Reedito esta entrada porque hace dos días me reencontré con Talos. Fue donde menos lo esperaba, en un relato de Herman Melville. En “El campanario”, Talos es el androide de acero, el robot renacentista de Bannadonna, creador irrespetuoso, nuevo Prometeo (la referencia a este es explícita) que se convierte en víctima de su creación, de Talo, “iron slave to Bannadonna, and, through him, to man”.
Para quienes les gusten los aspectos más singulares de la Mitología Clásica, aquí presento la historia de Talos (Τάλως), una especie de Hombre de Hierro (de Bronce) de la era minoica. Era tan raro que tenía un tapón gracias al cual no se le salía del cuerpo el icor, la especie de sangre de estas criaturas. Así lo cuenta Apolodoro, en la Biblioteca (1,140-141).Parece todo tan de ciencia ficción que Talos hasta ha prestado su nombre y su figura a uno o dos videojuegos de los que le gustan a Samba.
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Este Talo recorría tres veces al día la isla vigilándola. Por ello también, en aquella ocasión, al observar que la Argo se acercaba por mar, le lanzaba rocas. Pero murió engañado por Medea quien, según dicen algunos, lo volvió loco con sus pócimas. Según otros, le prometió que lo haría inmortal y le quitó el clavo; al escapársele todo el icor se murió. Los hay que dicen que murió cuando Peante le alcanzó con una flecha en el tobillo.