la materia.


1. LA PROGRESIVA ESPECIALIZACIÓN DE LA CIENCIA HELENÍSTICA

Abrimos nuestra exposición recordando que la ciencia helenística vive en una situación nueva en la medida en que se emancipa de saberes a los que había estado vinculada antes (la filosofía) y se introduce por senderos de una progresiva especialización.
De manera general constatamos que el Helenismo es momento de desarrollo de la ciencia filológica y, sobre todo, de la matemática, así como de otras disciplinas vinculadas a ésta; igualmente es un momento importante para la historia de la medicina.
Ahora bien, hemos de anticipar también que muchos de los logros teóricos de la época no llegaron a encontrar aplicación práctica.


2. LOS ESTUDIOS SOBRE LA TRADICIÓN LITERARIA DE GRECIA

Comenzamos la exposición de saberes concretos refiriéndonos a algo que a nos toca muy cerca a quienes somos filólogos, los estudios sobre la tradición literaria de los griegos emprendidos, por ejemplo, desde el Museo; en este sentido es imprescindible la mención al trabajo de los primeros directores de la Biblioteca:En el campo hermano de los estudios sobre lingüística se debe recordar que éstos se desarrollaron bajo influjo estoico y que en este campo destacaron figuras como Dionisio el Tracio.
Fuera de Alejandría se desarrollaron también estudios de gramática, especialmente en Pérgamo (Crates).


3. LA ECLOSIÓN DEL SABER MATEMÁTICO; LA ASTRONOMÍA

Ahora bien, no ha de olvidarse que el Helenismo es, por encima de todo, la época de desarrollo de las MATEMÁTICAS; de alguna forma, puede entenderse que ahora eclosiona un saber para el que habían puesto los cimientos el pitagorismo y la Academia.
Figuras fundamentales de la matemática del momento son
  • Euclides
  • y, sobre todo, Arquímedes (287 – 212 a. C.).
A un campo derivado de la matemática pertenece la astronomía, de la que son representantes Sosísegenes y Aristarco de Samos, creador de un sistema heliocéntrico que no obtuvo éxito frente al geocentrismo imperante.
Como otro campo derivado se ha de mencionar también la geografía matemática (Artemidoro de Éfeso).


4. LA TEORÍA MÉDICA DE ÉPOCA HELENÍSTICA

La TEORÍA MÉDICA de época helenística encontró su representante más destacado en Herófilo, caracterizado por el énfasis puesto en la anatomía y la disección.
Esta atención a la anatomía, que pudo suponer un avance desde un punto de vista teórico, tropezó sin embargo con la desconfianza de quienes ejercían la medicina en la época, pues ni empíricos (Filino de Cos) ni metódicos supieron valorar las ideas de Herófilo.
Una vez más sucedió que un gran avance teórico no encontró aplicación práctica, de la misma forma que tampoco la hallaron tantos descubrimientos matemáticos de la época.


5. LA ELABORACIÓN DE SÍNTESIS EN LA ETAPA FINAL DEL HELENISMO

En la etapa final del Helenismo se llegó a un momento de decadencia que, en el caso de Alejandría, estuvo condicionado por la nueva situación política del momento, en el que los últimos monarcas (Ptolomeo Fiscón) tendieron a eliminar los elementos griegos (miembros del Museo incluidos) y a promocionar los autóctonos.
Esta etapa final, de relativo empobrecimiento de la cultura, fue un tiempo de ELABORACIÓN DE SÍNTESIS.
En el ámbito de la lingüística y la filología puede comentarse el ejemplo de Dídimo, sobre el cual hace Lesky (p. 819) este comentario irónico:
El trabajo erudito mantiene la salud, y así, Dídimo, contemporáneo de Cicerón, vivió todavía durante un período del reinado de Augusto.


José B. Torres Guerra


ALGUNAS REFERENCIAS:

CLAGETT, M., Greek Science in Antiquity, Nueva York, 1955.
DIELS, H., Antike Technik, Leipzig, 1925 (3ª ed.).
FARRINGTON, B., Greek Science: Its Meaning for us, Baltimore, 1953.
IRBY-MASSIE, G.L., y Keyser, P.T., Greek Science of the Hellenistic Era: A Sourcebook, Londres-Nueva York, 2002.
LLOYD, G.E.R., Greek Science after Aristotle, Londres, 1973.
LLOYD, G.E.R., Methods and Problems in Greek Science, Cambridge, 1991.
LONGO, O., Saperi antichi: teoria ed esperienza nella scienza dei Greci, Venecia, 2003.
LÓPEZ FÉREZ, J.A., “Ciencias”, en J.A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 964-988.
LÓPEZ FÉREZ, J.A. (ed.), La lengua científica griega: orígenes, desarrollo e influencia en las lenguas modernas europeas, Madrid, 2000.
MÍNGUEZ PÉREZ, C., La ciencia helenística, Valencia, 1979.
ORTIZ GARCÍA, P. (trad.), Arquímedes. Tratados. I. Eutocio. Comentarios (Selección), Madrid, 2005.
PUERTAS, MªL., y VEGA, L. (trads.), Arquímedes. El método, Madrid, 1986.
RIHLL, T.E., Greek Science, Oxford, 1999.