miércoles, 26 de noviembre de 2008

EL GÉNERO DE LA NOVELA

1. LA NOVELA EN SU CONTEXTO HISTÓRICO
2. LOS ORÍGENES DE LA NOVELA GRIEGA: GÉNEROS QUE CONVERGEN EN ELLA. EL PRESUNTO ORIGEN MISTÉRICO
3. CARACTERÍSTICAS DE LA NOVELA EN CUANTO GÉNERO LITERARIO


1. LA NOVELA EN SU CONTEXTO HISTÓRICO

La novela, quizá el género más característico de las épocas moderna y contemporánea, fue un GÉNERO DE APARICIÓN TARDÍA dentro de la literatura griega.

De hecho, los CRÍTICOS ANTIGUOS apenas le prestaron atención: sólo hay una alusión segura al género de la novela en Juliano, y el emperador se refiere a estas erotikàs hypothéseis (“historias de amor”) para censurarlas (en Epist. 89 b (Bidez), 301 b).

En el panorama de los géneros que presenta Quintiliano no tiene cabida la novela pero sí (dentro de la prosa), la oratoria, la historia y la filosofía (Inst. X 1, 31 ss.), cuya consideración como géneros literarios resulta, hoy en día, discutible.

Con frecuencia se ha dicho que el juicio crítico antiguo, en este punto concreto, estaba en contradicción con el gusto popular de la época.
En efecto, la novela griega parece haber sido un GÉNERO QUE GOZÓ DEL FAVOR DEL PÚBLICO, a juzgar por el testimonio de los papiros y de los mosaicos.
De hecho, algunas de nuestras novelas nos son conocidas fragmentariamente a través de tales papiros (Nino, Metíoco y Parténope, Yolao, Sesoncosis, Maravillas de más allá de Tule, Fenicias).
Al tiempo hago observar que, en el caso de las cinco novelas griegas conservadas íntegras, sólo poseemos seis fragmentos de papiro, y que no conservamos ningún papiro de tres de estas obras, las Efesíacas, el Dafnis y Cloe y las Etiópicas; estas dos últimas son, por cierto, las novelas más importantes.
Por otro lado la presunta popularidad del género (en cuanto a su recepción) no se corresponde con una presencia de elementos populares en su composición.
Al contrario, LOS AUTORES DE NOVELAS POSEEN UNA FORMACIÓN ERUDITA:
  • ello es tanto más evidente cuanto más avanzamos en el tiempo y más se hace notar en la novela el influjo del movimiento retórico conocido como Segunda Sofística;
  • pero ese componente erudito está desde un principio en todas las manifestaciones del género.
Por ello en el S. XIX, antes de la aparición de los primeros papiros de novela, que alteraron la cronología canónica, se pensaba que todas las novelas griegas eran un fruto de la Segunda Sofística (así en E. Rohde).
La frecuencia de elementos retóricos se aprecia en las obras, incluso cuando éstas pretenden afectar naturalidad: éste es p. ej. el caso de Longo.
COMO SÍNTESIS de unos y otros argumentos en relación con el carácter popular del género, creo que puede pensarse que la novela fue un género que gozó del favor de un cierto público, pero no de un público amplio compuesto esencialmente de mujeres y niños, como a veces se ha pensado (esta opinión, o una similar, la recoge Highet 262-3); algún crítico (Bowie 1990, 739) ha dicho de la novela que debió de ser una “LECTURA LIGERA PARA LA "INTELLIGENTSIA"”.


2. LOS ORÍGENES DE LA NOVELA GRIEGA: GÉNEROS QUE CONVERGEN EN ELLA. EL PRESUNTO ORIGEN MISTÉRICO

La aparición de la novela es, como hemos dicho, tardía.
Aunque LA CUESTIÓN DE FECHAS está pendiente de resolución, parece que las primeras novelas (previas al influjo de la Segunda Sofística) debieron de escribirse en el S. I a. C., o quizá incluso en el II.
A este siglo (II a. C.) correspondían sin duda obras paranovelescas como el relato de viajes de Yambulo, parodiado por Luciano en sus Historias verdaderas, según declaración del propio Luciano (ibid. I 3).
En un caso u otro, es notable la larga pervivencia del género, dado que la última novela conocida, las Etiópicas, data como muy pronto de principios del S. III d. C.
La pregunta por los ORÍGENES DEL GÉNERO fue una pregunta favorita de la filología en el S. XIX. Aunque esta cuestión o este tipo de cuestiones se hallen hoy en día bastante desacreditadas, parece oportuno hacer algunas observaciones al respecto.
Si lo que queremos es perseguir las “FUENTES” DE NUESTRAS NOVELAS, deberemos decir que las obras conservadas evidencian influjos de la historiografía (de Heródoto, Tucídides, y muy especialmente de la Ciropedia de Jenofonte), de la comedia burguesa (la Comedia Nueva) y, como toda la literatura griega, de Homero, en este caso de la Odisea.

Ahora bien, la pregunta por los orígenes de la novela puede abordarse desde OTRAS PERSPECTIVAS.
Lo que aquí interesa es hacer observar que la aparición de la novela al final del período helenístico o principios de la época imperial es coherente con otras características de la literatura griega en esos siglos.
En primer lugar, en época imperial se produce una DIFUMINACIÓN EN LAS FRONTERAS DE LOS GÉNEROS que había sido extraña a otras épocas de la historia literaria griega; la historia se contamina de retórica en las Antigüedades romanas de Dionisio de Halicarnaso (S. I a.C.) y la retórica de filosofía en la obra de un Dión de Prusa (SS. I-II d.C.).
En la literatura imperial se difumina la formalización genérica tradicional.
Ello explica que sea en esta época, y no antes, cuando se crea un GÉNERO NUEVO EN EL QUE CONVERGEN INFLUENCIAS TEMÁTICAS DE GÉNEROS ANTIGUOS TAN DISPARES:
  • con anterioridad a la novela ya existían narraciones de viajes y aventuras (en forma de ficción en la Odisea o con pretensiones científicas en la historiografía y periegética), igual que existían historias de amor sentimental con final feliz (en forma dramática, en la Comedia);
  • pero sólo ahora surge un nuevo género narrativo que integra dichos elementos y los influjos de esos otros géneros.
La novela parece, por tanto, un GÉNERO “PROTEICO” desde sus mismos orígenes, aunque por supuesto el grado de flexibilidad del género en sus albores es muy relativo, y de hecho hemos de ver cómo este género nuevo constituyó sus propias convenciones, solamente eludidas (parcialmente al menos) en
  • el Dafnis y Cloe
  • y en algunas de las obras perdidas:
  1. Maravillas de más allá de Tule, de Antonio Diógenes (obra en la que el elemento aventurero eclipsaba el amoroso),
  2. las Metamorfosis, probablemente de Luciano (novela fundamentalmente de aventuras),
  3. y el Yolao anónimo (ejemplo de novela cómica, con similitudes con el Satiricón).
El hecho de que este género de síntesis sea narración en prosa está también relacionado con otra característica general de la literatura imperial: EL AUGE DE LA PROSA Y EL DECLIVE DE LA POESÍA.
Efectivamente, si observamos el índice de una historia de la literatura griega advertiremos que en las restantes épocas el predominio de la poesía sobre la prosa había sido manifiesto (en época arcaica, absoluto).
Sin embargo, en el período imperial la relación se invierte: son pocos los poetas que merecen ser recordados y casi todos ellos están a la altura de épicos como Quinto de Esmirna, Trifiodoro, Nono, Museo y Coluto.
Los autores importantes de estos siglos (entre otros, Luciano o Plutarco) son todos prosistas.
Este hecho debe de guardar relación con la pérdida de vigencia de la oralidad de ejecución y el desarrollo de hábitos de lectura personal, aunque puede verse influido por otros factores.

De manera distinta según los casos, la novela antigua muestra también el influjo de ciertas divinidades mistéricas (es especialmente obvio el caso de Isis en la novela de Apuleyo). Partiendo de los innegables influjos mistéricos que existen en algunas de las obras se ha defendido la tesis del origen mistérico de todo el género de la novela; esta tesis, que ha contado con verdaderos prosélitos, parece difícilmente defendible, sobre todo si se lleva al extremo de querer hacer lecturas alegóricas de nuestros textos; aquí no es posible detenerse a rebatir la tesis, por ello bastará con decir que los paralelos descubiertos entre las novelas y los ritos de iniciación mistéricos son demasiado generales para que sean significativos. Con eso y con todo es verdad que en el Dafnis y Cloe es muy manifiesta una religiosidad vecina del panteísmo.




3. CARACTERÍSTICAS DE LA NOVELA EN CUANTO GÉNERO LITERARIO

Desde un PUNTO DE VISTA TEMÁTICO es importante que este género nuevo sea un género de evasión, en el que los protagonistas, jóvenes burgueses como en la Comedia Nueva, se enamoran y deben afrontar diversas aventuras hasta lograr su unión definitiva.


Este aspecto escapista de la novela imperial, que en época helenística se plasmó en otro género diverso, la bucólica, es coherente con la pérdida de interés del ciudadano griego por la vida política, desde el momento en que el centro de ésta se traslada de la ciudad-estado a la ecumene primero y después a Roma.

Los temas que atraen a este nuevo receptor de la literatura son distintos de los de otros períodos, y los rasgos que busca en sus héroes son también diferentes.
En efecto, por sus temas las novelas griegas han sido definidas in genere como novelas “de amor y aventuras”.
La temática amorosa es constante en todas las novelas griegas conservadas, que en esencia responden a un esquema muy simple pero que ha funcionado con éxito en diversas épocas de la historia (y en otros lenguajes artísticos como el cinematográfico):

Un joven conoce a una joven y los dos se enamoran – los enamorados deben separarse – después de diversas pruebas, los jóvenes vuelven a encontrarse para no separarse nunca más.
Los jóvenes pueden llamarse Quéreas y Calírroe, Antía y Habrócomes, Leucipa y Clitofonte o Teágenes y Cariclea: en cualquiera de estos casos la plantilla es siempre la misma.
El tipo de pruebas por las que deben pasar los protagonistas son diversas, pero implican siempre un viaje que los aleja de su ciudad natal; a continuación presento una lista (no exhaustiva) de las peripecias en las que se pueden ver envueltos:
  • Huída de los amantes.
  • Viaje a un país lejano.
  • Naufragio.
  • Ataque de bandidos o piratas.
  • Secuestro de la protagonista.
  • Cautividad de los protagonistas.
  • Falsas muertes de los protagonistas.
  • Reaparición de falsos muertos.
  • Actuación de rivales amorosos (amenazas contra la castidad).
  • Suicidio (fallido) del protagonista.
  • Juicios.
  • Condena a muerte del protagonista.
  • Intervenciones de ejércitos.
  • ...
Los protagonistas de todas estas peripecias son siempre un joven y una joven, hijos de familias burguesas, que presentan también rasgos recurrentes: su belleza, el amor recíproco que se inspiran desde el primer instante (el elemento del "flechazo" es fijo) y su fidelidad, que les hace escapar indemnes de todos los peligros contra su castidad (en el caso de la mujer la castidad se preserva sin paliativos; en el caso del varón son posibles las excepciones, según sucede en Leucipa y Clitofonte o en el propio Dafnis y Cloe).
Interesa hacer observar la diferencia de este héroe de novela con respecto al héroe de la épica. Los rasgos que lo caracterizan ya no son su fuerza física, su importancia para la comunidad o su coherencia con un código de honor que debe cumplir bajo pena de quedar en entredicho ante sus propios ojos y los de sus compañeros. El héroe de la novela no presenta ya por lo general habilidades físicas o militares (aunque sí conserve la habilidad oratoria que forma parte del ideal heroico griego), su vida importa fundamentalmente para la mujer amada, no para la sociedad, y el código al que debe ser fiel es el del amor, que no le impone cumplir acciones merecedoras de admiración sino ser fiel a su sentimiento amoroso.
Los dioses por excelencia en el mundo de la novela son Fortuna y Amor (Eros, Cupido); a cargo de la primera corre el componente aventurero de estas obras, mientras que el segundo es responsable del elemento erótico. Las figuras de Fortuna y Amor sustituyen en importancia a las de los antiguos dioses del panteón griego, los cuales todavía pueden aparecer de nombre en la novela, pero minimizados a la categoría de tramoya escénica. Su puesto lo ocupan ahora estos otros dioses: Týche y Eros.



José B. Torres Guerra



ALGUNAS REFERENCIAS:

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