lunes, 5 de septiembre de 2016

ARISTÓTELES: POÉTICA 17


Capítulo 17: más sobre el argumento; y con observaciones prácticas. Por algo les da tanto juego la Poética a quienes escriben sobre el guion cinematográfico.

Capítulo 16          Capítulo 18


Es preciso concatenar las historias y darles forma definitiva con la elocución poniéndoselas uno ante la vista lo más posible. Es que así, viéndolas con la mayor nitidez, tal y como presentándose al lado de los mismos acontecimientos, descubriría uno lo conveniente y se le escaparían las incongruencias en el menor grado. Lo que se le censuraba a Cárcino es señal de esto. Sucede que Anfiarao emergía desde su santuario, cosa que le pasaba desapercibida al espectador pues no lo veía, y en la escena fracasó al molestarse con esto el público.
Y, en cuanto sea posible, también se le ha de dar una forma definitiva en los gestos. Es que son de lo más convincentes, por la identidad de su naturaleza, los que están entre padecimientos, y de la forma más veraz se turba el que está turbado y se enfurece el encolerizado. Por ello el arte poética es propia de uno bien dotado o de un frenético, pues de estos los unos son versátiles mientras los otros se exaltan.
Es preciso exponer de manera general los temas, tanto los ya elaborados como si los elabora uno mismo; [1455b] entonces, solo entonces, se los debe dotar de episodios y extenderlos. Digo que de este modo se contemplaría el conjunto, por ejemplo, de Ifigenia.
Una muchacha es sacrificada y desaparece sin que vean cómo los sacrificadores; fue trasladada a otra tierra en la que existía una costumbre de sacrificar a los extranjeros a la diosa y obtuvo este sacerdocio; un tiempo después le aconteció al hermano de la sacerdotisa el llegar allí: el que el dios ordenara a través de un oráculo que por alguna causa [fuera de lo general] llegara allí y con qué objeto queda fuera de la historia; pero, tras llegar y ser capturado, cuando lo iban a sacrificar, se dio a conocer, sea según lo hizo Eurípides o según Poliído, diciendo, según lo verosímil, que era preciso que no solo fuera sacrificada la hermana sino también él; y de aquí vino la salvación. Después de esto, puestos ya los nombres, se deben introducir los episodios; y que estos sean apropiados como, en Orestes, la locura por la que fue atrapado y su curación mediante la purificación.
Pues bien, en los dramas los episodios son breves, pero la epopeya en cambio se extiende gracias a estos. Es que el tema de la Odisea no es largo: un individuo vive muchos años fuera de su patria, es vigilado de cerca por Posidón y se halla solo; más aún, la situación en casa es tal que sus riquezas son despilfarradas por unos pretendientes y su hijo es objeto de una conspiración; él llega después de sufrir calamidades y, tras darse a conocer a algunos, ataca; él por su parte se salvó mientras que a sus enemigos los destruyó. Así pues, lo propio del tema es esto y lo demás son episodios.




domingo, 21 de agosto de 2016

DE POESÍA QUE PARECE PROSA Y LAS BUENAS INTENCIONES


Este texto de Gregorio Nacianceno (Poesías 1.10 = PG 37.737) no figura, seguro, entre las mil mejores poesías de la lengua griega. Pero sí podría entrar perfectamente en una antología que se llamase Mil años de poesía griega. Porque el texto, con todas sus limitaciones (¿es esto poesía o prosa en trímetros yámbicos?), es representativo de la forma habitual de componer poesía entre los cristianos de época imperial, según se explica más abajo.

Por si algún lector quiere catar el estilo característico de Gregorio de Nacianzo, incluyo el texto griego en el que se basa esta traducción que publiqué hace cuatro años dentro de un trabajo más amplio.

Tampoco pasaré en silencio a Polemón.
Que también su caso prodigioso es de los que son muy comentados.
No se contaba este otrora entre los prudentes
y era, por cierto, esclavo torpe de los placeres.
Pero, una vez que fue poseído por el amor del Bien
tras hallar un consejero (y no puedo decir cuál,
fuera, pues, un sabio, fuera él mismo), de golpe
se lo vio tan por encima de las pasiones
que presentaré uno solo de sus hechos prodigiosos.
Un joven incontinente manda llamar a una prostituta.
Dicen que cuando esta llegó cerca de la puerta,
por encima de la cual destacaba Polemón en una imagen,
viéndola (es que movía a la piedad)
se marchó al punto, vencida por la visión,
pues se avergonzaba ante el que estaba pintado como si estuviera vivo.

Οὐδὲ Πολέμων ἔμοιγε σιγηθήσεται.
Καὶ γὰρ τὸ θαῦμα τῶν ἄγαν λαλουμένων.
Ἦν μὲν τὸ πρόσθεν οὗτος οὐκ ἐν σώφροσι,
Καὶ σφόδρα γ' αἰσχρὸς ἡδονῶν ὑπηρέτης.
Ἐπεὶ δ' ἔρωτι τοῦ καλοῦ κατεσχέθη,
Σύμβουλον εὑρών, οὐκ ἔχω δ' εἰπεῖν τίνα,
Εἴτ' οὖν σοφόν τιν', εἴθ' ἑαυτόν, ἀθρόως
Τοσοῦτον ὤφθη τῶν παθῶν ἀνώτερος,
Ὥσθ' ἕν τι θήσω τῶν ἐκείνου θαυμάτων.
Ἑταίραν εἰσκαλεῖ τις ἀκρατὴς νέος,
Ἥδ' ὡς πυλῶνος ἦλθέ φασι πλησίον,
Τῆς δ' ἦν ὑπερκύπτων Πολέμων ἐν εἰκόνι,
Ταύτην ἰδοῦσα· καὶ γὰρ ἦν σεβασμία·
Ἀπῆλθεν εὐθὺς καὶ θέας ἡττημένη,
Ὡς ζῶντ' ἐπαισχυνθεῖσα τὸν γεγραμμένον.


En 2001 aprendí de Martin Hose la importancia de la literatura cristiana de cara a conocer la literatura griega de época imperial. De un trabajo suyo (Poesie aus der Schule. Überlegungen zur spätgriechischen Dichtung, Múnich, Bayerische Akademie der Wissenschaften, 2004) aprendí después que la poesía griega cristiana era compuesta de forma habitual ad usum Christianorum hominum doctorum: para uso de los cristianos cultivados que se habían formado leyendo a Homero y a los autores del canon escolar.

Por ello Gregorio de Nacianzo llenó su poesía, con la mejor intención, de tantos intertextos clásicos paganos. Por ello los cristianos de lengua griega escribieron poesía mimética que reproducía tan solo sus modelos sin aportar gran cosa frente a estos. El caso fue distinto según Hose en el Occidente de habla latina, donde los autores, sin rendirse sin condiciones a la imitatio, llegaron en algunos casos a una auténtica aemulatio de sus referentes.

Aquí está claro, al menos según Martin Hose y tantos estudiosos, cómo concluye el partido:

Occidente latino 1: Oriente griego 0.



domingo, 14 de agosto de 2016

ARISTÓTELES: POÉTICA 16


Un tema apasionante. El reconocimiento. Procedimiento clave en el tipo de intriga que manejaban las literaturas de la Antigüedad. Y las de siglos posteriores, con todos sus matices.

Capítulo 15          Capítulo 17

Antes se ha dicho qué es el reconocimiento. Por sus especies, el primero es el menos artístico y del que más se sirven por falta de medios, el que se produce por las señales. De estas las unas son congénitas como “la lanza que portan los Nacidos de la Tierra” o las estrellas que presentó en el Tiestes Cárcino; otras son adquiridas, y de estas unas aparecen en el cuerpo, como las cicatrices, mientras otras son externas como los collares y como, en Tiro, la cesta.
Pero también es posible servirse de esto mejor o peor: por ejemplo, Odiseo fue reconocido a través de la cicatriz de una manera por la nodriza y de otra por los porquerizos; sucede que los reconocimientos que se producen por la argumentación son menos artísticos, y de estos todos, mientras que los que se producen por la peripecia, como el del Lavatorio, son mejores.
Los segundos reconocimientos son los elaborados por el poeta, por lo cual no son artísticos. Por ejemplo, Orestes en la Ifigenia dio a conocer que era Orestes. Es que ella lo reconoció por la carta mientras que él, por su parte, dice lo que quiere el poeta pero no la historia. Por ello se anda cerca del error mencionado, pues era posible haber aportado también algunas señales. Pasa también en el Tereo de Sófocles con “la voz de la lanzadera”.

El tercer reconocimiento es el que opera a través de la memoria, al caer en la cuenta tras ver algo, [1455a] tal y como pasa en las Ciprias de Diceógenes, pues al ver la pintura rompió a llorar, y en el apólogo de Alcínoo, ya que, al oír al citarista y hacer memoria, derramó lágrimas, por lo cual fueron reconocidos.

El cuarto es el que procede de un razonamiento, como en las Coéforas, porque ha llegado uno que es semejante pero nadie es semejante sino Orestes: por tanto, este ha llegado.
Pasa lo mismo con la del sofista Poliído acerca de Ifigenia, pues afirmaba que era verosímil que Orestes reflexionara que su hermana fue sacrificada y que a él le toca ser sacrificado. También en el Tideo de Teodectes, porque, tras llegar con la intención de encontrar a su hijo, él mismo muere. Y en los Finidas, pues, tras ver el lugar, razonaron cuál era su destino, que les estaba destinado morir en ese sitio ya que también fueron expuestas allí.
Hay también un reconocimiento compuesto a partir de un falso razonamiento del teatro, como en el Odiseo, falso mensajero. Es que, por una parte, lo de tender el arco sin que pueda otro ninguno ha sido inventado por el poeta y es un supuesto de la historia, igual que si afirmara que conocería el arco que no había visto; por otro lado, el inventarlo en la idea de que él se diera a conocer por este medio, implica un falso razonamiento.
El mejor reconocimiento de todos es el que se produce a partir de los hechos mismos, pues la sorpresa se produce por medios verosímiles, como por ejemplo en el Edipo de Sófocles y en la Ifigenia, ya que es verosímil querer encomendar una carta. Los reconocimientos de este tipo son los únicos que se producen sin las señales inventadas y collares. Los siguientes son los que se producen a partir de un razonamiento.