sábado, 30 de julio de 2016

ARISTÓTELES: POÉTICA 15


Que no. Que no. Que Aristóteles, en la Poética, no habla de personajes, que solo habla de caracteres. Sin psicología también hay literatura. No digo yo que no esté bien la psicología. Pero va en serio: sin psicología también hay literatura.
Capítulo 14.          Capítulo 16.


En relación con los caracteres son cuatro las cosas a las que se ha de tender.

Uno, y lo primero, que sean buenos. Se tendrá carácter si es que, tal y como se dijo, la palabra o la acción hacen evidente una elección, cualquiera que sea; y será bueno si la elección lo es. Lo hay en cada género, pues también una mujer es buena, y lo es el esclavo, aun cuando quizá entre estos la una es inferior y el otro completamente vil.

Lo segundo es el que sea adecuado. Es que existe el carácter varonil, pero no se adecua a una mujer el que sea tan varonil o inteligente.

Lo tercero es que sea semejante, pues es, como queda dicho, una cosa distinta del presentar el carácter bueno y adecuado.

Lo cuarto, que sea consistente. Pues, aunque sea alguien inconstante el que proporciona el objeto de imitación y se dé por supuesto un carácter de tal tipo, no obstante es preciso que sea inconstante de manera consistente.
Hay un ejemplo de maldad de carácter no necesaria como el Menelao del Orestes, y del inconveniente y no adecuado lo es el treno de Odiseo en la Escila y el parlamento de Melanipa; de la inconstancia lo es la Ifigenia en Áulide, pues la que suplica no se parece en nada a la de después. 
Es necesario, tanto en los caracteres como también en la concatenación de los acontecimientos, buscar siempre o lo necesario o lo verosímil, de forma que sea o necesario o verosímil el que tal persona diga o haga tales cosas, y que sea o necesario o verosímil que lo uno suceda después de lo otro.

Así pues, resulta evidente que también es preciso que los desenlaces de las historias ocurran a partir de la propia historia [1454b] y no a partir de los efectos escénicos como en Medea y, en la Ilíada, lo que se refiere a la partida de las naves. No obstante, se han de emplear los efectos escénicos para lo que sucede fuera del drama, cuanto ha pasado antes sin ser posible que un ser humano lo supiera o cuanto vendrá después, lo cual requiere ser predicho y anunciado: es que a los dioses les concedemos verlo todo. Que no haya nada ilógico en los acontecimientos y, si no, que pase fuera de la tragedia, como lo que ocurre en el Edipo de Sófocles.

Dado que la tragedia es imitación de personas mejores que nosotros, se debe imitar a los buenos retratistas, pues también ellos, cuando reproducen la forma propia de cada uno, aun haciéndolos semejantes los pintan más bellos. Así también el poeta, cuando imita a individuos irascibles e indolentes y que tienen en sus caracteres las otras propiedades tales, debe hacerlos cabales aun siendo así, como hicieron con Aquiles [un ejemplo de rigidez] Agatón y Homero. Por esto, en efecto, se ha de velar, y además de ello por lo que linda con las sensaciones que acompañan por fuerza a la poética, pues también en lo que se refiere a ellas se puede errar muchas veces. Pero de ello se ha hablado de manera suficiente en las obras editadas.


lunes, 25 de julio de 2016

CULTURA Y LITERATURA ORALES EN LA GRECIA ARCAICA


Hablar de la cultura y literatura oral de Grecia es, para mí, volver al menos a 1988. Ya no es mi tema preferente de estudio. Pero sigo convencido de que no se puede entender la cultura arcaica de Grecia sin hablar de su carácter oral. Por eso retomo y retoco esta entrada publicada hace casi siete años.

La Grecia de época arcaica presenta características culturales peculiares que han de ser expuestas antes de proceder al estudio de los géneros y autores más señalados del momento.

Cuando hablo de “características culturales peculiares” no me refiero únicamente a factores sociopolíticos sino, ante todo, al hecho de que la Grecia de los siglos VIII a. C. y siguientes vivía aún en un estadio de oralidad orgánica, compatible con una difusión relativa de la escritura.

Los puntos que seguiré en la entrada serán éstos:

1. CARACTERÍSTICAS DE LAS CULTURAS ORALES
2. LA CULTURA ORAL EN EL CASO GRIEGO
3. LA ORALIDAD EN GRECIA: LOS DATOS ARQUEOLÓGICOS
4. EL TRÁNSITO DE LA ORALIDAD A LA CULTURA O LITERATURA ESCRITAS
5. EFECTOS DE LA ORALIDAD EN EL HECHO LITERARIO


1. CARACTERÍSTICAS DE LAS CULTURAS ORALES

Empezaremos planteando desde una perspectiva antropológica la cuestión de las características de cualquier cultura oral. La bibliografía dedicada a esta cuestión es enormemente amplia. Con todo, entiendo que sigue constituyendo un texto útil, a pesar de los años, el libro escrito por W. J. Ong (1987 [1982]) sobre el tema:
ONG, W.J., Oralidad y escritura: tecnologías de la palabra, México, 1987 [1982].
Según hace Ong en su libro, es imprescindible reflexionar sobre las restricciones que impone a cualquier cultura el hecho de carecer del soporte técnico de la escritura. Para ello partiremos de un ejercicio mental: considérense todas las operaciones y objetos de nuestro modus vivendi que dejarían de ser o cambiarían radicalmente de forma sin el apoyo tecnológico de la escritura:
  • lo más obvio: desaparecerían los anuncios escritos, los periódicos, las bibliotecas... ;
  • al ser imposible transmitir conocimientos por vía escrita se haría también imposible acumular indefinidamente conocimientos (porque el recordar, si no el saber, ocupa lugar);
  • por tanto, se haría imposible (o se dificultaría enormemente) el desarrollo de conocimientos complejos;
  • de ahí que la desaparición de la escritura produciría un efecto directo en el desarrollo tecnológico: sin escritura no habríamos podido desarrollar actividades tan elaboradas como la industria del automóvil, los satélites espaciales, Internet, las operaciones a corazón abierto...
Nótese que, sin escritura, el único medio válido para almacenar experiencias o conocimientos es la memoria.
Pero ésta es, a fin de cuentas, un recurso limitado; por ello, la cultura oral (cualquiera) sólo recuerda aquello que considera que merece el esfuerzo de ser recordado.
En síntesis:
  • Una moraleja (casi demasiado obvia): la presencia o ausencia de escritura determina las características de una cultura.
  • Curiosamente fue en un mundo oral donde nació la primera literatura y cultura de Occidente.

2. LA CULTURA ORAL EN EL CASO GRIEGO

A la oralidad en el caso de la cultura griega arcaica se refiere de manera específica la obra fundamental de Eric Havelock (1994 [1963]: Preface to Plato, Oxford, 1963 - mira las entradas 14. Primera filosofía griega, 30. Platón como nudo gordiano de la cultura griega).
En este libro el autor trasciende el concepto del “Homero, poeta oral” desarrollado por M. Parry (mira en la bibliografía final A. Parry 1971).
Recuerdo que Parry había comenzado hablando de la épica homérica como épica tradicional para interpretarla después como épica oral por comparación con la épica oral viva de Serbia.
Havelock trascendió el concepto de que la literatura griega arcaica era una literatura oral para referirse al conjunto de la cultura griega arcaica como una cultura oral. Es oportuno recordar que, pese a su título, Preface to Plato no es una introducción a Platón: es un análisis de los presupuestos desde los que escribe Platón – y esos presupuestos son los propios de una cultura oral.
Havelock inicia su argumentación discutiendo el ataque de Platón a la poesía en República (libros III y X). Así constata dos hechos llamativos:
  • Que Platón atribuye a la poesía una función que a nosotros nos resulta ajena: la función educativa; el problema de la poesía no se plantea en Platón en términos de cuestión estética.
  • Que Platón critica la condición mimética que impone la poesía en la cadena creación-ejecución-recepción.
Es decir, el acto de creación es un acto de imitación, mivmhsi", y que el filósofo diga eso no nos resulta sorprendente. Tampoco lo será reconocer que el ejecutor también efectúa una mivmhsi". Ahora bien, ¿en qué sentido adopta una actitud mimética el receptor?
A cuestión tan capital no podemos darle una respuesta inmediata. Havelock, para explicar este hecho, debe plantear su hipótesis según la cual la poesía arcaica griega habría sido una “enciclopedia tribal”. Nótese que, según parece (ampliaremos la cuestión en el punto siguiente), la escritura no se introdujo en Grecia hasta bien avanzado el S. VIII.
  • Pero, pese a ello, la Grecia arcaica siguió siendo orgánicamente oral.
  • En esa tradición oral preplatónica (afirma Havelock) el contacto con la poesía comportaba la educación en una “enciclopedia tribal”:
Conjunto de saberes tradicionales que constituyen el patrimonio cultural de la comunidad y se intercalan en la narración poética.
Obsérvese que, según esta hipótesis, la función principal de la poesía oral es la función educativa: transmitir la “enciclopedia tribal”, los saberes tradicionales en una sociedad que carece de la ayuda de la escritura. Si ello es así, ahora se puede entender la dificultad del texto de Platón que hablaba de la actitud mimética del receptor:
Para que la poesía cumpla su función educativa en una cultura oral es necesario que el receptor se identifique con el canto, lo interiorice y lo memorice de manera acrítica: esa es la razón de que Platón identifique cierto tipo de mímesis en los oyentes de esta poesía.
Pero se ha de introducir una precisión sobre la tesis de la “enciclopedia tribal” y de la poesía de Homero como “texto educativo”. No se trata de que Ilíada y Odisea hayan sido compuestas con una intención pedagógica: más bien, se ha de reconocer una duplicidad de funciones de la poesía y del poeta tradicionales:
  • La poesía tradicional es educativa // y a la vez es recreativa.
  • El poeta tradicional es un enciclopedista tribal // y a la vez es un narrador de historias.
  • La poesía tradicional es informe // y a la vez es narración.
  • La poesía tradicional es verdad // y a la vez es engaño.
Las dos funciones son inseparables. Es posible que el emisor-receptor sean sólo conscientes de la función recreativa; pero la educativa es, socialmente, la función más importante. Por cierto: Hesíodo parece dar cuenta por primera vez de esta duplicidad de funciones de la poesía, en Teogonía 27-28:
i[dmen yeuvdea polla; levgein ejtuvmoisin oJmoi`a,
i[dmen d∆ eu\t∆ ejqevlwmen ajlhqeva ghruvsasqai
"Sabemos decir muchas mentiras que semejan ser ciertas;
pero sabemos, cuando queremos, cantar verdades" (trad. José B. Torres).

Aquí no vamos a perseguir hasta el final la cuestión del ataque platónico a la cultura oral, es decir, no se va a entrar en el detalle de por qué entiende Platón que la educación tradicional se opone al modelo educativo de la filosofía. Pero sí puede ser interesante llamar la atención sobre el hecho de que, como señala Havelock, los contenidos de la enciclopedia tribal debían adoptar forma narrativa: se debían insertar en una narración porque tenían que obedecer a tres parámetros para poder ser memorizables. Éstos son los parámetros de:
  • temporalidad (“Homero” no habla en términos intemporales);
  • parataxis (“Homero” no establece relaciones de causa-efecto);
  • personificación (“Homero” no hace abstracciones).
Por ejemplo, Homero no establece principios morales: pero uno sabe cómo debe actuar (o no actuar) sobre la base de lo que el poeta cuenta que, en una ocasión concreta hicieron (o no hicieron) Aquiles u Odiseo.
En el ámbito de los fenómenos físicos también hay personas que deciden sobre ellos, aunque en este segundo caso no se trata de personas humanas sino de los dioses, según indica, p. ej.,  la expresión griega “Zeus llueve", esto es, "Zeus hace llover”.
Lo anterior explica también que las especulaciones sobre el mundo y el hombre no se plasman dentro de la cultura oral en proposiciones abstractas, intemporales y basadas en relaciones de causa-efecto. Las especulaciones sobre el mundo y el hombre se plasman, en una cultura funcionalmente oral, en forma de mitos, es decir: relatos tradicionales, protagonizados por personajes extraordinarios, que se desarrollan en un tiempo primordial y cumplen una función especulativa.


3. LA ORALIDAD EN GRECIA: LOS DATOS ARQUEOLÓGICOS

Las hipótesis de Havelock y de aquellos que han escrito siguiendo su estela es compatible con los datos arqueológicos. Algo se ha dicho ya al respecto:
  • que la escritura parece no haberse introducido en Grecia hasta una fecha relativamente tardía: en el S. VIII a. C. es cuando se atestiguan nuestras inscripciones alfabéticas más antiguas (en el vaso ático de Dípilon);
  • ahora bien, también ha de tenerse en cuenta que esto es un dato ex silentio: se pueden haber perdido inscripciones anteriores;
  • pero, como después indicaremos, hay algún otro dato que da a entender que la importación del alefato fenicio no pudo ser muy anterior a esa fecha.
Recuerdo, primeramente, que, cuando se introduce la escritura en Grecia, se trata más de una reintroducción que de una introducción en sentido absoluto, pues para notar el griego ya se habían empleado anteriormente en el segundo milenio a. C. otros sistemas de escritura:
  • El silabario micénico (lineal B).
  • El silabario chipriota.
En el primer milenio, como mínimo desde el S. VIII a. C., se emplea el alfabeto fenicio para notar el griego, manteniendo las figuras de las letras y su orden. Ahora bien, los griegos reutilizaron ciertos signos del alefato para notar las vocales (que en las lenguas semíticas no se notan mediante un grafema específico). De otro lado, es importante señalar que los griegos importaron, para la kappa y la tau, formas que sólo emplearon los fenicios a partir del 850 a. C. (aproximadamente).
Por tanto, este dato funciona como terminus post quem: según parece, los griegos no pudieron adaptar el alfabeto antes de esa fecha.
Por otra parte, no se sabe con exactitud en qué lugar pudo producirse la adopción del alefato. Chipre sería un buen candidato si no fuera porque allí ya existía un silabario. Otros han propuesto que Rodas pudo ser el lugar de nacimiento del primer alfabeto griego.

Para valorar la cuestión del peso que pudo tener en la oralidad la introducción de la escritura se ha de tener en cuenta, ante todo, que en el S. VIII a. C. debía de ser aún una innovación tecnológica, con una difusión muy relativa, tanto por el número de los que sabían escribir como por el de los que sabían leer. De hecho, por lo que podemos saber a partir de la evidencia, el grado de alfabetización en la Grecia arcaica no debió de ser nunca tan alto como para que pudieran superarse los hábitos culturales propios de las situaciones de oralidad funcional u orgánica.
Nótese, en este sentido, que la oralidad orgánica es algo distinto de la oralidad absoluta y que, más aún, la oralidad orgánica es incluso compatible con el conocimiento de la escritura.
Las barreras que había de superar la escritura para imponerse sobre la oralidad eran también barreras de tipo material que dificultaban la difusión de la lectura y escritura, como por ejemplo
  • Las prácticas de escritura: la escritura de izquierda a derecha tardó en imponerse y desbancar la escritura de derecha a izquierda (sistema típico del fenicio) o la escritura en boustrofhdovn.
  • Había, además, escasez de materiales escriptorios adecuados: por supuesto, se podía recurrir a las inscripciones en piedra o metal, a las inscripciones vasculares…; las tablillas de cera (deltíon), por su parte, eran perecederas; y no parece verosímil que en los SS. VIII / VII hubiese ya una gran disponibilidad de papiros.
  • De hecho, hasta el S. V a. C. no se documentan los primeros rollos griegos de papiro (obviamente no conservados).

4. EL TRÁNSITO DE LA ORALIDAD A LA CULTURA O LITERATURA ESCRITAS

El paso siguiente de la exposición recordará que el tránsito de la oralidad a la cultura o literatura escritas debió de ser un proceso lento y paulatino. Cabrá indicar, muy en síntesis, que se sucedieron, y se superpusieron, las siguientes fases:
  • La fase de la oralidad pura, representada (quizá) por la poesía épica arcaica; en esta fase, según los oralistas, coinciden composición, ejecución y transmisión; más aún, en la literatura oral no importa tanto el autor como el auditorio: por ello la conciencia de autor tarda en desarrollarse.
  • Debió de venir a continuación una fase mixta, en la que obras compuestas con ayuda de la escritura se ejecutaban oralmente y se confiaban después a las copias escritas para garantizar su preservación. Éste puede ser el estadio que representan, p. ej., la poesía de Píndaro o la tragedia clásica.
  • La fase final del proceso surge en el momento en que composición, ejecución y transmisión, ya desligadas entre sí, se efectúan a través de la escritura y, en su caso (por lo que se refiere a la ejecución, ahora simple recepción), de la lectura.
Tucídides representa a todos los efectos esta fase en la que la literatura griega es ya puramente literatura escrita, de composición y recepción escrita:
A diferencia de Heródoto, Tucídides no piensa en la ejecución pública de su obra; mira el capítulo I 22 de su Historia. El receptor de Tucídides es ahora el lector y, se ha dicho, incluso la compleja forma de escribir del autor puede responder a su deseo de obligar a los receptores a una lectura atenta.

5. EFECTOS DE LA ORALIDAD EN EL HECHO LITERARIO

Una última cuestión que ha de ser tratada es la que se refiere a los efectos de la oralidad en el hecho literario. Nosotros, que sólo tenemos un acceso mediato a las obras de la literatura arcaica, apreciamos la supuesta oralidad de los textos a través de del recurso de estos textos a la repetición (mira lo que dicen Parry 1971; Hainsworth 1981; Torres 1994...), en distintos niveles:
  • hay repetición de sonidos (en el nivel del ritmo),
  • hay repetición de grupos verbales (en el nivel de las fórmulas),
  • y hay repetición de elementos argumentales (en el nivel de los motivos).
La repetición de sonidos en los poemas es indicio de su atención a los aspectos “aurales” (eufónicos). De hecho, la eufonía de los poemas homéricos es muy notable.
Más allá del recurso evidente a la estructura rítmica del hexámetro (que también cumple una función eufónica), puede comentarse que en los poemas es habitual encontrarnos también con fenómenos quizá menos conocidos como:
  • Aliteraciones: dolicovskion e[gco"; o, con onomatopeya, livgxe biov" (“vibró el arco”, Ilíada IV 125).
  • Rimas finales: hay fórmulas con rima final, como el conocido merovpwn ajnqrwvpwn (“hombres dotados de palabra”); y también hay versos con rima final: nh`a me;n oi{ ge mevlainan ejp∆ hjpeivroio e[russan uJyou ejpi; yamavqoi", uJpo; d∆ e{rmata makra; tavnussan (“La negra nave a tierra firme sacaron / en lo alto, sobre la arena, y debajo gruesas escoras dispusieron”, Ilíada I 485-6).
  • Rimas internas: plhsivai ai{ g∆ h{sqhn, kaka; de; Trwvessi medevsqhn (“a éstas, que se hallaban cerca, les agradó, y tramaron males contra los troyanos”, Ilíada IV 21).
Estos tres aspectos (sólo un botón de muestra) apuntan al hecho de que la poesía homérica estaba concebida para su ejecución oral. Pero, al tiempo, aspectos como las rimas podían cumplir también un papel en el proceso de composición al facilitarla. Ahora bien, las repeticiones que apuntan de manera más clara a facilitar la composición oral son, como es sabido, las de los otros dos niveles.
  • repeticiones de grupos verbales;
  • repeticiones de elementos argumentales.
Por no extender demasiado la exposición nos centraremos en el caso de las fórmulas, sobre las que se ha trabajado más cuando se ha intentado demostrar que Homero era fruto de una composición oral.
Que el texto de Homero está cuajado de fórmulas lo ejemplifica un rastreo de las fórmulas presentes al principio de la Ilíada, en Ilíada I 1 – 25 (así lo hizo ya Milman Parry).
Pero en los poemas homéricos no hay sólo fórmulas, “grupos de palabras que se repiten en las mismas condiciones métricas para expresar una idea esencial dada” (según definición de Parry). Más aún, los estudios de Parry (y Lord, y quienes les siguieron) indicaron que hay sistemas formulares económicos, caracterizados por su extensión y amplitud.
  • P. ej., en el eje sintagmático, todas las fórmulas referidas a Aquiles que rellenan las distintas sedes métricas del hexámetro.
  • De otro lado, en el eje paradigmático se hallan las otras fórmulas de que dispone el aedo para referirse a los otros héroes épicos.
La gran pregunta es: ¿por qué?; ¿para qué sirven estos sistemas formulares?
Parry, tras entrar en contacto con los guzlaris serbios (aquí aparece un ejemplo de sus recitaciones), respondió a esta pregunta cambiando su concepto de “épica tradicional” por el de “épica oral”. Es decir, Parry entendía que, si existen sistemas formulares tan desarrollados en la épica homérica, es en función de su composición oral.
Entiendo que aquí no podemos enzarzarnos en la cuestión sin respuesta sobre si Homero compuso sus poemas con o sin ayuda de la escritura; mira la entrada siguiente, 02. Homero y las “cuestiones homéricas”. Más bien me interesa señalar que los fenómenos considerados por los críticos como característicos de la composición oral también pueden ser identificados por cualquiera de nosotros en los textos. En concreto, Peabody (1975, 3-4) consideró que hay cinco criterios básicos que permiten reconocer la impronta oral de un texto:
  • la redundancia en el uso del sonido (criterio fonémico);
  • el empleo de expresiones recurrentes (criterio de la fórmula);
  • la adecuación de los períodos sintácticos a la unidad métrica del verso (criterio del encabalgamiento);
  • el empleo de motivos narrativos recurrentes (criterio temático);
  • y la existencia de variantes textuales que no se pueden explicar por el proceso de transmisión escrita (criterio del canto).
Ciertamente, alguno de estos criterios sólo puede ser reconocido sobre la base del texto griego (el fonémico). De otra parte, el criterio del canto obliga a poseer nociones de crítica del texto. Pero incluso en una traducción, si ésta es fiel, seguiremos apreciando los otros tres criterios (el de la fórmula, el del encabalgamiento y el temático); y, más importante aún, deberíamos ser capaces de apreciar además lo que diferencia formalmente a la épica arcaica de la épica escrita compuesta en épocas posteriores, en Grecia o fuera de Grecia.



ALGUNAS REFERENCIAS:

* Sobre la historia de Grecia en la época arcaica:
BENGTSON, H., Historia de Grecia, Madrid, 1986 (Griechische Geschichte, Múnich, 1965).
FINLEY, M.I., La grecia primitiva: Edad del Bronce y Era Arcaica, Barcelona, 1983.
GÓMEZ PANTOJA, J. (ed.), Historia Antigua (Grecia y Roma), Barcelona, 2003.
MURRAY, O., Grecia arcaica, Madrid, 1981.

* Trabajos sobre oralidad:
FERNÁNDEZ DELGADO, J. A., “Los estudios de poesia oral cincuenta años después de su ‘descubrimiento’”, Anuario de Estudios Filologicos (Universidad de Extremadura) 6 (1983), pp. 63-90.
FERNÁNDEZ DELGADO, J.A., “La oralidad en la literatura griega”, en Actas del VIII Congreso Español de Estudios Clásicos, Madrid, 1994, tomo II, pp. 5-31.
FINNEGAN, R., Oral Poetry: Its Nature, Significance and Social Context, Cambridge, 1977.
FOLEY, J.M., Oral Formulaic Theory and Research. An Introduction and Annotated Bibliography, Nueva York, 1985.
FOLEY, J.M., The Theory of Oral Composition: History and Methodology, Bloomington-Indianápolis, 1988.
GENTILI, B., “Poeta-comitente-público”, en R. Bianchi Bandinelli (ed.), Historia y civilización de los griegos. III. Grecia en la época de Pericles, Barcelona, 1981, pp. 213-261 (Storia e Civilitá dei Greci, Milán, 1979).
HAINSWORTH, J.B., “Criteri di oralità nella poesia arcaica non omerica”, en C. Brillante, M. Cantilena y C.O. Pavese (eds.) I poemi epici rapsodici non omerici e la tradizione orale, Padua, 1981, pp. 3-19.
HAVELOCK, E.A., Prefacio a Platón, Madrid, 1994 (Preface to Plato, Oxford, 1963).
JENSEN, M.S., The Homeric Question and the Oral-Formulaic Theory, Copenhague, 1980.
LORD, A.B., The Singer of Tales, Cambridge Mass., 1960.
LORD, A.B., “The Nature of Oral Poetry”, en J.M. Foley (ed.) Comparative Research on Oral Traditions. A Memorial for Milman Parry, Columbus-Ohio, 1987, pp. 313-349.
MINCHIN, E. (ed.), Orality, Literacy and Performance in the Ancient World, Leiden, 2012.
MACKAY, E.A. (ed.), Orality, Literacy, Memory in the Ancient Greek and Roman World Leiden, 2008.
NAGY, G., Poetry as Performance: Homer and Beyond, Cambridge, 1996.
NAGY, G., Homeric Questions, Austin, 1996.
ONG, W.J., Oralidad y escritura: tecnologías de la palabra, México, 1987 [1982].
PARRY, A. (ed.), The Making of Homeric Verse. The Collected Papers of Milman Parry, Oxford, 1971.
PEABODY, B. (1975), The Winged Word. A Study in the Technique of Ancient Greek Oral Composition as seen principally through Hesiod's "Works & Days", Albany.
RODRÍGUEZ MAYORGAS, A., Arqueología de la palabra: oralidad y escritura en el mundo antiguo, Barcelona, 2010.
SCODEL, R. (ed.), Between Orality and Literacy: Communication and Adaptation in Antiquity, Leiden, 2014.
SIGNES CODOÑER, J., Escritura y literatura en la Grecia arcaica, Madrid, 2004.
THOMAS, R., Literacy and Orality in Ancient Greece, Cambridge, 1992.
TORRES, J.B., “Teoría oralista y análisis oral: I. Método de trabajo”, CFC (egi) 4 (1994), pp. 257-277.
WATSON, J. (ed.), Speaking Volumes: Orality and Literacy in the Greek and Roman World. Mnemosyne Supplement 218. Leiden: Brill, 2001.
WORTHINGTON, I., y FOLEY, J.M. (eds.), Epea and Grammata: Oral and Written Communication in Ancient Greece (Orality and Literacy in Ancient Greece. IV), Leiden, 2002.
YUNIS, H., Written Texts and the Rise of Literate Culture in Ancient Greece, Cambridge, 2003.
ZUMTHOR, P., Introducción a la poesía oral, Madrid, 1991 [1983].