jueves, 16 de diciembre de 2010

AQUÍLIX, EL HÉROE IRREDUCTIBLE


Nunca uses la ironía dando clase, ¡qué peligro!, lo digo por propia experiencia. Es que, como gallego, tengo tendencia al jueguecito irónico (las resonancias socráticas…). Sé irónico con tus amigos, con el alcalde de tu pueblo, con el guarda del parque – pero no lo seas con tus alumnos, porque en un porcentaje apreciable de los casos se fiarán del profesor hasta para lo más inaudito. Es lo que me sucedió aquella vez que dije en el curso de griego para incipientibus que, a final del semestre, haríamos un examen de conversación en griego antiguo sobre un tema de actualidad – y hubo quien se lo creyó, claro.

Nunca uses la ironía dando clase y nunca te rías de tus alumnos cuando corrijas los exámenes. Nunca he entendido esa obsesión de algunos por acumular “antologías de disparates”, como si fuera gracioso reírse de los errores cometidos por los estudiantes cuando escriben bajo presión. 

Pero hoy me muerdo la lengua. Es que no puedo olvidar el encantador disparate que encontré ayer en un examen donde se decía que la madre de Aquiles sumergió a su retoño en una marmita para hacerlo invulnerable.

 

En Túi yo leía como un loco Astérix y Obélix. En Madrid leí la Ilíada y hasta escribí una tesis sobre épica griega arcaica. Tanto tiempo dedicado a estas dos pasiones, y yo sin saber nada de la relación existente entre el hijo de Peleo (Brad Pitt, para los amigos de Wolfgang Petersen) y el gordo rey de los menhires, mi buen Obélix, que de niño se cayó en la marmita del druida Panorámix.

Quiero juntar mis dos aficiones en esta entrada dedicada a ese ser sincrético que me ha descubierto mi alumn@: 

Aquílix, el héroe irreductible, al que su madre sumergió en una marmita para hacerlo invulnerable – ¡lástima que, al darle tal baño, lo sujetara por el talón!