viernes, 1 de enero de 2010

LOS HIMNOS HOMÉRICOS


Esta entrada completa el número de los sesenta platos de los que debía constar El Festín de Homero, este blog que quizá nació con vocación de página web. Os doy las gracias a todos los que lo habéis seguido desde noviembre de 2008 y lo habéis enriquecido con vuestros comentarios y sugerencias. Aunque el festín esté completo, ahora llega el momento de proponer platos "fuera de carta"; ojalá la nueva oferta siga siendo de vuestro agrado.



Al hablar sobre sobre el corpus de himnos hexamétricos atribuidos a Homero, los llamados Himnos Homéricos, se ha de tratar sobre los puntos siguientes:

1. PLANTEAMIENTO
2. AUTORÍA Y CRONOLOGÍA DEL CORPUS
3. CARACTERÍSTICAS DE GÉNERO.
4. CIRCUNSTANCIAS DE COMPOSICIÓN Y EJECUCIÓN. HIMNO Y RITO
5. LA COMPOSICIÓN DEL CORPUS


1. PLANTEAMIENTO

A través de la transmisión directa (los códices) han llegado hasta nosotros cuatro colecciones de himnos literarios griegos compuestos en el metro de la épica:
  1. los llamados Himnos Homéricos,
  2. los escritos por Calímaco (mira la entrada 37. Calímaco),
  3. los Himnos Órficos
  4. y los que son obra del filósofo neoplatónico Proclo (mira la entrada 53. La filosofía del Imperio).
Los Himnos Homéricos son un conjunto de treinta y tres composiciones (una de ellas, la I, muy fragmentaria) cuya paternidad fue adscrita al autor de la Ilíada y la Odisea por los motivos que después veremos.
Estos himnos han llegado a nosotros a través de manuscritos medievales: los reseñados por Càssola (1975, 593-6) en su edición son veintiséis.
Vale la pena señalar que sólo conservamos tres o cuatro papiros con texto de los Himnos; esto parece ser un indicio (ciertamente discutible) de que, en la fecha de producción de los papiros, los Himnos Homéricos no eran un texto de lectura habitual.
Pero sin duda los textos habían gozado de gran difusión con anterioridad. El estudio de la huella que los Himnos Homéricos dejaron en la literatura griega de todas las épocas es una cuestión pendiente de estudio que aquí no podemos abordar como sería nuestro deseo.
Y la huella del corpus se extendió quizá más allá de la literatura griega. Por ejemplo, existen también motivos para argumentar que Ovidio ha podido tomar en consideración los Himnos Homéricos a la hora de componer sus Metamorfosis.


2. AUTORÍA Y CRONOLOGÍA

Dos cuestiones filológicas tradicionales que no se deben soslayar son las que se refieren al autor y la fecha de los textos. Sobre la autoría ha de explicarse en primer lugar que ninguno de los Himnos Homéricos pudo ser compuesto por Homero; o siendo más precisos: que el autor o autores de la Ilíada y la Odisea no debieron de componer ninguno de los Himnos de la colección.
  • Es verdad que la atribución de los textos a Homero es general en los códices; los Himnos presentan además las convenciones de la norma literaria usada en la Ilíada y la Odisea.
  • Por ello somos nosotros quienes tenemos que cargar con el peso de la prueba y explicar los motivos por los que nadie sigue creyendo en la autoría homérica del corpus.
El primer argumento que invalida esa autoría es la cronología de las obras.
  • En el caso de la Ilíada y la Odisea, los intentos de datación suelen oscilar entre los años 750-700 a. C., sin que falten quienes sitúan la composición de los poemas en la primera mitad del S. VII a. C.
  • Sólo con esta cronología tardía pueden coincidir (y sólo en parte) los tiempos vitales de los autores de unos y otros textos, pues el Himno Homérico más antiguo (el quinto, el Himno a Afrodita) se puede datar quizá en torno al 675 a. C.,
  • En los restantes casos la cronología pasa por ser más reciente: en algún caso (H. Hom. VIII) parece fuera de duda que estamos ante un poema de época imperial (mira más adelante).
La cronología de los Himnos, como la de la Ilíada y la Odisea, se puede establecer en función de tres tipos de argumentos internos: lingüísticos, estilísticos o de realia.
De una manera general parece que todos estos argumentos abogan por el carácter más reciente de nuestro corpus. En este sentido puede acudirse al estudio de Zumbach (1955) sobre la lengua de los Himnos o al análisis del uso de la dicción épica en estos textos del que es autor Hoekstra (1969); una síntesis pormenorizada de unos argumentos y otros, aplicados al caso concreto de cada himno, puede encontrarse en las Notas Previas que acompañan a los poemas en la edición de Càssola (1975).
Una vuelta de tuerca en la discusión del problema cronológico fue ofrecida por R. Janko (1982), quien aplicó al corpus, de manera coherente, métodos de estadística lingüística. En el caso de aquellos Himnos que poseen una extensión suficiente como para que el método estadístico sea fiable pudo proponer las siguientes dataciones:
  • Himno a Afrodita (H. Hom. V): hacia 675 a. C.
  • Himno a Deméter (H. Hom. II): hacia 640 a. C.
  • Himno a Hermes (H. Hom. IV): finales del S. VI a. C.
En el caso del Himno a Apolo (H. Hom. III), Janko supone, con un gran número de críticos, que nos hallamos ante dos textos originariamente independientes: el llamado “himno délico” dataría aproximadamente del 660 a. C. y el “himno délfico” del 585 a. C.
De estos datos podemos extraer además otra idea: los textos son cronológicamente dispares, y por ello es impensable que puedan ser atribuidos todos a un único autor, llámese éste Homero o de cualquier otro modo.
Los himnos más extensos (los cuatro citados) parecen haber surgido en época arcaica, entre los siglos VII-VI a. C. Posiblemente también date de estas fechas (o de una cronología poco más reciente) una buena parte del corpus, tal y como suele destacar la bibliografía general sobre la materia.
Por ejemplo, éste es el punto de vista que recoge West (2003, 5) en el prólogo de la última edición de los Himnos Homéricos publicada hasta la fecha.
Pero no podemos pasar por alto el hecho, ya mencionado, de que el Himno a Ares (H. Hom. VIII) data de época cristiana, quizá del S. III o V d. C. Es verdad que este himno es un cuerpo extraño en el corpus; sin embargo, puede que no sea el único componente tardío de la colección, pues una cronología baja también ha sido propuesta, por ejemplo, para el caso de los H. Hom. XXXI y XXXII (Gelzer 1987, 166).


3. CARACTERÍSTICAS DE GÉNERO

Al leer los Himnos Homéricos (aunque no se lean en su lengua original) es fácil apreciar la existencia de rasgos compartidos por los textos; lo más evidente es quizá la existencia de un patrimonio formular común, que de entrada podemos considerar idéntico al que hallamos en las obras homéricas canónicas. Podemos sentir, por tanto, la tentación de considerar que los Himnos poseen características de género comunes.
Ahora bien, al tiempo despierta cierta extrañeza la idea de situar en pie de igualdad un texto narrativo extenso como el Himno a Hermes (el cuarto himno del corpus: quinientas ochenta líneas) y otro tan reducido (tres versos) como el H. Hom. XIII (A Deméter).
Partimos del reconocimiento de una divergencia antes de explorar lo que tienen en común los Himnos. La disparidad a la que nos referimos es la disparidad en la extensión:
  • Habitualmente se afirma que en el corpus existen dos tipos distintos de composiciones: los himnos largos (los números II a V, más posiblemente el I) y, por otra parte, el resto, los llamados “himnos cortos”, entre los que destacan por su mayor extensión relativa el H. Hom. VII (59 vv.) y el XIX (49 vv.).
  • Sin embargo, soy de la opinión (mira Torres 2003a, 4) que es funcional distinguir, en este subgrupo, los himnos que llamaremos breves (IX-XVIII y XX-XXV, textos de tres a doce versos) de los medios (XXVI-XXXIII, textos de trece a veintidós versos).
A partir de aquí, puestos a buscar lo que comparten unos textos con otros, se hace preciso recordar que nos hallamos ante textos que en la tradición manuscrita reciben el nombre de hýmnoi.
Lo primero que tienen en común los Himnos Homéricos es lo que los conecta, en un nivel más general, con todos los himnos de la tradición griega (litúrgicos y literarios). El carácter de himnos, compartido por todos ellos, se plasma, por ejemplo, en una estructura tripartita bien conocida.
A principios del siglo XX, Ausfeld (1903) habló de la existencia en el himno griego de tres elementos constantes:
  • la inuocatio (el rapsoda comienza pronunciando el nombre de la divinidad a la que se dirige),
  • la pars epica (en la que se ha de argumentar por qué la divinidad debe prestar su apoyo a los creyentes)
  • y la precatio (plantea la petición que dirigen al dios el poeta).
Propongo algunos cambios en la terminología latina de Ausfeld:
  • Para empezar, parece más aséptico llamar simplemente “introducción” a la inuocatio.
  • El término pars epica es muy equívoco. Posee sentido aplicado a un texto narrativo extenso como el Himno a Deméter. Pero su aplicación a la mayoría de los himnos litúrgicos (líricos) parece injustificada; más aún, en una buena parte de los Himnos del corpus no hay razón para llamar pars epica a una sección media ricamente adjetivada, más próxima a los textos líricos que a los épicos. Por ello parece preferible sustituir la denominación de Ausfeld por otra más aséptica, quizá “sección media”.
  • De la misma forma, parece preferible no hablar de precatio sino, simplemente, de “conclusión” pues, como se ve en ejemplos como el Himno a Apolo, el Himno a Hermes o el Himno a Afrodita, la súplica no aparece necesariamente en todos los himnos.
La introducción y conclusión de los himnos griegos presentan una formalización fuerte, y éste es un aspecto bien conocido y analizado.
La parte media del himno, habitualmente la más extensa, puede desarrollarse según cuatro modelos que Ausfeld (1903), hablando del conjunto de los himnos griegos (litúrgicos y literarios), caracteriza con cuatro expresiones latinas:
  • da quia dedi (“concede, porque yo te he concedido”),
  • da ut dem (“concede para que te conceda”),
  • da quia dedisti (“concede, porque ya concediste”)
  • y da quia hoc dare tuum est (“concede, porque conceder esto es propio de ti”).
En el caso de los Himnos Homéricos los modelos que nos interesan son los dos últimos:
  1. El primero (“concede, porque ya concediste”) está presente en los Himnos que Janko (1981) llama “himnos míticos”; en estas composiciones el rapsoda intenta propiciar a la divinidad mediante la evocación (y narración en pasado) de sucesos previos que testimonian el poder del dios; a este grupo de “himnos míticos” pertenecen, por ejemplo, el Himno a Deméter o el Himno a Hermes; también pertenecen a la misma categoría el H. Hom. VII y una parte de los himnos breves y medios.
  2. Por otro lado, cuando el poeta dirige su canto al dios siguiendo la otra estrategia (“concede, porque conceder esto es propio de ti”), lo que hace es atraerse a la divinidad a través del recuerdo de sus atributos característicos; a esta clase de textos, todos ellos himnos breves y medios, les concede Janko (1981) el calificativo de “himnos atributivos”.
En la clasificación de Janko tiene también cabida un tercer tipo de poemas, los llamados “himnos compuestos”, en los que un inicio de tipo atributivo se transforma luego en narración; a este grupo pertenecen ante todo el Himno a Apolo y el Himno a Afrodita.

Es común a todos los Himnos Homéricos (y por tanto puede ser considerado como un rasgo formal de género) el empleo de una misma métrica y de un estilo básicamente idéntico: idéntico o altamente similar, además, al utilizado en la Ilíada o la Odisea, según anticipamos antes.
  • Por lo que se refiere a la métrica recordaremos que todos los Himnos de la colección se hallan compuestos en hexámetros dactílicos, el verso propio de las dos epopeyas homéricas.
  • Y al hablar de un “estilo básicamente idéntico” aludo al hecho de que los Himnos usan la lengua literaria de la Ilíada y la Odisea.
  • Pero, además, los Himnos Homéricos también comparten con estos dos poemas y con el resto de la poesía hexamétrica griega una dicción formular característica.
Es cierto que en el manejo de esa dicción se han identificado ciertas diferencias con respecto a la poesía homérica. Para este hecho se han encontrado explicaciones de tipo distinto, y así
  • se ha supuesto que los Himnos representan una evolución “subépica” del estilo homérico (Hoekstra 1969),
  • o bien que constituyen el exponente de una corriente poética distinta, de carácter continental (Pavese 1974).
Quizá sean estas diferencias de dicción precisamente un indicio de que los Himnos Homéricos eran ya un género diferenciado de la poesía épica o teogónica (Hesíodo), y que por ello habían configurando sus propias convenciones de estilo.

También es posible hablar de características específicas compartidas por el subgrupo de los “himnos míticos”. Estas características han sido estudiadas en detalle para el caso de los himnos largos por Clay (1989).
El estudio de esta autora perseguía otros objetivos que no eran estrictamente narratológicos, y por ello podemos considerar que el análisis en detalle de las características narrativas de los Himnos Homéricos sigue siendo un campo de estudio abierto.
En lo que sigue reelaboro parte de las observaciones de Clay (1989). Pero mi método de presentación es distinto del suyo, pues lo que pretendo es extraer rasgos genéricos que sirvan para definir los Himnos Homéricos míticos en su conjunto frente a otras formas narrativas, en concreto frente a los poemas homéricos canónicos.
Entiendo que se puede proponer que las características distintivas de estos Himnos son las siguientes:

TEMAS:
Los Himnos Homéricos míticos narran siempre en su sección media una historia protagonizada por el dios al que se dirige el rapsoda en la introducción del poema. En la trama de esa historia figuran asuntos diversos, siendo por lo general éstos los más característicos:
  • el nacimiento del dios,
  • la resolución de conflictos por parte de la divinidad,
  • su adquisición de determinados atributos,
  • su manifestación prodigiosa (la epifanía)
  • y la instauración de ritos.

NARRADOR:
El rapsoda que presenta en la introducción de un himno mítico al dios a quien va a cantar, y que después se despide en la conclusión del poema, se convierte en narrador omnisciente en la sección narrativa del texto.
Por lo menos en apariencia, el narrador de los Himnos (especialmente en el caso de los textos largos) es semejante al tipo de narrador que encontramos en la Ilíada o la Odisea.

TIEMPO:
Es característico de los Himnos Homéricos que su acción acontezca en un tiempo que no es ya el de los primeros principios (el tiempo anterior al reinado de Zeus, el tiempo de la cosmogonía y los primeros estadios de la teogonía), sin ser todavía el mundo que nos es familiar.
Al leer los textos se comprueba claramente que, en los himnos largos, nos movemos en lo que ha sido llamado el “tiempo primordial”.

ESPACIO:
El espacio en que se desarrolla la acción de los Himnos Homéricos se reparte habitualmente entre el mundo terreno y el mundo de los dioses, sea éste el Olimpo o el Hades, según ocurre en una porción del Himno a Deméter (vv. 340-79).
En relación con el espacio se ha de comentar además que es frecuente que los Himnos relaten el ingreso de un nuevo dios en el mundo divino: o de un semidiós divinizado, como sucede en el caso de Heracles en el H. Hom. XV.

FIGURAS:
La repartición del espacio entre el mundo divino y el mundo humano guarda relación evidente con el hecho de que las figuras que aparecen en la narración sean tanto dioses como hombres, correspondiéndoles a aquéllos (por motivos obvios) el papel protagonista.
  • Podemos decir que es posible un himno narrativo en el que las figuras sean todas divinas: ésta es prácticamente la situación en el Himno a Hermes.
  • Con todo, lo regular es que hombres y dioses se repartan los papeles, y que la interacción entre ambos mundos posea importancia en la historia. Muy en concreto, el contraste mortales-inmortales adquiere un gran relieve en el Himno a Deméter y, sobre todo, en el Himno a Afrodita.


4. CIRCUNSTANCIAS DE COMPOSICIÓN Y EJECUCIÓN. HIMNO Y RITO

Las características de los Himnos Homéricos que acabo de exponer son eminentemente formales. En el caso de otras literaturas, o de otros períodos de la historia literaria de Grecia, este tipo de características podrían bastar para la definición de un género.
Ahora bien, sabemos gracias a los trabajos de autores como Carlo Pavese que, en el período histórico de la Grecia arcaica, un género no venía definido por los rasgos formales sino por el “puesto en la vida” que ocupaban las obras literarias, el lugar que les estaba reservado en la vida de la comunidad: sus circunstancias de composición y de ejecución.
Aunque, desde nuestro punto de vista, parezca evidente que la composición ha de preceder a la ejecución, composición y ejecución tienden a identificarse en el caso de las literaturas y culturas orales.
  • La Grecia arcaica vivió en un estadio de oralidad funcional, según destacan los estudiosos; por eso tendría toda la ógica abrir esta sección preguntándonos si los Himnos Homéricos son fruto de una composición oral.
  • No obstante, la cuestión es muy complicada e incierta; por eso prefiero recordar en primer lugar lo que sabemos sobre la ejecución de los Himnos Homéricos.
La evidencia de los Himnos indica que estas piezas poéticas (una parte de ellas al menos) eran ejecutadas con ocasión de festivales.
Al hecho se alude de la manera más explícita en el Himno a Apolo, donde el rapsoda toma la palabra para describir el certamen de Delos y apostrofar a las muchachas que componen el coro (vv. 146-78). También alude a ello la conclusión de otros himnos, como por ejemplo el H. Hom. VI (vv. 19-20):
concédeme que en este certamen
obtenga la victoria y compón mi canto (trad. José B. Torres).
A la celebración anual del festival se refiere asimismo H. Hom. XXVI (vv. 12-3), también en la petición de la conclusión:
concede que con salud en la estación regresemos
y de estación en estación, hasta que se cumplan muchos años
(trad. José B. Torres).
El carácter religioso de estos festivales y la posibilidad de que los Himnos Homéricos estén vinculados de manera necesaria al ritual será discutido un poco más adelante.
Por otro lado, la propia terminología que emplean los griegos cuando empiezan a citar los Himnos puede ofrecer información sobre la función de estos poemas.
  • Nos referimos al hecho de que Tucídides (III 104, 4) introduzca texto del Himno a Apolo (vv. 146-50, 165-72) indicando que procede de un “proemio (prooímion) de Apolo”.
  • Esta noticia debe conectarse con la que ofrece Píndaro en Nemeas II 3, donde el poeta declara que los Homéridas abrían sus recitales con un proemio dedicado a Zeus.
Es decir, sobre esta base cabe proponer que la función original de lo que nosotros conocemos como Himnos Homéricos era la de servir como preludios al canto épico de los rapsodas. En relación con ello se deben recordar además algunas evidencias internas:
  • Una serie de Himnos del corpus concluyen anunciando el paso al recitado de otra composición. La fórmula que se emplea en V 293, IX 9 y XVIII 11 es “que yo, tras comenzar por ti, pasaré a otro himno”.
  • Nada menos que doce son los Himnos Homéricos que terminan con la fórmula “que yo de ti me acordaré, y de otro canto”; sin embargo, no resulta claro si esta fórmula indica el paso a otra composición o la disposición del rapsoda de celebrar al dios en el futuro.
  • Por último, en dos casos se dice de forma explícita que el canto que se va a entonar seguidamente tratará temática heroica: así sucede en H. Hom. XXXI (18-9: “tras comenzar por ti, celebraré el linaje de los hombres de antaño, / los semidioses”) y XXXII (18-9: “por ti comenzando, glorias de hombres / cantaré, de los semidioses, cuyas gestas celebran los aedos”).
Pero la evidencia de estos dos textos puede no aportar ninguna prueba en relación con las condiciones en que se ejecutaban los Himnos en las fases más antiguas si es verdad que, como defiende Gelzer (1987, 166-7), se trata de composiciones tardías.
La cuestión de los Himnos Homéricos como proemio al canto de las epopeyas ha sido objeto de debate desde la publicación en 1795 de los Prolegomena ad Homerum de F. A. Wolf.
La bibliografía sobre el proemio, y sobre la posibilidad de que los Himnos Homéricos posean tal función, se fue incrementando a lo largo del siglo XX.
Evidentemente, a priori produce cierto rechazo pensar que poemas como los Himnos II-V (495, 546, 580 y 293 versos respectivamente) hayan cumplido la función de preludios.
Pero, por otro lado, la hipótesis ya no parece tan desconcertante cuando pensamos que la obra a la que sirve de proemio cualquiera de esos cuatro himnos largos es un texto con la longitud de la Ilíada o la Odisea (15693 y 12110 hexámetros).
Quizá convenga recordar en este punto las diferencias en extensión que existen entre los Himnos Homéricos largos y el resto del corpus: ¿obedecen esas diferencias al hecho de que los textos cumplían funciones distintas?
La diversidad de funciones desempeñadas por los Himnos es la hipótesis que defienden, con distintos matices, Clay (1989), De Hoz (1998) o Torres (2002-03).
  • Clay (1989) entiende que a circunstancias de ejecución distintas correspondían también tipos distintos de himno (himnos cortos que funcionaban como introducciones a otros cantos e himnos más extensos que se ejecutaban de forma autónoma).
  • En este sentido aduce el ejemplo de lo que sucede en la Odisea (canto VIII), donde el canto de Demódoco posee características diferentes dependiendo de su ocasión: no es igual lo que canta el aedo en palacio, entre los nobles, y lo que canta en la reunión pública. Según Homero, cuando Demódoco inicia en la morada de Alcínoo su relato sobre el caballo de Troya (Od. VIII 499-520) lo hace con una referencia al dios (“por el dios comenzaba”, v. 499); esta expresión puede aludir a un breve preludio divino para la temática heroica, lo que implicaría que Demódoco, o en general los rapsodas, entonaban en primer lugar un canto análogo a los Himnos Homéricos cortos (breves o medios) que nosotros conocemos.
  • En cambio, es distinta la intervención de Demódoco en la reunión del ágora; el canto sobre los amores furtivos de Ares y Afrodita (VIII 267-366) presenta similitudes con el tipo de narraciones que encontramos en los Himnos Homéricos mayores, muy en especial con los momentos de humor que exhiben el Himno a Afrodita o el Himno a Hermes.
Puede ser, por tanto, que nuestra colección de Himnos Homéricos haya agrupado, sobre la base de las coincidencias formales, composiciones de dos tipos: composiciones concebidas en principio como proemio al recitado de determinados tipos de poesía, o incluso como “proemios propiciatorios a diferentes acontecimientos” (De Hoz 1998, 65-6), junto a otros poemas (los Himnos Homéricos largos) que constituían desde un principio un tipo poético independiente que no se ejecutaba como preludio.

Al debatir la cuestión del modo de composición de los poemas habrá que empezar recordando que hemos partido de la siguiente hipótesis: que Grecia, en el momento de creación de los Himnos, vivía en un estadio de oralidad funcional.
Ahora bien, ¿implica ello que los Himnos Homéricos son poesía de composición oral? Éste ha sido un tema de frecuente debate para el que, como en el caso de la Ilíada o la Odisea, no ha sido posible hallar respuestas definitivas.
No me interesa tanto responder a la pregunta por la composición oral de los Himnos como llamar la atención sobre el hecho de que en ellos hay abundantes características de las poesías tradicionales y orales.
Los criterios básicos que permiten reconocer la impronta oral de un texto son cinco, según expuso B. Peabody (The Winged Word, Albany, 1975, 3-4):
  1. la redundancia en el uso del sonido,
  2. el empleo de expresiones recurrentes (básicamente, las fórmulas),
  3. la adecuación de los períodos sintácticos a la unidad métrica del verso (o, lo que es lo mismo, la restricción en el uso del encabalgamiento),
  4. el empleo de motivos narrativos recurrentes (el más característico son las escenas típicas)
  5. y la existencia de variantes textuales que no se pueden explicar por el proceso de transmisión escrita.
Todos estos criterios son aplicables al caso de los Himnos Homéricos; pero, ciertamente, no todos se dejan apreciar si nos acercamos a los Himnos a través de una traducción.

Con la cuestión de la composición y ejecución de los Himnos Homéricos marcha pareja la que se refiere al papel que podían desempeñar éstos dentro de determinados rituales.
  • De una vinculación con ritos concretos parecen hablar tan sólo unos pocos textos: el Himno a Deméter (en relación con Eleusis) y el Himno a Apolo (por lo que se refiere a Delos y Delfos);
  • también se ha defendido que el Himno a Hermes debía de ejecutarse dentro de fiestas dedicadas a este dios (mira lo que dice S. I. Johnston, “Myth, Festival, and Poet: The Homeric Hymn to Hermes and its Performative Context”, Classical Philology 97, 2002, 109-32), o que el H. Hom. XXIV es una invitación a que Hestia se haga presente en un templo (mira lo que dicen Allen-Halliday-Sikes 1936, 418).
Ahora bien, lo que se discute es el grado de compromiso de los Himnos con estos centros cultuales; y, quienes defienden que esa vinculación es superficial, afirman al tiempo que los Himnos Homéricos son, en realidad, representantes de una religiosidad panhelénica y que, por ello mismo, podían ser ejecutados de manera indistinta en cualquier lugar del mundo griego.
La cuestión sobre si existe o no una vinculación de los Himnos con los centros de culto debe ser discutida en particular en relación con cada uno de los textos.
En este momento quiero recordar que, junto a los Himnos Homéricos, poseemos un corpus muy amplio de himnos con función litúrgica.
Si los Himnos Homéricos cumplieron alguna función en el rito, ésta no pudo ser en ningún caso igual a la de los himnos litúrgicos, composiciones sin pretensiones literarias y con una vinculación evidente a las circunstancias concretas de las celebraciones en que se ejecutaban.
De la diferencia que existía entre los Himnos Homéricos e himnos litúrgicos de otro tipo (órficos) ya se dio cuenta además Pausanias (IX 30, 12) en la Antigüedad:
Quienquiera que se haya interesado por la poesía sabe que los himnos de Orfeo son, tomados individualmente, breves y, en conjunto, escasos en número. (…) Por la belleza de los versos se llevarían el segundo puesto después de los himnos de Homero; pero han alcanzado un punto de honor más alto que ellos por su carácter divino.


5. LA COMPOSICIÓN DEL CORPUS

Es relativamente fácil establecer un consenso sobre la cronología de los Himnos Homéricos y decir que prácticamente todos debían de estar compuestos en el S. V a. C. Recordamos que ésa es la fecha en que Tucídides (III 104, 4) cita en su obra algunos versos del Himno a Apolo.
Pero la existencia de los textos es algo distinto de la existencia del corpus. En este apartado examinaré en qué fechas y con qué criterios pudo compilarse la colección. Y reconozco, ante todo, que para la pregunta sobre la fecha de la colección es difícil proponer respuestas ciertas; los cinco párrafos siguientes desarrollan mi hipótesis:
  1. El límite cronológico después del cual podemos suponer que se compiló el corpus (el terminus post quem de cualquier cronología relativa) lo proporciona lógicamente la propia datación de los himnos. El carácter tardío de al menos el H. Hom. VIII, obra quizá de los siglos III o V d. C., parece fuera de duda. Ello implica que el corpus de Himnos Homéricos, tal y como ha llegado hasta nosotros, debe de ser posterior a los siglos III o V de nuestra era. Lo que interesa es saber (prescindiendo ya del caso del H. Hom. VIII) en qué fecha pudo compilarse el resto de la colección.
  2. Para contestar esta cuestión volvemos a atender a la cronología de los himnos, a fin de encontrar un nuevo terminus post quem. El problema consiste en que la cronología de estas composiciones sólo puede fijarse con relativa seguridad en el caso de los himnos largos (SS. VII-VI a. C.). Para los himnos breves y medios es más difícil proponer una datación. De manera negativa puede decirse que no hay argumentos que demuestren que ninguno de estos himnos ha surgido en una fecha posterior al final de la época clásica; si se acepta esto, podrá decirse que el S. V a. C. (o el IV, si se prefiere ampliar el margen) es la fecha después de la cual hemos de suponer que se produjo la compilación de los Himnos.
  3. Una vez fijado un terminus post quem se hace preciso establecer un terminus ante quem, una fecha antes de la cual debía de existir ya un corpus de Himnos Homéricos. El terminus ante quem para la compilación del corpus puede buscarse en la siguiente evidencia: 1) las alusiones intertextuales a los Himnos Homéricos; 2) las referencias al corpus presentes en otros autores. De estas evidencias, la primera puede probar que, por ejemplo, Calímaco tiene en mente el Himno a Apolo cuando compone su Himno a Delos; pero ello no implica que Calímaco haya conocido los Himnos Homéricos en forma de corpus organizado. El segundo tipo de evidencia puede resultar más explícito; apoyándonos en él, el terminus ante quem más alto que podemos proponer para el corpus es el que proporciona Diodoro de Sicilia, quien escribe en el siglo I a. C. y emplea en varias ocasiones (I 15, 7; III 66, 3; IV 2, 4) la expresión “Homero / el poeta, en los himnos dice…”; este modo de hablar indica que Diodoro conoce una colección de himnos homéricos.
  4. Para fijar el terminus ante quem de la colección, puede ser también de utilidad el papiro de Ginebra 432, gracias al cual conocemos en parte lo que es el fragmento 1 del Himno a Dioniso. Este papiro puede ser considerado (mutatis mutandis) un cuaderno escolar de los SS. II – I a. C., según expuso su primer editor (Hurst). El hecho de que el h.Bac. (H. Hom. I) se copiara en esas fechas en la escuela parece implicar, como ya observó Hurst, que el himno era considerado todavía en esa cronología obra de Homero. Ahora bien, aún nos parece más probable la hipótesis siguiente: si el Himno a Dioniso entró en la escuela y se copió en ella entre los SS. II – I a. C., no debió de hacerlo por ser considerado de manera individual obra de Homero sino por formar parte de una colección de textos, presumiblemente himnos, atribuidos al poeta en esas fechas.
  5. Es obvio que el argumento que acabamos de proponer no es concluyente; pero creemos que vale la pena tomarlo en consideración. De ser correcto, y a tenor de lo dicho en la observación 2, implica que un corpus de Himnos Homéricos, el nuestro o un antecedente próximo, debió de compilarse entre el final del período clásico y el siglo II a. C., en el período helenístico por tanto.
Es cierto que los Himnos Homéricos carecen de escolios y que su texto no fue depurado de versos excedentes: ello ha llevado a pensar que los filólogos alejandrinos se desentendieron de los Himnos y no los editaron (según hicieron con la Ilíada o la Odisea) porque no creían que éstos fueran obra de Homero.
Dado que el papiro de Ginebra es un testimonio de primera mano de que el Himno a Dioniso era considerado obra de Homero en los SS. II – I a. C., quizá deba pensarse que los Himnos eran adscritos a Homero con carácter deuterocanónico (frente a las obras homéricas canónicas, Ilíada y Odisea).
Esto puede explicar el que los alejandrinos hubiesen compilado y organizado el corpus (como propongo) sin llegar, en cambio, a abordar la tarea de una edición crítica del mismo.



ALGUNAS REFERENCIAS:

* Estudios de carácter general:
AUSFELD, K., “De Graecorum praecationibus quaestiones”, Jahrbücher für Classische Philologie 28 (1903), pp. 505 ss.
BERNABÉ, A., “Introducción”, en Himnos Homéricos. La “Batracomiomaquia”, Madrid, 1978, pp. 9-34.
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* Estudios específicos:
BERNABÉ, A., “Los mitos de los Himnos Homéricos: el ejemplo del Himno a Afrodita”, en J.A. López Férez (ed.), Mitos en la literatura griega arcaica y clásica, Madrid, 2002, pp. 93-110.
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* Ediciones, comentarios y traducciones al castellano de los Himnos Homéricos.
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BERNABÉ, A. (trad.), Himnos Homéricos. La “Batracomiomaquia”, Madrid, 1978.
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RICHARDSON, N.J. (ed.) (1974), The Homeric Hymn to Demeter, Oxford.
TORRES, J.B. (trad.), Himnos Homéricos, Madrid, 2005.
VERGADOS, A. (ed.) (2013), The Homeric Hymn to Hermes: Introduction, Text and Commentary, Berlín-Boston.
WEST, M. (ed.), Homeric Hymns. Homeric Apocrypha. Lives of Homer, Cambridge Mass.-Londres, 2003.