viernes, 23 de agosto de 2013

LONGO, DAFNIS Y CLOE



Expuse este texto como conferencia en Oviedo en junio de 2000. Ojalá siga siendo útil para todos los que se interesan por la novela griega y por la narrativa en general. 


Introducción 

De las cinco novelas griegas que han llegado íntegras hasta nosotros, el Dafnis y Cloe de Longo es, quizá, la obra que presenta mayores singularidades:
  • Dafnis y Cloe es el único ejemplar del género cuyos protagonistas no son (cuando menos en un principio) jóvenes adolescentes, hijos de familias burguesas.
  • Dafnis y Cloe no narra los típicos viajes y aventuras que encontramos de forma constante en las obras de Caritón, Jenofonte, Aquiles Tacio o Heliodoro. 
Hay algo peculiar en esta obra, y es al comentario de ese algo peculiar a lo que se va a dedicar esta entrada. 

Por de pronto habrá de decirse que es muy poco lo que se puede afirmar con seguridad acerca de Longo, el autor al que los manuscritos adscriben la obra. Por argumentos que son (en su mayoría) internos cabe suponer que este personaje debió de nacer en Lesbos y escribir su novela a finales del S. II d. C. 
  • Pero ninguna fuente de la Antigüedad menciona jamás el nombre de este enigmático Longo.
  • En el caso de esta novela carecemos además de testimonios papiráceos que permitan una datación más ajustada de la obra. 
La bibliografía escrita en torno a la figura de Longo y la cronología de su libro es abundante; no obstante, a duras penas puede ir más allá de las meras conjeturas. Por todo ello será quizá preferible soslayar la discusión de estas cuestiones y centrarnos en el análisis mismo del texto; comenzaré presentando una síntesis detallada de la obra. 


Síntesis de la novela 

Esta novela presenta una división externa en cuatro libros anunciada ya en el proemio, donde se nos presenta la obra como una ékphrasis o descripción de una pintura con temática pastoril que el autor descubrió en un bosque de las Ninfas en Lesbos.
En Lesbos, cazando en un soto de las Ninfas, contemplé una cosa, la más hermosa de cuantas he contemplado: una imagen pintada, una historia de amor. También el soto era hermoso, rico en árboles, florido, bien regado: una sola fuente lo nutría todo, tanto las flores como los árboles; pero la pintura era más agradable, pues tenía un arte extraordinario y contenía un suceso de amor: así que muchos, extranjeros incluso, acudían siguiendo su fama, por venerar a las Ninfas y por contemplar la pintura. En ella había mujeres dando a luz y otras poniendo ricos pañales, niños expuestos, animales amamantándolos, pastores que los recogían, jóvenes que se comprometían, una incursión de piratas, un ataque de enemigos. Viendo y admirando en la pintura otros muchos episodios, todos amorosos, se apoderó de mí el deseo de hacer por escrito una réplica del cuadro. Y tras buscarme un intérprete de la pintura elaboré cuatro libros, ofrenda para Eros y las Ninfas y Pan, logro agradable para todos los hombres, que al enfermo curará y al dolorido confortará, al que haya amado le hará recordar, al que no haya amado lo preparará. Pues de todas todas nadie huyó ni huirá del amor, mientras haya belleza y vean los ojos. Que a nosotros el dios nos conceda, guardando la compostura, escribir sobre los demás. 
La temática es, obviamente, pastoril, según lo indica ya el título que le dan los manuscritos a la obra: "De Longo, cosas pastoriles que les acontecieron a Dafnis y Cloe".

El tono pastoril lo sugiere asimismo el nombre del protagonista, pues Dafnis es también el semidiós siciliano cuya trágica historia cantó Teócrito en sus Idilios I y VII.

El LIBRO PRIMERO relata el descubrimiento por parte de dos familias de pastores de un niño y una niña de corta edad que habían sido “expuestos” por sus padres junto con ciertos objetos de valor.

Cuando los jovencitos crecen, sus padres adoptivos los dedican al cuidado de los rebaños; de esta manera Dafnis se convierte en pastor de cabras y Cloe de ovejas.

El momento del año en que empiezan a ejercer sus nuevas funciones es la primavera, que se describe con detalle, como luego se hará con el verano, el otoño, el invierno, una nueva primavera y un nuevo verano. En cada caso se expone el influjo de la estación sobre los jóvenes, cuyo amor se desarrolla según la pauta que les marca la propia naturaleza.

A lo largo del libro primero Longo nos cuenta cómo se despierta la pasión amorosa en los dos jóvenes sin que ellos sean conscientes.
  • Quien primero la siente es Cloe, cuando ayuda a Dafnis a lavarse en una fuente consagrada a las Ninfas. 
  • Poco después Dafnis experimenta el mismo sentimiento al recibir un beso de Cloe. 
  • Ese beso había sido fijado como premio en una competición de belleza entre Dafnis y Dorcón, un pastor que se enamora de la niña y quiere conquistarla. 
  • El perverso Dorcón, al final de este libro, llegará a demostrar su buen natural, pues gracias a sus indicaciones Cloe logra rescatar a Dafnis, al cual habían secuestrado unos piratas. 
  • Después de este episodio, la pasión de Dafnis experimenta un ascenso al ver desnuda a Cloe mientras se lavan en la fuente de las Ninfas. 
El LIBRO SEGUNDO se abre con una descripción costumbrista del otoño. En este período del año los dos pastores reciben su primera instrucción sobre el amor a través de Filetas, un anciano pastor y músico cuyo nombre coincide precisamente con el del poeta que pasa por ser el fundador del género bucólico.
  • Este personaje les habla de la existencia de Eros, de su papel en sus vidas y de cómo deben satisfacer su pasión. 
  • Sin embargo, las indicaciones teóricas de Filetas son lo suficientemente genéricas como para que Dafnis y Cloe no las entiendan. 

Casi dos terceras partes del libro lo ocupa el relato del conflicto que introduce en la vida pastoril la aparición de unos excursionistas procedentes de Metimna; una de las cabras de Dafnis se come la amarra de su barco cuando los jóvenes se hallaban en la playa, y por ello llevan a Dafnis a un juicio.

Cuando Dafnis es absuelto, los jóvenes regresan a Metimna e incitan a su ciudad a emprender una expedición militar, la guerra que no podía faltar en una novela griega de aventuras, aquí reproducida en formato reducido.

Los metimnenses caen sobre el territorio de Dafnis y Cloe y secuestran a la joven, igual que habían hecho en el libro primero los piratas con el muchacho. Sin embargo, esta separación de los dos amantes tampoco dura mucho, pues una intervención nocturna de Pan libera a Cloe.

El LIBRO TERCERO relata los sucesos del invierno subsiguiente, de una nueva primavera y de un nuevo verano.

La primavera introduce novedades con la aparición en escena de Licenion, “la lobita”, una mujer procedente de la ciudad que se enamora de Dafnis y lo inicia sexualmente.

Dafnis, por miedo a lastimar a su amada, respeta la virginidad de Cloe, y de esta forma Longo respeta también una de las convenciones del género: la protagonista femenina debe conservar una castidad absoluta hasta el momento del matrimonio.

Con la llegada del verano se plantea una cuestión nueva, el matrimonio de Cloe. Dafnis se postulará como pretendiente y ofrecerá como dote a Driante, el supuesto padre de Cloe, tres mil dracmas que había descubierto gracias a una revelación de las Ninfas.

Pero antes de cerrar el contrato matrimonial, Lamón, el tutor de Dafnis, le pide a Driante que aguarde hasta el otoño, pues en esa época acudirá al campo su amo, sin cuyo permiso no puede casar a Dafnis.

El ÚLTIMO LIBRO, en el que se llega al desenlace y descubrimiento de la verdad sobre los protagonistas, es el que presenta influjos más claros de la Comedia, aunque la influencia de este género se puede apreciar en otros lugares de la obra y, más en general, en toda la novela griega.


En este libro aparecen en la finca los personajes de la ciudad: el amo, Dionisófanes, con su esposa Clearista, su hijo Ástilo y el parásito Gnatón.

Este introduce un conflicto en la vida idílica de Dafnis y Cloe, pues se enamora del muchacho y logra que los amos le prometan a Ástilo que lo llevarán con ellos a la ciudad.

Para evitarlo Lamón informa al amo de la noble cuna del muchacho y le presenta las prendas de reconocimiento que encontró junto a él; como era esperable dentro de la tradición de la Comedia, Dionisófanes descubre en este momento que Dafnis es su propio hijo al que en tiempos abandonó pues ya tenía otros tres hijos anteriores (IV 24, 1):

“Creía que ya tenía suficiente descendencia, y a este niño, que nació después que los otros, lo expuse junto con esos objetos, no como prendas de reconocimiento sino como mortaja”. 

Era previsible que Driante también se presentase ante Dionisófanes con los objetos que se hallaban junto a Cloe.

Obviamente, en este caso no se trata de otra hija expuesta por Dionisófanes; pero este se hace cargo de la niña dado que es la prometida de Dafnis y además se ha descubierto que es de buena cuna.

En Mitilene Dionisófanes encuentra a los padres de su nuera; así sabemos que esta es hija de Megacles y que su padre, ahora rico, la tuvo que abandonar, pues cuando ella nació se había empobrecido por malgastar su dinero en gastos suntuarios.

La novela concluye con la celebración en el campo de la boda entre Dafnis y Cloe, los cuales no pueden hacerse a la vida en la ciudad.
A la fiesta campesina acuden todos los personajes de la novela, incluidos los malvados como Gnatón y el vaquero Lampis, que había intentado seducir a Cloe en el libro cuarto. De esta felicidad general participan incluso los animales: IV 38, 4: “Pastaban cerca las cabras, como si también ellas participasen de la fiesta”
Los dos últimos capítulos hablan de la noche de bodas y anticipan la felicidad futura de los protagonistas.


La religión en Dafnis y Cloe 

El componente sensual de Dafnis y Cloe es notable. Los juegos amorosos de los dos niños, los avances sexuales de Dafnis o la homosexualidad de Gnatón han incomodado históricamente a más de un traductor.

Pero la sensualidad de la obra es compatible con una fuerte religiosidad; de hecho, ninguna otra novela griega se ha prestado tanto a una interpretación mistérica.

Efectivamente, el componente religioso de Dafnis y Cloe es mayor que en los otros productos del género; presenta, además, características propias. Para empezar, la selección de divinidades con las que juega Longo es peculiar.

En su novela no cumple ningún papel Fortuna (en contra de lo regular en el género); a la acción de Týche sólo se alude en un par de ocasiones, sin que ninguna de estas alusiones posea relevancia dentro de la trama.


En cambio, el dios omnipresente en el Dafnis y Cloe es Eros, y esto no sorprende en principio dado lo generalizado de su importancia en las novelas griegas “de amor y aventuras”.

Ahora bien, en ninguna otra novela dirige Eros tan de cerca la vida de los protagonistas, y en ninguna lo hace con la ayuda de las Ninfas y Pan, según sucede aquí. De estas tres divinidades o grupos de divinidades habla ya el proemio, donde Longo presenta su libro como una “ofrenda para Eros y las Ninfas y Pan”.

Eros surge por primera vez en la novela dentro de un sueño (I 7) en el cual las Ninfas les revelan a los padres putativos de Dafnis y Cloe que los niños han de ser pastores y que ellas los pondrán en las manos de “un niño muy arrogante y hermoso, con alas en los hombros, que llevaba unas flechas pequeñas así como un arquito”.

Aunque Lamón y Driante no son capaces de identificar a este niño, la descripción de Longo es nítida y coincide con la imagen tradicional que la literatura y la pintura le asignó al dios Eros desde el Helenismo.

Eros es también el tema central del parlamento de Filetas al principio del segundo libro (II 3-6). Este personaje se aparece ante los protagonistas para referirles su encuentro con el pequeño dios en un jardín.

Eros, caracterizado otra vez como un niño pequeño y hermoso (4, 1), alado y armado con el arco (6, 1), le dice a Filetas que “pastorea” a Dafnis y a Cloe (5, 4); Filetas les dice por ello a los jóvenes que están consagrados a Eros y que él vela por ellos.

La intervención de Eros en el sueño al principio de la novela se corresponde con su intervención en otro sueño al final de la misma; una y otra visión son simétricas y conforman la estructura de la obra: si la primera dio comienzo a la trama amorosa de la novela, la última la resuelve en matrimonio.

En efecto, en el libro cuarto (IV 34) quien ve en sueños a las Ninfas es el auténtico padre de Dafnis, Dionisófanes. En este segundo sueño, las Ninfas suplican a Eros que consienta al fin en el matrimonio de los muchachos; este acepta lo que las diosas le piden y, al hacerlo, desata su arco y depone el carcaj (IV 34, 1).

Asimismo es frecuente encontrar, con ocasiones diversas, el nombre de Eros unido a los de las Ninfas y Pan. Por ejemplo, cuando se descubre que Megacles es el padre de Cloe, su consuegro Dionisófanes declara (IV 36, 2):
“A los dos los expusimos, a los dos los encontramos, de los dos se preocuparon Pan y las Ninfas y Eros”. 
De Pan y las Ninfas se habla con frecuencia como de divinidades entre las que existe una unidad. Más aún, Pan y las Ninfas desempeñan funciones análogas o incluso simétricas: tanto Pan como las Ninfas se preocupan de Dafnis y de Cloe, pero entre Dafnis y Pan existe una vinculación especial, al igual que ocurre entre las Ninfas y Cloe.

Este hecho se deja ver ya en las circunstancias en que son descubiertos los dos niños:
  • a Dafnis lo está amamantando una cabra, y se da la circunstancia de que el macho de la cabra es el animal con el que se identifica Pan, según se recuerda en la propia novela (I 16, 3); 
  • a Cloe la descubre Driante bebiendo la leche de una oveja en la gruta de las Ninfas. 
Otras divinidades de la obra por las que sienten veneración los protagonistas son Dioniso (IV 3; 26, 2) y Deméter. El motivo para la selección de estos dos dioses es evidente; en IV 13, 3 los dos son honrados, junto con las Ninfas y Pan, en tanto que divinidades que presiden la vida campestre:
[Dionisófanes] celebró un sacrificio en honor de los dioses que presiden la vida en el campo: Deméter, Dioniso, Pan y las Ninfas.
Por la fuerte presencia del elemento religioso en la obra, y sobre todo por la incidencia de Eros en el itinerario vital de los protagonistas, Dafnis y Cloe se ha prestado especialmente (como he indicado antes) a una interpretación mistérica.

Tal interpretación la han defendido bastantes estudiosos de la obra. Es cierto, como indica Tomas Hägg, que el misticismo puede darnos la clave del transfondo ideológico en que se mueven los autores y lectores de estas novelas.

No obstante, yo considero (al igual que han hecho otros muchos críticos, incluyendo al propio Hägg) que es más operativo dejar en suspenso la interpretación mistérica del texto de Longo y explicar desde un enfoque estrictamente literario las peculiaridades de la obra.


Las convenciones de género en Dafnis y Cloe 

Al hablar del papel concedido a las divinidades en el Dafnis y Cloe hemos visto que Longo conserva elementos característicos del género (todo lo que se refiere a Eros) aunque, al tiempo, introduce otros que le son peculiares (recuerdo lo dicho a propósito de las Ninfas y Pan).

Esta fidelidad a las características del género, compatible con la introducción de elementos claramente diferenciadores, se aprecia en otros órdenes dentro del Dafnis y Cloe. Como mantenimiento de elementos típicos del género podemos considerar los puntos siguientes:

1) La belleza de los protagonistas.

García Gual declara, en su libro de 1972 (125) sobre la novela de la Antigüedad: “Hay sólo tres condiciones básicas para ser héroe o heroína de novela griega: juventud, excepcional belleza, y fidelidad tenaz al amor”.

La afirmación general de García Gual es perfectamente aplicable a los protagonistas de la novela que estamos comentando. Por lo que se refiere a su belleza se puede recordar que de Dafnis se nos dice, cuando Lamón lo descubre, que es "grande y hermoso" (I 2, 3); y, al llegar a la adolescencia, Dafnis y Cloe destacarán por su belleza, poco acorde con el campo (I 7, 1: “irradiaban una belleza por encima de lo normal en el campo”).

2) La defensa de la castidad.

Esta belleza sobresaliente implica peligros para la castidad, y será ante esos peligros donde los protagonistas deban medir su fidelidad al sentimiento amoroso, bien es verdad que con resultados distintos en el caso de Dafnis y de Cloe.

En el caso de esta la castidad se mantiene contra viento y marea, frente a las amenazas que suponen Dorcón, Lampis, y el propio Dafnis.

En el caso del amado de Cloe los peligros para su castidad proceden de Licenion y del parásito Gnatón:
  • ya se ha visto antes cómo Dafnis incurría en infidelidad con Licenion por ignorancia;
  • que la castidad del varón pueda ser sólo relativa es algo que también se atestigua, dentro del género novelesco, en la obra de Aquiles Tacio;
  • ahora bien, conviene señalar que el episodio de Licenion es funcional dentro del Dafnis y Cloe, pues introduce una instrucción práctica sobre el amor que completará la instrucción teórica de Filetas.


3) El carácter de Dafnis.

Por otra parte, es evidente que, como también señala García Gual en el lugar antes citado, el héroe de la novela es claramente distinto de los héroes de la épica o la tragedia.

Dafnis es un típico protagonista del género en el que ve la luz: “adolescente, ingenuo y sin gran personalidad” (García Gual, ibid.).

De las capacidades propias de los héroes tradicionales, Dafnis conserva la habilidad de palabra, siendo así que, cuando es necesario, sabe expresarse como un auténtico orador. 

Pero al tiempo se aprecian en Dafnis rasgos de ineptitud, como cuando en el invierno llega hasta la puerta de su amada y, sin embargo, desiste de presentarse ante ella; en diálogo consigo mismo, Dafnis descarta diversas excusas que podrían franquearle el paso hasta Cloe: III 6, 2-4:
Pretendía colarse por la puerta [de Driante] alegando una excusa y reflexionaba consigo mismo qué era lo más convincente que podía decir: “He venido para que me dieses fuego. – ¿Es que no tenías vecinos a una carrera de distancia? – Venía para pediros pan. – Pues tienes el zurrón lleno de comida. – Necesito vino. – Pero si estos días de atrás vendimiaste. – Me perseguía un lobo. – ¿Y dónde están las huellas del lobo? – Vine para cazar estos pájaros. – Y si ya los has cazado, ¿por qué no te marchas? – Quiero ver a Cloe. Pero, ¿quién es el que les confiesa eso al padre y a la madre de una chica?” Y como encontraba tropiezos por todas partes, dijo: “De todos estos pretextos ninguno está libre de sospecha. Mejor es callar: a Cloe la veré en primavera, ya que por lo visto no quiere el destino que la vea en invierno” ”. 
Lo cierto es que a Dafnis tienen que sacarle las castañas del fuego los dioses, Cloe o el propio Gnatón, según sucede en la última desventura de Dafnis, cuando Lampis y sus secuaces raptan a Cloe (IV 28, 1).

4) La separación de los amantes.

En el Dafnis y Cloe, según lo habitual en el género al que pertenece, se produce separación de los dos protagonistas; sin embargo, esa separación no alcanza las dimensiones ni temporales ni espaciales que hallamos, por ejemplo, en Quéreas y Calírroe o las Etiópicas

Longo aplica al tópico de la separación de los amantes, como hará con otros muchos tópicos de la novela, un coeficiente de reducción. Por ello, el tiempo que deben pasar separados los dos jóvenes es breve.

Hay separación cuando los protagonistas son raptados (Dafnis por los piratas y, simétricamente, Cloe por los metimnenses) y cuando llega el invierno. Por otro lado, Longo logra crear ficción de separación al hacer que la narración salte de uno a otro personaje.

5) Las peripecias.

Longo no deja de incluir las peripecias habituales en el género (según nos anticipó en el proemio), aunque siempre a escala reducida:
  • los piratas del libro primero se llevan como único botín las vacas de Dorcón y a Dafnis, sin llegar demasiado lejos pues naufragan; 
  • la guerra con la que se ilustran las novelas no pasa de ser un conflicto entre las dos ciudades principales de Lesbos que se resuelve antes de que la guerra haya comenzado realmente; 
  • el juicio que suele ser elemento característico en las novelas de amor y aventuras es aquí un juicio pastoril, en el que se enfrentan los jóvenes de Metimna y Dafnis: el juez, Filetas, dicta sentencia en favor de este. 
6) El desenlace feliz.

En el episodio del juicio, como en el conjunto de la novela, Longo respeta una característica del género compartida por la Comedia y por la literatura sentimental de todas las épocas:
El desenlace feliz, que se proyecta además hacia el futuro, según nos indica el penúltimo capítulo de la obra, en forma bastante edulcorada (cf. IV 39, 1-2). 

Ruptura de convenciones de género e influjo de la bucólica 

Junto a estos elementos que hablan de continuidad en el género, Dafnis y Cloe presenta fuertes peculiaridades dentro de la novela griega. Más en concreto, se trata de rasgos peculiares que vinculan la novela con un género literario diferente, el de la poesía bucólica.

De la relación entre Longo y la bucólica han escrito muchos críticos; esta es también la línea interpretativa cuya aplicación al estudio de Dafnis y Cloe considero yo más funcional.

Muchas de las conexiones entre la obra de Longo y la poesía bucólica pueden ser reconocidas con gran facilidad incluso por lectores que tengan un conocimiento somero de Teócrito, autor al que Longo reelabora en diversos lugares de su obra. El influjo que ejerce la bucólica sobre Dafnis y Cloe se concreta, en mi opinión, en los siguientes aspectos:

1) La ubicación temporal.

Habitualmente, las novelas griegas de amor y aventuras se vinculan con algún tiempo histórico, aunque sólo sea de una manera vaga; en el caso de las Etiópicas, por ejemplo, la acción se sitúa (sin excesivas precisiones) en la época del dominio persa sobre Egipto.

No hay nada similar en Dafnis y Cloe, cuya acción se desarrolla en un pasado intemporal, como el tiempo de la bucólica.

2) El escenario.

El escenario del Dafnis y Cloe es la isla de Lesbos, que no había sido escogida antes como escenario de la bucólica pero que gozaba de gran tradición literaria a través de la lírica arcaica; en esta novela la isla real se transforma en una especie de Arcadia o Sicilia ideal.

Respecto a la actitud que adopta Longo ante el espacio lo primero que hay que decir es que él, frente a lo que hacen otros novelistas, sí presta atención a ese espacio, que es además un espacio natural.

Por ello riega la novela de alusiones a la naturaleza (igual que hacen los poetas de la bucólica), que a veces se convierten en descripciones más extensas.

En las restantes novelas griegas conservadas es muy difícil percibir un interés por la naturaleza que vaya más allá de la curiosidad científica.

Más aún, el interés de Longo por la naturaleza no es interés por cualquier naturaleza sino por una naturaleza idealizada: refinada, domesticada, según se puede ver, por ejemplo, en la descripción del jardín de Dionisófanes, un auténtico “jardín francés” avant la lettre.


La naturaleza del Dafnis y Cloe es una naturaleza humanizada e incluso diríamos que aburguesada, por cuanto representa la ilusión de naturaleza que se forma el hombre de la ciudad.

3) Personajes.

Los personajes del Dafnis y Cloe presentan la misma dualidad entre realismo e idealización que notamos al hablar del espacio natural en la obra.

Por un lado es cierto que los detalles de tipo realista que nos informan sobre la vida en el campo son muchos (a manera de muestra podemos destacar la descripción de la vendimia en II 1, 1-2).

Sin embargo, el naturalismo de los personajes es sólo aparente, según lo demuestra la ficción sobre la que se basa toda la novela:
  • ni Dafnis ni Cloe son pastores o hijos de pastores 
  • sino herederos de familias burguesas, a los que Longo deja jugar algún tiempo a los pastores y que, después de descubierta la verdad, aún quieren seguir jugando a pastores. 
Que los niños son falsos pastores lo recuerda además Longo de forma repetida a lo largo de la novela. Y el falso realismo de estos pastores puede recordar el del idilio séptimo de Teócrito, cuyos protagonistas son máscaras tras las que se esconden poetas del círculo de Filetas de Cos.

4) Elementos narrativos.


A influjo de la bucólica obedecen también algunos de los elementos narrativos de Dafnis y Cloe; ante todo se trata de situaciones típicas en el ámbito de la bucólica pero absolutamente inusitadas en el género novelesco.
  • De esta forma, cuando Dorcón y Dafnis compiten en belleza tomando como juez a Cloe (I 15, 4 - 16), se reelabora el tópos del certamen entre pastores. 
  • Además, en ese enfrentamiento Dorcón alude a la superioridad de los vaqueros sobre los cabreros (I 16, 1), otro tópos bucólico. 
  • Es igualmente tópica la alabanza de las propias excelencias en boca del pastor que pretende a una joven: de esta forma procede Dafnis en III 29, 2-4. 
5) El elemento musical.

La música juega un papel importante en el mundo bucólico. Es cierto que los pastores de la realidad pueden cantar y de hecho cantan; pero es no menos cierto que el papel que se le asigna a la música en la bucólica es un indicio más de su idealización del mundo.

En el Dafnis y Cloe, las alusiones a la música son constantes. A la música se le atribuye un poder inmenso, según se advierte en el episodio del rapto de Dafnis, en el cual Cloe libera a su amado tocando la siringe de Dorcón (cf. I 30, 1-2).

El protagonista, Dafnis, también debe iniciarse en el dominio del arte musical, y por ello se nos dice que al comenzar su vida de pastor formaba él mismo sus flautas (I 10, 2), hasta que al fin llegó a ser un consumado músico cuyo poder alcanza a los mismos animales (cf. p. ej. IV 15, 2-4).

6) Intertextualidades.


En Dafnis y Cloe también hay reelaboraciones de lugares concretos de la poesía bucólica; los ejemplos de este tipo son numerosos.

De forma orientativa señalaré tan sólo que en el libro tercero (25, 2) Longo menciona las manzanas y las rosas como cebo para seducir a la amada: hay coincidencia con Teócrito XI, 10 (“no la pretendía ni con manzanas ni con rosas”).


Intencionalidad de Longo 

Si quisiéramos dar un paso más nos podríamos preguntar qué pretende Longo al cruzar los géneros de la novela y la bucólica. Para esta pregunta se han encontrado respuestas diferentes. Y en este punto nos volvemos a hallar con interpretaciones que encuentran un móvil religioso en el proceder del autor.

Yo voy a limitarme a dejar sentados un par de puntos:
  • Uno, Longo acude a la bucólica en busca de un “suplemento de naturaleza” que no existe en el género de la novela. 
  • Dos, el interés que demuestra Longo por la naturaleza, por phýsis, no se contenta con construir un teatrillo pastoril para que sus personajes representen en él la consabida “historia de amor”: lo que significa a Longo es que su interés por lo natural también afecta al núcleo temático de la novela griega, a su representación del amor. 
Obsérvese que en los restantes productos del género el amor es algo que viene dado: es un “flechazo” de Cupido. Podemos recordar, por ejemplo, el caso de Teágenes y Cariclea en las Etiópicas de Heliodoro (cf. III 5, especialmente 4-6).
Según nos cuenta esa novela, en Delfos, durante la celebración de una ofrenda, coinciden el joven tesalio Teágenes y Cariclea, quien deseaba permanecer virgen y consagrarse a Ártemis. Pero su determinación se desmorona a la vista del apuesto tesalio, quien también se enamora de ella en el mismo instante. 
Sin embargo, en Longo el amor no es un flechazo (el hecho de que los dos amantes se conozcan desde niños excluye esta posibilidad) sino un proceso. Y ese proceso de enamoramiento está contado además como un proceso natural que se desarrolla siguiendo la pauta que le marca la propia naturaleza (al ritmo de las estaciones).

Por eso creo que la situación en el Dafnis y Cloe no es idéntica a la que encontramos en los otros novelistas: en el Dafnis y Cloe el amor no surge a primera vista ni nace de manera recíproca.
Parece más bien que Longo transciende el tópico novelesco, transformando el motivo del flechazo en un proceso que debe atravesar momentos de crisis como los baños simétricos de Dafnis y Cloe en el libro primero.

Phýsis y téchne 


En lo que precede he argumentado que con el Dafnis y Cloe Longo introduce por vez primera en el marco de la novela características del género bucólico y un interés nuevo por la naturaleza.

En mi opinión, esto distingue favorablemente al Dafnis y Cloe en el conjunto de las novelas griegas.

Pero, a la vez, este cruce con la bucólica motiva que algunos aspectos de la obra puedan ser percibidos, desde la óptica del lector actual, como presuntas imperfecciones. Sucede que Longo, como la bucólica, no se interesa de manera general por la naturaleza: Longo comparte con la bucólica específicamente el interés por una naturaleza artificiosa,
  • que pretende ser phýsis 
  • pero que no es, en el fondo, sino su contraria, téchne
Esto resulta a veces tan obvio que la lectura de la obra puede provocar en el lector contemporáneo sensación de artificiosidad. Una sensación de artificiosidad, todo hay que decirlo, que probablemente no desagradaba al propio Longo, según puede darnos a entender, por ejemplo, algún comentario a propósito del complejo entramado de los árboles en el jardín de Dionisófanes (IV 2, 5):
“La naturaleza de las ramas parecía cosa de arte” . 
A propósito de la artificiosidad de la novela yo llamaría la atención sobre lo artificioso del tema. Si digo que lo artificioso echa raíces en el tema mismo de la novela, no estoy criticando la poca o mucha verosimilitud de motivos literarios de tanta tradición en el drama como la exposición de los niños o su posterior reconocimiento.

La cuestión que aquí me planteo, y que igualmente se ha planteado la crítica a lo largo de la historia, es la de si es convincente la ingenuidad y el candor de los dos jóvenes. La ingenuidad de los dos niños es, fundamental pero no exclusivamente, ingenuidad en el aspecto sexual. 

Que la actitud de los protagonistas ante el mundo es esencialmente ingenua lo muestra un pasaje del libro tercero en el que Cloe, una niña de trece o catorce años criada en el campo, descubre admirada el fenómeno del eco (III 21-23).

Donde más salta a la vista la ingenuidad de los muchachos es en el descubrimiento del amor y el sexo. Ahora bien, que la situación de la vida en el campo podía ser a veces mucho más cruda nos lo da a entender el mismo Longo en algunos pasajes, como por ejemplo en este en el que Nape reflexiona sobre la conveniencia de casar a Cloe antes de que pierda la virginidad con algún pastor (III 25, 2):
“Nape (...) aconsejaba entregar en matrimonio a Cloe y no retener por más tiempo en casa a una joven en esta edad, que quizá perdería pronto la virginidad mientras pastoreaba y obtendría por marido a algún pastor a cambio de manzanas o rosas”. 
Podemos pensar que los dos protagonistas son unos ingenuos y que Longo se porta como otro ingenuo al retratar el candor de los jóvenes; pero acaso los más ingenuos de todos seamos nosotros, los lectores, por realizar una interpretación excesivamente simple de la actitud del autor.

Es más que probable que Longo fuera plenamente consciente de la excesiva ingenuidad de sus protagonistas; la novela sería entonces, según dijo Anderson, “a sober portrait of naivety seen through the most sophisticated eyes”.

Puede que, en el retrato de este candor, la mirada de Longo se tiña de ironía; en este sentido convendrá comentar quizá que un número no desdeñable de autores han tratado en los últimos tiempos la cuestión de la ironía en el Dafnis y Cloe.


Conclusión 

Si me he detenido a discutir la presunta artificiosidad de la obra de Longo ha sido al objeto de romper una lanza en favor del novelista y hacer ver que algunas supuestas imperfecciones de la obra quizá no sean tales. Podemos afirmar que Dafnis y Cloe presenta una sensibilidad mucho más matizada que los otros exponentes de su género.

Creo que se puede decir, en síntesis, que esa sensibilidad se manifiesta por dos lados: en la actitud de la novela hacia el mundo natural y en el tratamiento psicológico de los personajes, de su proceso de descubrimiento del amor.