domingo, 31 de agosto de 2014

CRÍTICA LITERARIA: PSEUDO-LONGINO


Para José Manuel Querol, que me dio a conocer hace más de treinta años el tratado Sobre lo Sublime

Como se dice al final del post, Pseudo-Longino nos atrae porque, al leerlo, se nota que estamos ante alguien que realmente sabe leer: él sí que conocía El arte de bien leer.


Crítica literaria y retórica pueden ser ámbitos fáciles de deslindar para nosotros, pero no lo eran tanto en las literaturas de la época imperial de Roma y Grecia. Con todo, es cierto que, desde nuestra perspectiva al menos, el tratado Sobre lo sublime de Pseudo-Longino es una obra de crítica literaria: una obra, además, sorprendente.


1. SOBRE EL AUTOR Y SU FECHA; LA LENGUA

Comenzamos por referirnos a los problemas que afectan a la fecha de la obra y la identidad de su autor, cuestión nunca resuelta de forma satisfactoria. Por lo que a la cronología se refiere, proponemos situar el De sublimitate en el siglo I d. C. (cfr. García López 1988, 1018).

En relación con la lengua del De sublimitate se puede comentar que presenta características parecidas a las de la koiné, con ciertos toques clásicos; claro que ello no basta para decir que el autor intentara escribir en la línea del aticismo, al que de hecho parece atacar en los capítulos 30-38.


2. FUENTES Y PRECEDENTES DEL PSEUDO-LONGINO

Se ha de comentar también la cuestión de las fuentes y precedentes del Pseudo-Longino. Precedentes suyos son, evidentemente, Cecilio de Caleacte, con el que polemiza; también lo son las reflexiones críticas del Helenismo, ante las que Pseudo-Longino reacciona.

Pero los presupuestos teóricos del autor son, posiblemente, deudores del Estoicismo; algunos críticos (cfr. Schmid-Stählin II.1, p. 477) han llegado a considerarlo como un “estoico platonizante”: la deuda del Pseudo-Longino con Platón es obvia, también en lo que a estilo se refiere.

Algunos han señalado la procedencia estoica de ciertas definiciones del autor y, más en concreto, han defendido que el influjo estoico lo recibiría Pseudo-Longino a través de Posidonio de Apamea, también él un estoico platonizante.


3. ESTRUCTURA DE LA OBRA

A continuación se ha de exponer la estructura de la obra, difícil de deslindar a causa de las lagunas con las que se nos ha transmitido el texto. Con todo, parece que, en lo conservado, se puede reconocer una estructura tripartita muy básica:
  • 1-5.
  • 6-43.
  • 44.
La parte central, la más extensa, trata sobre las cinco fuentes de las que nace el estilo elevado y sublime; se enumeran así en el capítulo 8:
  • talento para concebir grandes pensamientos;
  • pasión vehemente y entusiasta;
  • cierta clase de formación de figuras;
  • noble expresión;
  • composición digna y elevada
La sección final del escrito habla de la decadencia literaria de su época. Aquí se indaga en los motivos de esa decadencia dentro de una supuesta conversación mantenida por el autor con un filósofo amigo suyo; la cuestión que se plantean es: la decadencia, ¿es resultado de la ausencia de libertad?

El autor defiende la tesis de que esa decadencia es resultado de la abundancia de bienes materiales y del apegamiento a los mismos. Esta explicación moral es, por cierto, un lugar común en la literatura del S. I d. C.

El asunto no es irrelevante en el tratado pues una idea básica en Pseudo-Longino es que los megáloi lógoi (nosotros diríamos quizá "los grandes textos") sólo puede crearlos quien tenga psychikòn mégethos, "grandeza de alma".


4. LA ORIGINALIDAD DEL PSEUDO-LONGINO

Por comparación con la Poética de Aristóteles, la peculiaridad fundamental de este tratado procede de que su autor persigue un enfoque práctico, no teórico, e intenta básicamente responder a una pregunta: ¿cómo se debe escribir?

Es igualmente peculiar del tratado su valoración de las dotes naturales del escritor, del genio, aspecto claramente desatendido en la Poietikè téchne, en la Poética del Estagirita: aquí radica, sin duda, su mayor originalidad.


5. EL TRATADO DE PSEUDO-LONGINO EN LA POSTERIDAD

A partir del códice fundamental de Pseudo-Longino (el Parisinus) se debieron de empezar a hacer copias a finales del S. XV. Recuérdese, como se dijo al principio, que en el S. XVI había ya tres ediciones impresas: había también traducciones al latín (Pizzimenti 1566 y Pagano 1572) y al italiano.

Sin embargo, Pseudo-Longino no tuvo demasiada influencia en la educación de la época (ni en el S. XVI, ni en la mayor parte del XVII), a diferencia de otros críticos antiguos que para nosotros son hoy poco menos que desconocidos: ello se explica por la dificultad de Pseudo-Longino y porque de su obra no podían deducirse muchos preceptos escolares prácticos.
Todo lo más, puede recordarse que John Milton menciona a Pseudo-Longino entre los autores de los que se puede aprender retórica: pero no sabemos hasta qué punto lo conocía o podía estar influido por él.
Las cosas cambian diametralmente a raíz de la traducción de Boileau (1674): en el siglo y medio siguiente, “Longino” se convirtió en un nombre familiar, en un gran crítico y en un gran héroe (al pensarse que Pseudo-Longino era Casio Dionisio Longino). El influjo del libro en esta época fue independiente de sus méritos intrínsecos (y quizá hasta desproporcionado):
  • Pseudo-Longino aparece citado en infinidad de escritos: p. ej. Dryden, Pope... Pseudo-Longino era una lectura común entre la gente educada.
  • La obra fue empleada también en apoyo de las tesis de unos y otros dentro de la “Querella de los antiguos y los modernos”.
  • El tema de “lo sublime” se convirtió además en un tópico de la discusión filosófica, sin que ésta necesitase tener ninguna relación con Pseudo-Longino (quien había sido, sin más, la excusa para iniciar la discusión).
Por tanto, Pseudo-Longino jugó un papel importante en el desarrollo del gusto en el S. XVIII y los comienzos del Romanticismo: por lo que al Neoclasicismo se refiere, era evidente que éste conectaba con el interés de Pseudo-Longino por las reglas positivas (por el mismo motivo también conectó bien el Neoclasicismo con Horacio, recuérdese: mucho más preceptivo que Aristóteles).

Pero esta asociación con las “reglas positivas” hizo caer a Pseudo-Longino en desgracia en la época romántica.

Lo cual resulta bastante irónico, porque lo cierto es que bastantes de las ideas de Pseudo-Longino parecen precursoras del Romanticismo: 
Ante todo su interés por la personalidad del poeta, sus referencias a la inspiración y el entusiasmo: son aspectos que ningún otro crítico anterior al redescubrimiento de Pseudo-Longino había destacado tanto.
En el S. XVIII lo más famoso del tratado de Pseudo-Longino era el capítulo 9: alimentó la idea, típica del momento, de que ciertos temas eran sublimes per se. Aunque la tesis de que sólo ciertos temas se prestaran al tratamiento poético sublime era, por supuesto, una lectura exagerada de Pseudo-Longino.

En el S. XIX los críticos despreciaron en su mayoría a Pseudo-Longino, para lo cual pueden proponerse distintas causas:
  • su interés (relativo) por las reglas;
  • su aceptación del principio de autoridad en el capítulo 44;
  • y sobre todo el hecho de que lo que decía Pseudo-Longino, en el Romanticismo, había dejado de ser novedoso y transgresor: no había nada nuevo en lo que decía sobre el genio y la inspiración, y sin embargo sí cosas que resultaban incómodas en lo que se refiere a las reglas y la autoridad (en 44).
Tras el Romanticismo, volvió a producirse un movimiento pendular: lectores que encontraban a Aristóteles poco simpático se volvieron hacia Pseudo-Longino.

Como razón de ello puede proponerse el interés que demuestra Pseudo-Longino por el genio, la inspiración, etc... Pero, por encima de ello, parece que si Pseudo-Longino nos atrae es porque, con él, tenemos la sensación de estar ante alguien que ama la literatura.




ALGUNAS REFERENCIAS:

* Obras de carácter general sobre crítica literaria en la Antigüedad:
ATKINS, J.W.H., Literary Criticism in Antiquity. I-II, Cambridge, 1934.
FUHRMANN, M., Dichtungstheorie der Antike. Aristoteles. Horaz. Longin, Darmstadt, 1992 (2ª ed.).
RUSSELL, D., Criticism in Antiquity, Berkeley-Los Angeles, 1981.

* Ediciones, comentarios y léxicos:
ALSINA CLOTA, J. (ed. y trad.), Anónimo. Sobre lo sublime. Aristóteles. Poética, Barcelona, 1977.
NEUBERGER-DONATH, R. (ed.), Longini De sublimitate, lexicon, Hildesheim, 1987.
RUSSELL, D.A. (ed.), Longinus. De sublimitate, Oxford, 1974.
RUSSELL, D.A. (ed.), Longinus: On the sublime, Oxford, 1982 [con introducción y comentario].

* Traducciones:
ALSINA CLOTA, J. (ed. y trad.), Anónimo. Sobre lo sublime. Aristóteles. Poética, Barcelona, 1977.
GARCÍA LÓPEZ, J. (trad.), Demetrio. Sobre el estilo. “Longino”. Sobre lo sublime, Madrid, 1979.

* Bibliografía secundaria:
BILLAULT, A., “La nature et l' art dans le traité Du sublime”, en J. Bompaire y A. Billault (eds.), Opora. La belle saison de l' hellénisme, París, 2001, pp. 33-42.
BRISSON, L. y PATILLON, M., “Longinus Platonicus et Philologus, II. Longinus Philologus”, en W. Haase (ed.), ANRW II.34.4 (1998), pp. 3023-3108.
GARCÍA LÓPEZ, J., “Retórica y crítica literaria en época imperial”, en J. A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 1005-23.
INNES, D.C., “Longinus and Caecilius. Models of the Sublime”, Mnemosyne 55 (2002), pp. 259-284.
LANA, I., Quintiliano, il "Sublime" e gli "Esercizi preparatori" di Elio Teone. Ricerca sulle fonti greche di Quintiliano e sull'autore "del Sublime", Turín, 1951.
LOMBARDO, G., Hypsegoria. Studi sulla retorica del sublime, Módena, 1989.
STADEN, H. VON, “Metaphor and the Sublime: Longinus”, en J.A. López Férez (ed.), Desde los poemas homéricos hasta la prosa griega del siglo IV d. C., Madrid, 1999, pp. 359-380.


domingo, 24 de agosto de 2014

ROMÁNTICO PROMETEO



El mito de Prometeo ha atraído a muchos escritores, sobre todo desde finales del S. XVIII, desde el Romanticismo. Estos autores se han fijado en dos aspectos de Prometeo:
  • Prometeo como modelo del rebelde, como el genio libre que está por encima de las reglas, que no se somete a ellas y se da a sí mismo sus reglas. 
  • Prometeo como creador, como el creador que genera realidades nuevas, a su imagen y semejanza. 
Solo comentaré dos ejemplos:


MARY SHELLEY, escritora romántica, esposa de P. B. Shelley, es autora de novela gótica y de una obra bien conocida: Frankenstein o el moderno Prometeo (1818). 
Hay una película de Kenneth Branagh que alude directamente a esta obra en su título: Frankenstein de Mary Shelley (1994). 
Contra lo que tendemos a pensar, Frankenstein no es el monstruo sino el doctor Victor Frankenstein, el médico que quiere crear vida a partir de personas muertas con la ayuda de la electricidad. Y tendrá éxito, pero su éxito traerá la desgracia a todos, a los suyos, a él mismo… y al monstruo.

En este caso me quiero fijar no en la desgracia del nuevo Prometeo (el doctor Frankenstein, que quiere “ser como Dios” y fracasa) sino en la desgracia de la criatura de Prometeo, el monstruo:
  • Intenta vivir en sociedad pero no puede: se encuentra en el bosque con una familia pero solo lo acepta el abuelo ciego; los miembros de la familia que ven se horrorizan cuando se revela y lo rechazan. 
  • Intenta tener una compañera y pide al doctor que le cree una versión femenina de sí mismo. El doctor al principio acepta pero luego destruye a la “monstrua”: le horroriza que los dos se reproduzcan y que el mundo se llene de una nueva “humanidad de monstruos”. 
  • Lo cual es paradójico: ello habría supuesto el triunfo de su aspiración pero se da cuenta de que ese triunfo sería un fracaso radical: ¿quizá quería decir, ya en el S. XIX, que no hay que saltarse ciertas barreras, que no es lícito que la ciencia se salte todas las barreras y haga todo lo que se puede hacer? 


Con J. W. von GOETHE y el poema que voy a citar vamos un poco atrás en el tiempo, hasta 1774. Es la época del primer Romanticismo y del movimiento conocido como Sturm und Drang, “tormenta e ímpetu”.

Goethe (1749-1832) tenía veinticinco años y escribe su poema “Prometeo”, en el que Prometeo se dirige al dios Zeus en actitud rebelde, independiente; rechaza las normas de Zeus y valora lo que tiene, aunque sea poco (su propia libertad, su independencia), por encima de lo que Zeus le puede ofrecer:
Cubre tu cielo, Zeus, / con un velo de nubes, / y, semejante al joven que descabeza abrojos, / huélgate con los robles y las alturas. / Déjame a mí esta tierra, / la cabaña que tú no has construido / y el calor del hogar que tanto envidias. 
El Prometeo de Goethe (por cierto: ¿es un dios o es un hombre?) se presenta a sí mismo como autor de su vida y su destino. Y está dispuesto a transmitir estos ideales a otros seres, a los hombres, una “raza según mi propia imagen” a la que ha empezado a dar forma según dice el final del poema:
Aquí estoy, dando forma / a una raza según mi propia imagen, / a unos hombres que, iguales a mí, sufran / y se alegren, conozcan los placeres y el llanto, / y, sobre todo, a ti no se sometan, / como yo. 
Hay que aclarar un punto interesante: Goethe era un gran rebelde a los veinticinco años como indica su poema. Era su etapa romántica.

Luego se convirtió al Clasicismo y se transformó en un hombre de la corte, en el ministro principal del duque de Sajonia-Weimar; y vivía cómodamente instalado en la ciudad de Weimar, a donde iba a visitarlo todo tipo de gente, como a la autoridad consagrada y asentada que ya era.



domingo, 17 de agosto de 2014

EL ARTE DE BIEN LEER


Curioso que algunas personas aún sientan prevención ante el autor de esta reflexión sobre la Filología. 

Quien escribió estas líneas pudo haber sido solo un gran filólogo clásico. Prefirió escribir sobre otros temas. 


La Filología es ese nobilísimo arte que exige de sus prosélitos una cosa ante todo: salirse de lo habitual, tomarse tiempo, guardar la calma, volverse pausado; la Filología no es sino el arte y la maestría de un orfebre de la Palabra, que sólo se preocupa por cumplir un trabajo cuidadoso y esmerado y que no logra nada si no lo logra con lentitud.

Precisamente por ello la necesitamos hoy más que nunca, precisamente gracias a ello nos atrae y nos encanta con todas sus fuerzas, en medio de una época de “trabajo”: de precipitación, de afán enojoso y agobiante por “despacharlo” todo, libros antiguos y nuevos incluidos.

Ella no despacha nada con tanta facilidad, porque ella nos enseña a leer bien, esto es, a leer despacio, profundizando, con respeto y con cuidado, reflexionando, dejando abiertas todas las puertas: la Filología nos enseña a leer con dedos y ojos delicados.

F. Nietzsche, Aurora


Philologie nämlich ist jene ehrwürdige Kunst, welche von ihrem Verehrer vor Allem Eins heischt, bei Seite gehn, sich Zeit lassen, still werden, langsam werden -, als eine Goldschmiedekunst und -kennerschaft des Wortes, die lauter feine Vorsichtige Arbeit abzuthun hat und Nichts erreicht, wenn sie es nicht lento erreicht.


Gerade damit aber ist sie heute nöthiger als je, gerade dadurch zieht sie und bezaubert sie uns am stärksten, mitten in einem Zeitalter der "Arbeit", will sagen: der Hast, der unanständigen und schwitzenden Eilfertigkeit, das mit Allem gleich "fertig werden" will, auch mit jedem alten und neuen Buche:

Sie selbst wird nicht so leicht irgend womit fertig, sie lehrt gut lesen, das heisst langsam, tief, rück- und vorsichtig, mit Hintergedanken, mit offen gelassenen Thüren, mit zarten Fingern und Augen lesen.

F. Nietzsche, Morgenröthe