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domingo, 5 de junio de 2011

LA HISTORIOGRAFÍA GRIEGA: ORÍGENES Y RASGOS GENERALES


Esta entrada que reedito ahora es la segunda más vista del blog según las estadísticas. Y presenta, en esta nueva versión, una novedad: me hago eco de los debates suscitados en la primera década de este milenio en relación con la historicidad de la guerra de Troya. ¿Pudo ser "Homero" un oriental bilingüe que, cuando cantaba a Troya, estaba pensando en realidad en la fortaleza hitita de Karatepe?


1. Historia del término “historia”.
2. Diferencias entre la historiografía griega y la historiografía moderna.
3. La historia antes de la historia.
4. El nacimiento de la historiografía en el entorno de Jonia.
5. Logógrafos más destacados: Hecateo de Mileto; Ferécides de Atenas.



En el mismo ámbito y en una cronología parecida, posiblemente obedeciendo a estímulos semejantes, surgieron entre los griegos dos géneros distintos, la filosofía (mira la entrada ) y la historiografía, de la que aquí empezamos a hablar.

Para nosotros, la existencia de la Historia es algo evidente: tenemos libros de historia, vemos películas históricas en el cine y documentales de la historia en la TV... hasta hemos estudiado asignaturas de historia en el colegio o el bachillerato.
Pero, para los griegos, la historia no era algo evidente: los griegos tuvieron que inventar la historia.


1. HISTORIA DEL TÉRMINO “HISTORIA”

En relación con el significado de la palabra “historia” se ha de indicar que historíe procede de hístor, el “testigo” o, literalmente, “aquel que ve”: hístor es de la misma raíz que p. ej. latín uidere, “ver”:
La referencia a la etimología del término nos permite comprender mejor por qué la idea de “historia” implicaba para los griegos la noción de autopsia, de ser testigo directo.
De este significado primordial pasa a significar la “investigación” (mira el principio de la Historia de Heródoto en la entrada ) y el “relato de la investigación”: de aquí surge nuestro concepto de “historia” como relato de acontecimientos.

A. Lesky dice (Historia..., p. 245):
Historia (historíe) es, pues, la averiguación y el relato basado en la propia observación. En su desarrollo ulterior ya no se trata sólo de lo que se ve directamente; la averiguación puede efectuarse interrogando a testigos (...) Igual que en las ciencias naturales, la tarea consiste en averiguar lo verdadero utilizando la crítica racional.
Esta pretensión de autopsia, de “ver” los acontecimientos, hace que los historiadores no duden en presentar (inventando las palabras) los supuestos diálogos y discursos de sus personajes, como si ellos mismos hubieran sido testigos de esas conversaciones: así sucede ya con Heródoto y Tucídides (mira Schepens 1980).

Puede señalarse que también en este punto hay una similitud entre historia y leyenda: los cantores de poesía épica también pasan por testigos presenciales de lo que narran: así, de Homero se decía que había sido testigo de las guerras tebana (de la que hablaba en la Tebaida) y troyana (de la que habla en la Ilíada).



2. DIFERENCIAS ENTRE LA HISTORIOGRAFÍA GRIEGA Y LA HISTORIOGRAFÍA MODERNA

Conviene hacer dos indicaciones generales sobre la historiografía griega y otras formas de hacer historia:

1) Una peculiaridad de la historia de Grecia la diferencia de la romana en sus orígenes:
  • en Roma la historia surge de la redacción de Anales;
  • en cambio, este tipo de “diarios públicos” no han existido en Grecia, o al menos no están en la base de la historiografía griega (algunos indicios apuntan, sin embargo, a que sí pudo haber “anales” en ciertos sitios, como p. ej. Samos).
2) Hay una diferencia importante con respecto a la historiografía moderna: la historiografía griega es un género literario:
  • fue considerada así por todos los tratadistas de la Antigüedad;
  • los historiadores utilizan recursos comunes que son marca del género (p. ej., lo dicho antes sobre los discursos);
  • hay dependencia con respecto a géneros literarios canónicos como la épica y el teatro: en este sentido es muy significativa la elaboración dramática de la obra de Tucídides (mira en la entrada );
  • parte del carácter literario de la historia griega es que no distinga entre hecho e interpretación: en este punto existe una diferencia clara con la historia moderna.


3. LA HISTORIA ANTES DE LA HISTORIA

Los primeros logógrafos, a finales del S. VI a. C., se dedicarán en sus narraciones a depurar los relatos legendarios de los elementos considerados ahora como contrarios a la razón, al lógos (recuerdo, como indicaba al principio, que el nacimiento de la historiografía es otra manifestación del paso del mito al lógos).

¿Qué llenaba el lugar de la historia antes de la invención de ésta? Los griegos, en las fases orales de su cultura, habían expresado la memoria del pasado en forma de leyendas tradicionales, a bastantes de las cuales subyace un fondo histórico.

Se ha dicho, p. ej. que la leyenda de las guerras tebanas recuerda acontecimientos históricos de época micénica (en torno a 1250 a. C.):
  • según algunos arqueólogos, Tebas fue destruida poco antes de Troya;
  • esto coincidiría con los datos de la saga, según la cual los asaltantes de Tebas (los Epígonos) participaron después en la guerra de Troya (Diomedes, Esténelo, Euríalo).
Con todo, el caso más paradigmático de leyenda con posible fondo histórico es el de la guerra de Troya, sobre la cual trata el poema griego más antiguo que conservamos, la Ilíada.

Se ha escrito mucho sobre el problema de la historicidad de la guerra de Troya. La cuestión recibió un planteamiento romántico en el S. XIX a través de Schliemann:
  • siguiendo los datos de la Ilíada identificó los restos de varias ciudades superpuestas en el montículo de Hisarlik (Asia Menor);
  • una de esas ciudades sería, según Schliemann, Troya.
La cuestión no está clara, pero en favor de la historicidad de la guerra de Troya hablan:
  • los hallazgos de Hisarlik;
  • las tablillas hititas;
  • la propia tradición oral sobre esa guerra.
Hago observar que, en la primera década del S. XXI, se ha reabierto el debate sobre la historicidad de la guerra de Troya al hilo de los trabajos de dos personalidades muy diferentes:
  • De un lado el arqueólogo Manfred Korfmann, firme defensor de la historicidad del suceso, quien propuso que la ciudad de Troya, que tuvo un tamaño mayor de lo que se creía, desempeñó un papel importante en el mundo mediterráneo de la Edad del Bronce. Cf. Latacz (2001), Korffman (2006).
  •  Por otra parte, es grande el revuelo que han producido las teorías de Raoul Schrott, sobre todo en el ámbito alemán. En opinión de este autor, Homero era un griego empleado como escriba entre los asirios. En su condición de hombre bilingüe conoció de primera mano la literatura oriental que deja su huella en la Ilíada. Además, cantó la guerra de Troya inspirándose en la realidad que tenía al alcance de la mano, la realidad de Cilicia, y en concreto en las ruinas de la fortaleza hitita de Karatepe. A favor y en contra de la hipótesis, cf. Schrott (2008), Ulf y Rollinger (2011).
Lo interesante de verdad es que, sea o no sea histórica la guerra de Troya, los griegos creían en su realidad: recibían la leyenda tradicional como memoria del pasado.
Es muy significativo que el historiador más importante de Grecia, Tucídides, cuando tiene que reconstruir la historia más remota de su pueblo, eche mano de la saga en la Arqueología (los primeros capítulos de su Historia).

Ahora bien, aunque a muchas leyendas subyazca un fondo histórico es importante señalar que:
  • Esto no puede demostrarse para todas las leyendas: es más, en el caso de muchas leyendas ese fondo histórico es improbable, p. ej. en el caso de Edipo: su leyenda presenta elementos obvios de cuento popular (el héroe mata al monstruo y se casa con la reina).
  • La leyenda, pese a su ocasional trasfondo histórico, es algo distinto de la historia por dos motivos:
1) El tiempo de la leyenda es distinto del tiempo de la historia:
  • es un tiempo que está más allá de la historia;
  • por eso, los receptores de las leyendas son incapaces (en principio) de situarlas con respecto al tiempo en que ellos viven.
2) La leyenda, y el mito en general, se hallan vinculados con el rito y la religión: en el caso de la historia, esa vinculación no existe.

Lo curioso es que, cuando nace la historia, nace intentando racionalizar la leyenda, extrayendo un lógos del mythos: eso es lo que sucede (a finales del S. VI a. C.) con los llamados logógrafos.


4. EL NACIMIENTO DE LA HISTORIOGRAFÍA EN EL ENTORNO DE JONIA

El nombre logógraphos significa en griego “el que pone por escrito un lógos, un discurso”: es decir, estos autores concebían sus obras como discursos para ser leídos en público.
Por los fragmentos sabemos que los logógrafos escribían en prosa: el dato es importante, porque la literatura anterior a ellos se componía en verso.
¿A qué causa obedece el paso del verso a la prosa?: este cambio guarda relación con el paso de una cultura oral a una cultura escrita; en una cultura oral es necesario memorizar la obra para poderla transmitir, y el hecho de que esté en verso facilita la memorización: es muy difícil componer prosa si la herramienta de la escritura no está desarrollada.
Pero, cuando la transmisión deja de depender de la memoria y se confía a la escritura, se hace posible el desarrollo la prosa: esto es lo que sucede en Grecia a finales del S. VI. a. C. En ese momento, y sobre todo en el S. V, es cuando irrumpen los nuevos géneros en prosa, a saber:
  • la filosofía;
  • la medicina;
  • y el género que a nosotros nos interesa: la historiografía.
La historiografía primitiva de los logógrafos nace en Jonia, igual que la filosofía, y este hecho no es casual: en ese lugar, el encuentro (traumático) con otras culturas obligó a los griegos a reflexionar sobre su propia cultura:
* la reflexión llevó a una crítica racional del mito y de las creencias sobre el pasado;
* así nació la historiografía que, como la filosofía, representaba un intento por emanciparse de la cultura tradicional acrítica.
Es interesante lo que dice al respecto C. M. Bowra (Historia de la Literatura Griega, p. 98):
No hubo historia en el concepto moderno hasta que el conflicto persa despertó el afán de los griegos por averiguar qué clase de hombres eran aquellos que amenazaban su orgullo nacional, y por llevar registro de las victorias obtenidas sobre un imperio que se revelaba poderosísimo.


5. LOGÓGRAFOS MÁS DESTACADOS: HECATEO DE MILETO; FERÉCIDES DE ATENAS

No conservamos íntegra la obra de ninguno de los logógrafos, pero tenemos suficientes fragmentos como para poder conocer sus nombres y algunas de sus características.

Antes de hablar de los logógrafos propiamente dichos (Hecateo y Ferécides) debemos mencionar el caso de los autores de descripciones de viajes, que también son base de la historia posterior.
Esas descripciones nacían de una necesidad práctica (eran el antecedente de las “cartas de navegación”).
Pero junto al interés práctico surge la curiosidad etnográfica, el interés por otros pueblos y costumbres (los nómoi); partiendo de las costas, los autores tratan las curiosidades de los pueblos del interior.
Algunos autores de Periplos (o descripciones de navegaciones):
  • Escílax de Carianda (finales del S. VI);
  • Eutímenes (S. VI).
  • Avieno tradujo al latín, en fecha muy posterior, un periplo del S. VI a. C.: es una descripción importante de las costas de España.
Mira sobre todos ellos la obra de Güngerich (1950).

El logógrafo más importante (Heródoto lo llama logopoiós) fue Hecateo de Mileto: debió de nacer en torno al año 550 a. C.
Su ambiente era el de la naciente filosofía jónica: fue discípulo de Anaximandro.
Su talante racionalista lo evidencia la siguiente anécdota: durante la revuelta de Jonia contra los persas propuso que las ofrendas de Creso al Apolo de Dídima fueran utilizadas para construir una flota; esto refleja la actitud racionalista de su vida y obra.
Su talante racionalista, su actitud de crítica a la tradición, lo evidencia asimismo el principio de su obra:
Lo que aquí escribo es el relato de lo que me parece verdadero. Pues los griegos cuentan demasiadas cosas y, en mi opinión, son ridículas.
Escribió dos textos:

1) El Planisferio, obra fundamentalmente geográfica pero que incluye observaciones de historia: Hecateo fue un viajero, como los autores de Periplos (especialmente importante debió de ser su viaje a Egipto).
Las experiencias de sus viajes se hallaban recogidas en su Planisferio; a partir de fuentes indirectas sabemos que:
  • Hecateo concebía el mundo como una superficie circular rodeada por el Océano;
  • el Planisferio debía de adoptar la forma de un periplo del Mediterráneo, con observaciones etnográficas, mezclando datos empíricos (lo observado en los viajes) con especulaciones.
2) Las Genealogías, que se componían de racionalizaciones del mito del tipo comentado para los logógrafos; se hallan en la base de la historiografía propiamente dicha:
  • P. ej., Hecateo decía que el Can Cerbero era una peligrosa serpiente, y que se le llamó “guardián del Hades” porque mataba a muchas personas. 
  • O que las hijas de Dánao debieron de ser en realidad unas veinte (y no cincuenta).
El logógrafo más importante después de Hecateo fue Ferécides de Atenas, que debió de escribir en la primera mitad del S. V; compuso una obra en 10 libros.
Ferécides está muy influido por la epopeya: su obra es una ordenación y prosificación de las antiguas leyendas sobre los héroes, que para él son “históricas” en el sentido de ser cosas reales que sucedieron en el pasado.
Ferécides es un antecesor de la auténtica historiografía, pero también lo es de los manuales mitográficos como la Biblioteca de Apolodoro (mira el texto en
--> -->Biblioteca y Epítome).


ALGUNAS REFERENCIAS:

* Trabajos de carácter general sobre la historiografía de Grecia:
CÁNFORA, L., La storiografia greca, Milán, 1999.
FRITZ, K. VON, Griechische Geschichtschreibung, Berlín, 1967.
HOPF, B., Antike Historiographie in literaturwissenschaftlicher Sicht, Mannheim, 1981.
JACOBY, F. (ed.), Die Fragmente der griechischen Historiker, Berlín-Leiden, 1923-58.
LENDLE, O., Einführung in die griechische Geschichtschreibung: von Hekataios bis Zosimos, Darmstadt, 1992.
MOMIGLIANO, A., La historiografía griega, Barcelona, 1984 (La Storiografia greca, Turín, 1984).
SCHEPENS, G., L'"autopsie" dans la méthode des historians du Vè. siècle avant J.-C., Bruselas, 1980.
USHER, S., The Historians of Greece and Rome, Nueva York, 1970.

* Trabajos recientes sobre la historicidad de la guerra de Troya:
KORFMANN, M. (ed.), Troia. Archäologie eines Siedlungshügels und seiner Landschaft, Maguncia, 2006.
LATACZ, J., Troia und Homer. Der Weg zur Lösung eines alten Rätsels, Múnich-Berlín, 2001.
SCHROTT, R., Homers Heimat. Der Kampf um Troia und seine realen Hintergründe. Múnich, 2008.
ULF, Chr., y ROLLINGER, R. (eds.), Lag Troia in Kilikien? Der aktuelle Streit um Homers Ilias, Darmstadt, 2011.

* Sobre los orígenes de la historiografía:
CÁNFORA, L., “De la logografía jonia a la historiografía ática”, en R. Bianchi Bandinelli (ed.), Historia y civilización de los griegos. III. Grecia en la época de Pericles, Barcelona, 1981, pp. 357-429 (Storia e Civilitá dei Greci, Milán, 1979).
GÜNGERICH, R., Die Küstenbeschreibung in der griechischen Literatur, Münster, 1950.
LENS TUERO, J., “Orígenes de la historiografía”, en J.A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 258-270.
RUIZ PÉREZ, A., “La historiografía griega y el mito. De la genealogía a la mitología”, en D. Estefanía et alii (eds.), Géneros grecolatinos en prosa, Alcalá de Henares – Santiago, 2005, pp. 109-130.




martes, 3 de mayo de 2011

LOS HISTORIADORES GRIEGOS DE ÉPOCA IMPERIAL; PAUSANIAS


Creé la primera versión de esta entrada en diciembre de 2008. He decidido rehacerla porque el Grupo Graecapta de la Universidad de Navarra estudia ahora la alteridad lingüística y cultural del Imperio centrándose precisamente en un corpus de historiadores, griegos y latinos, paganos y cristianos. A la ocasión la pintaban calva, puestos a remozar este post.

Ojalá sea de utilidad para quienes se interesan por los historiadores y la historia de esos siglos tan convulsos.
 


1. PLANTEAMIENTO

Hacia el año 100 d. C. se aprecia un nuevo resurgir de la historiografía. En este período será habitual la tendencia a las exposiciones de conjunto, como atestiguan los títulos de las obras de Apiano o Dión Casio:
  • Apiano (S. II; Historia romana);
  • Dión Casio (SS. II / III; Historia romana).
El público de este tipo de obras no parece haberse sentido ya satisfecho con las grandes síntesis de finales del Helenismo, como
Muchas de las obras escritas al socaire de este nuevo empeño historiográfico se han perdido. Piénsese p. ej. en Flegón de Tales (liberto de Adriano, Olimpiadas: poseían carácter de crónica) o en Claudio Cárax (senador del círculo de Marco Aurelio, Historias).

De las obras que se han conservado trataremos primeramente las de los historiadores de Roma: Apiano, Dión Casio, Herodiano, Zósimo.

Después hablaremos de Arriano, quien escogió como tema de su obra historiográfica un asunto griego, la Expedición de Alejandro.

Por último trataremos el caso del periegeta por excelencia de Grecia, Pausanias, que pertenece a este mismo segmento histórico.
  • A Flavio Josefo se le puede incluir, obviamente, en este tema. Pero he preferido referirme a él en la entrada sobre literatura hebrea en lengua griega para poder estudiarlo así en su contexto cultural.
  • Por el mismo motivo (situarlos en su contexto cultural) tampoco incluyo aquí el caso de los historiadores cristianos: piénsese p. ej. en la obra historiográfica de Eusebio de Cesarea.

2. APIANO, HISTORIA ROMANA

Apiano (en torno a 95 – 165) procedía de Alejandría y llegó a Roma en el 130 para trabajar como abogado, causidicus. Aunque el proemio a su obra anuncia que existe una Autobiografía de Apiano, lo cierto es que no tenemos ningún testimonio ni cita de ella.

En Roma, Frontón tomó bajo su protección a Apiano y le consiguió el rango de procurador con posterioridad al 161: la obtención de este cargo implicaba contar con la ciudadanía romana y pertenecer a la clase de los equites.

En este sentido, Apiano es un ejemplo perfecto de cómo las capas altas de Oriente supieron integrarse y alcanzar puestos importantes en la administración del Imperio.

Su obra historiográfica es la Historia romana en 24 libros, compuesta en torno a 165: de la obra original se conserva aproximadamente la mitad de los libros, y entre éstos destacan de manera especial los 5 dedicados a las guerras civiles de los romanos.
  • Lo que se conserva es el proemio, los libros 6 – 8, partes de 9, los libros 11 – 17, más resúmenes de otros libros y fragmentos.
  • Cfr. la traducción en Gredos de Sancho Royo (1980 y 1985, 3 tomos).
Es interesante el hecho de que el criterio básico a partir del cual se desarrolla la historia de Apiano no es el cronológico sino el geográfico o etnográfico, según comenta y explica él mismo en el proemio. En este punto parece seguir, con las debidas diferencias, el modelo de Heródoto.

Con todo, este patrón plantea bastantes problemas. Por ello Apiano, para que sus lectores no pierdan la visión general de los acontecimientos (que a veces tienen implicaciones para escenarios distintos), debe recurrir con frecuencia a referencias cruzadas y recapitulaciones.


Dedica un libro de su Historia a cada uno de los pueblos con los que va entrando en contacto Roma. En el libro correspondiente narra la historia del contacto de ese pueblo con Roma, hasta llegar al momento de su integración en el Imperio.
  • Así la obra incluye p. ej. un libro sobre Libia, otro sobre Iberia etc…
  • En España se ha concedido, lógicamente, bastante atención al libro sobre Iberia: cfr. p. ej. Sancho Royo 1973 (Numancia).
  • Hay además libros en los que se habla de los grandes rivales de Roma, como Haníbal o Mitrídates. Cfr. además lo dicho antes sobre los 5 libros de las Guerras civiles, con entidad propia.
En el libro V de las Guerras civiles se interrumpe el relato conservado, que llega hasta el 35 a. C., o lo que es lo mismo: no llegamos a leer nada sobre la anexión de Egipto.

Sin embargo sabemos por el Proemio que Apiano le concedía un valor especial (simbólico) a la anexión de Egipto, su patria: a partir de ese momento, debía de decir, se había instaurado un régimen de paz y justicia.
Es decir: Apiano no concibe la historia de Roma como simple historia de esta ciudad sino, a fin de cuentas, como una historia mundial, una historia de sus prouinciae, como una historia de unidad universal propiciada por el poder de la urbs.
Esta actitud mental es característica del S. II, momento en el que se intensifica la unidad interior dentro del Imperio. Apiano concede a esa aspiración a la unidad profundidad histórica al renunciar además, a antiguas celotipias y clichés sobre la relación entre griegos, romanos, cartagineses, etc…
  • Hay en la obra una admiración evidente por los Césares, que el egipcio Apiano considera como sucesores de los Ptolomeos.
  • Esa admiración es la nota personal que pone Apiano en su obra, una obra de la que durante mucho tiempo no se apreció su elaboración literaria: en cambio, quizá se atendió en exceso a la cuestión relativa a las fuentes del autor (cfr. Sancho Royo 1980, 13-16; Hose 1994, 142-355) y el crédito que merecían sus informaciones históricas.
En relación con ello diremos tan sólo que sabemos que leyó autores latinos para documentarse. Aunque no era muy dado a citar, se refiere por su nombre a
  • Paulo Claudio (por sus Anales);
  • Julio César (por La guerra de las Galias);
  • Augusto (por sus Memorias);
  • Asinio Polión (por sus Historias).
Además, debió de manejar otros autores romanos a los que no cita por el nombre.


3. DIÓN CASIO, HISTORIA ROMANA

Dión Casio Cocceianus (hacia el 155 – hacia el 235) pertenecía a una familia oriunda de Bitinia y asentada en Roma. Posiblemente (pero no es seguro) Dión Casio nació en la propia Bitinia, en Nicea.

Su padre fue senador (como tantos otros ciudadanos importantes de Oriente) y cónsul. Él también ocupó distintos puestos públicos de importancia (senador, pretor, procónsul…) y fue cónsul en dos ocasiones:
  • durante el mandato de Septimio Severo fue consul suffectus;
  • en el 229 fue consul ordinarius junto con el emperador Alejandro Severo.
Dión Casio pasa por ser el historiador griego más importante de época imperial.

Entre los años 194 y 216 compuso una Historia romana en 80 libros, que debía tratar desde los orígenes de la ciudad hasta el 229 (año de su segundo consulado).

Otras obras atribuidas a él y perdidas son una Biografía de Arriano y dos escritos de propaganda, compuestos con ocasión del ascenso al trono de Septimio Severo, “el nuevo Augusto”.
  • De la obra (Historia romana) conservamos íntegros los libros 36 – 60 (que tratan de los años 68 a. C. – 47 d. C.).
  • Conservamos además partes de los libros 79 – 80 a través de resúmenes bizantinos, del epítome de Xifilino y de la Historia Universal de Zonaras.
Cfr. la traducción en Gredos: libros I-XXXV (D. Plácido 2004); libros XXXVI-XLV (Candau Morón y Puertas Castaños 2004).
Para parte de los acontecimientos narrados en los libros 36 – 60, Dión Casio puede ponerse además en relación y confrontarse con los Anales de Tácito, pues uno y otro historiador emplearon fuentes distintas. Por supuesto, como en el caso de Apiano, una de las cuestiones más debatida en torno a Dión Casio ha sido la de sus fuentes históricas, sobre las que él se expresa de manera poco precisa.
Sabemos, p. ej., que debió de utilizar los Anales, y de hecho su obra tiene cierto aspecto analístico, aunque sería exagerado decir con algún crítico que su obra no es una historia sino unos anales.
El tono y el método pretenden ser objetivos, un tanto en la línea de Tucídides: pero como historiador, y pese a haber sido tan apreciado en Bizancio, se halla muy por debajo de su modelo; por ejemplo, no contrasta fuentes ni las analiza de forma rigurosa.

También suele decirse que en realidad es un error historiográfico su renuncia expresa a exponer lo que considera como detalles: es evidente que, en muchas ocasiones, en esos detalles puede estar precisamente lo significativo.

El punto de vista de Dión Casio es el de un senador que se decanta por la monarquía. Así lo muestra la escena representada en el libro 52:

Al concluir las guerras civiles, Augusto delibera con sus consejeros Agripa y Mecenas sobre la forma política que debe adoptar Roma de ahí en adelante.
  • Agripa se declara a favor de la república.
  • Mecenas, en cambio, aboga por una monarquía que respete al senado.
En esta apelación al respeto hacia el senado late la experiencia de una clase senatorial que se ha visto amenazada muchas veces por césares despóticos.

Dión Casio se halla convencido de la necesidad del Imperio. Pero, si se lo compara con Apiano, se nota que él, pese a haber desempeñado cargos tan importantes, ya no posee la confianza total de su antecesor en la grandeza de Roma. En el tiempo transcurrido desde la época en que escribió Apiano habían aflorado demasiadas contradicciones en el Imperio.


4. HERODIANO

La situación cambia aún más a partir del S. III. En estos tiempos convulsos, se muestra un interés creciente por la historia más próxima, según se ejemplifica bien en la obra de Herodiano (hacia el 180 – después del 238).

Herodiano procede de Siria, como tantos otros escritores de la época. Debió de ocupar puestos en la administración, pero posiblemente de rango inferior: debía de ser un liberto de la casa imperial. Es autor de una Historia del Imperio Romano después de Marco Aurelio: hay traducción en Gredos (Torres Esbarranch 1985).

En 8 libros, la obra trata del tiempo transcurrido entre la muerte de Marco Aurelio (180) y el año 238 (ascenso al poder de Gordiano III). El conjunto parece una colección de biografías de Césares yuxtapuestas.

La obra presenta la serie de Césares como una cadena en progresiva degeneración. La incompetencia de los gobernantes sucesivos resalta tanto más por comparación con el modelo de Marco Aurelio, presentado en el libro I.

Nótese que el período del que habla Herodiano fue realmente convulso para la institución imperial:
  • hubo a la vez varios individuos que se proclamaban césares;
  • el imperio de bastantes de ellos duró sólo días;
  • se recurrió a medios como el veneno o el soborno para acceder al trono;
  • y los militares pusieron y depusieron gobernantes.
Como historiador, Herodiano sale mal parado cuando se le compara con Dión Casio, según se ha hecho muchas veces: sin ser éste tampoco un segundo Tucídides, lo cierto es que Herodiano sale peor parado como analista de los acontecimientos.

Pero, por otro lado, han de reconocerse en él ciertos méritos literarios, como p. ej. su habilidad para componer episodios de efectividad dramática. P. ej., Herodiano nos transmite la imagen
  • de Cómodo peleando como gladiador (I 15);
  • de Caracalla provocando un baño de sangre con los seguidores de su hermano Geta (IV 6);
  • o de las locuras de Heliogábalo (V 5, 8).
Para terminar con Herodiano puede recordarse que, pese a todas sus limitaciones, el patriarca Focio apreciaba en él su estilo y sus méritos como historiador.


5. HISTORIADORES MENORES. ZÓSIMO

La obra de Herodiano se puede poner además en relación con la de ciertos historiadores menores cuyas obras se han perdido.
Se trataba de obras centradas en segmentos cronológicos breves (al menos por comparación con las grandes obras historiográficas de los primeros siglos del Imperio); es interesante el hecho de que, partiendo de Herodiano, sus obras se van concatenando:
El ateniense Dexipo (hacia 210 - 275, FGrH 100) desarrolló una intensa labor política, militar e historiográfica.

Como historiador escribió cuatro libros de Historia de los Diádocos (obra en la que quizá quería continuar el trabajo de Arriano, mira más abajo) y una Crónica (Chronikè historía), una especie de Historia Universal en al menos 12 libros que
  • comenzaba por los tiempos primitivos y
  • llegaba hasta Claudio “el Gótico” (famoso, ante todo, porque pasa por ser quien martirizó a San Valentín).
Sobre la organización de la obra, se ha supuesto (Blockley) que sería una pura crónica, una especie de tabla de los arcontados. Pero este punto de vista ya había sido rebatido por Jacoby.

Escribió además tres libros de Escíticas, sobre las incursiones de pueblos bárbaros contra el Imperio, parece que desde el año 238 hasta la época de Aureliano (274).
  • Eunapio (345 – hacia 420), autor por otro lado de un escrito sobre las Vidas de los sofistas, escribió una obra historiográfica (Hypomnémata historiká) que continuaba la obra de Dexipo (la Crónica) desde el 270 hasta el 404.En Eunapio se aprecia ya, por cierto, una orientación anticristiana.
  • Olimpiodoro de Tebas (la de Egipto) vivió entre los SS. IV y V (ca. 370 – post 425). Continuó la obra de Eunapio tratando del tiempo entre el 407 y el 425.Su obra constaba de 22 libros y, según reconocía él mismo, no era tanto una obra de historia como una recopilación de materiales, basados muchas veces en sus propios recuerdos.
  • Prisco de Panión, Tracia, (S. V) prosiguió a su vez la obra de Olimpiodoro en su propia Historia bizantina (8 libros); posiblemente la obra comenzaba en 433 / 434 (Atila) y llegaba hasta el 471.
  • Malco de Filadelfia, Siria, vivió hacia el año 500; continuó la obra de Prisco en una obra titulada Byzantiaká, que trataba fundamentalmente de acontecimientos del Imperio de Oriente (entre los años 473 y 491).
  • Tanto en el caso de Prisco como de Malco se trata de personas educadas y experimentadas, lo cual hace tanto más lamentable que no sepamos más sobre ellos.
(Sobre todos estos historiadores, cfr. Blockley 1981 y 1983).
Entre los siglos IV y V escribieron otros historiadores de Roma cuyas obras sí hemos conservado: Amiano Marcelino, un sirio que escribe en latín (por cierto, el primer autor del Oriente griego que abandona el cultivo del griego por el latín), y Zósimo.

Zósimo, sirio o palestino, vivió entre 425 – 518. Pagano, aduocatus fisci, escribió una Nueva Historia en seis libros que debió de publicarse después de la muerte del autor y sin recibir la última mano; por ello, p. ej., el libro 6 termina, sin motivo aparente, en el 410.
Hay traducción en Gredos: Candau Morón 1992.
En la Nueva Historia, Zósimo culpaba del hundimiento de Roma al Cristianismo y al consiguiente abandono de las tradiciones antiguas.

En su obra en 6 libros ocupaba un lugar central la figura de Juliano, llamado “el apóstata”, el emperador que intentó sin éxito resucitar el antiguo paganismo.

En total, la obra se extendía desde Augusto hasta el 410. Pero en los 20 primeros capítulos del libro I ya había llegado al año 250. Luego, el libro III se hallaba dedicado íntegramente a Juliano.

Desde el punto de vista de las fuentes, parece haberse apoyado en la serie de autores (de Dexipo a Malco) de los que hemos hablado antes; Lendle entiende que sus fuentes principales fueron Eunapio y Olimpiodoro.

En cambio, metodológicamente, la deuda de Zósimo se establece con Polibio, según indica él expresamente (I 57, 1):
  • Si Polibio narró el ascenso de Roma
  • Zósimo quiere ser quien, por contraste, narre su hundimiento y los motivos del mismo.
La obra de Zósimo es el único relato griego conservado sobre la Antigüedad Tardía, vista desde una perspectiva pagana.

Éste es el momento de que abandonemos la serie de los historiadores de Roma y nos volvamos hacia la figura discordante de Arriano.


6. ARRIANO, VIAJE DE ALEJANDRO

Arriano nació entre el 85-90 y murió hacia el 170. Era de Nicomedia (Bitinia, en la actual Turquía). Su padre ya debió de tener la ciudadanía romana.

Fue discípulo de Epicteto, a quien escuchó en Nicópolis. (Epiro). Luego se trasladó a Roma, en época de Hadriano, filohelénico.

Al amparo del emperador obtuvo puestos en la administración imperial. En ese sentido su carrera fue muy similar a la de Dión Casio (también oriundo de Bitinia):
  • en el año 130 era consul suffectus;
  • entre el 131/132 y el 137 administró la provincia de Capadocia como legatus Augusti pro praetore.
Con posterioridad, Arriano se retiró de la administración, obtuvo la ciudadanía ateniense y desempeñó diversos cargos en la administración de la ciudad (arconte epónimo en 147/148).

En su época, Arriano fue más reconocido como filósofo (como transmisor de las doctrinas de su maestro Epicteto) que como historiador.
No sabemos en qué medida las Diatribas de éste (95 conferencias cortas o sermones) son las ipsissima uerba de Epicteto o hasta qué punto ha podido añadir Arriano cosas de su cosecha, aunque tal extremo lo niegue éste en la introducción al escrito.
Por otra parte, las obras filosóficas originales de Arriano se han perdido (o se conservan fragmentariamente).

Durante el desempeñó de sus tareas en la administración, Arriano también escribió otras obras:
  • Periplous Ponti Euxini: Arriano escribió su obra en griego, pero a partir de los informes oficiales escritos por él mismo en latín la publicó en el 130/131 en forma de carta dirigida al emperador.
  • Un tratado de táctica (un “arte de la táctica”), publicado en 136, a partir de sus propias experiencias militares.
Cuando se estableció en Atenas, Arriano se dedicó a la historiografía: se considera a sí mismo como “el nuevo Jenofonte”, y por ello
  • escribe Vidas perdidas, a imitación del modelo de Jenofonte (escribió p. ej. un Agesilao);
  • también escribe un Cinegético, a imitación del compuesto por su modelo;
  • y escribe, sobre todo, su Anábasis de Alejandro Magno (cfr. trad. en Guzmán Guerra 1982) que, como la de Jenofonte, consta de siete libros: imita el estilo de su modelo.
Arriano destaca, entre la mayoría de los historiadores de Alejandro, porque se esfuerza en escribir un relato que no sea fantasioso (como los habituales en su propia época) y se atenga a los hechos.

Por ello emplea como fuentes, ante todo, a Ptolomeo y Aristobulo, contemporáneos de Alejandro y testigos de lo que narran.

Arriano contrapone lo que dice Ptolomeo a las informaciones de “la Vulgata” (tà legómena).

Ptolomeo se interesaba en su obra, sobre todo, por lo militar y político, y mucho menos por lo geográfico y etnográfico. E igualmente, por lo que se refiere al personaje de Alejandro, Arriano prefiere centrarse en la narración de los hechos militares y dedica menor atención a los aspectos políticos del personaje.

De otro lado, la preferencia por lo militar guarda relación obvia con el propio carácter de la vida de Arriano: sus experiencias militares debieron de permitirle apreciar fuentes como los textos de Ptolomeo en una medida que se les debía de escapar a otros escritores.

En cualquier caso, Arriano es el escritor a quien le debemos la imagen más realista de la figura de Alejandro, distinta del héroe de novela que encontramos en otros textos.
  • En adición a la Anábasis de Alejandro escribió también un libro de carácter periegético sobre la India: se suele incluir, como una especie de apéndice, en las traducciones de la obra principal (cfr. trad. de Guzmán Guerra).
  • Por lo demás, Arriano escribió también un ejemplo de “historia local”, un tipo de historia habitual en su época: una historia sobre Bitinia, en 8 libros, perdida como todos los ejemplos de estas “historias locales”.


7. PAUSANIAS, PERIÉGESIS

Como dijimos al comienzo de esta exposición, cerraremos este tema hablando de Pausanias (hacia el 115 – 180).

Es autor de una obra en diez libros, una Descripción de Grecia. Libro a libro se van describiendo territorios de Grecia, con sus lugares más destacados y los monumentos que se conservan en ellos.

(Comienza por el Ática y luego sigue por la Grecia mediterránea y el Peloponeso).

La descripción propiamente dicha alterna con los excursos en los que se habla de
  • historia
  • tradiciones locales
  • ritos
  • versiones locales de los mitos panhelénicos.
Ocasionalmente cita y así es a veces la única fuente para la transmisión de algunos textos.

Por otro lado, es interesante fijarse en cómo selecciona Pausanias aquello que es digno de ser visto y descrito (cfr. Kreilinger 1997): p. ej., Pausanias se centra en los recuerdos de época arcaica y clásica, no se fija en los de épocas helenística e imperial; esto es, presenta Grecia desde una perspectiva idealizada e idealizante, con la que debía de identificarse su público.



ALGUNAS REFERENCIAS:

* Sobre la historiografía del Imperio en general:
DÍAZ TEJERA, A., “La historiografía de época imperial”, en A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 1065-1108.
HOSE, M., Erneuerung der Vergangenheit. Die Historiker im Imperium Romanum von Florus bis Cassius Dio, Stuttgart-Leipzig, 1994.
KOLB, F., Literarische Beziehungen zwischen Casius Dio, Herodian und Historia Augusta, Bonn, 1972.
REBENICH, ST., “Historical Prose”, en St. E. Porter (ed.), Handbook of Classical Rhetoric in the Hellenistic Period 330 B.C. – A.D. 400, Leiden, 1997, pp. 265-337.

* Sobre Apiano:
BRODERSEN, K., “Appian und sein Werk”, ANRW II 34.1 (1993), pp. 339-363.
GOLDMANN, B., Einheitlichkeit und Eigenständigkeit der Historia Romana des Appian, Hildesheim, 1988.
KOBER, M., Die politischen Anfänge Octavians in der Darstellung des Velleius und dessen Verhältnis zur historiographischen Tradition: ein philologischer Quellenvergleich: Nikolaus von Damaskus, Appianos von Alexandria, Velleius Paterculus, Würzburg, 2000.
SANCHO ROYO, A., “En torno al Bellum Numantinum de Apiano”, Habis 4 (1973), pp. 23-40.
SANCHO ROYO, A., “Introducción general”, en Apiano. Historia romana, Madrid, 1980, pp. 7-42.

* Sobre Dión Casio:
FREYBURGER-GALLAND, M.L., Aspects du vocabulaire politique et institutionnel de Dion Cassius, París, 1997.
MANUWALD, B., Cassius Dio und Augustus, Wiesbaden, 1979.
MARTINELLI, G., L'ultimo secolo di studi su Cassio Dione, Génova, 1999.
MILLAR, F., A Study of Cassius Dio, Oxford, 1964.
SWAN, P.M., The Augustan Succession: an historical Commentary on Cassius Dio's Roman History, Books 55-56 (9 B.C.-A.D. 14), Oxford, 2004.

* Sobre Herodiano, Dexipo y otros historiadores menores:
BLOCKLEY, R.C., The Fragmentary Classicising Historians of the Later Roman Empire, Liverpool, 1981 y 1983.
HOHL, E., Kaiser Pertinax und die Thronbesteigung seines Nachfolgers im Lichte der Herodiankritik, Berlín, 1956.
LUCARINI, M. (ed.), Herodianus. Regnum post Marcum, Múnich, 2005.
MILLAR, F., “P. Herennius Dexippus: The Greek World and the Third Century Invasions”, JRS 59 (1969), pp. 12-29.
TORRES ESBARRANCH, J. J., “Introducción”, en Herodiano. Historia del Imperio Romano después de Marco Aurelio, Madrid, 1985, pp. 7-84.

* Sobre Arriano:
BOSWORTH, A.B., “Arrian's Literary Development”, CQ 22 (1972), pp. 163-185.
BRAVO GARCÍA, A., “Introducción”, en A. Guzmán Guerra (trad.), Arriano. Anábasis de Alejandro Magno, Madrid, Gredos, 1982, tomo I, pp. 7-108.
STADTER, P.A., Arrian of Nicomedia, Chapel Hill, 1980.
VIDAL-NAQUET, P., Ensayos de historiografía: la historiografía griega bajo el Imperio Romano: Flavio Arriano y Flavio Josefo, Madrid, 1990.

* Sobre Pausanias:
HABICHT, CHR., Pausanias und seine „Beschreibung Griechenlands“, Múnich, 1985.
HEER, J., La personalité de Pausanias, París, 1979.
HERRERO INGELMO, M.ª C., “Introducción”, en Pausanias. Descripción de Grecia, Madrid, 1994, pp. 7-77.
KREILINGER, U., “Tà axiologótata toû Pausaníou. Die Kunstauswahlkriterien des Pausanias”, Hermes 125 (1997), pp. 470-491.
MUSTI, D. y TORELLI, M. (eds.), Pausania. Guida della Grecia, Roma-Milán, Fondazione Lorenzo Valla, 1982-.
MUSTI, D. (ed.), Pausanias historien, Ginebra, 1996.




martes, 24 de febrero de 2009

HERÓDOTO



En recuerdo de 
Ryszard Kapuscinski

Tras lo dicho sobre Hecateo y los demás logógrafos en la entrada , pasaremos a tratar de Heródoto de Halicarnaso, a quien Cicerón llamaba “padre de la historia”.
Mira en general los trabajos introductorios de Adrados (1961 y 1977) o Schrader (1988). El libro de Myres (1953: Herodotus, Father of History) o el de Waters (1985: Herodotus the Historian). Más reciente el Companion de Brill (Bakker, De Jong y Wees, 2002).
En esta entrada nos referiremos a los asuntos siguientes:

1. LA BIOGRAFÍA Y FORMACIÓN CULTURAL DE HERÓDOTO
2. ELEMENTOS QUE CONVERGEN EN LA OBRA DE HERÓDOTO; SU MÉTODO HISTORIOGRÁFICO
3. LA ESTRUCTURA GENERAL DE LA HISTORIA
4. LA CONCEPCIÓN HERODOTEA DE LA HISTORIA


1. LA BIOGRAFÍA Y FORMACIÓN CULTURAL DE HERÓDOTO

Heródoto (hacia el 484 – hacia el 425 a. C.) nació en Halicarnaso (Caria).
Nuestras noticias sobre su vida son a veces poco precisas, pero parece que al menos se puede decir lo siguiente:

Heródoto era hijo de Lixes y sobrino del poeta Paniasis: son nombres carios (bárbaros) y ello nos recuerda que Heródoto tenía sangre caria. Sin embargo, él se sentía griego, no cario.
El gobernante de Halicarnaso en la época era el tirano Lígdamis, súbdito de Persia.
Heródoto participó en un intento de derribarlo que provocó la muerte de su tío Paniasis: y el exilio en Samos de Heródoto (sólo regresó a Halicarnaso a la caída del tirano).
En Samos, Heródoto debió de descubrir su vocación literaria en contacto con la tradición de prosa jónica; decide escribir y abandona la patria (también su dialecto dórico) para viajar y recoger materiales.

Heródoto viaja por las colonias griegas de Oriente (especialmente por Jonia). De ellas pasa a los países del interior, bajo dominio persa.
De estos viajes (y antes de la llegada a Atenas), hay dos que son fundamentales para Heródoto, los viajes que le llevan a
  • Egipto; de allí pasa a Fenicia y Babilonia.
  • Escitia (Crimea y el Este de los Balcanes).
Estos dos viajes dejan una huella clara en la Historia. Nótese que la finalidad de estos viajes consistía, empleando dos términos centrales en la obra de Heródoto, en
- la “contemplación” (theoríe)
- y la “investigación” (historíe).
Pero el viaje realmente definitivo en la vida de Heródoto fue el que le llevó hasta ATENAS: en Atenas debió de ser donde Heródoto adquirió conciencia de la superioridad moral de los griegos sobre los bárbaros. Por ello, Heródoto alteró en Atenas el plan de su obra:
  • si en un principio debía de ser una historia abigarrada de Persia (mezcla de etnografía, geografía, historia, en la línea de Hecateo),
  • su obra pasó a ser una historia del enfrentamiento Grecia-Persia en la segunda guerra médica: como hemos de ver, para Heródoto, esa guerra representa la victoria de la libertad sobre la esclavitud.
Importa señalar que Heródoto fue bien acogido en Atenas:
  • La lectura pública de su obra le hizo merecedor de un premio en 445/4.
  • El dato es interesante por lo que puede informarnos sobre la manera en que se producía la recepción de la Historia: era una obra concebida para la ejecución pública ante un auditorio: Heródoto se hallaba aún muy próximo a sus receptores, cuyas expectativas debía satisfacer.
  • En este punto, el contraste con Tucídides es evidente (cfr. el texto de I 22 en la entrada ): Tucídides representa un paso más en el proceso de tránsito de la oralidad a la literariedad.
  • Por lo que se refiere a los ambientes en los que se movió en Atenas, se le ha supuesto relacionado con Sófocles, del que es básicamente contemporáneo; pero nótese el contraste: Sófocles representa la forma más clásica de la tragedia griega, mientras que la obra de Heródoto presenta aún muchos rasgos arcaicos.
  • Se supone que debió de moverse en los círculos tradicionales: con ellos comparte un concepto central en su obra, la idea de que el castigo divino recae en el hombre pecador: es un concepto característico de la cultura de la culpa que se halla especialmente presente en la tragedia de Esquilo.
  • En cambio, no debió de atraerle la Sofística ni la Ilustración; se advierte incluso en su estilo, radicalmente distinto del de los sofistas: él representa la espontaneidad, los sofistas el artificio.
  • Aunque Heródoto era, como veremos, partidario de la democracia, tampoco debió de sentirse a gusto con Pericles, ni con el imperialismo ateniense: debía de ver en ese imperialismo un pecado de hýbris, igual que en la actitud persa en las guerras médicas.
De Atenas Heródoto marchó a Turios: participó en la fundación de esa colonia panhelénica (en el 444/3) y tuvo como compañeros de esa empresa al arquitecto Hipódamo y al sofista Protágoras.
No sabemos con seguridad si murió en Turios (aunque así lo indican algunas fuentes antiguas): parece más probable que regresase a Atenas.
Vivió todavía en los primeros años de la Guerra del Peloponeso (431 – 404), pues se refiere a acontecimientos de esa guerra, pero sólo hasta el año 426.
Por ello se entiende que Heródoto debió de morir hacia el 425 a. C.


2. ELEMENTOS QUE CONVERGEN EN LA OBRA DE HERÓDOTO; SU MÉTODO HISTORIOGRÁFICO

Las fuentes de la obra de Heródoto no son únicamente las fuentes comentadas en la entrada 24. La historiografía griega: orígenes y rasgos generales, cuando hablábamos de los orígenes de la historiografía, o sea:
  • los logógrafos
  • y los autores de periegéseis.
Estas fuentes tienen importancia para Heródoto: pero en su obra convergen elementos de origen distinto, que lo conectan con dos géneros poéticos, épica y tragedia.

I. Empezamos refiriéndonos a la deuda de Heródoto con respecto a la prosa jónica (logógrafos y autores de periegéseis).
Por supuesto, Heródoto tiene como una de sus fuentes a Hecateo; también se le nota muy influido por los autores de descripciones de viajes, e incluso toma de ellos un esquema expositivo típico:
  • Hace una descripción geográfica.
  • Expone las costumbres de los pueblos.
  • Y relata sus cosas notables (thomásia).
Este esquema lo sigue Heródoto, p. ej., en la descripción de Escitia (IV) o Libia.
Por otro lado, es característico de la escasa prosa jónica conservada la reducción de la historia a anécdota personal.
Lo cierto es que en Heródoto también figuran anécdotas personales del mismo tipo, y por ello éste debe de ser un elemento recibido por él de la prosa jónica anterior.

II. Pero, como dijimos, con el influjo de la incipiente prosa jónica coexiste en Heródoto el influjo de los géneros poéticos, en especial de la épica.
De la épica recibe influjos lingüísticos: por ello su griego es más poético que el de Hecateo.
También la Historia se asemeja a las grandes epopeyas por el hecho de ser una narración extensa, de coherencia relativa y no carente de incongruencias de detalle.
El influjo de la épica en la Historia es, ante todo, influjo de la Ilíada. Entre ésta y la Historia se pueden encontrar paralelismos en al menos estos tres aspectos:

1) Composición y procedimientos narrativos.
La acción central avanza, como en la Ilíada, a través de retrocesos y retardaciones.
Aunque, según pasa en la Ilíada, conforme nos acercamos al núcleo de la acción, la narración gana en unidad y disminuyen las digresiones.
En otros niveles narrativos, es característico el que Heródoto utilice, como la épica, procedimientos como
  • La composición en anillo.
  • Los catálogos o listas.
  • Los discursos en estilo directo: Heródoto presenta las deliberaciones previas de sus personajes para iluminar la acción subsiguiente: p. ej., lo hace así en el caso de Solón y Creso (libro I).
2) La idea de lucha panhelénica contra el bárbaro (empresa colectiva).
Era muy fácil encontrar en la saga troyana el primer precedente de la constante histórica que quiere narrar Heródoto, la lucha de Grecia contra Asia.
Sabemos que así se leyó la Ilíada en época clásica.
Heródoto refleja esta concepción (por lo menos paralela a la de la Ilíada, si no influida por ella) al principio de su obra, cuando habla de los precedentes míticos del enfrentamiento Europa-Asia (I 1-5): raptos de Ío, Europa, Medea, Helena... la guerra de Troya.

3) En lo que se refiere a la finalidad de la obra, la épica también parece un referente para Heródoto.
Pues, según indica éste en el prólogo, la finalidad de la Historia es librar del olvido las acciones de los hombres, concebidas además como acciones de guerra:
Ésta es la exposición de la investigación de Heródoto de Halicarnaso, compuesta a fin de que lo ocurrido por la acción de los hombres no caiga en el olvido con el tiempo, ni las obras grandes y admirables, realizadas unas por los griegos y otras por los bárbaros, queden sin gloria, especialmente por qué causa hicieron la guerra los unos contra los otros.
Aquí hay, por cierto, una coincidencia con la pretensión de la epopeya, que quiere cantar los kléa andrôn.
Obsérvese, además, que lo que Heródoto quiere librar del olvido son las acciones de los hombres individuales: en la Historia lo individual no se halla absorbido por lo colectivo.
Y por ello, después de cada hecho de guerra, Heródoto se entretiene en contar quién se distinguió más: el paralelo con las aristeîai de la Ilíada salta a la vista.

III. El influjo de la poesía en Heródoto no se limita a la épica: también pueden establecerse nexos entre Heródoto, la lírica y la tragedia: con estos dos géneros comparte la idea de la “cultura de la culpa”. Esa idea de la culpa funciona de la manera siguiente:
- el hombre tiene unos límites que le están determinados y son su medida (métron);- al traspasar esos límites, el hombre comete un exceso o pecado de soberbia (hýbris) que atrae sobre él la envidia (phthónos) de los dioses;
- éstos le castigan enviándole el extravío (áte), que le hace cometer acciones calamitosas.
Este pensamiento está formulado de manera paradigmática en Esquilo, Persas 821-2:
Pues la soberbia, al florecer, dio como fruto la espiga del extravío: de ella se siega una cosecha lastimera.
Al trasladar estas ideas de lo individual a lo colectivo, Heródoto esboza una Filosofía de la Historia que interpreta las guerras médicas como castigo divino a la hýbris de los persas.

IV. Con todo, sería exagerado decir sin más que la Historia de Heródoto sea una tragedia o una epopeya en prosa; se ha de observar que
  1. Su materia no es ya la de la poesía: no trata de la leyenda.
  2. Antes bien, en sus contenidos Heródoto continúa las tradiciones de la prosa jónica, aunque las supere, en buena forma gracias al concurso de los géneros poéticos.
  3. Nótese, en tercer lugar, que Heródoto distingue el ámbito de la leyenda del de la historia: él quiere narrar éste, no aquél.
  4. Por eso prescinde de las intervenciones divinas, habituales en el ámbito de la leyenda o la épica: y, cuando tiene que narrar una supuesta intervención divina en la historia, se distancia con un légetai ("se dice"), o bien da una explicación racionalista.
Todas estas deudas de Heródoto convergen en su obra historiográfica, concebida por el autor, ante todo, como “investigación” (historíe).
Para desarrollar esta investigación, el autor sigue un método al que se refiere en diversos lugares. Comprende los siguientes momentos:
  • Dado que Heródoto parte de las experiencias adquiridas en sus viajes (sus propias observaciones), se entiende que el primer paso había de ser, para él, la contemplación (theoríe) de los lugares y monumentos (ópsis).
  • Allí a donde no llegaban sus observaciones había que prestar atención a los informadores (lógioi), indígenas o griegos: éste es el momento de la akoé.
Por cierto que la dependencia de Heródoto respecto de sus informadores (de fiabilidad no suficientemente contrastada a veces), le atrajo fama de “parcialidad”.
La acusación más famosa contra Heródoto por parcialidad es la que formula Plutarco.
Según este autor (De malignitate Herodoti), Heródoto era un escritor parcial, contrario a Tebas (patria de Plutarco) y vendido a Atenas.
Ahora bien, en este caso la postura de Heródoto ha de explicarse a la luz de lo sucedido en la segunda Guerra Médica (en la que la actitud heroica de Atenas contrastó con la actitud vergonzante de Tebas).
  • El paso siguiente consiste en hacer intervenir el juicio crítico del autor, su gnóme.
Muy especialmente ha de acudir Heródoto al concurso de la gnóme cuando el testimonio de varios de los lógioi no concuerda o no se ajusta a la opinión de Heródoto.
A la misma crítica racional somete Heródoto también el mito, llegando a veces a conclusiones ingenuas: p. ej. en II 55-56, donde dice que las palomas negras que fundaron el oráculo de Dodona eran en realidad mujeres egipcias.
Otras veces la racionalización da con la verdad (IV 31: las “plumas blancas” que caen al norte de Escitia son en realidad nieve).
  • El momento último del método de investigación de Heródoto consiste en la consulta a las fuentes griegas: en un momento de tradición historiográfica tan magra, la fuente griega fundamental de Heródoto es Hecateo.
Puestos a valorar en su conjunto el método de investigación de Heródoto ha de decirse que es evidente que Heródoto se equivoca en bastantes ocasiones, por motivos diversos. Con todo, más importante que esas equivocaciones es el afán por verificar su investigación a través de un método de trabajo definido.


3. LA ESTRUCTURA GENERAL DE LA HISTORIA

La obra de Heródoto, su Historia, es la primera gran narración en prosa de la literatura griega (y europea).
Presenta una estructura externa en nueve libros, denominados en la tradición según los nombres de las Musas.
La obra se estructura a grandes rasgos en tres partes, precedidas de la introducción:
  1. Introducción.
  2. Relaciones de Creso (Lidia) con los griegos y los persas: historia de Creso y derrota ante los persas.
  3. Historia de Persia y de los pueblos que va dominando (Egipto – Escitia – Tracia).
  4. Enfrentamiento Persia-Grecia: las Guerras Médicas.
La obra, que debió de ser escrita a lo largo de muchos años, produce una impresión arcaica.
Antes de censurarla por ello, ha de tenerse muy en cuenta la novedad de la empresa: nunca antes de la Historia se había puesto por escrito en prosa una obra griega compuesta con tal cúmulo de materiales.
Es también posible que esa impresión arcaica sea resultado de la superposición de dos planes distintos para la obra:
  • El plan original del trabajo debía de ser muy similar al de la obra de Hecateo: es decir, debía de ser una mezcla de geografía, etnografía e historia de Persia, abigarrada y sin demasiada unidad.
  • En la obra conservada quedan huellas de ese plan original, pero sobre él se superpone el plan diseñado cuando se afirma en Heródoto la convicción de la superioridad moral de los griegos sobre los bárbaros.
  • En ese momento debió de decidir Heródoto no escribir sin más una Historia de Persia (y de los pueblos sometidos) sino escribir una Historia de las Guerras Médicas, que para Heródoto tienen ahora un sentido trascendente: Heródoto ha pasado a concebir la victoria de Grecia sobre Persia como la victoria de la libertad sobre el despotismo.
Pese a la existencia de este tema central, es característico de la obra de Heródoto la abundancia de las digresiones, de las incongruencias y de los elementos en relación laxa con el núcleo:
  • Sucede que Heródoto persigue, en general, el dato pintoresco y que se aparte de lo común.
  • P. ej., le gusta hablar del Nilo (que no tiene nada en común con los ríos griegos: mira II 19-27), de los animales exóticos, de quién fue el inventor (prôtos heuretés) de algo, etc...
  • Este aspecto anecdótico convierte su obra en una lectura entretenida.
  • Pero esta acumulación de materiales se hace con independencia de que tengan o no importancia para el desarrollo de la historia.
  • A veces tienen muy poca importancia, otras veces sí se les ha de reconocer.
Todos estos elementos “sueltos”, que no fueron suprimidos en la redacción final, son una característica del estilo de Heródoto.

De hecho se ha supuesto algunas veces que Heródoto debió de empezar escribiendo tratados sueltos sobre diversos pueblos (lógoi) y que luego los reunió dándoles unidad.
El motivo fundamental para defender esta hipótesis es el hecho de que algunos libros son efectivamente autónomos: p. ej., el libro II, sobre Egipto (lógos Aigýptios), o el libro IV, sobre Escitia.
Lo que sí es cierto (y éste es el motivo por el que surgió realmente la hipótesis) es que en la obra de Heródoto la narración va saltando de unos pueblos a otros: no sigue una línea cronológica, como esperaríamos nosotros en una obra historiográfica.
El principio que parece seguir Heródoto al disponer su narración es el del orden en que los distintos pueblos fueron cayendo bajo el dominio persa:
  • En el libro primero se empieza hablando de los lidios, porque con ellos se produjo el primer contacto Grecia-Oriente (personificado en el contacto Solón-Creso).
  • Luego, los lidios fueron sometidos por los persas, y la narración salta a éstos por un principio asociativo, principio básico en el progreso de la Historia.
  • Enfrentándose primero a unos pueblos y luego a otros (Lidia – Egipto – Escitia – Tracia), los persas acabarán tropezando con los griegos.
  • La obra termina después de la victoria griega en la segunda Guerra Médica.
En tiempos se opinó que la Historia podría estar incompleta, pero hoy hay acuerdo en que no es así: el último episodio (IX 122), que motivó la disputa, es un epílogo puesto en esa posición adrede:
  • Como la lección de la Historia es que los excesos (de un particular / de un pueblo) atraen el castigo de los dioses, Heródoto cuenta al final (en IX 122) una moraleja:
  • Tiempo antes de la derrota de Jerjes, Ciro el Grande había aconsejado a los persas simplicidad de vida y ausencia de ambición en lugar de imperialismo y lujo.
  • Al no hacer caso de ese consejo (entendemos nosotros, aunque Heródoto no lo diga explícitamente), los persas han cometido un pecado de hýbris que explica su derrota frente a los griegos.


4. LA CONCEPCIÓN HERODOTEA DE LA HISTORIA

El punto final de la exposición ha de ser el comentario de LA CONCEPCIÓN HERODOTEA DE LA HISTORIA.
Indicaremos que Heródoto combina dos ideas fundamentales en su concepción de la Historia:
  • la concepción personalista de la Historia, en función de la cual considera que lo que ha de inmortalizar son los hechos de los individuos.
  • la creencia en la existencia de un orden divino, en función del cual la hýbris de los persas, como otros ejemplos históricos de adikíe, ha de ser castigada.
LA HISTORIA DE HERÓDOTO ES PERSONALISTA.
En Heródoto no se toman en consideración aspectos sociales, políticos o económicos que el historiador moderno puede echar en falta en su obra.
  • P. ej., en la Historia no encontraremos una exposición de la evolución política de Atenas.
  • En su lugar encontraremos anécdotas acerca de Solón, los Pisistrátidas, los Alcmeónidas, Clístenes...
Los sucesos históricos no son explicados en Heródoto por factores colectivos (sociales, políticos, económicos) sino por factores individuales:
  • p. ej., la sublevación de las ciudades jónicas no es resultado de su deseo de independencia frente a los persas: la provocaron las maniobras egoístas de dos individuos (Histieo y Aristágoras);
  • y, sobre todo, las guerras médicas son efecto de la hýbris de Jerjes.

HERÓDOTO HACE UNA LECTURA RELIGIOSA DE LA HISTORIA.
La concepción de la culpa que maneja Heródoto ya ha sido comentada: también se ha dicho que es herencia de la tradición anterior.
Nótese que la idea de que la transgresión (adikíe) siempre es castigada implica un optimismo moral: “ningún hombre que peca deja de sufrir el castigo” (V 56).
Pero al tiempo, la idea de que el hombre no debe traspasar el límite conlleva cierto pesimismo: ¿hasta dónde se puede llegar sin ofender a los dioses?
Sobre la dimensión religiosa de la obra de Heródoto, cfr. ahora Harrison (2002) y Mikalson (2003).
En un plano más humano, forma también parte necesaria del pensamiento de Heródoto la idea de que la democracia es una forma de gobierno superior a la tiranía. Heródoto cree que el régimen de la isonomíe es superior al tiránico:
  • lo ejemplifica a pequeña escala en el caso de Atenas: la ciudad fue más próspera con la democracia que con la tiranía;
  • lo ejemplifica a gran escala en toda su obra: la democracia, representada por Grecia, obtiene la victoria sobre la tiranía, representada por Asia.
La razón para el rechazo de Heródoto a la tiranía es, entre otras cosas, una razón biográfica: recuérdese lo comentado sobre sus experiencias en Halicarnaso con el tirano Lígdamis.

Con todo, Heródoto simplifica un tanto las cosas, por cuanto equipara en la Historia todo tipo de formas de gobierno personal: identifica, por tanto, las monarquías despóticas, tradicionales en Asia con los tiranos griegos.

Pese a lo dicho, sería erróneo pensar que Heródoto tiene una actitud doctrinaria en relación con su concepto de la Historia:
  • ciertamente, en su obra hay ideas a priori que informan el conjunto;
  • pero Heródoto es, por encima de la visión global de la Historia que pueda tener, un narrador variado, testigo de un mundo polifacético.
Por ello, su obra es
un verdadero testimonio vivo sobre el mundo multiforme y rico de la época griega arcaica no sólo en su historia, sino también en su manera de sentir y de pensar (SEEC, Heródoto. Antología de Historia Griega, p. 30).



ALGUNAS REFERENCIAS:

* Trabajos de carácter general e introductorio:
ADRADOS, F.R., “Introducción a Heródoto”, EClás 6 (1961), pp. 7-31.
ADRADOS, F.R., “Introducción”, en Heródoto. Historia. Libros I-II, Madrid, 1977, pp. 7-67.
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* Estudios específicos:
FEHLING, D., Die Quellenangaben bei Herodot. Studien zur Erzählkunst Herodots, Berlín, 1971.
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