lunes, 4 de enero de 2016

TEÓCRITO Y EL GÉNERO DE LA BUCÓLICA


Una revista de Filología Clásica me ha pedido que escriba la reseña de un libro sobre Teócrito (Mónica Durán Mañas, Las mujeres en los Idilios de Teócrito, Zaragoza, 2014). Me ha parecido que esta podía ser una buena ocasión para revisar y reeditar lo que publiqué en su momento sobre quien para nosotros es, ante todo, el padre de un género de tanta importancia histórica como la bucólica.


Teócrito es, posiblemente, el poeta alejandrino que ha dejado una huella más permanente en la Tradición Occidental gracias a sus aportaciones dentro del género bucólico. En esta entrada se pasa revista a su obra auténtica y al llamado corpus Theocriteum.


1. TEÓCRITO Y SU AMBIENTE.

Expondremos en primer lugar los pocos datos conocidos sobre la vida de Teócrito.
El poeta era oriundo de Siracusa; tras pasar por Cos (patria de Filetas), se situó en Alejandría bajo el mecenazgo de los Tolomeos (Tolomeo II Filadelfo) hacia los años 275-270 a. C.
Más importante que estos escasos datos es constatar que Teócrito mantuvo relaciones literarias activas con los círculos poéticos de Alejandría.
  • P. ej., él, que también es un poeta doctus, manifiesta en sus poemas conocer las obras de Arato o Calímaco.
  • Quizá, en alguno de sus Idilios, refleja incluso los ambientes literarios de Alejandría: pero la cuestión es incierta.
Ya que se acaba de emplear el término Idilios se recordará que eidýllion es diminutivo de eîdos (“viñeta”) y que, según el diccionario de Liddell-Scott-Jones, designa un “short, highly wrought descriptive poem” – ésta es la denominación que se aplica a treinta poemas transmitidos bajo el nombre de Teócrito.

Se ha de recordar además que, a diferencia de otros poetas del momento (Calímaco, Apolonio), Teócrito no parece haber desarrollado ninguna actividad como filólogo.


2. LOS EPILIOS DENTRO DE LA OBRA DE TEÓCRITO.

Dentro de las obras que conocemos de Teócrito suelen distinguirse tres grupos.

El primero de ellos lo representan los epilios, pequeños poemas épicos al gusto helenístico: un ejemplo de epilio lo representa la Hécale (fragmentaria) de Calímaco. En la obra transmitida de Teócrito  hay epilios como el Hilas (nr. 13 de la colección: 75 versos) o, sobre todo, el Heraclisco (nr. 24: 172 versos, fragmentario el final).
En este poema Teócrito trata un tema tradicional (las proezas de Heracles niño: cfr. p. ej. Píndaro, Nemea I o Peán XXIV – se refiere cómo Heracles niño acaba en la cuna con las serpientes que había enviado contra él la esposa de su padre Zeus, Hera).
Pero Teócrito varía constantemente su modelo, esforzándose en presentarlo de forma novedosa, en clave de humor: en el Heraclisco un Heracles, niño de diez meses, se cría en un ambiente burgués: el de la casa de Anfitrión y Alcmena.

Al hilo del comentario de los epilios podemos recordar también que Teócrito compuso poemas correspondientes a dos géneros directamente relacionados entre sí, encomios e himnos:
  • Encomios: idilio 17, dedicado a Ptolomeo II Filadelfo.
  • Himnos: idilio 22, Dioscuros; idilio 26, Dioniso.

3. POEMAS CON CARÁCTER DE MIMO.

Un segundo grupo dentro de la producción del autor de Siracusa lo representan los poemas con carácter de mimo.
El mimo se puede caracterizar en esencia como un género dramático subliterario que escenifica motivos de la vida ordinaria de personas corrientes. Sobre este género mira lo que se dice en la entrada .
Teócrito fue quien le dio auténtica categoría literaria al mimo al trasplantarlo a la forma del hexámetro dactílico en sus “idilios ciudadanos”, en Pharmakeútria (nr. 2) o en las Adoniázousai (nr. 15).

Pharmakeútria: es una narración en primera persona – habla Simeta (la pharmakeútria, “hechicera”), quien ha sido abandonada por su amado Delfis.
Este hecho cotidiano se pone en relación (y contraste) con el abandono sufrido por grandes figuras del mito: p. ej., Ariadna.
Más aún, también produce un fuerte contraste el hecho de que para narrar este suceso de trascendencia tan relativa se recurra a intertextos de la “alta” literatura, como Homero o Safo.
En la reelaboración creativa de la poesía antigua Teócrito está adoptando, obviamente, una actitud típica de la poesía alejandrina.
La primera parte del poema presenta las prácticas mágicas de Simeta (con ellas pretende atraer otra vez a su amado), y es de destacar que existen paralelos con lo que leemos en los papiros mágicos de los griegos. Es decir, el Idilio 2 está elevando la tradición popular a categoría literaria.

Adoniázousai: este idilio recoge la conversación de dos mujeres de Siracusa residentes en Alejandría que acuden a una fiesta en honor a Adonis en el palacio real de Arsínoe. Este idilio también desarrolla un juego de contrastes:
  • entre la vida modesta y humilde de las mujeres, admirablemente retratada,
  • y la tryphé, “la gran vida” que descubren en el palacio.
Parece que Teócrito quiere simbolizar así el proceso de traslación de
  • el mimo tradicional siracusano (cfr. la primera parte del poema),
  • que se reinstala ahora en Alejandría (cfr. la segunda parte), el nuevo centro cultural de Grecia, un centro caracterizado además por el preciosismo y el virtuosismo.

4. LA POESÍA BUCÓLICA.

Como hemos indicado al principio, el grupo de poemas de Teócrito con más importancia histórica dentro de la tradición son los poemas bucólicos. Éstos son ocho de los Idilios, todos escritos en dorio: números 1, 3, 4, 5, 6, 7, 10, 11.

Por cierto: el hecho de que los poemas estén en dorio se ha intentado explicar suponiendo que el dorio era en Alejandría la lengua de una elite de emigrantes de Cirene. Pero la cuestión es incierta.

En estos poemas el autor pone en forma hexamétrica (y eleva así a la categoría de alta literatura) un contenido sin tradición literaria: la vida ordinaria en el mundo de los pastores.

Con todo, es obligado indicar que el mundo de los pastores de Teócrito es un mundo más ideal que real: se trata de un mundo “bucólico” de paz y cantos, en el que los conflictos proceden de las cuitas amorosas.

La razón de selección de esta temática en un momento histórico como el del Helenismo no deja de tener su interés para la historia social de la literatura (cfr. Serrao 1983):
  • Parece que en este momento, como en otros momentos de la historia, el hastío de la vida burguesa llevó a buscar vías de escape en una naturaleza ideal a personas que, en el fondo, no conocían la vida de la naturaleza real.
  • Adviértase el contraste entre la imagen del campo que presenta la bucólica y la que ofrece Hesíodo en Trabajos y Días.
Sin embargo habremos de decir, sobre todo por comparación con la bucólica posterior, que Teócrito no idealiza por completo el mundo de sus pastores.
En los idilios hay, en ocasiones, momentos de rudeza, según sucede en el idilio 5, una competición en el canto (motivo típico del género) celebrada entre dos pastores, que en este caso son figuras rudas y poco idealizadas.
El procedimiento de que dos personajes que se cedan respectivamente la palabra aparece asimismo en los idilios 1, 4, 6 y 7: es un procedimiento explotado por Teócrito, aunque sin repetirlo de manera exacta para lograr así una uariatio:
  • La alternancia en el uso de la palabra puede asemejarse al canto amebeo.
  • O bien cada personajes pronuncia alternativamente largas tiradas de versos.
El canto de los pastores posee a veces connotaciones poetológicas, según se aprecia en los idilios 1 y 7, Thýrsis y Thalýsia.

El idilio I, “Tirsis”, figura desde siempre (desde las colecciones antiguas) en el primer lugar del conjunto.
En este idilio se describe (es el motivo de la ékphrasis) minuciosamente un maravilloso plato de madera, que viene a ser un contrapunto para el escudo de Aquiles y su descripción en Ilíada XVIII.
La voluntad poética de presentar este contrapunto no podía pasar desapercibida al lector doctus del poema.

Lo que podemos entender que viene a decir Teócrito con este contraste marcado es que la poesía bucólica viene a traer un sistema poético propio, capaz de competir con el de la poesía homérica o, por lo menos, con el de sus imitadores.

Teócrito rechaza, como Calímaco, a estos imitadores porque no se adecuan a los ideales del Helenismo. Así lo indican, por cierto, de manera bastante explícita, estos versos del idilio VII (45 – 48):
A mí el constructor me es odioso en extremo que emprenda / el alzar una casa que iguale en altura a la cima / del Oromedonte y las aves canoras que graznan / en vano queriendo emular al poeta de Quíos.
El idilio VII lo narra Simíquidas, quien refiere una excursión por el mundo rural de Cos; en el curso de la misma se produce el encuentro con Lícidas, quien canta alternativamente con Simíquidas sobre temas eróticos.

Al final de la escena, Simíquidas recibe de Lícidas su bastón, lo cual viene a simbolizar la iniciación poética, a la manera de lo que sucede (en clave menos laica) con Hesíodo al principio de la Teogonía.

Es importante no perder de vista ciertos elementos de ironía en el poema:
  • Éste se abre marcando una distancia espacial entre la ciudad y el campo: los protagonistas salen de la ciudad para internarse en el campo, salen de su realidad cotidiana para internarse en un mundo ideal.
  • El mismo idealismo artificioso se halla presente en el locus amoenus que se presenta al final del idilio: puede ser otra pista introducida por Teócrito para recordarnos que el campo que tiene ante sí el lector es una construcción que tiene muy poco que ver con el campo real.
No se debe dejar de comentar, a propósito del Idilio VII, que cierta parte de la crítica ha entendido que los pastores del poema son máscaras tras las que se esconden poetas del círculo de Filetas de Cos.

Por supuesto, no es imposible la lectura de este poema en dos niveles, entendiendo que en el más alto se encierran esas alusiones a los círculos poéticos helenísticos.

Ahora bien, esta última interpretación no es imprescindible ni su argumentación concluyente: el poema posee, además, un sentido poetológico propio, con independencia de que Simíquidas o Lícidas sean o no máscaras.

Concluimos la exposición sobre la poesía bucólica de Teócrito haciendo observar que el idilio 11 (“El Cíclope”) es peculiar entre los idilios bucólicos:
  • presenta, desde luego, rasgos bucólicos: Polifemo es un pastor enamorado que se lamenta del despego de su amada (lo cual constituye un motivo del género);
  • pero, al tiempo, pertenece a otra tradición (de poesía mitológica) y, de hecho, presenta rasgos métricos peculiares.

5. EL CORPUS THEOCRITEUM.

No puede cerrarse esta entrada sin tratar de la historia y los problemas de autenticidad que plantea el Corpus Theocriteum.

Este conjunto está integrado por treinta poemas más uno fragmentario. Bajo el nombre de Teócrito conservamos además 24 epigramas, algunos fragmentos y un technopaígnion, Siringe.

En este corpus las obras originales del poeta de Siracusa conviven con otras que han de ser consideradas como imitaciones: p. ej., los números 8 y 9 de la colección, también poemas bucólicos.

Estas imitaciones (idilios 8 y 9) forman parte de esa cadena continua de manifestaciones bucólicas que conducen de Teócrito al Barroco:
  • Nótese que, con la inauguración del género, Teócrito inicia una tradición que encontró pronto continuadores en Grecia (piénsese en Mosco y Bión) y, poco después, en Roma (Virgilio).
  • Gracias al carácter magisterial de Virgilio el género de la bucólica recibió un tratamiento continuado en la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco.
Pero, volviendo a la cuestión relativa al corpus, se ha de decir que no se sabe cómo se publicaron los poemas de Teócrito en el Helenismo, aunque sí sabemos que la primera edición segura fue la de Artemidoro de Tasos, en la primera mitad del S. I a. C.

La popularidad de estas obras la evidencia la cantidad de testimonios que conservamos: más de veinte papiros y 180 manuscritos. Por otra parte, la popularidad de Teócrito también la atestiguan
  • las citas antiguas del autor;
  • las readaptaciones (especialmente en Longo y Nono);
  • los excerpta (como los que presenta Estobeo);
  • y los escolios.
En el curso de la tradición surgió el corpus que nosotros conservamos, que habitualmente se edita en la ordenación fijada por H. Stephanus.

Concluyo la entrada con algunas consideraciones acerca de los otros dos bucólicos griegos, Mosco y Bión.

Mosco de Siracusa: en activo más o menos un siglo después de Teócrito.
Aparte de otras cosas no conservadas escribe Europa (epilio de 166 hexámetros), sobre el rapto de Europa por Zeus; a propósito de este poema se suele señalar que Mosco destaca por no poner el acento en la erudición sino en el aspecto erótico.

Su obra puramente bucólica sólo la conocemos en forma de fragmentos, gracias a Estobeo.

Bión de Esmirna: debió de escribir a finales del S. II a. C.
Su obra fundamental es el Epitafio de Adonis, obra que nos sitúa de lleno en el mundo de la bucólica posteocritea:
  • una bucólica que es heredera y continuadora de la obra de Teócrito (este lamento por Adonis está modelado a partir del epitafio por Dafnis en Teócrito I);
  • pero que, a la vez, evoluciona en el sentido de una mayor idealización de su mundo de pastores: éste es el tipo de bucólica que cultivará en otra lengua Virgilio y, en otro género, Longo.



ALGUNAS REFERENCIAS:

* Sobre Teócrito y el género de la bucólica:
BRIOSO, M., “Teócrito y la bucólica”, Anuario de Estudios Filológicos de la Universidad de Extremadura 7 (1984), pp. 25-34.
BRIOSO, M., “De nuevo sobre los orígenes de la poesía bucólica: ¿Teócrito heuretés?” en D. Estefanía, M. Domínguez y M.ªT. Amado, Cuadernos de Literatura Griega y Latina. II. Géneros literarios poéticos grecolatinos, Madrid-Santiago de Compostela, 1998, pp. 221-245.
EFFE, B., “Die Destruktion der Tradition: Theokrits mythologische Gedichte”, RhM 121 (1978), pp. 48-77.
EFFE, B. (ed.), Theokrit und griechische Bukolik, Darmstadt, 1986.
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GARCÍA TEIJEIRO, M., “Introducción”, en Bucólicos griegos, Madrid, 1986, pp. 9-52.
GARCÍA TEIJEIRO, M., “Teócrito”, en J. A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 818-826.
GOW, A.S.F., Theocritus, Cambridge, 1952.
GRIFFITHS, F., Theocritus at Court, Leiden, 1979.
HALPERIN, M., Before Pastoral. Theocritus and the Ancient Tradition of Bucolic Poetry, Londres, 1983.
IRIGOIN, J., “Les bucoliques de Théocrite. La composition du recueil”, QUCC 19 (1975), pp. 27-44.
LAWALL, G., Theocritus' Coan Pastorals, Cambridge Mass., 1967.
ROSENMEYER, T., The Green Cabinet. Theocritus and the European Pastoral Lyric, Berkeley, 1969.
SEGAL, C., Poetry and Myth in Ancient Pastoral: Essays on Theocritus and Virgil, Princeton, 1981.
SERRAO, G., “La poesía bucólica: realidad campestre y estilización literaria”, en R. Bianchi Bandinelli (ed.), Historia y civilización de los griegos. VIII. La cultura helenística. Filosofía, ciencia, literatura, Barcelona, 1983, pp. 190-209 (Storia e Civilitá dei Greci, Milán, 1977).
STANZEL, K.H., Liebende Hirten. Theokrits Bukolik und die Alexandrinische Poesie, Stuttgart-Leipzig, 1995.

* Sobre el mimo:
MELERO, A., “El mimo griego”, EClás 86 (1981-1983), pp. 11-37.
WIEMKEN, H., Der griechische Mimus, Bremen, 1972.

* Sobre Mosco y Bión:
BÜHLER, W., Die Europa des Moschos, Wiesbaden, 1960.
FANTUZZI, M., “Bionis Adonis Epitaphium: contesto culturale e tipologia testuale”, Philologus 125 (1981), pp. 95-108.