Sentada en tu sitial tejes la lana,
materia de tus sueños y tus horas.
Tu pureza, que vela las auroras,
destila suavidad en la mañana.
Modestia de tus días, flor temprana,
el arrullo de dichas tan sonoras
inunda la conciencia, siembra esporas,
nos llena de la luz más meridiana.
Labores que entre círculos abarcas,
peleas sin vencidos ni señores,
con ellas del hogar trazas las marcas.
Prometes tu candor sin más colores,
el albo que atesoras en tus arcas,
el despertar más pleno en los alcores.