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sábado, 30 de mayo de 2015

LOS HÉROES GRIEGOS


Cuando era muy pequeño, en Tui, descubrí qué era un héroe gracias a Popeye, porque Cocoliso necesitaba un héroe, una figura ejemplar. Ahora dirijo, en Navarra, TFGs (Trabajos de Fin de Grado) en torno al héroe y su pervivencia. Ahí están, o estarán, los trabajos de Schere, de Pepe, de Maite, de Eric... 

Por ellos, por todos los interesados en este tema clave, iré actualizando esta entrada de forma regular.


Una peculiaridad de la mitología griega es que esta es una mitología fundamentalmente legendaria. Se comprueba con facilidad hojeando las páginas de un diccionario de mitología como el de Pierre Grimal:
En la primera página, la primera figura de la que se habla es “Abante” (“la leyenda conoce tres héroes de ese nombre”). De hecho, la primera divinidad que aparece en Grimal no lo hace hasta la página once: “Afrodita”). 
Esta preponderancia del elemento legendario es peculiar de Grecia:
  • No hay paralelos en el ámbito histórico-geográfico de Grecia (en las mitologías egipcia, india, hurrita, hitita o cananea). 
  • Tampoco se ha descubierto algo semejante fuera de ese ámbito, p. ej. en las mitologías de la Polinesia estudiadas en el siglo XX por los antropólogos de campo. 
Esto no quiere decir que en esas otras mitologías no haya elementos legendarios, sino que no están tan extendidos como en la mitología griega. Se puede pensar en el caso de las mitologías hurrita y mesopotámica, donde sí hay héroes (por supuesto, el más famoso es Gilgamesh) pero su importancia no está tan extendida como en Grecia.

Se habla de mitología legendaria, o bien de mitología heroica, es decir, de los héroes. Pero la gran pregunta es: ¿quiénes son los héroes? Cabe distinguir diversos empleos de esta palabra en la lengua castellana. Desde la última edición, la definición del DRAE de “héroe” es esta:
  1. m. Varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes. 
  2. m. Hombre que lleva a cabo una acción heroica. 
  3. m. Personaje principal de un poema o relato en que se representa una acción, y especialmente del épico. 
  4. m. Personaje de carácter elevado en la epopeya. 
  5. m. En la mitología antigua, el nacido de un dios o una diosa y de una persona humana, por lo cual le reputaban más que hombre y menos que dios; como Hércules, Aquiles, Eneas, etc. 
Yendo a lo esencial, cabe distinguir tres empleos básicos de la palabra “héroe”:
  • Héroe como personaje ejemplar, extraído de la ficción o no: p. ej., Indiana Jones es un “héroe”, pero también lo es el futbolista de moda (2015: ¿Messi?; ¿Cristiano Ronaldo?). O bien unos adolescentes dicen de un cantante de moda que es su “héroe”. 
  • Héroe como protagonista de una historia de ficción: en este sentido, Alonso Quijano, alias Don Quijote, es el gran héroe de Cervantes, Don Juan Tenorio el de Zorrilla; y Raskolkinov el de Dostoievski en Crimen y castigo
  • En un sentido más específico, el original, héroe es el personaje de la épica griega. Según Martin West, en su comentario a Trabajos y Días, la palabra aparece 74 veces en la Ilíada
En este sentido (héroe = personaje de la épica) utiliza la palabra Hesíodo en este texto de Trabajos y Días (156-173), dentro del mito de las Edades:

Una vez que a esta raza la cubrió la tierra, / de nuevo a una cuarta sobre el suelo que a muchos alimenta / creó Zeus Crónida, más justa y aguerrida, / la raza divina de los héroes, que son llamados / semidioses, raza anterior a la nuestra sobre la tierra sin límite. / A éstos la guerra maldita y el combate terrible / los destruyó: a unos al pie de Tebas de siete puertas, en tierra cadmea, / peleando por los rebaños de Edipo; / a otros los aniquiló tras conducirlos en naves sobre el profundo abismo del mar / a Troya, por causa de Helena de hermosos cabellos. / Allí, en efecto, a unos los sumió en la oscuridad la hora de la muerte; / pero a otros, concediéndoles vida y residencia lejos de los hombres, / el padre Zeus Crónida los instaló en los límites de la tierra, / y viven con ánimo despreocupado / en las islas de los Bienaventurados junto al Océano de profundas corrientes: / héroes dichosos, para quienes produce un fruto dulce como la miel / que florece tres veces en un año el campo que trigo regala. 

Hesíodo expone en el mito de las Edades una teoría sobre la Historia, en la que se han sucedido una serie de edades o razas: cada una de ellas se caracteriza por un metal y la sucesión parece seguir una línea descendente:
Oro → Plata → Bronce → Hierro 
Sin embargo, Hesíodo incluye entre la edad de Bronce y la de Hierro una edad diversa: la Edad de los Héroes.
  • La raza de los Héroes se caracteriza por ser “más justa y superior”: la presencia de la justicia, díke, parece ser, de hecho, la característica básica que diferencia la edad de los Héroes y la precedente, la edad de Bronce. También importa su definición como áreion, “superior”: los Héroes, como los hombres de Bronce, son esencialmente guerreros. 
  • Los héroes son llamados “raza divina” y reciben el nombre de “semidioses”, concepto sobre el que Hesíodo no hace más aclaraciones – cf. más adelante en esta entrada. 
  • También se los llama “raza anterior a la nuestra”: el tiempo de los héroes es distinto del tiempo presente, a pesar de lo cual ambos tiempos (el de ellos, el nuestro) se sitúan próximos dentro de la línea cronológica. 
  • Lo que se nos cuenta de su vida es tanto como nada. 
  • Solo se habla del final de los héroes, de su muerte en dos guerras heroicas: 1) ante Tebas: cuando los hijos de Edipo se enfrentan por su herencia (“los rebaños de Edipo”); 2) ante Troya: griegos y troyanos se enfrentan por Helena. 
  • El destino posterior de algunos de los héroes será la vida en las islas de los bienaventurados (lo cual es algo bien distinto, por cierto, de la visión homérica pesimista del destino post mortem de los héroes según la Odisea). 
Se ha de asumir, por tanto, que los héroes son básicamente los protagonistas de las grandes leyendas épicas de los griegos. De estas, el texto de Hesíodo menciona dos la tebana y la troyana. Pero a estas dos debemos añadir al menos otras dos, de las cuales también se habla en los poemas homéricos:
  • La saga de los Argonautas: cf. Odisea XII 70. 
  • La leyenda de Heracles: la Ilíada lo menciona en diversos lugares. 
También se les da el nombre de “héroes” a los protagonistas de las leyendas locales de cultivo épico menor, y así, p. ej., Teseo es el héroe nacional del Ática. A continuación se presenta una síntesis de su figura en tanto que posible ejemplo paradigmático de “héroe”:
Teseo, rey ateniense, es hijo del rey Egeo, o según otros de un dios, de Posidón. 
Es amigo y compañero de aventuras de Heracles. 
Entre sus hazañas cabe destacar el castigo del bandido Procrustes. Este tenía dos lechos, uno grande y el otro pequeño. Cuando atrapaba a un viajero, hacía que se acostara en uno de los lechos: si era alto, acortaba su talla para que cupiese en el lecho pequeño; si era bajo, lo estiraba para ajustarlo a la camas grande. Cuando Teseo lo derrotó, lo castigó aplicándole a él el mismo método que usaba con los viajeros. 
Estuvo en Creta para salvar a Atenas del tributo de jóvenes que le debían pagar a Minos, padre del Minotauro, a quien le entregaba aquellos chicos como alimento. Con la ayuda de Ariadna, mató al Minotauro y se casó con ella, al menos según algunas fuentes. 
También peleó contra las Amazonas y ayudó a Pirítoo cuando este se enfrentó a los Centauros.
En la Ilíada hay una mención incidental de Teseo en I 265 (Néstor habla de los hombres con los que tuvo trato, cuando la guerra entre lápitas y Centauros: los lápitas de Tesalia fueron ayudados por Teseo en su lucha contra los Centauros cuando intentaron raptar a las mujeres, al celebrarse la boda de Pirítoo e Hipodamía).
En la Odisea, en XI 321-5, se habla sobre Teseo y Ariadna y se narra una versión distinta de la que cuenta, p. ej., Catulo (Ártemis la mata en la isla Día); también se habla de él en XI 631 (hay una mención “a Teseo y a Pirítoo, gloriosos retoños de dioses”). 
También se hablaba de Teseo en dos epopeyas perdidas:
  • Teseida: poema ático, del S. VI a. C. 
  • Miníada: el poema trataba sobre el descenso de Teseo a los infiernos en compañía de su amigo Pirítoo, el rey de los lápitas. 

Ahora bien, la cosa no es tan sencilla: los griegos aplicaron la denominación de “héroes” a una gran cantidad de personajes, con independencia de que figurasen o no en la épica, hasta el punto de que toda ciudad, toda familia, tenía su héroe protector.

Farnell (en Greek Hero Cults and Ideas of Inmortality, Oxford, 1921) estableció una clasificación analítica y distinguió siete tipos de héroes:
  1. Héroes-dioses de tipo hierático (Trofonio, Anfiarao): están a caballo entre el dios y el héroe; sus leyendas tienen un origen ritual o cultual. 
  2. Héroes o heroínas sacros asociados a un dios o diosa como sacerdotes o sacerdotisas (Ifigenia). 
  3. Figuras heroicas que llegan a ser divinizadas (Hércules, Asclepio, los Dioscuros). 
  4. Númenes (divinidades) funcionales, anónimos, de importancia secundaria o local: descubridores de técnicas útiles a la humanidad: p. ej., Aristeo descubre la miel. A este grupo pertenecen también Palamedes y Dédalo: todos ellos fueron utilizados como campeones de la idea de “progreso”, a partir del momento en que esta idea surge en el mundo de la cultura griega, en el S. V a. C. 
  5. Héroes épicos (Héctor, Aquiles, Agamenón…). 
  6. Héroes epónimos o genealógicos (Eolo, Ión, Dánao): son antepasados de familias, tribus o ciudades. 
  7. Hombres reales como los atletas o, p. ej., un boxeador, Eutimo de Locros, vencedor en pugilato en Olimpia el 484 a. C. Eutimo se convierte después en el protagonista de una leyenda heroica (se enfrentó en Temesa a un espíritu al que se le sacrificaba anualmente la doncella más hermosa del lugar; como premio obtuvo la mano de esta) que narra Pausanias (6,6,4-11); cf. B. Currie, "Euthymos of Locri: A Case Study in Heroization in the Classical Period", Journal of Hellenic Studies 122 (2002), 24-44. 
La gran pregunta puede ser: ¿qué tienen en común todos estos personajes, por qué son todos héroes según los griegos? Parece que los motivos por los que los griegos consideraban como héroes a unos personajes y a otros son o pueden ser dos:

1) Son héroes los personajes de la épica. 

En unos casos, esos héroes han nacido de progenitores mortal-inmortal (de ahí la denominación como “semidioses”); otros tienen algún tipo de antecedente inmortal; o bien carecen de parentesco con los inmortales, pero al menos han vivido en la misma época de los “semidioses” en sentido estricto.
P. ej., Aquiles es hijo de mortal (Peleo) e inmortal (Tetis) // Eneas es hijo de mortal (Anquises) e inmortal (Afrodita / Venus).
El caso de Odiseo (Odisea) entra dentro del segundo tipo antes mencionado: es hijo de dos mortales, Laertes y Anticlea; pero Laertes se supone que descendía de Zeus y Anticlea de Hermes.
Anfiarao en cambio, era hijo de Oícles e Hipermestra y carecía de antecedentes divinos – pero era, al menos, un personaje de la saga tebana y, en este sentido, un héroe. 
Es importante destacar que el término “semidioses” no indica que los héroes participen de ninguna forma de la naturaleza divina: de hecho, los “semidioses” son mortales y, más aún, vulnerables.

Su preocupación constante es la obtención del honor y fama que los hará de alguna forma inmortales. Por ello se adecua muy bien a ellos lo que dice Heráclito en este fragmento (29 D-K) a propósito de ‘los mejores’:
αἱρεῦνται γὰρ ἓν ἀντὶ ἁπάντων οἱ ἄριστοι, κλέος ἀέναον θνητῶν.
Es que los mejores escogen una cosa antes de todo: gloria eterna entre los mortales.
(Más aún, la segunda frase del fragmento marca la distancia entre ‘los héroes’ (‘los mejores’) según la interpretación crítica de Heráclito: οἱ δὲ πολλοὶ κεκόρηνται ὅκωσπερ κτήνεα. La mayoría, en cambio, anda harta como bestias.)
Los héroes solo tienen una vida y saben que pueden perderla en cualquier momento: precisamente lo que le da valor a su apuesta por el honor y la fama es el riesgo de morir en cualquier instante (cf. Il. XXII 365-6: “La muerte yo entonces la acogeré, cuando sea que Zeus quiera que se cumpla, y los restantes inmortales dioses”).
Esta es la decisión heroica, la apuesta vital del héroe. 
La única excepción a la norma por la cual de un progenitor mortal y un progenitor inmortal nace un hijo mortal la representa Dioniso, hijo de Zeus y Sémele. Ello es así porque, según el mito, Dioniso nació dos veces: estando embarazada, su madre Sémele murió consumida por la gloria de Zeus; este extrajo el embrión del cuerpo abrasado y lo insertó en su pantorrilla, de donde nació el dios al cumplirse el tiempo de la gestación.
Dioniso, aun teniendo madre mortal y padre inmortal, nace de un ser inmortal; por ello él mismo es un ser divino, no un héroe.
Se debe señalar que el héroe es también el protagonista de las tragedias. Pero el héroe trágico es distinto del épico:
  • El héroe épico sabe que está sometido a un destino y lo acepta: en la aceptación de ese destino demuestra su grandeza.
  • El héroe trágico descubre que también está sujeto a un destino, pero no lo acepta; se rebela contra ese destino, se rompe, y en esa quiebra demuestra su grandeza.
En relación con ello cabe citar a B.M.W. Knox, The Heroic Temper: Studies in Sophoclean Tragedy, Berkeley-Los Ángeles, 1964, p. 48:
Inmovable once his decision is taken, deaf to appeals and persuasion, to reproof and threat, unterrified by physical violence, even by the ultimate violence of death itself, more stubborn as his isolation increases until he has no one to speak to but the unfeeling landscape, bitter at the disrespect and mockery the world levels at what it regards as failure, the hero prays for vengeance and curses his enemies as he welcomes the death that is the predictable end of his intransigence.

2) Son héroes los personajes asociados con algún culto heroico: 

Sin que la asociación con un culto heroico guarde necesariamente relación con la épica, esto es:
  • un héroe X puede recibir culto sin que por ello sea un héroe en el sentido épico 
  • o bien el culto tributado a un héroe Z puede no guardar relación con la situación de ese héroe en la épica, de forma que un héroe menor o un héroe hijo de padres mortales pueden recibir un culto importante 
  • o a la inversa: p. ej., Eneas (hijo de Afrodita) carece de un culto importante en época arcaica, mientras que Agamenón y Menelao, pese a ser hijos de mortales (de Atreo y Aérope), debieron de recibir culto al menos en época de Homero. 
Es importante indicar que el culto a los héroes es diferente del culto a los dioses, y este puede ser un buen motivo para refutar la tesis, antes muy extendida, según la cual los héroes son antiguos dioses caídos.
El culto a los héroes y dioses olímpicos coinciden en la oración, la ofrenda y los sacrificios, los cantos, las procesiones y los certámenes, atléticos o no. 
Pero, a la vez, el culto a los héroes presenta elementos diferenciadores que lo asemejan al culto a las divinidades ctónicas y al culto a los antepasados. Por ello:
  • Como en el caso de los antepasados, el lugar en el que se adoraba a los héroes era su supuesta tumba, o en el peor de los casos su “cenotafio”. 
  • Si se efectuaba un sacrificio en honor del héroe, la víctima se mataba sobre el altar, cabeza abajo, lo cual es indicio de la vinculación del culto a los héroes con el culto a las divinidades ctónicas. Hay una diferencia obvia con elculto a los dioses olímpicos, cuyas víctimas eran degolladas cabeza arriba. 
  • El destino de la víctima era también distinto: en el culto a los dioses una parte de la víctima (grasa y huesos) era quemada, mientras que el resto del animal se servía en un banquete; pero, tratándose de héroes, toda la víctima debía ser quemada, en un rito que los griegos llamaban holókauston

A lo largo de la historia se han repetido los intentos de establecer una tipología del héroe. Algunos de estos intentos han tenido un carácter más discutible, como sucede en el caso de Lord Raglan, según el cual el héroe tiene una vida caracterizada siempre por veintidós secuencias; según Raglan, todos los héroes se caracterizan de forma general por
1) tener por madre a una virgen,
2) tener por padre a un rey,
...
18) tener una muerte misteriosa
19) en la cumbre de una montaña;
20) sus hijos no le suceden en el trono,
21) su cuerpo no es enterrado
22) y, sin embargo, el héroe tiene una o varias tumbas. 
Hay otros esfuerzos por caracterizar al héroe, más considerados al menos entre los estudiosos de la Antigüedad, p. ej. el de A. Brelich, quien intentó (en Gli Eroi Greci, Roma, 1958) dar cuenta de la variedad de los héroes griegos. Brelich estableció una morfología heroica: según este autor, los héroes griegos están implicados en una serie de actividades en campos diversos:
  • La muerte. 
  • Los combates y el mundo de la guerra. 
  • La realización de agones (no solo atléticos). 
  • La adivinación y la profecía (aunque no se trata de una actividad realizada por una mayoría de héroes: los que entran en esta categoría suelen ser héroes ciegos, a los que cegó una divinidad que después les concede el don adivinatorio como compensación, según ocurre en el caso de Tiresias: suelen tener relación con las serpientes). 
  • La curación (consecuencia lógica de la actividad anterior: en la cultura griega, la adivinación y la medicina van muy unidas. En los santuarios de los héroes sanadores, el devoto-paciente recibía “recetas”, p. ej. a través del sueño, según ocurría en el santuario de Asclepio en Epidauro; un ejemplo de tales recetas puede ser esta: A Asclepio / Poplius Granius Rufus / por un mandato (...) El dios [Asclepio] me ordenó que tuviese confianza y me alivió. Debía aplicar un emplasto de cebada mezclado con vino añejo y una piña ungida con aceite, y a la vez un higo y grasa de cabra, luego leche con pimienta, cera y aceite de oliva cocido juntos (...). 
  • La iniciación mistérica. 
  • La fundación de ciudades (actividad no reservada en Grecia a un tipo concreto de héroe). 
  • La fundación de grupos consanguíneos (etnias, tribus, aldeas emparentadas o clanes). 
  • El descubrimiento o invención de actividades específicas (en el caso de los “primeros descubridores”, héroes culturales como Palamedes, Dédalo, Aristeo – y, además, el dios Prometeo). 
  • La caza (cf. lo dicho sobre el héroe y la guerra, o sobre el héroe y la agonística). 
  • El pastoreo. 
Es importante destacar que, al decir de Brelich, el héroe no realiza habitualmente ni todas estas acciones (salvo en casos como el de Heracles) ni una sola de ellas. Su clasificación de actividades heroicas es distinta de los tipos de héroe de Farnell, Brelich no pretende clasificar héroes sino describir sus campos de acción:
Según Brelich, por lo general el héroe realiza varias de estas actividades, pues están interrelacionadas: “lo que establecerá la especificidad de lo heroico es su extensión a varios de estos campos” (Bermejo Barrera). 
De otra parte, esas acciones no son específicas de los héroes, pues también pueden realizarlas los dioses. Pero los héroes no se confunden nunca con los dioses, ni con las colectividades míticas, como p. ej. las Oceánides, las hijas de Océano:
  • el héroe, a diferencia del dios, está sujeto a la muerte, posee una personalidad menos definida, posee caracteres físicos y morales a veces monstruosos; 
  • frente a las colectividades míticas, el héroe posee una personalidad mayor y una relación menor con la cosmogonía. 
Ha habido, además, intentos por establecer las características básicas del relato heroico, como p. ej. el de Kirk, en un libro básico de 1975 (Mito), 1970 en la edición original; de su teoría sobre el relato heroico se pueden retener tres ideas:
  • la leyenda griega se caracteriza por su sencillez y esquematismo (de hecho Kirk habla literalmente de “la simplicidad temática, casi la superficialidad, de la mayor parte de los mitos griegos”);  escasez de elementos sobrenaturales también es característica de la mitología heroica griega, a diferencia de lo que sucede en otras tradiciones; 
  • la abundancia de elementos del cuento popular caracteriza asimismo los mitos griegos.

Una última idea en relación con los héroes que conviene retener: héroes y dioses no son compartimentos estancos, y ello por al menos dos motivos:

1) Los héroes son ayudados por los dioses, de manera muy especial en algunos casos en los que el héroe tiene un dios tutelar: en la Odisea Atenea ayuda a Odiseo y, en la Eneida, Venus ayuda a Eneas.

2) Algunos héroes pueden ser divinizados post mortem, según dijo Íbico en el S. VI a. C. a propósito de Diomedes.

Pero el caso más importante de héroe divinizado es el de Heracles. Heracles es uno de los héroes más populares de la mitología clásica, según atestigua su presencia en las fuentes literarias, su predominio en el arte, tanto en Grecia como en Roma, o la extensión de su culto.
Diversos relatos nos hablan de su divinización post mortem; ya entre los dioses se desposó con Hebe, la Juventud, y recibió culto de los mortales, sus antiguos congéneres; los cultos a Heracles están efectivamente atestiguados a lo largo y ancho del Mediterráneo.
A Heracles, de Zeus hijo, cantaré, al que, con mucho el mayor
de los moradores de la tierra, engendró en Tebas de hermosos coros
Alcmena, tras unirse con el sombrío Cronión.
Éste, primero, por la tierra sin confín y por el mar
vagando a las órdenes de Euristeo el soberano
muchas cosas osadas hizo por sí solo, muchas soportó;
pero ahora ya en el hermoso solar del nevado Olimpo
habita gozoso y posee a Hebe de hermosos tobillos.
Salud, soberano hijo de Zeus; concédeme valor y fortuna.

(Himno Homérico XV, "A Heracles, corazón de león"; trad. José B. Torres).


ALGUNAS REFERENCIAS (para alumnos que hacen Trabajos de Fin de Grado, y no solo para ellos):

Para adentrarse en el quién-es-quién de la mitología griega (heroica o divina), sigo recomendando el diccionario de Pierre Grimal, reeditado tantas veces; esta es la reimpresión que tengo en casa:

GRIMAL, P., Diccionario de mitología griega y romana, Barcelona, Paidós, 1979 (6ª ed.).

Para que no parezca que tengo un enfoque muy limitado, propongo otro quién-es-quién (hay tantos que resulta excesivo citarlos todos):

HARD, H., El gran libro de la mitología griega, Madrid, La esfera de los libros, 2008.

Se puede ver también lo que se dice sobre el héroe en los capítulos correspondientes de dos textos introductorios, publicados en colecciones de gran difusión:

GARCÍA GUAL, C., Introducción a la mitología griega, Madrid, Alianza Editorial, 1992.
HERNÁNDEZ DE LA FUENTE, D., Mitología clásica, Madrid, Alianza Editorial, 2015.

Por supuesto, sigue poseyendo un gran interés (al menos para algún tipo de lectores) el clásico de Brelich:

BRELICH, A., Gli Eroi Greci, Roma, 1958.

Para ideas sobre religión de Grecia que puedan ser necesarias en algunos momentos del trabajo, cf.

BURKERT, W., Greek Religion. Archaic and Classical, Oxford, 1985 (Griechische Religion der archaischen und klassischen Periode, Stuttgart, 1977) [hay una edición nueva del original alemán de 2011].

Para el rastreo de las huellas del mito heroico en la Tradición entiendo que las obras básicas son estas tres, dos más antiguas y una más reciente:

FRENZEL, E., Diccionario de argumentos de la literatura universal, Madrid, Gredos, 1976.
FRENZEL, E., Diccionario de motivos de la literatura universal, Madrid, Gredos, 1980.
A. GRAFTON, G.W. MOST y S. SETTIS, eds., The Classical Tradition, Cambridge, Mass., Belknap Press of Harvard University Press, 2013.

Para el tema de la Tradición también son sin duda muy interesantes estas referencias (en el caso de las dos primeras y la última, su utilidad dependerá del tipo de trabajo que se quiera hacer):

AGHION, I.; BARBILLON, C. y LISSARRAGUE, F., Guía iconográfica de los héroes y dioses de la Antigüedad, Madrid, Alianza, 1997.
BALLÓ, J., y PÉREZ, X., La semilla inmortal: los argumentos universales del cine, Barcelona, Anagrama, 1997.
GANTZ, T., Early Greek Myth. A Guide to Literary and Artistic Sources, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1993.
HIGHET, G., La tradición clásica. Influencias griegas y romanas en la literatura occidental, México, FCE, 1954.
RUIZ DE ELVIRA, A., Mitología clásica y música occidental, Alcalá de Henares, Universidad Alcalá de Henares, 1997.



sábado, 23 de mayo de 2015

LA ILÍADA COMO ÉPICA TRÁGICA


La Ilíada es, posiblemente, el poema más importante de la literatura griega. Su primer poema y el más importante. De manera indiscutible, desde luego, por lo que atañe a su peso en la Tradición Clásica. 

La literatura europea comienza de manera absoluta con estos veinticinco versos en los que se incluye el proemio de la obra y se plantean las causas de la disputa entre Agamenón y Aquiles.



Canta, diosa, la cólera de Aquiles hijo de Peleo,
cólera funesta que a los aqueos produjo desgracias sin cuento,
y envió al Hades a muchas valientes almas
de héroes; a éstos los convirtió en despojos para los perros
y todas las aves de rapiña: así se cumplía la voluntad de Zeus.
Canta desde que por primera vez se separaron peleando
el hijo de Atreo, caudillo de varones, y el divino Aquiles.


¿Cuál de los dioses los movió a rencilla para que peleasen?
El hijo de Zeus y de Leto, pues éste, irritado con el rey,
provocó en el campamento una perniciosa enfermedad (morían los hombres),
porque a Crises, el sacerdote, deshonró
el hijo de Atreo; aquél se presentó en las veloces naves de los aqueos
para liberar a su hija, llevando rescates incontables;
en las manos sostenía las ínfulas de Apolo, el que hiere de lejos,
sobre un cetro dorado; y suplicó a todos los aqueos,
y sobre todo a los hijos de Atreo, a los dos comandantes de tropa:


“¡Hijos de Atreo, y demás aqueos de hermosas grebas!
Que los dioses que tienen sus moradas en el Olimpo os concedan
destruir la ciudad de Príamo, y con bien regresar a casa:
liberad a mi hija y aceptad estos rescates,
reverenciando al hijo de Zeus, al que hiere de lejos, a Apolo”.


Entonces todos los demás aqueos se mostraron de acuerdo
en respetar al sacerdote y aceptar los preciados rescates;
pero a Agamenón, el hijo de Atreo, no le resultó grato,
sino que lo despidió con malos modos, y le espetó estas duras palabras...
(trad. José B. Torres)


1. LA HISTORICIDAD DE LA MATERIA DE LA ILÍADA

Se discute la posibilidad de que tras el argumento de la saga troyana subyazca el recuerdo de un acontecimiento histórico: la toma de la ciudad de Ilión por una coalición aquea en el segundo milenio antes de Cristo, supuestamente en torno al 1200 a. C.

En favor de la historicidad de la guerra de Troya hablan
  • los descubrimientos arqueológicos del montículo de Hisarlik;
  • la evidencia de las tablillas hititas que, en opinión de parte de los estudiosos, se refieren expresamente a tal intervención aquea (mira Kirk 1990; Latacz 2003);
  • y la propia tradición oral sobre la guerra.
Sobre el valor de la épica como “historia antes de la historia”, mira lo que se dice en la entrada 24. La historiografía griega: orígenes y rasgos generales: en esa entrada también se discute la teoría según la cual Troya se habría encontrado realmente en Cilicia, en un lugar totalmente distinto de Asia Menor.


2. LA CRONOLOGÍA DEL POEMA

A propósito de la disputada cuestión de la cronología de la Ilíada comentaré solo tres cuestiones básicas:
El siglo VIII a. C. (o incluso el IX) han sido propuestos de manera tradicional como fechas de los poemas homéricos canónicos.

Ahora bien, estas teorías se enfrentan con la dificultad de que en la Ilíada existen elementos lingüísticos e históricos más modernos (mira en 02. Homero y las “cuestiones homéricas”); por ello ha habido también firmes partidarios de datar la Ilíada en el S. VII a. C.: Walter Burkert (1976) y Martin West (1995); más recientemente, Burkert (2012) se ha decantado incluso por los años 580-560).

Más aún, existe una teoría procedente de la Antigüedad, la teoría de la “recensión pisistrátida”; según esta teoría la Ilíada no recibió una forma fija (escrita) hasta la época de Pisístrato de Atenas, en el S. VI a. C., con independencia de que a ese momento haya precedido un período más o menos largo de vida oral de la epopeya (mira Jensen 1980).

3. EL ARGUMENTO DE LA ILÍADA

Una forma amable de aproximarse a la Ilíada consiste en centrarse en los cantos en los que ocupa un papel central Aquiles: I, IX, XVI, XVIII, XXII y XXIV. Por tanto, la lectura de la Ilíada que voy a proponer se basa fundamentalmente en su héroe.

Según nos advierte el proemio de la Ilíada, en los versos antes citados, esta obra canta la cólera de Aquiles, el campeón griego.
La cólera del “hijo de Peleo” la había provocada una disputa por el botín: a Aquiles le había tocado en suerte la esclava Briseida, pero el rey Agamenón (“el hijo de Atreo”) se la arrebata durante una disputa en la asamblea.
El ultraje que le inflige de esta forma Agamenón a Aquiles no tiene nada de trivial, contra lo que pudiéramos pensar.
Nótese que en la mentalidad homérica las posesiones demuestran el honor de una persona, y verse privado del botín equivale a verse privado de una parte del propio honor.
Aquiles, encolerizado, afirma que no volverá a combatir para el rey que le ultraja de esa forma. Y cuando se retira junto a las naves de sus hombres le suplica algo más a su madre, la diosa Tetis:
  • que abogue por él junto a Zeus;
  • que éste permita que los griegos sufran un duro revés ante los troyanos
  • porque, de esta manera, acudirán a suplicarle cargados de regalos, él recobrará su honor y volverá a efectuar hazañas que difundan su fama entre los hombres.
Aquiles, al principio de la Ilíada, se comporta, por tanto, como el típico héroe épico preocupado por preservar, por encima de todo, su honor (timé) y su fama (kléos): hay que recordar
  • que el exceso y la desmesura son características típicas del héroe
  • y que Aquiles es consciente (hay textos sobre ello en este mismo canto) de que su vida ha de ser breve, y de que por tanto ha de llenarla de actos heroicos.
Por ello deja que, en los cantos siguientes, sus compañeros y amigos mueran bajo las armas del campeón troyano, Héctor. En efecto, Zeus accede a lo que le pide Tetis, y, con diversos altibajos, las cosas les van cada vez peor a los griegos (en los cantos dos y siguientes).
Ahora bien, no podemos concluir el comentario del canto I sin aludir a una escena significativa: la asamblea de los dioses (I 531-611). Esta escena es importante porque en ella se trata el tema del contraste hombres–dioses // mortalidad–inmortalidad, y este contraste es un tema esencial en la Ilíada:
  • obsérvese que hay un contraste con la asamblea de los griegos al principio de este mismo canto;
  • el contraste adopta esta forma:
mundo de los dioses = risa / despreocupación / inmortalidad
mundo de los hombres = llanto / angustia / muerte.
Precisamente éste es un aspecto que ha sido muy criticado en dos versiones de la Ilíada de principios del S. XXI (Troya de Petersen; el libro de Baricco, Homero. Ilíada): ¿por qué se suprimen las intervenciones divinas?

En el canto nueve una embajada intenta aplacar a Aquiles, pero es en vano; más aún, el hijo de Peleo declara que no arriesgará nunca más su vida en provecho de otro:
A fin de cuentas (dice) mueren igual el hombre indolente y el que realiza muchas hazañas.
Esta determinación de Aquiles es notable: infringe directamente el código heroico. Por otra parte, nótese que, al rechazar los presentes, Aquiles rechaza lo que le había pedido a su madre Tetis en el canto I (que los griegos fueran a suplicar a su tienda llevándole regalos).
Por ello su forma de actuar es claramente exceso, desmesura, hýbris, y recibirá pronto castigo.
Héctor, cada vez más envalentonado, se adentra en el campamento griego y, en el canto quince, llega a incendiar una nave de sus enemigos.

Patroclo, el mejor amigo de Aquiles (quien había sido introducido en el canto I, y sobre todo en el IX), intercede en ese momento por los griegos.

Aquiles (canto XVI) accede a prestarle a Patroclo su armadura, a fin de engañar a los troyanos y hacerles creer que ha vuelto al combate: pero nótese que no lo hace realmente (mira los versos 83-90) por compasión hacia los griegos, sino en la idea de ganar así más gloria.
Contra las advertencias de Aquiles, Patroclo se lanza de cabeza a la lucha, hasta que se enfrenta a Héctor, el cual lo mata en ese mismo canto dieciséis.
La muerte de Patroclo supone un punto de inflexión en el poema, puesto que le hace comprender a Aquiles las limitaciones del esquema honor-fama por el que había actuado hasta este momento.
  • Por defender su honor y su fama ha perdido a su amigo.
  • La muerte de éste es una pérdida irreparable, que además le produce vergüenza por no haber podido ayudarle (XVIII 98 ss.).
  • Ya no suponen nada los presentes que los griegos le vuelven a ofrecer en el canto diecinueve y que él acepta finalmente para volver al combate y vengar a Patroclo.
  • Su determinación de ahora es cosechar gloria a costa del dolor ajeno; cf. lo que se dice en XVIII 121 ss.: mas ahora ganaré gloria, fama y haré que algunas de las matronas troyanas o dardanias, de profundo seno, den fuertes suspiros y con ambas manos se enjuguen las lágrimas de sus tiernas mejillas (trad. L. Segalá).
La ira de Aquiles es absolutamente despiadada en los cantos XX a XXII. Cuando los troyanos logran refugiarse dentro de las murallas de su ciudad, sólo permanece fuera Héctor, que decide plantarle cara a Aquiles.

Pero Héctor no valora bien sus propias fuerzas (en este sentido, aunque nos resulte más simpático, es peor héroe) y pierde el combate, Aquiles lo mata y se niega a devolverles el cadáver a sus familiares.

Si la Ilíada hubiera concluido con esta situación nos hallaríamos ante una epopeya típica, una más de las muchas que debieron de componerse tomando la guerra troyana como tema: es decir, la Ilíada sería otra historia de una carnicería.

Lo notable de la Ilíada es que Aquiles, al final se deja ablandar por las súplicas: pero no por las súplicas de sus camaradas (en el canto IX las había rechazado) sino por las súplicas de un enemigo, Príamo, el padre de Héctor, que llega de noche hasta el campamento griego.

Ante el viejo rey de Troya, Aquiles se acuerda de su propio padre Peleo, que se halla solo en la patria, y en este momento experimenta dos sentimientos que, según habían dicho los enemigos de Aquiles, éste no conocía:
  • el respeto (aidós)
  • y la compasión (éleos).
El primero que se refiere a esta carencia de Aquiles es Apolo (en la asamblea de los dioses que discute sobre la suerte del cadáver de Héctor): “Aquiles la compasión perdió y respeto no tiene” (XXIV 44-45: Ἀχιλεὺς ἔλεον μὲν ἀπώλεσεν, οὐδέ οἱ αἰδὼς / γίγνεται).

Repite la misma idea la reina Hécabe (quiere impedir que su marido Príamo vaya al campamento griego a rescatar el cuerpo de su hijo): “Es que, si te atrapa y contempla ante sus ojos, / hombre cruel y nada de fiar, este de ti no se compadecerá / ni en absoluto te respetará” (XXIV 206-208: εἰ γάρ σ’ αἱρήσει καὶ ἐσόψεται ὀφθαλμοῖσιν / ὠμηστὴς καὶ ἄπιστος ἀνὴρ ὅ γε οὔ σ’ ἐλεήσει, / οὐδέ τί σ’ αἰδέσεται).
Vuelve sobre ello Príamo cuando le implora a Aquiles, en el clímax de la Ilíada: “Mas respeta a los dioses, Aquiles, y de mí mismo compadécete, / acordándote de tu padre” (XXIV 503-504: ἀλλ’ αἰδεῖο θεοὺς Ἀχιλεῦ, αὐτόν τ’ ἐλέησον / μνησάμενος σοῦ πατρός).

El descubrimiento de estos dos valores (el respeto y la compasión) es la gran conquista de Aquiles en la Ilíada, lo que marca un antes y un después en su breve vida de héroe.
Por respeto, por compasión hacia el contrario, que a fin de cuentas es hombre mortal como él, Aquiles decide finalmente devolver el cadáver de Héctor para que sus conciudadanos puedan honrarlo.
Esta situación del canto veinticuatro de la Ilíada parece atípica en el panorama de la épica antigua y supone una superación del antiguo código heroico, en el que los sentimientos de respeto y compasión hacia el enemigo estaban ausentes.

Al contrario, la gloria del héroe se conseguía precisamente a costa del dolor ajeno, según nos dice en algún lugar la misma Ilíada (cf. arriba XVIII 121-124).

Lo cierto es que, en el canto XXIV, Aquiles tampoco parece un personaje típico de la poesía épica porque es capaz de aprender algo en el curso del poema, a pesar de que un rasgo de los protagonistas épicos que se destaca habitualmente en los estudios de literatura comparada es su impasibilidad:
El héroe es héroe de principio a fin, y nada de lo que pueda ocurrirle le altera interiormente.
Esta afirmación no parece totalmente válida en el caso de Aquiles: a él si le alteran interiormente los acontecimientos de esos pocos días en los que acontece la Ilíada, pues en ese tiempo descubre los límites de su código heroico y aprende el valor de la compasión hacia el vencido. Aquiles no es el mismo antes y después de la Ilíada, y esto es innovar la materia tradicional.

Termino esta exposición del argumento de la Ilíada con un breve comentarios sobre su estructura.
  • La acción del poema se centra en un lapso de tiempo muy breve: cincuenta y un días en total, de los que en realidad sólo poseen relevancia argumental cuatro.
  • Sin embargo, la Ilíada es, como indica su mismo título, el poema sobre Ilión, sobre Troya y la guerra en torno a la ciudad; y esa guerra, como indica en algún lugar la propia Ilíada, duró diez años completos.
Precisamente es un acierto de esta epopeya el haber sido capaz de presentarnos un panorama general de la guerra a partir de un incidente concreto como es la cólera de Aquiles.
  • Homero no pretende contarnos la guerra de Troya episodio por episodio, desde el origen del conflicto hasta la destrucción de la ciudad;
  • pero tampoco le hace falta: con lo que nos dice nos damos por enterados de los antecedentes de la guerra y de lo que va a suceder después de la muerte de Héctor;
  • la Ilíada también ha prodigado suficientes premoniciones como para que sepamos que Aquiles mismo va a morir dentro de poco.
Por esta peculiaridad del poema se ha hablado de su estructura dramática: Aristóteles ya decía que de la Ilíada se podía extraer sólo una tragedia, o dos a lo sumo, y que esto era un signo de perfección pues implicaba la existencia de una fuerte unidad en la epopeya.


4. HÉROES Y DIOSES EN EL POEMA

Se tratará con mucha más brevedad esta cuestión y la última.

En realidad, ya se ha dicho lo fundamental en relación con “héroes y dioses” en la Ilíada (sobre el particular, mira lo que dice Kullmann 1985). Sintetizo las ideas fundamentales:
  • Los héroes, representados por Aquiles en cuanto protagonista, se afanan en lograr honor y fama, y para hacerlo llegan a adoptar la decisión heroica de poner su propia vida en juego.
  • En el otro lado, los dioses, el aparato divino de la Ilíada, viven una vida despreocupada que resulta ser el contrapunto de la existencia de los mortales.

5. LOS PROCEDIMIENTOS NARRATIVOS DE LA ILÍADA

La entrada debe incluir también algunas consideraciones sobre los modos y los procedimientos narrativos del poema.

En este sentido es fundamental referirse, ante todo, al uso que hace la Ilíada del estilo directo y del narrador omnisciente, dos aspectos que también poseen especial importancia en el análisis de Aristóteles (en la Poética).

Por otro lado, conviene recordar la existencia de dos elementos típicos de la narración homérica que pueden resultar especialmente llamativos para el lector actual:
  • el uso del catálogo (recuérdese el ejemplo extremo del Catálogo de las naves en el canto II)
  • y los símiles, sobre los cuales mira al menos Edwards (1991).

ALGUNAS REFERENCIAS:

Sobre cuestiones de Arqueología Homérica, mira las páginas web del “Projekt Troia”:
http://www.uni-tuebingen.de/troia/deu/

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jueves, 16 de diciembre de 2010

AQUÍLIX, EL HÉROE IRREDUCTIBLE


Nunca uses la ironía dando clase, ¡qué peligro!, lo digo por propia experiencia. Es que, como gallego, tengo tendencia al jueguecito irónico (las resonancias socráticas…). Sé irónico con tus amigos, con el alcalde de tu pueblo, con el guarda del parque – pero no lo seas con tus alumnos, porque en un porcentaje apreciable de los casos se fiarán del profesor hasta para lo más inaudito. Es lo que me sucedió aquella vez que dije en el curso de griego para incipientibus que, a final del semestre, haríamos un examen de conversación en griego antiguo sobre un tema de actualidad – y hubo quien se lo creyó, claro.

Nunca uses la ironía dando clase y nunca te rías de tus alumnos cuando corrijas los exámenes. Nunca he entendido esa obsesión de algunos por acumular “antologías de disparates”, como si fuera gracioso reírse de los errores cometidos por los estudiantes cuando escriben bajo presión. 

Pero hoy me muerdo la lengua. Es que no puedo olvidar el encantador disparate que encontré ayer en un examen donde se decía que la madre de Aquiles sumergió a su retoño en una marmita para hacerlo invulnerable.

 

En Túi yo leía como un loco Astérix y Obélix. En Madrid leí la Ilíada y hasta escribí una tesis sobre épica griega arcaica. Tanto tiempo dedicado a estas dos pasiones, y yo sin saber nada de la relación existente entre el hijo de Peleo (Brad Pitt, para los amigos de Wolfgang Petersen) y el gordo rey de los menhires, mi buen Obélix, que de niño se cayó en la marmita del druida Panorámix.

Quiero juntar mis dos aficiones en esta entrada dedicada a ese ser sincrético que me ha descubierto mi alumn@: 

Aquílix, el héroe irreductible, al que su madre sumergió en una marmita para hacerlo invulnerable – ¡lástima que, al darle tal baño, lo sujetara por el talón!