martes, 27 de noviembre de 2012

SAN MERCURIO



Esta mañana estaba traduciendo a Juan de Damasco y me encontré con una historia casi tan curiosa como aquella de El ciervo y la cruz.

Es que resulta que, según esta leyenda 'piadosa', quien realmente mató al emperador Juliano... ¡fue san Mercurio, a petición de san Basilio!


"Está escrito en la Vida del bienaventurado Basilio, la que compuso Heladio, su discípulo y sucesor en el cargo, que este hombre piadoso se hallaba de pie ante la imagen de la Señora en la cual estaba también representada la figura de Mercurio, el celebrado mártir. Estaba de pie pidiendo el fin de Juliano, el tirano apóstata y el mayor de los ateos.

A través de esta imagen recibió la revelación, pues vio cómo, por un momento, desaparecía el mártir y, al poco, volvía a aparecer con la lanza ensangrentada".

(San Juan de Damasco, Sobre las imágenes sagradas 1.60)


Más curioso me pareció aún descubrir que en una iglesia de Toro (San Salvador de los Caballeros) se encuentra representado este tema en una pintura del siglo XVIII: 








domingo, 14 de octubre de 2012

NOVELAS GRIEGAS CONSERVADAS


Esta fue una de las primeras entradas que creé en el blog. Cuatro años después iba necesitando algunos retoques: estéticos, de contenido, bibliográficos. Se agradecen sugerencias.

(Indico, por cierto, que la novela de la que tengo más material escrito -y traducido- es el Dafnis y Cloe de Longo. Espero poderle dedicar pronto una entrada propia).


Las cinco novelas griegas que conservamos íntegras responden al tipo de la “novela de amor y aventuras”. Estas cinco novelas son, siguiendo el orden cronológico más verosímil:
  • Quéreas y Calírroe (¿mediados S. I a.C. / S. I d.C.?);
  • Jenofonte de Éfeso, Antea y Habrócomes (Efesíacas) (¿mediados S. II?);
  • Aquiles Tacio, Leucipa y Clitofonte (finales S. II);
  • Longo, Dafnis y Cloe (finales S. II / principios S. III);
  • Heliodoro, Teágenes y Cariclea (Etiópicas) (principios / mediados S. III, o finales S. IV).
Al estudiar estas obras se ha de atender a las características más destacadas de cada una de las cinco; pero se debe prestar una atención especial a los casos del Dafnis y Cloe y las Etiópicas, por las razones que después apuntaremos.



1. CARITÓN DE AFRODISIAS, QUÉREAS Y CALÍRROE

Al hablar de la primera novela conservada, QUÉREAS Y CALÍRROE, se ha de destacar la importancia que adquiere en su argumento la referencia a un momento histórico concreto, el final del siglo V a. C., época para la que está atestiguado el personaje histórico que pasa por ser padre de Calírroe, Hermócrates.


2. JENOFONTE DE ÉFESO, ANTEA Y HABRÓCOMES (EFESÍACAS)

En relación con las EFESÍACAS, la novela más breve que conservamos, se le ha de conceder especial atención al problema de si lo que nosotros tenemos es la obra íntegra o tan sólo un resumen, una versión abreviada, lo cual daría cuenta de las peculiaridades estructurales de la obra (Hägg 1966).


3. AQUILES TACIO, LEUCIPA Y CLITOFONTE

En el caso de LEUCIPA Y CLITOFONTE, obra de Aquiles Tacio, se ha de subrayar el que en ella se fuerzan, en ocasiones, algunas de las convenciones del género, según sucede por ejemplo en relación con la castidad del protagonista masculino, Clitofonte. Por este motivo se ha supuesto un posible tratamiento irónico de los motivos del género en la obra (Chew 2000-01; Durham 1938. Para el caso semejante del Dafnis y Cloe, Wouters 1987).


4. LONGO, DAFNIS Y CLOE

DAFNIS Y CLOE debe recibir una atención especial dado que esta novela presenta peculiaridades que la distinguen frente al conjunto del género.

Buena parte de esas peculiaridades responden al hecho de que en el Dafnis y Cloe coexiste, con el modelo novelesco, el influjo del género bucólico (cfr. Effe 1982; Hunter 1983 y 1996; Mittelstadt 1966 y 1970).

La preeminencia del elemento pastoril en la obra se aprecia ya en su proemio:
En Lesbos, cazando en un soto de las Ninfas, contemplé una cosa, la más hermosa de cuantas he contemplado: una imagen pintada, una historia de amor. También el soto era hermoso, rico en árboles, florido, bien regado: una sola fuente lo nutría todo, tanto las flores como los árboles; pero la pintura era más agradable, pues tenía un arte extraordinario y contenía un suceso de amor: así que muchos, extranjeros incluso, acudían siguiendo su fama, por venerar a las Ninfas y por contemplar la pintura. En ella había mujeres dando a luz y otras poniendo ricos pañales, niños expuestos, animales amamantándolos, pastores que los recogían, jóvenes que se comprometían, una incursión de piratas, un ataque de enemigos. Viendo y admirando en la pintura otros muchos episodios, todos amorosos, se apoderó de mí el deseo de hacer por escrito una réplica del cuadro. Y tras buscarme un intérprete de la pintura elaboré cuatro libros, ofrenda para Eros y las Ninfas y Pan, logro agradable para todos los hombres, que al enfermo curará y al dolorido confortará, al que haya amado le hará recordar, al que no haya amado lo preparará. Pues de todas todas nadie huyó ni huirá del amor, mientras haya belleza y vean los ojos. Que a nosotros el dios nos conceda, guardando la compostura, escribir sobre los demás (trad. J. B. Torres).
Pero más importante es el hecho de que en esta obra pueda detectarse un principio de evolución psicológica en el descubrimiento del amor por parte de los protagonistas (García Gual 1994). Se ha de comentar también que, en el caso de esta novela, ha sido especialmente discutida su vinculación con cultos mistéricos (Chalk 1960; Merkelbach 1988).


5. HELIODORO, TEÁGENES Y CARICLEA (ETIÓPICAS)

De todas las novelas griegas conservadas, la que presenta una estructura más compleja y elaborada (Paulsen 1992; Lowe 2000) son las ETIÓPICAS de Heliodoro.

En la exposición de esta obra se debe destacar que en ella alcanzan su máximo exponente los presupuestos del género de la novela antigua.

Conviene recordar también que el prestigio de Heliodoro se mantuvo intacto a lo largo de los siglos y que por ello, cuando Cervantes escriba el prólogo de sus Novelas ejemplares, dirá que con el Persiles aspira a emular al autor de las Etiópicas.

Por cierto, se puede señalar también que, si la cronología más reciente de la obra es correcta (finales del siglo IV), esta sería la única novela griega de la Antigüedad a la que cabría llamar novela bizantina.




ALGUNAS REFERENCIAS:

* Sobre Caritón de Afrodisias:
GARCÍA GUAL, C., “Introducción”, en Caritón de Afrodisias, Quéreas y Calírroe. Jenofonte de Éfeso, Efesíacas. Fragmentos novelescos, Madrid, 1979, pp. 9-31.
MOLINIÉ, C., Chariton. Le Roman de Chairéas et Callirrhoé, París, 1989.
PAPANIKOLAU, A.D., Chariton-Studien, Gotinga, 1973.
REARDON, B.P., “Theme, Structure and Narrative in Chariton”, YCS 27 (1982), pp. 1-27.
REARDON, B.P. (ed.), Chariton Aphrodisiensis. De Callirhoe narrationes amatoriae, Múnich-Leipzig, 2004.
RUIZ-MONTERO, C., “Chariton von Aphrodisias: ein Überblick”, ANRW II 34, 2 (1994), pp. 1006-1054.
SCHMELING, G.L., Chariton, Nueva York, 1974.

* Sobre Jenofonte de Éfeso:
HÄGG, T., “Die Ephesiaka des Xenophon Ephesios-Original oder Epitome?”, C&M 27 (1966), pp. 118-161.
KONSTAN, D., “Xenophon of Ephesus: Eros and Narrative in the Novel”, en J.R. Morgan y R. Stoneman (eds.), Greek fiction: the Greek Novel in Context, Londres, 1994, pp. 49-63.
MENDOZA, J., “Introducción”, en Caritón de Afrodisias, Quéreas y Calírroe. Jenofonte de Éfeso, Efesíacas. Fragmentos novelescos, Madrid, 1979, pp. 217-232.
RUIZ-MONTERO, C., “Xenophon von Ephesos: ein Überblick”, ANRW II 34, 2 (1994), pp. 1088-1138.
SCHMELING, G.L., Xenophon of Ephesus, Boston, 1980.

* Sobre Aquiles Tacio:
BRIOSO SÁNCHEZ, M., “Introducción”, en M. Brioso Sánchez y E. Crespo Güemes (trads.), Longo, Dafnis y Cloe. Aquiles Tacio, Leucipa y Clitofonte. Jámblico, Babiloníacas (Resumen de Focio y fragmentos), Madrid, 1982, pp. 145-169.
BRIOSO SÁNCHEZ, M., “El debate sobre los dos amores en la literatura imperial”, en M.A. Roldán et alii (eds.), Homenaje J. Lens Tuero, Granada, 2000, pp. 55-73.
CHEW, K.S., “Achilles Tatius and Parody”, CJ 96 (2000-2001), pp. 57-70.
DURHAM, D.B., “Parody in Achilles Tatius”, CPh 33 (1938), pp. 1-19.
MORALES, H., Vision and Narrative in Achilles Tatius' Leucippe and Clitophon, Cambridge-Nueva York, 2004.
SEDELMEIER, D., “Studien zu Achilleus Tatios”, WS 72 (1959), pp. 113-143.

* Sobre Longo:
BRIOSO SÁNCHEZ, M., “Introducción”, en M. Brioso Sánchez y E. Crespo Güemes (trads.), Longo, Dafnis y Cloe. Aquiles Tacio, Leucipa y Clitofonte. Jámblico, Babiloníacas (Resumen de Focio y fragmentos), Madrid, 1982, pp. 9-36.
CHALK, H.H.O., “Eros and the Lesbian Pastorals of Longos”, JHS 80 (1960), pp. 32-51.
EFFE, B., “Longos. Zur Functionsgeschichte der Bukolik in der römischen Kaiserzeit”, Hermes 110 (1982), pp. 65-84.
GARCÍA GUAL, C., “La originalidad de Longo o el tiempo del amor en Dafnis y Cloe", en R. M.ª Aguilar et alii (eds.), Homenaje a Luis Gil, Madrid, 1994, pp. 465-476.
HUNTER, R.L., A Study of Daphnis and Chloe, Cambridge, 1983.
HUNTER, R. (1996), “Longus, Daphnis and Chloe”, en G. SCHMELING (ed.), The Novel in the Ancient World, Leiden, 361-386.
MERKELBACH, R., Die Dionysos-Mysterien der römischen Kaiserzeit und der bukolische Roman des Longos, Stuttgart, 1988.
MITTELSTADT, M.C., “Longus, Daphnis and Chloe and the Pastoral Tradition”, C&M 27 (1966), pp. 162-177.
MITTELSTADT, M.C., “Bucolic-Lyric Motifs and Dramatic Narrative in Longus' Daphnis and Chloe”, RhM 113 (1970), pp. 211-227.
SCARCELLA, A.M., Struttura e tecnica narrativa nel romanzo di Longo Sofista, Palermo, 1968.
WOUTERS, A., “Irony in Daphnis' and Chloe's Love Lessons”, QUCC 26-2 (1987), pp. 111-118.
ZEITLIN, J.I., “The Poetics of Eros: Nature, Art and Imitation in Longus' Daphnis and Chloe”, en D. Halperin et alii (eds.), Before Sexuality: The Construction of Erotic Experience in the Ancient Greek World, Princeton, 1990, pp. 417-464.

* Sobre Heliodoro:
CRESPO GÜEMES, E., “Introducción general”, en Heliodoro, Las Etiópicas o Teágenes y Cariclea, Madrid, 1979, pp. 7-61.
FEUILLATRE, E., Études sur les Éthiopiques d'Héliodore, París, 1966.
HUNTER, R.L. (ed.), Studies in Heliodorus, Cambridge, 1998.
LOWE, N.J., “Epic Fiction: the Greek Novel”, en The Classical Plot and the Invention of Western Narrative, Cambridge, 2000, pp. 222-258.
MORGAN, J.R. (1996), “Heliodoros”, en G. SCHMELING (ed.), The Novel in the Ancient World, Leiden, 417-456.
PAULSEN, TH., Inszenierung des Schicksals. Tragödie und Komödie im Roman des Heliodor, Tréveris, 1992.
PULQUERIO FUTRE, M., Estruturas técnico-narrativas nas Etiópicas de Heliodoro, Lisboa, 1987.
SANDY, G.N., Heliodorus, Boston, 1982.
WINKLER, J.J., “The Mendacity of Kalasiris and the Narrative Strategy of Heliodorus'Aithiopika”, YCS 27 (1982), pp. 93-158.



miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA ODISEA COMO ÉPICA NOVELESCA


Viajar hasta Ítaca vale, sin duda, la pena. Por Ítaca (quizá) y por el propio viaje.

Diez años le costó a Odiseo volver a su casa. Quizá no le hubiera importado añadir otros diez.


Esta entrada sobre la Odisea trata cuatro puntos:
  1. Tras presentar el poema, se resume su argumento.
  2. Seguidamente se trata la hipótesis analítica en relación con la Odisea.
  3. Es parte esencial de la exposición objetivar después las diferencias que se aprecian entre la Odisea y la Ilíada.
  4. Por último, y a manera de síntesis, se desarrollará la tesis de que la Odisea ha de ser leída como una epopeya novelesca.


1. PRESENTACIÓN DEL POEMA. SU ARGUMENTO

Se abre la exposición comentando las razones en que se ha basado tradicionalmente la crítica a la hora de suponer que la Odisea es un poema más moderno que la Ilíada.
Esta opinión encontró una formulación afortunada en Pseudo-Longino, en su tratado Sobre la sublimidad (IX). Allí propone que los dos poemas eran obra del mismo autor, aunque la Ilíada era un poema de juventud y la Odisea la debió de escribir Homero en su vejez.
Esta opinión la consideró verosímil Albin Lesky en su Historia de la Literatura Griega, si bien él se decanta por creer en dos autores distintos, que quizá compusieron los poemas en torno a las siguientes fechas:
  • Ilíada: 750 a. C.
  • Odisea: 700 a. C.
En defensa de la hipótesis de la mayor modernidad de la Odisea se han aducido argumentos de tipo distinto:
  • argumentos lingüísticos (es  fundamental  el estudio de R. Janko, Homer, Hesiod and the Hymns: Diachronic Development in Epic Diction, Cambridge, 1982: se trata de un trabajo de estadística lingüística);
  • también se ha hablado de un uso más moderno de las fórmulas épicas en Odisea;
  • hay argumentos de realia;
  • y, en relación con estos últimos, debe comentarse que se ha entendido, p. ej., que la Odisea refleja el mundo de las colonizaciones por el papel que en ella juega la navegación.
Lo más verosímil es que la Odisea sea realmente más moderna que la Ilíada. En cambio, no está tan claro que, como pensaban Pseudo-Longino u otros autores modernos, los dos poemas hayan sido compuestos por el mismo autor, sea por vía oral o con el apoyo tecnológico de la escritura.

La evidencia habla más bien a favor de que se trata de obras de dos autores distintos, y ello en razón de lo que se dirá más adelante sobre las diferencias entre los dos poemas.

Antes de resumir el argumento de la Odisea se ha de recordar que, desde el punto de vista temático, la Odisea es un nóstos: un relato sobre el regreso a sus patrias de los caudillos griegos tras la toma de Troya (mira la entrada ).

Junto a la Odisea coexisten fragmentos de unos Nóstoi pertenecientes al Ciclo épico, así como de la Telegonía (sobre el encuentro entre Odiseo y su hijo Telégono, nacido de Circe).

Ahora bien, a tenor de lo que podemos conocer de esos Nóstoi parece que la diferencia entre ellos y la Odisea no era solo cuantitativa sino, ante todo, cualitativa.

También era consciente de ello Aristóteles, quien en su Poética reprochaba la falta de unidad de los poemas cíclicos, en los que, al parecer, los acontecimientos se concatenaban según el puro orden cronológico.
La estructura de la trama, la organización del argumento en la Odisea, es claramente distinta: es una trama compleja, como ya indicó Aristóteles.

Al leer esta epopeya se aprecia con facilidad que dentro de ella se han de distinguir tres secciones:
  1. “Telemaquia”, cantos I-IV.
  2. Los viajes de Odiseo, cantos V-XIII.
  3. Odiseo en Ítaca, cantos XIII-XXIII.
* Cantos I-IV (“Telemaquia”):
  • La acción del poema se abre presentando los acontecimientos de Ítaca, de donde Odiseo está ausente desde hace diez años.
  • Su hijo Telémaco intenta defender su hacienda frente a los pretendientes de Penélope, que la están devorando.
  • Telémaco decide hacer indagaciones sobre la suerte de su padre y emprende un viaje (como su padre, también él viaja) que le llevará hasta las cortes de Néstor (Pilos) y Menelao (Esparta): sobre el viaje de Telémaco y el motivo literario del viaje, mira lo que se dice en este enlace.

* Cantos V-XIII (los viajes de Odiseo):
  • En el canto V la acción salta hasta Odiseo, quien se halla en Ogigia, retenido junto a Calipso porque Poseidón se opone a su regreso: la razón se halla en el episodio de Polifemo, hijo de Poseidón al que cegó el héroe.
  • Cuando se autoriza su partida de Ogigia, Odiseo llega (VI) hasta Nausícaa y los feacios (en Esqueria).
  • Allí, en la corte de Alcínoo, propone un extenso relato (cantos IX-XII) de sus aventuras tras la captura de Troya: lotófagos, cíclopes, Eolo, lestrígones, Circe, el descenso al Hades, sirenas, Escila y Caribdis, la ira del Sol...
  • En ese relato es Odiseo mismo quien expone sus sentimientos y reacciones durante las aventuras: esto constituye una técnica de gran eficacia, mayor que si todo lo hubiese contado el narrador principal.
* Cantos XIII-XXIII:
  • En el canto XIII se produce finalmente el regreso de Odiseo a Ítaca, tras veinte años de ausencia.
  • La gran cuestión de esta parte es: después de tantos años, ¿seguirán siendo fieles a Odiseo todos los suyos?
  • (Se ha argumentado [por Schwinge 1993: Die Odyssee - nach den Odysseen] que la invención de este tema habría sido otra de las innovaciones fundamentales de la Odisea frente a la tradición épica de los Nóstoi anteriores).
  • Primeramente se produce el encuentro con Telémaco en la majada de Eumeo; allí, entre los tres, se prepara la venganza de Odiseo (cantos XIII-XVI).
  • Tras la prueba del arco tiene lugar el castigo de los pretendientes (cantos XXI y XXII).
  • Y, posteriormente, se produce el reencuentro con Penélope (canto XXIII), cuya confianza debe recuperar Odiseo.
* Canto XXIV (¿un apéndice?):
  • El canto XXIV, supuestamente un apéndice posterior al resto del poema, incluye la visita de Odiseo a su padre Laertes: en esa ocasión se produce la reconciliación con los familiares de los pretendientes asesinados.
Para cerrar esta revisión del argumento de la Odisea se hace observar que dentro de la epopeya coexisten dos líneas argumentales:
  • la que se refiere a las aventuras de Odiseo
  • y la que atañe a los acontecimientos de Ítaca.
Para pasar de la una a la otra, hasta llegar al momento en que se juntan, el poeta debe llevar la acción de la que esté tratando a un “punto de descanso”: ése es el momento y el lugar en el que puede abandonar una línea y pasar a la otra. El empleo de esta técnica puede ejemplificarse, p. ej., con lo que sucede al final del canto IV:
  • tras cuatro cantos siguiendo la línea de los acontecimientos de Ítaca (con la atención centrada en Telémaco),
  • el narrador deja a Telémaco en Esparta (su “punto de descanso”) junto a Menelao y aborda en el canto V la línea de las andanzas de Odiseo.


2. LA HIPÓTESIS ANALÍTICA EN SU APLICACIÓN A LA ODISEA

Después de haber expuesto el argumento de la epopeya, se puede discutir la validez de la hipótesis analítica en el caso de la Odisea.

Ha de decirse que, en el caso de la Odisea, la hipótesis analítica ha concitado mayores apoyos que en el caso de la Ilíada: los lectores de la Odisea han sido especialmente conscientes en su caso de ciertas inconsistencias o divergencias de estilo.

Una versión común de la hipótesis analítica aplicada a la Odisea (von der Mühll, Schadewaldt, Galiano…) dirá, por ejemplo, que en la composición del poema tal y como nosotros lo conocemos intervinieron dos autores, A y B.
  • A habría sido un autor jónico, “impregnado de una mentalidad heroica llegada a él por la tradición poética oral desde la época micénica a través del “medievo” geométrico” (Galiano, introducción a la Odisea de Gredos, p. 31).
  • B, en cambio, “sería un adaptador de otro carácter y origen que […] zurció a la manera rapsódica los trozos de que disponía incorporando, probablemente, a ellos un antiguo poema didáctico llamado Telemaquia”.
Esta hipótesis de Galiano es también la representada por Schadewaldt (1971), quien intenta, según lo usual en la escuela analítica, distinguir incluso aquellos pasajes o versos que se han de atribuir a uno u otro autor.
  • Es cierto que, como indican Galiano y Schadewaldt, se ha considerado muchas veces sospechoso el caso de la Telemaquia, que para algunos habría sido agregada a posteriori.
  • Pero, en defensa de la postura contraria, hemos de preguntarnos qué sentido tendría la Telemaquia como poema independiente (Hölscher 1988).
Personalmente soy partidario de
  • que la cuestión de si la Odisea es obra de un autor o reelaboración de dos autores distintos no puede recibir una respuesta definitiva;
  • que es posible leer la Odisea como una obra unitaria (el representante máximo de la postura unitaria en relación con la Odisea es Reinhardt);
  • que las “conexiones en la distancia” (al respecto, para el caso de la Ilíada, mira Reichel: Fernbeziehungen in der Ilias, Tubinga,1994) son un argumento de mucho peso en favor de esa unidad;
  • que las ocasionales inconsistencias o disonancias del poema (mira el manual de Lesky, pp. 70-71) pueden explicarse a la luz de las técnicas de composición oral que para algunos usó el poeta, o de las que al menos era heredero: se trataría, por tanto, de un caso de premeditation and [in]correction.
Por último, ha de hacerse notar que incluso entre los partidarios de las posturas unitarias es habitual entender que el canto XXIV de la epopeya es ajeno a la concepción original del poema.

Se ha pensado ya desde la Antigüedad (esta parece haber sido la opinión de Aristófanes de Bizancio y de Aristarco) que la Odisea terminaba originalmente en XXIII 296, y que, a partir de ahí (también el resumen de sus aventuras que hace Odiseo para Penélope al final de XXIII), todo es un añadido.

Con todo, se podrá recordar que tampoco faltó en el cambio de siglos (mira Lowe 2000, 150-151) quien opinaba que el canto XXIV de la Odisea es funcional:
El encuentro que se produce en él entre Odiseo y Laertes ofrece un contrapunto (¿intencionado?) para el encuentro Aquiles-Príamo en Ilíada XXIV.
Por mi parte entiendo que el canto XXIV de la Ilíada representa el clímax del poema, mientras que el mismo canto en la Odisea es un elemento extraño, funcional en ciertos sentidos pero quizá no tanto como supone Lowe.


3. DIFERENCIAS ENTRE ODISEA E ILÍADA

Pasamos ahora a referirnos a las evidentes diferencias que median entre los dos poemas homéricos canónicos. Y empezamos destacando el distinto carácter de los dioses de la Odisea.

Sintetizando la cuestión podría decirse que la figura del dios aumenta en justicia en la Odisea, y que en la misma medida pierde peso en la trama.

Recuérdese que, al principio del poema (canto I), se produce una asamblea divina (I 26-101) en la que se presenta una especie de “Teodicea” o justificación de los dioses:
  • Zeus afirma que no es cierto que los dioses sean culpables de los males de los hombres.
  • Los culpables de ello son los propios hombres, que se atraen las desgracias por sus desvaríos.
  • Como ilustración propone (I 32-43) el ejemplo de Egisto, quien no recapacitó sobre lo que se le había advertido y, por seducir a Clitemnestra y matar a Agamenón, murió a manos de Orestes.
Por cierto que la historia de Agamenón y Orestes se emplea en diversos momentos del poema como contrapunto para la historia de Odiseo y Telémaco:
  • a Telémaco (otro Orestes), esa historia le impulsa a la venganza (contra los pretendientes);
  • a Odiseo (otro Agamenón), esa historia le incita a evitar la suerte que corrió el rey de Micenas.
(Se establecen además paralelismos o contraposiciones entre los pretendientes y Egisto, entre Penélope y Clitemnestra).

La idea de justicia divina que se formula en el discurso de Zeus del canto I impregna toda la Odisea. Esa idea explica:
  • la muerte de los pretendientes, que habían sido advertidos repetidamente de que cometían una maldad;
  • el apoyo que Atenea presta de manera constante a Odiseo;
  • también los vagabundeos de Odiseo, pues éste se había hecho culpable al cegar al hijo de Poseidón, Polifemo.
Es cierto que Ilíada y Odisea coinciden en la idea de que los hombres están sometidos a ciertos límites fijados por los dioses que no deben traspasar, y que vulnerarlos implica destrucción. Ahora bien, existe una diferencia esencial:
  • Mientras que en la Ilíada los hombres están sometidos al poder divino de manera total, sin posibilidad de hacer nada para cambiar su destino, en la Odisea prima la idea de que existe un principio de justicia: p. ej., si la tripulación de Odiseo no logra volver a Ítaca es en razón de sus transgresiones (así se dice ya en I 5-9).
Sucede que, análogamente, a la distinta concepción de los dioses corresponde también una distinta concepción del hombre y del héroe.
Cuando menos parece que, en la Odisea, al hombre se le reconoce una mayor responsabilidad que en la Ilíada, de forma muy clara, en un sentido negativo: si los hombres (decía Zeus en el canto I) sufren desgracias, es por culpa de sus desvaríos.
Este reconocimiento de una “mayor responsabilidad” del hombre en la Odisea puede ponerse en relación con el supuesto proceso de “descubrimiento del espíritu” (“Entdeckung des Geistes”) que se produjo a partir de la época arcaica según la opinión de autores como Snell o Dodds:
Snell, B., Die Entdeckung des Geistes: Studien zur Entstehung des europäischen Denkens bei den Griechen, Hamburgo, 1955 (3ª ed.).
Dodds, E.R., Los griegos y lo irracional, Madrid, 1983 (The Greeks and the Irrational, Berkeley, 1959).
Hoy en día se tiende a pensar que la cuestión no es que el hombre homérico no fuese aún consciente de sus procesos mentales, de la libertad de sus decisiones. Se tiende a pensar, más bien, que la toma de decisiones es comprendida en Homero (o en época arcaica, en general) de manera distinta a como se hace en las épocas moderna o contemporánea.

Ésta es una cuestión en la que no se puede profundizar aquí; cf., p. ej.,
A. Schmitt, Die Selbstständigkeit und Abhängigkeit menschlichen Handelns bei Homer, Stuttgart, 1990.
Chr. Gill, Greek Thought, Oxford, 1995.
Sobre la cuestión de las diferencias entre Ilíada y Odisea en relación con dioses y héroes hay una exposición ponderada en Kullmann (1985). Específicamente en relación con la imagen del hombre en la Odisea, cf. Kullmann 1992:
W. Kullmann, “Das Bild des Menschen in der Odyssee”, en Homerische Motive, Stuttgart, 1992, pp. 272-290.
Desde el punto de vista de la técnica narrativa existen también diferencias entre la Ilíada y la Odisea: en opinión de la crítica, esa técnica es más refinada en el caso de la Odisea.

En este sentido, Rengakos ha estudiado específicamente el mayor refinamiento de las técnicas usadas en la Odisea para crear tensión:
Rengakos, A., “Spannungsstrategien in den homerischen Epen”, en J.N. Kazazis y A. Rengakos (eds.), Euphrosyne. Studies in Ancient Epic and its Legacy in Honor of Dimitris N. Maronitis, Stuttgart, 1999, 308-38.
Se hará observar que la Odisea, como la Ilíada, ha de ofrecer una imagen de los acontecimientos de 10 años a través de la narración de unos pocos días. En este caso unos 40, de los que propiamente sólo se narran 16 días y 8 noches.

Es importante (y otra diferencia frente a la Ilíada) que aquí se escoja narrar los últimos 40 días del período de 10 años: el final de la Odisea es un auténtico final, la Ilíada en cambio no está cerrada: nos quedamos aguardando la muerte de Aquiles y la caída de Troya.

Ahora bien, el punto destacable es el nuevo condicionante que se impone el poeta de la Odisea quien, como ya ha sido dicho, debe seguir dos líneas argumentales distintas y, por ello, ha de explorar recursos nuevos que le permitan narrar la simultaneidad.
Narrar la simultaneidad no es algo simple: en los poemas homéricos vemos cómo se exploran procedimientos para narrarla; esta es una cuestión a la que concede especial importancia la teoría de la narrativa de los siglos XX y XXI: mira De Jong 2001.
Narrativamente es también peculiar el hecho de que el narrador ceda la palabra a su protagonista durante cuatro cantos (IX-XII), para que éste introduzca una retrospección y se convierta en narrador segundo de sus propias aventuras.
De esta forma, con la Odisea surge la narración en primera persona dentro de la literatura occidental.


4. LA ODISEA, EPOPEYA NOVELESCA

Concluiré esta exposición sobre la Odisea comentando lo que quizá es su diferencia fundamental respecto a la Ilíada:
  • Mientras que la Ilíada es una epopeya trágica, la Odisea es, en cambio, una epopeya con final feliz, que posiblemente debamos calificar como “epopeya novelesca” (cf. Lowe 2000, 129-156).
De esta cuestión era consciente Pseudo-Longino, quien afirma, a propósito de lo que dice sobre la Odisea, que el genio en decadencia pierde sublimidad y desemboca en la pintura de caracteres y la comedia.

Nótese que, desde el punto de vista de la teoría de Aristóteles sobre el argumento, la Odisea es además el ejemplo perfecto de la trama en la que se produce un cambio doble:
  • de la fortuna a la desgracia para los personajes malos
  • y de la desgracia a la fortuna para los personajes buenos.
Éste es, dice Aristóteles (Poética 13), el tipo de argumento que prefieren los espectadores, el de mayor éxito a lo largo de toda la historia.
En este sentido, la Odisea parece constituir el inicio de toda una tradición de “literatura popular” que no siempre ha mantenido el nivel de calidad de su primer representante.
Dentro de la propia literatura griega, el continuador natural de la Odisea es la novela imperial, también una narración extensa con final feliz, aunque ahora escrita en prosa y con argumento ficticio.
No en vano son constantes los influjos de la Odisea en la novela griega, como es bien sabido por la crítica.
Éste puede ser el momento de terminar recordando lo dicho por Hölscher (1988) en relación con la deuda de la Odisea respecto al cuento popular.
  • Que esa deuda existe ha sido reconocido desde siempre para, al menos, el caso del apólogos de Odiseo, es decir, su extenso relato en primera persona sobre sus aventuras en el mar.
  • En esa narración surgen elementos folklóricos o elementos que proceden de historias de marineros y que, por tanto, no pertenecen propiamente a la tradición épica.
  • P. ej., tómese en consideración las similitudes, que las hay, entre Odiseo y Simbad, marineros náufragos los dos.
  • Lo peculiar en Hölscher (1988) es el reconocimiento de que la estructura general de la Odisea es, en sí misma, una estructura típica del Märchen:
El héroe del cuento (Odiseo) ha de superar diversas pruebas (viajes, enfrentamiento con los pretendientes) hasta vencer a sus rivales y hacerse con la mano de la princesa (Penélope).



ALGUNAS REFERENCIAS:

AUSTIN, N., Archery at the Dark of the Moon: Poetic Problems in Homer's Odyssey, Berkeley, 1975.
CLAY, J. S., The Wrath of Athena: Gods and Men in the Odyssey, Lanham, 1997.
DANEK, G., Epos und Zitat: Studien zu den Quellen der Odyssee, Viena, 1998.
DE JONG, I., A Narratological Commentary on the Odyssey, New York, 2001.
DOHERTY, L. E. (ed.), Homer’s Odyssey, Oxford, 2009.
FENIK, B., Studies in the Odyssey, Wiesbaden, 1974.
FERNÁNDEZ GALIANO, M., “Introducción”, en Homero. Odisea, Madrid, 1982, pp. 7-95.
FINLEY, M.I., El mundo de Odiseo, México, 1961 (The World of Odysseus, Oxford, 1955).
HEITMAN, R., Taking Her Seriously: Penelope and the Plot of Homer's Odyssey, Ann Arbor, 2005.
HEUBECK, A. (et alii), Omero. Odissea, Fundación Lorenzo Valla, 1981-86.
HÖLSCHER, U., Die Odyssee. Ein Epos zwischen Märchen und Roman, Múnich, 1988.
KULLMANN, W., “Gods and Men in the Iliad and the Odyssey”, HSCPh 89 (1985), pp. 1-23.
KULLMANN, W., “Das Bild des Menschen in der Odyssee”, en Homerische Motive, Stuttgart, 1992, pp. 272-290.
LÓPEZ EIRE, A., “Homero”, en J. A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 33-65.
LOWE, N.J., The Classical Plot and the Invention of Western Narrative, Cambridge, 2000.
PAGE, D.L., The Homeric Odyssey, Oxford, 1955.
RENGAKOS, A., “Spannungsstrategien in den homerischen Epen”, en J.N. Kazazis y A. Rengakos (eds.), Euphrosyne. Studies in Ancient Epic and its Legacy in Honor of Dimitris N. Maronitis, Stuttgart, 1999, pp. 308-338.
SAÏD, S., Homer and the Odyssey, Oxford, 2011.
SCHADEWALDT, W., “La Odisea como poesía”, en W. Schadewaldt y M. Fernández Galiano, Estudios de Literatura Griega, Madrid, 1971, pp. 11-52.
SCHMITT, A., Die Selbstständigkeit und Abhängigkeit menschlichen Handelns bei Homer, Stuttgart, 1990.
SNELL, B., Die Entdeckung des Geistes: Studien zur Entstehung des europäischen Denkens bei den Griechen, Hamburgo, 1955, 3ª ed.
USENER, K., Beobachtungen zum Verhältnis der Odyssee zur Ilias, Tubinga, 1990.




martes, 28 de agosto de 2012

MEDEO VIVE EN CÓRDOBA



En 1995 una alumna dijo en un trabajo que Medea, al castigar a su marido Jasón matando a los hijos del matrimonio, se vengaba de una forma femenina. Cuando trasladé la cuestión al conjunto de la clase, se armó un revuelo impresionante. ¿Existe de verdad una venganza femenina?

Esta entrada tiene muy poco que ver con el resto del blog, sí, pero es que las circunstancias obligan. Uno lee lo que al parecer ha hecho José Bretón con sus hijos, a los que mata para vengarse de su mujer, y es inevitable acordarse de Medea, yo al menos no lo puedo evitar, deformación profesional.

Igual que luego, al saber que incineró sus cuerpos en un horno crematorio casero, la memoria se va a Eichmann, del que Bretón parece un émulo aventajado. Porque hay que ser un discípulo muy aventajado para aniquilar no a desconocidos sino a tus propios hijos de 2 y seis años.

No sé si la venganza, la crueldad de Medea es muy femenina. Lo que sí creo es que Medeo vive en Córdoba. Y Eichmann también.

PS. Cada vez hay más lectores del blog de fuera de España, últimamente nos visita además mucha gente del resto de Europa, hasta de Rusia; aquí cuelgo algunos enlaces a periódicos españoles de hoy, de todo signo, para quienes quieran tener más información de la noticia:
http://www.abc.es/20120828/espana/abci-victima-acusar-201208271918.html
http://politica.elpais.com/politica/2012/08/27/actualidad/1346099663_702654.html
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/27/andalucia/1346101952.html
http://www.larazon.es/noticia/3414-los-dientes-de-leche-delatan-al-asesino
http://www.publico.es/espana/441445/jose-breton-regresa-hoy-a-la-finca-de-las-quemadillas-por-orden-del-juez


sábado, 11 de agosto de 2012

EL DELFÍN Y EL PENEDO


EL DELFÍN Y EL PENEDO


Para David, Raquel, Alicia, Tato, Juan y Mari Àngels: por muchas noches más en el monte Aloia


El Himno Homérico VII, dedicado a Dioniso, es nuestro testimonio literario más antiguo de la leyenda del rapto de este dios. Cuando se hallaba junto al mar, Dioniso fue capturado por unos piratas tirrenos que después, ante los prodigios provocados por él, se arrojaron despavoridos al mar y se convirtieron en delfines:


Al punto por el extremo de la vela se descolgó
una vid, de una parte y de otra, y de ella pendían muchos
racimos; en torno al mástil se enroscaba la negra yedra
de flores repleta, y sobre ella brotaba su delicioso fruto;
todos los escálamos tenían coronas. Y ellos, al verlo,
entonces luego ya mandaban al timonel que la nave
a tierra acercase. Pero aquél a la vista de ellos se convirtió dentro de la nave en un león
de terrible y torva mirada; y ellos hacia popa salieron huyendo,
y en torno al timonel, que mantenía un ánimo sereno,
se pusieron aterrados: él, de repente abalanzándose,
al capitán atrapó, y los demás evitando el aciago destino fuera
todos a un tiempo saltaron al mar divino, después que lo hubieron visto,
y en delfines se convirtieron.


Esta es la primera versión literaria de una historia que luego retomaron Ovidio en sus Metamorfosis y Nono de Panópolis en las Dionisíacas. Pero quien se refiere a las revisiones literarias del episodio no puede no citar su representación artística más bella, un plato de figuras negras del siglo VI a. C., obra de Exequias. Huella de la manifestación portentosa del dios del vino son en este plato la vid y los racimos que crecen y se descuelgan por el mástil de la nave.

Dicen que a Galicia llegó el Apóstol en una barca de piedra. Y que Nosa Señora da Barca, en Muxía, también llegó de manera semejante hasta su santuario de la Costa da Morte. No sé qué hay de verdad en estas leyendas piadosas ni quién las creó. Tampoco sé por qué a los gallegos nos gustan tanto las grandes moles de granito, los penedos. En cambio no tengo duda de que alguno de los delfines de Dioniso sí llegó hasta estas tierras y aquí se conserva metamorfoseado en piedra.

En Túi, junto a la gran cruz de piedra, cerca del rincón del monte Aloia donde hubo una pedra de abalar hasta que unos jóvenes animosos la sometieron a un test de stress excesivo (abalaron, abalaron e a escarallaron), se halla el delfín. Otros ven en él una ballena. Yo me inclino por la interpretación dionisíaca.

Es sabido que Diomedes y sus hombres, tras la captura de Troya, llegaron navegando hasta Túi. ¿Cómo fue posible?

Quizá estaba escrito, quizá fue casualidad que acertaran con el rumbo. Quizá intervino en tal viaje uno de los delfines de Dioniso, antes hombre, ahora fiel ayudante de los humanos que surcan el mar. Si el delfín condujo a Diomedes hasta estas tierras, ¿qué tiene de extraño que, metamorfoseado en penedo, siga velando desde las alturas del Aloia por los descendientes de los marineros que él guió hasta Túi?

En cristiano, San Telmo es el patrono de los marineros, de Túi, de los tudenses. Quizá es que todos en Túi somos un poco marineros.



domingo, 5 de agosto de 2012

EL CORPUS HIPOCRÁTICO Y LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO



Mi tía abuela Santy se murió en casa hace tres semanas, diez días antes de cumplir noventa y nueve años, después de haberse roto un brazo (esto daría para otra entrada en otro tipo de blog).

La tía Santy era, en lo que se refiere a los médicos, un espíritu hipocrático o galénico. Esto yo no lo sabía, claro, cuando era pequeño. Lo he descubierto mucho después cuando he estudiado la medicina de la Antigüedad. Está claro que ella, sin más estudios que los básicos de su época, tampoco lo sabía. Pero ¿cómo valorar, si no, su desconfianza absoluta hacia los análisis de sangre y hacia todo aquello que no fuera el ojo clínico de los galenos?

En los años treinta del siglo pasado, cuando estaba en la veintena, tuvo una mala experiencia con los análisis, con un análisis de sangre mal evaluado, que la marcó casi de por vida. Que la marcó al menos hasta 1997, cuando no le quedó más remedio que entrar en un hospital (de urgencias) a causa de una úlcera y dejar que le hicieran su primer análisis de la nueva era.

Por supuesto no se trata de que la escuela hipocrática o Galeno no se fiaran de los análisis de sangre o de nuestros métodos actuales, ¡qué más hubieran querido ellos que contar con una tecnología que les permitiera afinar el diagnóstico y fundamentar la prognosis!

Pero se da esta coincidencia entre Hipócrates, Galeno y la tía Santy. Creo que ello es excusa más que suficiente para dedicarle esta revisión de la entrada sobre la medicina hipocrática, una de las diez más visitadas del blog.



Esta entrada tiene por objeto hablar de los primeros científicos de Grecia y de los trabajos sobre medicina recogidos en el Corpus Hippocraticum. Seguiré este orden:

1. LOS ESCRITOS EN PROSA SOBRE DISCIPLINAS TÉCNICAS
2. LOS ORÍGENES DE LA MEDICINA Y EL HIPÓCRATES HISTÓRICO
3. EL CORPUS HIPPOCRATICUM
4. LA MEDICINA DEL S. V A. C. Y EL AMBIENTE INTELECTUAL DE SU ÉPOCA

Como bibliografía general sobre la ciencia en Grecia, mira la monografía de Rihll (1999: Greek Science). También va más allá del estudio de los escritos hipocráticos López Férez (1988), trabajo que se refiere tanto a la medicina como a la situación de las demás ciencias en el S. V a. C.


1. LOS ESCRITOS EN PROSA SOBRE DISCIPLINAS TÉCNICAS

El paso de la oralidad a la literariedad posibilitó la aparición, en el S. V a. C., de géneros en prosa. Antes, en el S. VI a. C., la prosa daba sus primeros pasos: así sucedía en el caso de Anaximandro (mira la entrada ).

En el S. V a. C. surgieron, aparte de otros ejemplos de prosa, escritos sobre disciplinas técnicas. Algunos autores escribieron obras de este tipo en relación con su propio arte, su téchne: parecen haber sentido el deseo de dar razón de su actividad mediante la palabra escrita. Así se cuenta, p. ej., que Sófocles escribió un tratado Sobre el coro.

En el mismo sentido se pueden recordar los casos de
  • el arquitecto Ictino;
  • el escultor Policleto.
Pero el escrito científico por puro amor a la ciencia debió de desarrollarse entre los matemáticos, lo cual, en esta época, es tanto como decir entre los matemáticos de la escuela pitagórica. Los pitagóricos se enfrentaron a problemas como
  • la cuadratura del círculo,
  • la trisección del ángulo,
  • la duplicación del cubo.
Matemáticos (geómetras) de esta época fueron, entre otros, los siguientes:
  • Hipócrates de Quíos: se ocupó del primer y del tercer problema, la cuadratura del círculo y la duplicación del cubo.
  • A resolver la cuestión de la cuadratura del círculo contribuyó también el sofista Antifonte (), quien inscribía en el círculo polígonos regulares con número de lados creciente; los trabajos de este tipo contribuirán a la determinación del valor de π por Arquímedes.
  • Hípaso de Metapontio, mediados del S. V: pitagórico, matemático y político, figura en la historia de la ciencia como descubridor del concepto de inconmensurabilidad.
  • Filolao de Crotona: también pitagórico, maestro de Simias y Cebes (los personajes del Fedón platónico) / pasa por ser el primero que publicó por escrito doctrinas pitagóricas.
Los sucesores de estos pioneros de la matemática serán, en el S. IV a. C. y el Helenismo, figuras como Euclides o, sobre todo, Arquímedes (287 – 212 a. C.): mira la entrada .
En esa época (el Helenismo) eclosionará un saber para el que habían puesto los cimientos el pitagorismo y la Academia.
Para terminar con la primera prosa científica convendrá recordar que, en general, lo que conservamos de ella son escasos fragmentos que posiblemente no proceden directamente de los autores. Esta es la situación en las demás ciencias – a excepción de la medicina.


2. LOS ORÍGENES DE LA MEDICINA Y EL HIPÓCRATES HISTÓRICO

La prosa científica griega por excelencia es, en esta época al menos, la médica.
Para acceder a los textos médicos de la Antigüedad, mira la antología de Acosta (1999: Médicos y medicina en la antigüedad clásica: antología de textos). Para una visión de conjunto del tema, véase Nutton (2004: Ancient Medicine).
Sabemos que, con anterioridad al S. V a. C., la medicina había sido una mezcla de empirismo y magia: había una relación estrecha entre el médico y el sacerdote, tal y como se puede apreciar en otras épocas y culturas.
Mira Laín (1958): La curación por la palabra en la antigüedad clásica. A esta mezcla de elementos racionales e irracionales en la medicina de la Antigüedad y el Medioevo se refieren los trabajos editados por Palmieri (2003: Rationnel et irrationnel dans la médecine ancienne et médiévale). Mira además L. Gil, Therapeia. Medicina popular en el mundo clásico, Madrid, 1969.
Esta situación (medicina como mezcla de empirismo y magia) cambia en este momento cultural y la medicina, como otros saberes, busca fundamentos racionales.

Se convierte, por tanto, en lo que nosotros llamamos “ciencia”: los escritos de medicina (hipocráticos) se refieren a esta actividad llamándola
  • téchne iatriké (“arte médica”)
  • o bien sophía (“saber”) o incluso, en algunos contextos, epistéme (“ciencia”).
En este sentido se dice (Di Benedetto) que es significativa la comparación entre la medicina griega y la recogida en textos médicos egipcios o asirio-babilónicos: los primeros representan una actitud científica, los segundos precientífica.

El autor más representativo de la nueva actitud de la medicina del S. V es Hipócrates, bajo cuyo nombre conservamos la colección conocida como Corpus Hippocraticum.

Del Hipócrates histórico (en torno a 460 – 370), que no puede ser el autor de todo el corpus, empezaremos recordando que había nacido en Cos (frente a la costa suroccidental de Asia Menor).
Allí existía desde antiguo una afamada escuela de medicina a la que también debió de pertenecer el padre de Hipócrates, Heraclides.
Y su abuelo, también Hipócrates, a quien se le ha atribuido el escrito del corpus Sobre las fracturas y luxaciones.
(Paradójicamente, algunos autores consideran este escrito como lo mejor del corpus, desde el punto de vista estilístico y médico).
La escuela de Cos era una corporación de médicos que hacía remontar sus orígenes a Asclepio, como ya lo hacían Podalirio y Macaón en Ilíada.
En cierto modo, esta escuela es comparable a la escuela de rapsodas, los homéridas que presumían de ser descendientes de Homero.
También había otra escuela de medicina con renombre en la vecina ciudad de Cnido, quizá incluso más antigua que la de Cos.

En las biografías antiguas de Hipócrates se introdujeron abundantes elementos legendarios: es una situación similar a la que afecta p. ej. a las vidas de Homero, de Esopo... La abundancia de elementos legendarios impide discernir qué hay en esas vidas de auténtico y qué de falso. Esto es de aplicación a todas nuestras fuentes biográficas antiguas:
  • Tzetzes.
  • Suda.
  • Manuscrito de Prisciano en Bruselas.
  • Vita atribuida a Sorano.
Por ejemplo, es significativo (por poco fiable) lo que dicen esos escritos sobre la relación de Hipócrates con el culto al dios Asclepio en su ciudad natal. Ahora bien,
  • el Asclepieîon de Cos es de fecha relativamente tardía (finales del S. IV a. C.);
  • la actitud de Hipócrates hacia la medicina debe de haber sido muy distinta de la que era habitual entre los sacerdotes y los seguidores de rituales de curación (p. ej., en Epidauro).
Podemos suponer que sí son ciertas las noticias de que realizó largos viajes, y que estuvo en contacto con sofistas y filósofos como Gorgias, Pródico y Demócrito. Sobre las concepciones teóricas de Hipócrates contamos además con un testimonio discutido y difícil de interpretar en Platón, Fedro 270 c:

Sócrates: ¿Piensas que se pueda conocer suficientemente la naturaleza del alma, sin conocer la naturaleza universal?
Fedro: Si hemos de creer a Hipócrates, el descendiente de los hijos de Asclepio, no es posible, sin este estudio preparatorio, conocer la naturaleza del cuerpo [trad. Patricio de Azcárate].
Según ese testimonio, Hipócrates pensaba que “una comprensión del cuerpo no puede darse sin una comprensión de la naturaleza como conjunto” (G. A. Kennedy). Pero esa doctrina no se expone, tal cual, en ninguno de los tratados que conservamos: ¿querría ello decir que ninguna de las obras del Corpus es original de Hipócrates (Edelstein)?
Más allá de lo que signifique el pasaje, lo que parece que se puede suponer es que Hipócrates trabajaba desde bases teóricas precisas que luego intentaba aplicar a los casos concretos: no se limitaba, por tanto, al momento puramente empírico de la medicina.


3. EL CORPUS HIPPOCRATICUM

Recordaremos que la tradición nos ha transmitido como obra de Hipócrates una colección compuesta por unos sesenta tratados médicos:
  • Concretamente, son 58 escritos divididos en 73 libros en la edición de Littré (París, 1839 – 1861).
  • Todos están escritos en dialecto jónico (algunos, en un jónico arcaizante).
  • La fecha de composición parece oscilar entre el S. V y el I a. C.: el grueso debe de proceder de los SS. V – IV, pero luego hay algún escrito del S. II d. C. (Praecepta).
  • La agrupación del corpus tal y como lo conocemos no parece haber sido obra de los alejandrinos sino proceder del S. X d. C.
  • Los temas expuestos en los escritos son notablemente variados; mira LAÍN (1970, La medicina hipocrática, 37-39):
De carácter general: Juramento; Sobre la medicina antigua; Aforismos (el escrito más célebre del corpus, empleado hasta el S. XIX en universidades europeas).
Anatomofisiológicos.
Dietéticos: Sobre la dieta ("dieta" entendida como régimen, género de vida).
De carácter patológico general: Sobre los aires, aguas y lugares; Pronóstico.
De patología especial: Epidemias; Sobre la enfermedad sagrada.
De contenido terapéutico.
Quirúrgicos: Sobre las fracturas y Sobre la reducción de luxaciones.
Oftalmológicos.
Ginecológicos y pediátricos.
Según se entiende habitualmente (pero es un problema muy discutido), el Hipócrates histórico podría haber sido el autor
  • de Epidemias I y III,
  • así como del Pronóstico;
  • algunos argumentos apuntan también a que puede ser obra suya el importante escrito Sobre los aires, aguas y lugares.
No es de Hipócrates, pero sí uno de los escritos más antiguos del corpus (últimos decenios S. V a. C.), el tratado Sobre la medicina antigua.

En relación con las obras señaladas antes como probablemente auténticas, puede comentarse algo a propósito de al menos las dos siguientes:

Sobre los aires, aguas y lugares, quizá de en torno a 430 a. C.
  • A veces se la ha citado en el S. XX como Sobre el medioambiente, lo cual es índice de la actualidad de su tema.
  • Esta obra trata sobre el influjo de los factores ambientales en la salud o enfermedad de los hombres.
  • Es importante destacar el pensamiento etiológico que anima la obra y busca las causas de la enfermedad (concepto importante para la medicina hipocrática) en esos factores que se hallan en el medio ambiente.
  • Es interesante, también, el contraste que se establece en la segunda parte de la obra entre Asia y Europa, y en cómo influyen los dos ambientes en la salud del hombre.
  • Se puede recordar que el mismo contraste se halla presente en otros jonios de la época, p. ej. Heródoto: mira la entrada .
Epidemias: en el sentido de “visitas a ciudades extranjeras”.
  • De los diversos libros (hasta VII), los más antiguos, los más probablemente auténticos, son I y III.
  • En ellos se recoge una colección de observaciones empíricas obtenidas por el médico al lado del enfermo (historias clínicas, minuciosas).
  • El médico pretende, además, penetrar en las causas de la enfermedad y, trascendiendo el caso particular, llegar a conclusiones de tipo general.
De manera general ha de hacerse observar que la medicina de la época
  • atiende sobre todo a la búsqueda de las causas y el pronóstico sobre la evolución de la enfermedad;
  • en cambio, su eficacia terapéutica es mucho menor dadas las limitaciones de la época.

Pero, a pesar de lo dicho antes sobre las “obras supuestamente auténticas”, resulta enormemente complejo (quizá imposible) hallar criterios fiables que permitan diferenciar lo auténtico de Hipócrates de lo agregado posteriormente a un núcleo original.
Podemos hablar incluso de una auténtica “cuestión hipocrática”, semejante a la cuestión homérica o la “cuestión tucididea” (mira en ).
Por otro lado, buena parte de los tratados incluidos en el Corpus Hippocraticum, aun no siendo obra de Hipócrates, han debido de surgir dentro de la escuela de medicina de Cos.
Se ha supuesto incluso (Diller 1959: “Stand und Aufgabe der Hippokratesforschung”) que la colección podría ser algo así como la “biblioteca de trabajo” de esa escuela.
Por ello, en el curso del tiempo habrían ido aumentando, por agregación, los fondos de esa biblioteca hasta constituir lo que hoy es, para nosotros, el corpus hipocrático.

Por otro lado, en el corpus parecen alternar, con los escritos emanados de Cos, otros que, se ha supuesto, parecen reflejar la actividad de la escuela vecina de Cnido:
  • en ella se cultivó sobre todo la patología especial: es decir, prestaron más atención a la patografía que a la nosografía, al enfermo que a la enfermedad (sobre la nosografía hipocrática, mira Vintró 1973);
  • p. ej., se entienden que pertenecerían a la tradición de Cnido escritos ginecológicos como Sobre las enfermedades de la mujer (I y II) o Sobre la naturaleza de la mujer;
  • su representante más destacado pasa por ser Eurifonte;
  • nótese que en algún lugar del corpus se hacen afirmaciones críticas contra las proposiciones de la escuela de Cnido: puedes consultar el Sobre la dieta en las enfermedades agudas.
Sobre la oportunidad de la distinción entre escritos emanados de Cos / escritos de Cnido, mira López Férez (1988, 625):
  • López Férez afirma que, pese a todo lo dicho, son muchas más las ideas comunes que las que permitirían establecer una diferencia entre dos formas distintas de entender la medicina.
  • En todo caso, en el corpus pueden coexistir escritos derivados de la medicina jonia con otros derivados de la medicina siciliana, más moderna, que no reconoce dos humores (flema, bilis) como la jonia sino cuatro (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra).


4. LA MEDICINA DEL S. V A. C. Y EL AMBIENTE INTELECTUAL DE SU ÉPOCA

Es importantísimo subrayar que la cuestión de la medicina hipocrática trasciende el puro interés médico.

Ciertamente, el punto principal de interés de los escritos hipocráticos no se halla en sus méritos literarios.

Aunque, con todo, en una colección tan heterogénea hay cabida para escritos de muy diversa calidad.
P. ej., ha de destacarse el caso algunos tratados que son escritos de divulgación: son notables por la claridad de su estructura y coherencia de pensamiento.
Es el caso de Sobre el arte médica, de fines del S. V a. C., influido por la retórica de su tiempo: presenta una estructura trimembre, con exordio – argumentación – epílogo.

Pero, en conjunto, la colección no es importante desde el punto de vista más estrictamente literario: aunque sí lo es para la historia cultural de Grecia. En este sentido importa subrayar las analogías existentes entre la medicina del S. V a. C. y la Filosofía.
Al respecto, mira el libro editado por Wittern y Pellegrini (1996), sobre la relación entre la medicina hipocrática y la filosofía de su época: Hippokratische Medizin und antike Philosophie.
La bibliografía señala las relaciones entre la medicina hipocrática y autores “presocráticos” como Heráclito o Empédocles (compara los cuatro principios :: los cuatro humores).

Con todo, a mí me interesa destacar aquí las relaciones entre la medicina hipocrática y la Sofística (mira la entrada ). Antes ya se habló sobre las posibles relaciones entre Hipócrates y Gorgias, Pródico o Demócrito.

Los médicos de este momento parten de las tradiciones previas, como hicieron en su propio ámbito los sofistas. Pero, también como ellos, las someten al tribunal de la razón, de manera que, por ejemplo, rechazan las causas sobrenaturales de las enfermedades, tal y como expone el escrito Sobre la enfermedad sagrada.
Este tratado se considera como un hito inaugural para la ciencia de Occidente; ¿fue escrito muy a finales del S. IV a. C.?
Desmiente, razonando, que la epilepsia sea una enfermedad sagrada, o que en general sea más sagrada que cualquier otra enfermedad.
A propósito de la llamada enfermedad sagrada, he aquí lo que ocurre: me parece que no es en modo alguno más divina ni más sagrada que las demás enfermedades, sino que tiene una causa natural. Pero los hombres creyeron que su causa era divina o por su inexperiencia o por el carácter maravilloso de la dolencia, que no se parece en nada a otras enfermedades. Y si la imposibilidad de conocer lo divino confirma su punto de vista, la banalidad del sistema de curación que adoptan lo contradice, dado que la tratan por medio de purificaciones y encantamientos. Ahora bien, si se ha de considerar divina por sus extraordinarios rasgos, serán muchas las enfermedades sagradas, y no una sola, porque yo demostraré que aquellas otras a quienes nadie considera sagradas no son menos extraordinarias ni prodigiosas (trad. Alsina y Vintró).
  • Demuestra una actitud contraria a las supersticiones y creencias infundadas, que pretende desenmascarar.
  • Con todo, la actitud del tratado no es irreligiosa, pues reconoce que, en último extremo, todo tiene su origen en la divinidad.
  • Evidentemente, es irrelevante que, luego, el tratado explique la epilepsia por la teoría de los humores, por el flujo de la flema del cerebro y por la obstrucción de los canales a través de los que fluyen el aire y la sangre (explicación fisiológica errónea).
  • Hago observar, por último, que se ha hablado de las coincidencias estilísticas del tratado con la Sofística.
Desde el punto de vista del método ha de recordarse el papel concedido por la medicina hipocrática
a la comprensión de la phýsis (considerada como “la gran fuerza que todo lo abarca y que también condiciona todo lo individual”: Lesky 522) y a la búsqueda de las causas de la enfermedad (mira lo dicho antes sobre la importancia concedida en esta medicina a etiología y pronóstico, por delante de la terapia).
Del prestigio científico que alcanzó esta medicina es un indicio el influjo que ejerció en un autor como Tucídides:
  • La terminología técnica de la escuela hipocrática era conocida por el historiador, quien la emplea en la descripción de la Peste (mira lo que dice Rechenauer 1991: Thukydides und die hippokratische Medizin).
  • Otra referencia clásica sobre ello es D.L. Page, “Thucydides’ Description of the Great Plague at Athens”, CQ 3 (1953), pp. 97-115.
Por otra parte, ha de señalarse que el desarrollo de una conciencia ética entre los médicos llevó a la formulación del llamado juramento hipocrático, compuesto quizá en el S. IV a. C. En él, por ejemplo, se habla ya de la confidencialidad en la relación médico-paciente (mira III b en el texto). Al leer este texto, vale la pena atender a aspectos como
  • los dioses a los que se pone por testigos [I],
  • el concepto de la medicina como arte que se hereda dentro de la familia [II],
  • así como la lista de obligaciones y prohibiciones a que se atiene el médico [III a y b].
JURO por [I] Apolo, médico, por Asclepio, y por Higía y Panacea, y por todos los dioses y diosas del Olimpo, tomándolos por testigos, cumplir este juramento según mi capacidad y mi conciencia:

[II] TENDRÉ al que me enseñó este arte en la misma estimación que a mis padres, compartiré mis bienes con él y, si lo necesitara, le ayudaré con mis bienes. Consideraré a sus hijos como si fueran mis hermanos y, si desean aprender el arte médico, se lo enseñaré sin exigirles nada en pago. A mis hijos, a los hijos de mi maestro y a los que se obligaran con el juramento que manda la ley de la Medicina, y a nadie más, les enseñaré los preceptos, las lecciones y la práctica.[III a] APLICARÉ mis tratamientos para beneficio de los enfermos, según mi capacidad y buen juicio, y me abstendré de hacerles daño o injusticia. A nadie, aunque me lo pidiera, daré un veneno ni a nadie le sugeriré que lo tome. Del mismo modo, nunca proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo.

VIVIRÉ y ejerceré siempre mi arte en pureza y santidad. No practicaré la cirugía en los que sufren de cálculos, antes bien dejaré esa operación a los que se dedican a ella. Siempre que entrare en una casa, lo haré para bien del enfermo. Me abstendré de toda mala acción o injusticia y, en particular, de tener relaciones eróticas con mujeres o con hombres, ya sean libres o esclavos.

[III b] GUARDARÉ silencio sobre lo que, en mi consulta o fuera de ella, vea u oiga, que se refiera a la vida de los hombres y que no deba ser divulgado. Mantendré en secreto todo lo que pudiera ser vergonzoso si lo supiera la gente.SI FUERA FIEL a este juramento y no lo violara, que se me conceda gozar de mi vida y de mi arte, y ser honrado para siempre entre los hombres. Si lo quebrantara y jurara en falso, que me suceda lo contrario.



ALGUNAS REFERENCIAS:

ACOSTA, E., Médicos y medicina en la antigüedad clásica: antología de textos, Tenerife, 1999.
CRAIK, E.M. The 'Hippocratic' Corpus: Content and Context, Londres-Nueva York, 2015.
DILLER, H., “Stand und Aufgabe der Hippokratesforschung”, en Kleine Schriften zur antiken Medizin, Berlín-Nueva York, 1973 [1959].
GIL, L., Therapeia. Medicina popular en el mundo clásico, Madrid, 1969.
JOVANNA, J., Hippocrate, París, 1992.
KÜHN, J.H., System- und Methodenprobleme in Corpus Hippocraticum, Wiesbaden, 1956.
LAÍN ENTRALGO, P., La curación por la palabra en la antigüedad clásica, Madrid, 1958.
LAÍN ENTRALGO, P., La medicina hipocrática, Madrid, 1970.
LARA NAVA, M.ªD., Estudio sobre la composición en los tratados hipocráticos, Madrid, 1991.
LÓPEZ FÉREZ, J.A., “Hipócrates y los escritos hipocráticos: origen de la medicina científica”, Epos 55 (1986), pp. 157-176.
LÓPEZ FÉREZ, J.A., “Las ciencias. La colección hipocrática”, en J.A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 613-649.
MARTINY, M., Hippocrate et la médecine, París, 1964.
NUTTON, V., Ancient Medicine, Londres-Nueva York, 2004.
PAGE, D.L., “Thucydides’Description of the Great Plague at Athens”, CQ 3 (1953), pp. 97-115.
PALMIERI, N. (ed.), Rationnel et irrationnel dans la médecine ancienne et médiévale: aspects historiques, scientifiques et culturels, Saint-Etienne, 2003.
RECHENAUER, G., Thukydides und die hippokratische Medizin, Hildesheim, 1991.
SCHIEFSKY, M. J., Hippocrates On Ancient Medicine. Translated with Introduction and Commentary, Leiden, 2005.
RIHLL, T.E., Greek Science, Oxford, 1999.
VINTRÓ, E., Hipócrates y la nosología hipocrática, Esplugues de Llobregat, 1973.
WITTERN, R., y PELLEGRIN, P. (eds.), Hippokratische Medizin und antike Philosophie: Verhandlungen des VIII. Internationalen Hippokrates-Kolloquiums [1993], Hildesheim, 1996.





lunes, 30 de julio de 2012

YO NO ENSEÑO GRIEGO PARA QUE LOS ALUMNOS APRUEBEN "GRIEGO"


No, claro que no lo hago por eso. No enseño griego para que los alumnos se saquen unos créditos. Lo hago para que, quienes quieran, aprendan todo el griego de que sean capaces y puedan leer griego (en los casos ideales); porque muchas de las cosas que se escribieron en esa lengua valdrá siempre la pena leerlas. Así lo hicieron conmigo en la Autónoma y eso es lo que intento transmitir.

De alguno de aquellos profesores de Madrid he heredado muletillas, consignas de aprendizaje que yo también transmito porque creo que son útiles. He ampliado además ese repertorio y eso es lo que quiero publicar y compartir en esta entrada de didáctica, la primera de este tipo que se incluye en El festín de Homero.



Empecemos por el principio y por aquella máxima que algún profesor (de Navarra) escribía en la pizarra el primer día de curso: 
Repetitio mater studiorum.
Repetir. Tan rutinario como necesario. La cuestión es que, hoy por hoy, sigue siendo imprescindible memorizar, como en época de Platón, y casi cualquier ocasión es buena para hacerlo repitiendo y volviendo a repetir. Si los farmacéuticos inventaran pastillas para no tener que aprenderse los verbos polirrizos...

De los errores se aprende.
Si un día decimos que en griego la palabra nómos, significa "señor pequeñito" (¡ojo!, los 'gnomos' no son invenciones griegas), ¿qué importa? No se nos va a olvidar nunca que en griego 'ley' se dice nómos.

Non multa sed multum.
O lo que es lo mismo:
Cuatro ideas pero claritas.
 O lo que quizá vuelva a ser lo mismo:
No hay que hacer un buen trabajo - hay que hacer UN trabajo.

Non multa sed multum es una defensa clásica de la calidad por encima de la cantidad. Se lo recomendé en cristiano (cuatro ideas pero claritas) hace muchos años a un amigo que se estaba enredando con su carrera. Y se complicaba la vida (¡esto es otro caso real!) como el alumno que me dijo que para aprender griego necesitaba estudiar primero la Lingüística indoeuropea de H. Krahe; no, no aprobó nunca griego, solo se presentó al primer parcial.


La última versión de la máxima (y la anécdota del alumno que leía a Krahe) insiste en la idea de que el perfeccionismo es enemigo de la calidad. Lo mejor es enemigo de lo bueno, dicen, y creo que es verdad en muchos órdenes:
no hay que esforzarse en hacer un buen examen de griego - hay que querer hacer UN examen de griego;
no hay que  esforzarse en hacer una buena tesis - hay que querer hacer UNA tesis.


Si una traducción tiene sentido, caben dos posibilidades: que esté bien o que esté mal. Si una traducción no tiene sentido, solo existe una posibilidad: la traducción está mal.
Las consignas que han aparecido antes se pueden aplicar a aspectos muy diferentes del día a día; queda claro que esta tiene un carácter más específico. Y me resulta tan evidente que no haría falta ningún comentario.

Pero no me resisto a recordar un ejemplo que le pasó en la Autónoma a una colega de latín. Contexto, un texto historiográfico. Pongamos que dice que César palam suis fecit... ("dio a conocer a los suyos..."). Pero, ¿qué sentido común tenía aquel alumno que traducía que César "HIZO LA PALA DEL CERDO"?

La posibilidad más sencilla es normalmente la correcta.
La práctica de trabajo en el aula dice que, a la hora de traducir, muchos alumnos tienden a escoger la interpretación más extravagante. A lo mejor puede ser gramaticalmente correcta; pero al tiempo es tan retorcida que nos sitúa ante un dilema antropológico: o los griegos hablaban tan raro que no se podían comunicar entre ellos o es que llevaban un megaprocesador en la cabeza.


Y ahora vienen dos máximas duras que se refieren estrictamente a la gramática:

La morfología es gasolina para el coche.
Y sin gasolina el coche no funciona. Quizá aprenderse tablas y paradigmas no sea lo más divertido del griego pero, según dice un duro como Jack Bauer en 24, "Esta es la situacion". Seguimos a la espera de la pastilla que permita aprender de un plumazo todas las formas de la morfología griega. Y, entre tanto, el esfuerzo vale la pena.

La fonética es la grandeza y la miseria del griego.
Los alumnos solo percibirán normalmente la segunda parte de la afirmación: maldita sigma intervocálica que desaparece, provoca contracciones y deforma las desinencias; más terribles todavía los alargamientos compensatorios que vuelven irreconocibles los aoristos sigmáticos (¡con lo fácil que es decir lýo élysa!).

Por eso mismo es bueno suavizar lo que es objetivamente duro y subrayar que la fonética también es la grandeza del griego, de sus dialectos, esa riqueza lingüística que quizá muchos estudiantes (de Filosofía, de Teología, de...) no llegarán a conocer pero que sin embargo está ahí.

No necesitan saber cómo funciona el primer alargamiento compensatorio, les basta con saber que fenómenos como este han conformado la lengua de los textos que les interesa leer en versión original: de Platón, de Aristóteles, el Nuevo Testamento...

El diccionario es más traidor que traidor.
Mi profesor de primero me enseñó a leer griego porque en su clase de la Autónoma el diccionario no existía. "Pero, ¿es realmente necesario prescindir del diccionario?" Nunca les obligo a ello a los estudiantes, solo les digo: "Eso depende de a dónde se quiera llegar".




PS. Las ilustraciones que acompañan a este post son de algunos de mis educadores favoritos, didactas de cine como Manuel (Spencer Tracy) en Capitanes intrépidos, Mark Thackeray (Sidney Poitier) en Rebelión en las aulas o Lilly Moffat (Katharine Hepburn) en el telefilm El trigo está verde. En esta lista no incluyo al profesor Keating (Robert Williams) de El club de los poetas muertos; y no es un descuido.

PS2. "El diccionario es más traidor que traidor" es un navarrismo, les pido perdón a los puristas; les pido también que comprendan que, para comunicar, uno se tiene que adaptar a la cultura dentro de la que enseña.