sábado, 4 de mayo de 2013

LA LITERATURA HEBREA EN LENGUA GRIEGA Y LAS LITERATURAS TRANSCULTURALES DE LA ANTIGÜEDAD


Coincidí a finales de abril de este 2013 en Barcelona, en el simposio Apollodoriana, con el profesor Jordi Cors, quien tuvo la amabilidad de suministrarme alguna bibliografía sobre Filón de Biblos (no el de Alejandría). 

Aunque no hable mucho de este Filón en la entrada, es parte integrante del tema; añado esas referencias en el lugar correspondiente de la bibliografía, saludos per a tothom.



1. PLANTEAMIENTO
2. LOS SEPTUAGINTA Y LA VERSIÓN GRIEGA DEL CANON BÍBLICO
3. LITERATURA DE PROPAGANDA
4. FILÓN DE ALEJANDRÍA. FLAVIO JOSEFO
5. EL CONTACTO INTERCULTURAL CON OTROS PUEBLOS


1. PLANTEAMIENTO

A partir de Alejandro, al entrar la cultura griega en contacto con otras culturas, algunos oriundos de algunas de éstas se sirvieron de la lengua griega para componer textos literarios que presentan características peculiares. Al principio del S. XXI, en estos momentos de encuentro entre culturas, parece obligado tomar en consideración los ejemplos de estas otras literaturas griegas.

Primer ejemplo del fenómeno es la literatura hebrea en lengua griega, que surge en época helenística. Ha de tenerse en cuenta que los judíos entraron en contacto con los griegos, y coexistieron con ellos, en dos ámbitos distintos:
  • Sucedía, por una parte, que Palestina era un territorio-puente entre los reinos de Ptolomeos y Seléucidas, que se alternaron en el control del país, ejerciendo sobre él, a veces, grandes presiones.
Así sucedió con el Seléucida Antíoco IV (175 – 164 a. C.), quien intentó prohibir el culto de Yahvé en el Templo de Jerusalén y sustituirlo por el de Zeus.
Estos sucesos aparecen narrados en los Libros de los Macabeos, sobre los cuales se hablará más adelante.
  • Por otro lado, desde tiempo atrás, los judíos habían entrado en contacto directo con los griegos al formar, en la diáspora, una colonia importante en Alejandría.
De este modo iniciaron fuera de Palestina una convivencia con el mundo cultural griego no exenta de tensiones, dada la existencia entre los judíos de una tendencia al mantenimiento de la ortodoxia, ortodoxia que entraba en colisión con su nuevo ambiente cultural.
La mayoría de los judíos de Alejandría habían olvidado el hebreo. Por ello se plantearon en primera instancia la necesidad de efectuar una traducción griega de la Biblia, que de hecho tuvo mucho de adaptación.


2. LOS SEPTUAGINTA Y LA VERSIÓN GRIEGA DEL CANON BÍBLICO

La traducción griega de la Biblia fue la de los Septuaginta, de cuyo origen informa un texto, supuestamente del S. II a. C., la Carta de Aristeas a Filócrates.
Lo que la carta dice es que Demetrio Falereo, director de la Biblioteca (cargo que no tuvo nunca), indicó a Ptolomeo Filadelfo II que hiciera venir de Jerusalén a 72 eruditos (seis por cada una de las doce tribus) que, en 72 días, prepararon su traducción.
Los nombres de Aristeas y Filócrates son ficticios, así como (parece) el contenido de la carta: parece ser una falsificación del S. II d. C. que intenta justificar el carácter revelado del texto Septuaginta.
  • Más allá de la leyenda piadosa, lo que parece cierto es que el Pentateuco ya debía de estar traducido al griego en el S. III a. C.
  • Luego debieron de hacerse traducciones al griego de partes distintas de la Biblia, que por fin acabaron reunidas en los Septuaginta. A lo largo del siglo siguiente debió de completarse la traducción de la obra.
Ha de destacarse que la labor de los judíos de Alejandría implicó modificaciones en el canon tradicional, al que no se sintieron necesariamente ligados.
Por ello incluyeron en la Biblia griega obras como, por ejemplo,
  • la Súplica de Manasés (escrita originariamente en griego)
  • o el libro de Jesús Sirach (Eclesiástico), traducido al parecer al griego por el propio nieto del autor, poco después del 132 a. C.
Importa señalar además que los libros escritos por los judíos en época helenística e incluidos en la Biblia presentan influencia de los géneros literarios de los griegos.
Son destacables p. ej. los elementos novelescos que aparecen en los libros de Judit (recuérdese la historia de Judit y Holofernes) o Tobit.
De manera tangencial se puede comentar que entre los judíos helenizados surgieron también formas dramáticas, de tema bíblico, como en el caso de la tragedia compuesta por Ezequiel sobre el éxodo de los israelitas, la Exagogé (SS. III o II a. C.), transmitida gracias a Eusebio de Cesarea (Praeparatio Evangelica IX 28).


3. LITERATURA DE PROPAGANDA

Para valorar adecuadamente la literatura judía escrita en griego se debe recordar además que ésta fue en muchas ocasiones una literatura de propaganda.
  • Por ejemplo, éste es el caso de ciertas colecciones de poesía sentenciosa que recogen máximas judías para ser divulgadas como obra de autores griegos (Orfeo o Focílides).
  • Esto debía demostrar que, en realidad, la tradición griega se asentaba sobre bases hebreas.
Otros escritos de propaganda judía son los llamados oráculos sibilinos, colección en 14 libros que se puede datar en la Antigüedad Tardía aunque sus orígenes se encuentran en la época helenística y los primeros siglos del Imperio.
En esencia, esta poesía, que imita la tradición oracular previa, lo que hace es emplear la figura de la Sibila, de origen oriental, para transmitir contenidos hostiles a Roma y hacer así propaganda a favor de los judíos (o de los cristianos).

Propaganda de otro tipo es la que se manifiesta en los Libros de los Macabeos, incluidos en el canon del Antiguo Testamento. De los cuatro libros los dos primeros debieron de ser escritos a caballo entre el S. II y el I a. C.
El primero de éstos se considera traducido del hebreo, mientras que se supone que el segundo sería un epítome de una obra en cinco libros de Jasón de Cirene: el original de esta obra y el del libro II debían de hallarse ya en griego.
Entre los dos libros hay diferencias pero coinciden en su materia, pues narran un capítulo fundamental en la historia de Israel:
  • El estado sacerdotal de Israel cayó en el 200 a. C. bajo el control de los Seléucidas.
  • Éstos respetaron al principio sus singularidades culturales, pero la situación varió con la llegada de Antíoco IV, según se indicó al principio de esta entrada.
  • Al sustituir el culto a Yahvé por el culto a Zeus se intentaba dar otra vuelta de tuerca en el proceso de helenización del país.
  • Como sabemos, los Seléucidas se encontraron con una resistencia enorme.
  • En el enfrentamiento triunfaron finalmente los defensores de la tradición israelita, acaudillados por los Macabeos: en el 164, Judas Macabeo pudo consagrar de nuevo el Templo.
  • Al cabo de unos decenios, Israel logró liberarse definitivamente de los Seléucidas.
Poseen origen diferente los libros III y IV de los Macabeos, que tienen mucho menor interés histórico aunque sigan siendo testimonio importante de cómo se desarrollaba la convivencia entre las culturas judía y helenística:
  • El libro III narra de manera fabulosa acontecimientos como el ataque de Ptolomeo IV contra el Templo y las persecuciones contra los judíos que llevó a cabo este faraón.
  • El libro IV, más tardío, debió de ser escrito poco antes de la caída de Jerusalén. Es una especie de paráfrasis a principios estoicos (la razón ha de dominar sobre los afectos) tomando como base ejemplos sacados de la historia de Israel.


4. FILÓN DE ALEJANDRÍA. FLAVIO JOSEFO

Pasamos a tratar a los dos autores más importantes de la literatura judía en griego, Filón de Alejandría y Flavio Josefo.

Como precursor del intelectual y filósofo Filón se puede considerar a Aristobulo, del que sólo conservamos fragmentos.
En el S. II a. C. debió de realizar una exposición alegórica del Antiguo Testamento, con la intención de demostrar que la sabiduría judía era la fuente de la filosofía griega.
Ahora bien, la autenticidad de los fragmentos es discutida. Su escrito podría ser quizá una falsificación de los cristianos.

FILÓN DE ALEJANDRÍA (hacia 15 a. C. – hacia 45 d. C.), procedente de una familia de clase alta, representó la mejor posibilidad de unión entre Helenismo y Judaísmo.
Por cierto, no sabemos si sabía hebreo. Su griego carece de semitismos y persigue el colorido ático.
Se ha dicho que la obra de Filón intenta hacer frente al peligro que podía suponer para los judíos la cultura helénica, por el riesgo que tenían de perder su identidad en contacto con ella.
En este sentido, la obra de Filón tiene un sentido propagandístico: pero, paradójicamente, lo que él quiere hacer ante todo es propaganda del Judaísmo entre los propios judíos.
  • Por ejemplo, lo que quiere mostrar en la Embajada a Gayo (sobre la embajada con la que Filón se presentó en el 39 ante Calígula, al objeto de que el emperador mediara en ciertos conflictos producidos entre griegos y judíos) es que existe una justicia divina que castiga a los perseguidores de su raza.
  • Ésa es también la idea del Contra Flaco, donde se habla de Avilio Flaco, prefecto de Egipto, favorable primero a los judíos, después perseguidor suyo tras la llegada al trono de Calígula (persecución antisemita del 38). La justicia divina, viene a indicar Filón, castigó su mal comportamiento con los judíos haciendo que fuera desterrado y, por fin, muriese.
De otro lado, tienen importancia las exposiciones de Filón sobre los libros de Moisés (el Pentateuco), en las cuales aplica los métodos de la interpretación alegórica de Homero e intenta descubrir así el contenido filosófico de la Torah.
La misma simbiosis entre uno y otro mundo (helenismo, judaísmo) parece presente en su Vida de Moisés, obra que presenta a este personaje como legislador y filósofo que fundó la filosofía griega a través de su discípulo Pitágoras.
Desde el punto de vista del género, la Vida de Moisés está en línea con las vidas griegas de filósofos.
Desde el punto de vista filosófico hay una relación directa de Filón con el platonismo de su época (platonismo medio) aunque, por otro lado, estaba también familiarizado con las otras escuelas filosóficas. Así lo evidencia su tratado Sobre la providencia, en el que se hallan claramente presentes doctrinas estoicas.
A una relación con el estoicismo puede obedecer también su gusto por las interpretaciones alegóricas, pues éstas (en lo que se refiere al mito) fueron explotadas por el estoicismo.
Sus interpretaciones del concepto judío de Dios también se mueven dentro de la tradición filosófica previa. Fueron asumidas por los teólogos cristianos y, de esta forma, le granjearon un lugar sui generis entre los Padres de la Iglesia.

FLAVIO JOSEFO (37/38 – después del100) procedía de una familia sacerdotal judía; fue un personaje muy controvertido:
  • visitó Roma en el año 64 y allí entró en contacto con Popea, la mujer de Nerón;
  • abandonó el bando de su patria en la guerra contra Roma que comenzó en el año 66 (fue uno de los pocos defensores de la fortaleza de Yotapa que, en el 67, no murieron o se suicidaron tras el asedio);
  • pasó a colaborar con Roma (p. ej., en el año 70 animó a los judíos que resistían en Jerusalén a que se rindieran), que le pagó bien su nueva fidelidad: los emperadores flavios le concedieron la ciudadanía romana;
  • por motivos obvios le llovieron abundantes críticas ante las que intentó justificarse.
Josefo es una fuente historiográfica importante a través de dos obras en griego: La guerra de los judíos y las Antigüedades judías.
Hacia el 73 ya había tratado el tema de la guerra de Judea en una obra escrita en arameo, compuesta al objeto de hacer en el Este propaganda a favor de Roma.
Después tradujo al griego la obra (La guerra de los judíos), en la que combinó la propaganda a favor de los flavios con un concepto trágico de la historia, que encuentra su clímax en la caída de Jerusalén.
Se debe señalar que, en realidad, a Josefo le ayudaron a traducir la obra: de hecho, nunca pudo enmascarar que, cuando escribía en griego, no estaba escribiendo en su lengua materna.

Escribió luego las Antigüedades judías (20 libros), obra que suele ser considerada como su logro máximo.
Puede ser puesta en relación con las Antigüedades romanas de Dionisio de Halicarnaso, anteriores en el tiempo (mira la entrada 46. Escritos sobre retórica):
  • si éste se esfuerza en presentar la historia de Roma a los griegos
  • Josefo intenta mostrar ante romanos y griegos la historia y tradiciones de los judíos, comenzando por la Creación y llegando hasta el 66 d. C.
    Por supuesto, el título de la obra de Josefo está calcado de la obra de Dionisio.
    Otro escrito, Contra Apión, intenta ser una defensa del judaísmo frente al antisemitismo de su época (la obra se escribió entre el 93 / 94 y el 96): Apión, gramático, discípulo e hijo adoptivo de Dídimo, intentaba desmentir la antigüedad y autenticidad de las tradiciones judías. Contra Apión se halla, por tanto, en línea con la literatura judía de propaganda de la que ya hemos hablado antes.

    Flavio Josefo escribió también (hacia el 100) una Vida de Josefo, un escrito de cierta relevancia para cualquier historia de la autobiografía en la Antigüedad.
    Con esta obra, Josefo intentaba defenderse de las acusaciones lanzadas contra él por Justo de Tiberíades en otra obra sobre la guerra de Judea: el motivo de tales acusaciones había sido, obviamente, el discutible papel jugado por nuestro personaje en la guerra de su patria contra el Imperio.
    La Vida de Josefo, escrita hacia el final de la vida del autor, justifica la intervención militar de Roma en Judea y así representa la solución final para quienes creyeron, como el propio Josefo, que era posible un entendimiento entre la cultura romana y el judaísmo.


    5. EL CONTACTO INTERCULTURAL CON OTROS PUEBLOS

    Tras hablar de la literatura judía en griego parece oportuno revisar también los casos de otras obras compuestas en griego por individuos ajenos a Grecia.

    Nos referimos primeramente al caso de Egipto, civilización por la que los griegos se habían sentido desde siempre fascinados.
    El proceso de relación intercultural también operó en sentido inverso (los egipcios toman la iniciativa para dar a conocer su mundo a los griegos) desde el momento en que se estableció en Egipto el reino de los Ptolomeos.
    Éste es el caso del sacerdote Manetón de Sebenito, el autor egipcio en griego más importante, quien escribió una Historia egipcia (FGrH 609) durante el reinado de Ptolomeo II (285 – 246).
    El propósito de la obra, que llegaba hasta la época de Alejandro, era dar a conocer al público griego la historia del país del Nilo. El texto tuvo gran éxito y fue repetidamente utilizado.

    De una manera análoga actuó también Beroso de Babilonia, sacerdote del dios Bel, testigo de la expedición de Alejandro. Beroso fue autor de unas Babiloníacas (FGrH 680), que debían de tener características similares a las de la Historia egipcia de Manetón de Sebenito.

    Incluso en época imperial (en torno al 100 d. C.) nos hallamos con algún otro autor semejante a los ya comentados: Filón de Biblos, quien por su parte escribió una Historia fenicia basada en la obra del sacerdote fenicio Sancuniatón, cuya obra tradujo al griego.

    Pero la relación intercultural de más importancia histórica fue la mantenida por los griegos con el mundo romano.
    A diferencia de lo sucedido en el caso de p. ej. los judíos, los romanos carecían hasta el momento de tradición literaria. La tradición literaria de Roma se desarrolló bajo el influjo de Grecia, y así, en el S. III a. C., un griego de Tarento, Livio Andronico, cautivo de los romanos, tradujo al latín la Odisea con fines escolares; él mismo fue maestro de griego en Roma.
    La relación entre una cultura y otra varió con el tiempo. En este sentido, la cesura fundamental es el momento en que los romanos se hacen con el control del Mediterráneo.

    En un principio fueron los romanos quienes se esforzaron en escribir sobre sí mismos para darse a conocer a los griegos.
    • Éste fue el caso de Quinto Fabio Píctor a finales del S. III a. C. Ciertamente, a Fabio Píctor se le suele considerar como el primer historiador romano: pero lo cierto es que su lengua de expresión fue el griego, y no en vano figura en la edición de los Fragmente der griechischen Historiker (809).
    • Era natural de Roma y pertenecía a la clase senatorial.
    • Compuso en griego unos Annales (FGrH 809 T 5), texto que conocemos de forma fragmentaria a través del testimonio de autores como, por ejemplo, Polibio o Dionisio de Halicarnaso.
    • Éstos utilizaron a Fabio Píctor como fuente sobre la historia primitiva de Roma.
    Igualmente escribieron historia de Roma en griego estos otros miembros de la clase senatorial de Roma:
    • Aulo Postumio Albino, FGrH 812: natural de Roma, de familia patricia, vivió en el S. II a. C. Sabemos que fue cónsul en el año 151 a. C. y que compuso un poema y una obra de historia, sobre la historia de su patria. Por Polibio sabemos que estaba escrita igualmente en griego.
    • Lucio Licinio Lúculo (Roma, 117-56 a. C.) fue un personaje histórico relevante (mira la vida escrita por Plutarco, Lúculo). También él compuso historia de Roma en griego, en su caso sobre la guerra de los marsios, en la que él había combatido a las órdenes de Sila. Los fragmentos están en FGrH 185.
    En el caso de Fabio Píctor se entiende habitualmente que compuso su obra en griego por el deseo de dar a conocer la historia de Roma al público de Grecia y que, por tanto, la obra posee una intención propagandística.
    Una intención propagandística que, como han indicado los trabajos escritos al respecto desde la óptica de los estudios postcoloniales, se observa igualmente en las literaturas de otros pueblos colonizados (aunque, en el caso de Roma, sólo hubo colonización cultural).
    En el caso de los otros dos autores, Postumio Albino y Lúculo, podemos suponer que ha desempeñado ante todo un papel el deseo de mantener la continuidad con el tipo de historia inaugurada en Roma por Fabio Píctor, la historia compuesta en griego.
    Por tanto, en su caso, la razón de conservar el griego sería ante todo el deseo de mantener lo que se sentía como una convención de género.

    Cuando los romanos se hicieron con el control del Mediterráneo, la situación varió.
    Entonces empezaron los griegos a escribir sobre Roma al objeto de comprender las razones de su éxito.
    El primer representante importante de esta actitud fue Polibio, al que ya nos hemos referido en relación con Fabio Píctor (y en la entrada ).
    En el mismo sentido es importante Dionisio de Halicarnaso, quien también manejó los Annales de Píctor y debió de servir además como modelo para las Antigüedades judías de Josefo, otra obra que testimonia la nueva realidad del encuentro entre culturas.
    Estos dos autores (Polibio y Dionisio de Halicarnaso) son los primeros de una larga serie de escritores griegos que se interesaron por el tema de Roma.
    P. ej., entre los historiadores de época imperial, se cuentan en esta serie Apiano, Dión Casio, Herodiano y Zósimo: de hecho, la obra sobre Alejandro Magno de Arriano representa una excepción dentro de la historiografía griega de época Imperial (mira 52. Los historiadores griegos de época imperial; Pausanias).




    ALGUNAS REFERENCIAS:

    * Sobre literatura hebrea en lengua griega (aspectos generales):
    COLPE, C. y HANHART, R., “Judentum”, en H. H. Schmitt y E. Vogt (eds.),
    Kleines Lexikon des Hellenismus, Wiesbaden, 1993 (2ª ed.), pp. 288-320.
    JACOBSON, H.,
    The Exagoge of Ezekiel, Cambridge, 1983.
    VOGT, E.,
    Tragiker Ezechiel, Gütersloh, 1983.
    WALTER, N.,
    Pseudepigraphische jüdisch-hellenistische Dichtung, Gütersloh, 1983.


    * Sobre Filón de Alejandría:
    BRAVO GARCÍA, A., “La concepción filoniana de ‘EIRENE’ y ‘POLEMOS’: ideas sobre el pensamiento antropológico del filósofo de Alejandría”,
    CD 193 (1979), pp. 193-238.
    DEINES, R. y NIEBUHR, K.-W. (eds.),
    Philo und das Neue Testament. Wechselseitige Wahrnehmungen, Tübingen, 2004.
    HADAS-LEBEL, M.,
    Philon d' Alexandrie. Un penseur en diaspora, París, 2003.
    HORST, P. VAN DER (ed.),
    Philo's Flaccus. The first Pogrom, Leiden, 2003.
    RADICE, R. y RUNIA, D.T.,
    Philo of Alexandria. An Annotated Bibliography 1937-1986, Leiden, 1988.
    RUNIA, D.T.,
    Philo in Early Christian Literature. A Survey, Assen, 1993.
    SANDMEL, S.,
    Philo of Alexandria. An Introduction, Oxford, 1979.
    TORALLAS TOVAR, S. (trad.),
    Filón de Alejandría. Sobre los sueños. Sobre José, Madrid, 1997.


    * Sobre Flavio Josefo:
    DAUDE, C., “Le récit autobiographique de Flavius Josèphe: temporalité personnelle et intentionnalité historique”, en G. Lachenaud y D. Longrée (eds.),
    Grecs et Romains aux prises avec l'histoire. Réprésentations, récits et idéologie, Rennes, 2003, II, pp. 591-608.
    FELDMAN, L.H., “Flavius Josephus Revisited: The Man, his Writings and his Significance”, en
    ANRW II 21, 2 (1984), pp. 763-862.
    GARCÍA IGLESIAS, L. y RODRÍGUEZ DE SEPÚLVEDA, M. (trad.),
    Flavio Josefo. Autobiografía. Contra Apión, Madrid, 1994.
    KRIEGER, K.-S.,
    Geschichtschreibung als Apologetik bei Flavius Josephus, Tubinga, 1994.
    LAMOUR, D., “L'organisation du recit dans l'Autobiographie de Flavius Josephe”,
    BAGB 1996.2 (1996), pp. 141-150.
    LAMOUR, D., “L'autobiographie de Flavius Josephe ou le roman d'une vie”,
    RBPh 77.1 (1999), pp. 105-130.
    NIETO IBÁÑEZ, J.M. (trad.),
    Flavio Josefo. La Guerra de los judíos, Madrid, 1997 (2 volúmenes).
    VIDAL-NAQUET, P.,
    Introduction à Flavius Josephus, París, 1977.
    VIDAL-NAQUET, P.,
    Ensayos de historiografía: la historiografía griega bajo el Imperio Romano: Flavio Arriano y Flavio Josefo, Madrid, 1990.
    VILLALBA Y BARNEDA, P.,
    The Historical Method of Flavius Josephus, Leiden, 1986.


    * Sobre el contacto intercultural con otros pueblos:
    HOSE, M., “Post-Colonial Theory and Greek Literature in Rome”,
    GRBS 40, 1999, pp. 303-326.
    HOSE, M., “Von der Bedeutung der griechischen Literatur für Rom. Einige Betrachtungen aus der Sicht der postkolonialischen Literaturtheorie”, en P. Neukam (ed.),
    Antike Literatur – Mensch, Sprache, Welt, Múnich, 2000, pp. 38-58.
    SUERBAUM, W., “Q. Fabius Pictor”, en W. Suerbaum (ed.), Handbuch der lateinischen Literatur der Antike. I. Die archaische Literatur, Múnich, 2002, pp. 359-370.
    TORRES, J.B., “Vtraque lingua. Autores romanos con obra en griego”, en E. Calderón Dorda
    et alii (eds.), KOINÒS LÓGOS. Homenaje al profesor José García López, Murcia, 2006, pp. 1007-1015.


    * Sobre Filón de Biblos:
    ATTRIDGE, H.W., y R.A. ODEN, Philo of Byblos: Phoenician History, Introduction, Critical Text, Translation, Notes, Washington, Catholic Biblical Quarterly Monograph Series, 1981. 

    BAUMGARTEN, A.I., The Phoenician History of Philo of Byblos, Leiden, 1981. 
    CORS MEYA, J., A Concordance of The Phoenician History of Philo of Byblos, Barcelona, 1995. 
    CORS MEYA, J., "Traces of the ancient origin of some mythic components in philo of byblos' Phoenician history", Aula orientalis: revista de estudios del Próximo Oriente Antiguo, 17-18 (1999-2000), 341-348.
    WEST, M. L., "Ab ovo. Orpheus, Sanchuniaton, and the origins of the Ionian world model", CQ 44, 1994, 289-307.




    domingo, 14 de abril de 2013

    DE PLUTARCO Y ÁRTEMIS


    La tercera de las Cuestiones Romanas de Plutarco propone esta pregunta y la respuesta consiguiente:



    ¿Por qué, aun habiendo muchos templos de Ártemis en Roma, el único al que no entran varones es el que está en el callejón llamado 'Patricio'?

    ¿Será por la historia que se cuenta? Es que uno que intentaba forzar a una mujer que veneraba allí a la diosa fue despedazado por unos perros. Tras surgir por esto un temor supersticioso no entran allí varones.



    Lo que sé de Ártemis creo que lo aprendí leyendo los Himnos Homéricos y traduciéndolos para Cátedra. Pero lo que escribí entonces sobre la diosa no lo puedo copiar aquí porque la editorial se quedó (según la costumbre) con los derechos de autor.

    Aunque algo sí recuerdo de lo que escribí entonces. Aquí lo resumo, por aclarar un poco más la cuestión y la explicación de que habla Plutarco:
    • Ártemis (Diana para los romanos) es la hermana gemela de Apolo. Como él, es hija de Zeus y de Leto y, como Apolo y su padre, uno de los elementos fijos en la lista de los doce dioses de los griegos. 
    • El primer aspecto de la diosa que conviene destacar es el que se refiere a su vinculación con la caza y los cazadores. Porque Ártemis es la pótnia therôn, “señora de las fieras”, desde la Ilíada. Es la diosa a la que se dedican las primicias de la caza y que recorre ella misma las montañas armada como cazadora.
    • Siento patrona de los cazadores, el más célebre de sus devotos es Hipólito, quien se hizo odioso a Afrodita por prestar toda su atención a la caza y desentenderse del amor.
    • El caso de Hipólito recuerda también que Ártemis no es solo diosa de la caza: también es diosa de la virginidad, aunque de una virginidad distinta de la de Atenea, quien representa la virginidad asexuada. 
    • Ártemis simboliza, en cambio, la virginidad sensual de las doncellas que se preparan para el matrimonio e integran el coro de la diosa. 
    • Quien pertenece a este grupo cuenta con la protección de Ártemis. Aunque, al tiempo, la joven que quebranta sus normas sobre la virginidad se atrae la cólera de la diosa, según ocurrió con Calisto, “la más hermosa”.
    • Leyendas brutales como esta son un recordatorio del carácter vengativo de esta figura, que puede igualmente dar la vida y destruirla, según sucedió también cuando ella y su hermano se vengaron de Níobe y sus doce hijos
    • Aunque, en la literatura de Grecia, el carácter cruel de Ártemis se ejemplifica ante todo en la historia de Ifigenia, la hija de Agamenón, y en la Ifigenia en Áulide de Eurípides.
    • No se puede no evocar, por sorprendente, la creencia griega de que las mujeres que morían en el parto habían sido asesinadas por Ártemis: en su santuario de Braurón (en el Ática) se dedicaban como ofrenda las vestiduras de las fallecidas, según recuerda Eurípides en su Ifigenia entre los Tauros (vv. 1464-67). 




    viernes, 22 de marzo de 2013

    LA POÉTICA DE ARISTÓTELES: MYTHOS Y PRAXIS


    Puede que este post encierre la clave de la Poética, o al menos de la lectura que he intentado hacer de ella en las entradas previas (en esta, en esta y esta); y aún queda por publicar al menos otro post

    II.3. A la hora de pasar a referirme al μῦθος en la Poética me gustaría volver la atención a 1447 a 13-16, pasaje que he citado en este lugar y que ahora repito:
    ἐποποιία δὴ καὶ ἡ τῆς τραγῳδίας ποίησις ἔτι δὲ κωμῳδία καὶ ἡ διθυραμβοποιητικὴ καὶ τῆς αὐλητικῆς ἡ πλείστη καὶ κιθαριστικῆς πᾶσαι τυγχάνουσιν οὖσαι μιμήσεις τὸ σύνολον (1, 1447 a 13-16). 
    La epopeya y la poesía trágica, y además la comedia, la poesía ditirámbica, el arte de tañer la flauta y la cítara en su mayor parte: todas, en su conjunto, resultan ser imitaciones. 
     Creo que la frase es interesante por el elenco de formas que presenta como imitaciones, un elenco en el que se unen formas poéticas con formas musicales: epopeya, tragedia, comedia, poesía ditirámbica, arte de tañer la flauta o la cítara.
    • Al arte de tañer flauta o cítara no hay más alusiones fuera de este primer capítulo. 
    • En la parte conservada de la Poética sólo aparecen otras cuatro alusiones fugaces a los ditirambos. 
    • Pero la referencia a los otros tres tipos de poesía (epopeya, tragedia, comedia) da idea precisa de los géneros en los que se centra el tratado: o en los que se centraba originalmente, dado que la sección sobre comedia que se anuncia en el capítulo 6 (1449 b 21) se ha perdido, según hizo de conocimiento universal una famosa novela de Umberto Eco a finales del S. XX.
    Quiero llamar la atención sobre el hecho de que en el plan de la Poética no hay sitio para los géneros líricos menores, y que ésta es una realidad que ya se anticipa en ese pasaje del capítulo primero - y, desde luego, llama la atención. 

    Lo que ocurre es que Aristóteles se interesa preferentemente por la ποίησις que encierra un μῦθος: eso queda ya suficientemente claro en la primera frase del tratado:
    Περὶ ποιητικῆς αὐτῆς τε καὶ τῶν εἰδῶν αὐτῆς, ἥν τινα δύναμιν ἕκαστον ἔχει, καὶ πῶς δεῖ συνίστασθαι τοὺς μύθους εἰ μέλλει καλῶς ἕξειν ἡ ποίησις, ἔτι δὲ ἐκ πόσων καὶ ποίων ἐστὶ μορίων, ὁμοίως δὲ καὶ περὶ τῶν ἄλλων ὅσα τῆς αὐτῆς ἐστι μεθόδου, λέγωμεν ἀρξάμενοι κατὰ φύσιν πρῶτον ἀπὸ τῶν πρώτων (1, 1447 a 8 – 13).
    Acerca del arte poética en sí misma y de sus especies, de qué efecto produce cada una y de cómo se deben componer las historias si ha de resultar hermosa la obra poética; más aún, acerca de cuántas y cuáles son sus partes, e igualmente acerca de las otras cuestiones propias de la misma investigación, hablemos comenzando, según lo natural, primero por lo primero.

    Los μῦθοι (las “historias”, en mi traducción) son, por ejemplo, el elemento capital de un género como la tragedia, según se afirma en el capítulo 6 (1450 a 38):
    el μῦθος es el principio y, por así decirlo, el alma de la tragedia, ἀρχὴ μὲν οὖν καὶ οἷον ψυχὴ ὁ μῦθος τῆς τραγῳδίας.
    Y ese mismo capítulo seis dirá más adelante que el μῦθος implica la idea de πρᾶξις, de “acción”.


    A partir de los pasajes del primer capítulo y del sexto entendemos mejor el pasaje de 1447 a 13-16:
    El tipo de poesía en la que se va a centrar Aristóteles en su tratado no es la representada por los géneros líricos o, genéricamente, la poesía “descriptiva” de la que están ausentes los acontecimientos.  
    Se va a centrar en la que implica la existencia de una historia y la actuación de figuras: la narración y el drama. 
    La cuestión del μῦθος la podría haber expuesto Aristóteles hablando de cualquiera de los géneros de los que trata en el libro primero de la Poética, tragedia o epopeya, pues ambos comparten esta parte cualitativa.

    Pero donde se habla del μῦθος es en la sección dedicada al primero de los dos géneros, la tragedia. Esta sección se inicia con una conocida definición:
    ἔστιν οὖν τραγῳδία μίμησις πράξεως σπουδαίας καὶ τελείας μέγεθος ἐχούσης, ἡδυσμένῳ λόγῳ χωρὶς ἑκάστῳ τῶν εἰδῶν ἐν τοῖς μορίοις, δρώντων καὶ οὐ δι᾿ ἀπαγγελίας, δι᾿ ἐλέου καὶ φόβου περαίνουσα τὴν τῶν τοιούτων παθημάτων κάθαρσιν (6, 1449 b 24-28).

    La tragedia es la imitación de una acción noble y completa, de cierta extensión, compuesta en un discurso sazonado con sabores distintos según las partes de la obra; es imitación ejecutada por personas que actúan y no es una narración; a través de la compasión y el miedo logra la purificación de tales pasiones.
    • La definición presenta la tragedia como μίμησις de una acción (πρᾶξις) que ha de tener ciertas características cualitativas y cuantitativas. 
    • Manejando ideas expresadas en los primeros capítulos se nos dice que el medio de la imitación ha de ser la dramatización y no la narración. 
    • El texto recién citado incluye además la única referencia de la Poética a la catarsis; volveré después sobre este pasaje. Ahora paso a referirme a lo que leemos a continuación en el tratado.
    En este mismo capítulo seis de la Poética se deduce, a partir de la definición de tragedia, cuáles son sus partes cualitativas. Tras presentarlas una a una, recapitula Aristóteles:
    Así pues, es necesario que las partes de cualquier tragedia, desde el punto de vista cualitativo, sean seis; éstas son historia (μῦθος), caracteres (ἤθη), dicción (λέξις), pensamiento (διάνοια), espectáculo (ὄψις) y música (μελοποιία) (6, 1450 a 7-10).
    Como ya he dicho anteriormente, las partes más importantes de la tragedia son las cuatro primeras, y ante todo la historia. Así lo declara este otro pasaje del capítulo seis en el que Aristóteles se refiere propiamente no al μῦθος sino a la σύστασις πραγμάτων:
    μέγιστον δὲ τούτων ἐστὶν ἡ τῶν πραγμάτων σύστασις. ἡ γὰρ τραγῳδία μίμησίς ἐστιν οὐκ ἀνθρώπων ἀλλὰ πράξεων καὶ βίου (1450 a 15).

    El más importante de estos elementos es la trama. Es que la tragedia es imitación no de hombres sino de acciones y vida.

    El punto que me interesa subrayar es el siguiente: Aristóteles tiene muy clara la prioridad de la historia (la trama o el argumento, si queremos decirlo así) por encima de la psicología, o en sus propios términos: de los ἤθη.

    La razón de ello es la que ya hemos leído en el último pasaje citado, y la idea se repetirá poco después (1450 a 39 – b 4):
    δεύτερον δὲ τὰ ἤθη (...)· ἔστιν τε μίμησις πράξεως καὶ διὰ ταύτην μάλιστα τῶν πραττόντων.

    El segundo elemento en importancia son los caracteres (...), pues [la tragedia] es imitación de una acción y, ante todo por causa de ésta, de los que actúan.

    Ahora me voy a permitir abandonar el siglo IV a. C. y trasladarme al XX y a una “arte poética” con la que Aristóteles nunca pudo soñar: el cine. 

    En 1994 veíamos, en Tierras de penumbra, cómo Anthony Hopkins, en el papel de C. S. Lewis, explicaba esta cuestión ante un grupo reducido de alumnos.

    Lo que les planteaba es lo siguiente: si vemos que en primera fila hay un alumno que dormita, y que al llamar su atención se va de la sala, caben dos actitudes:
    • nosotros nos preguntaremos automáticamente “¿por qué?”; 
    • pero la pregunta del griego, dice Lewis, no habría sido ésa sino “¿qué hará ahora este chico?” 
    O lo que es lo mismo, y ese es el punto al que quiero llegar:
    • Nosotros nos preguntamos por los motivos y las razones psicológicas. 
    • Aristóteles, a lo mejor, se habría preferido contentado con escuchar la continuación de la historia.
    Lo planteo como un recordatorio de que hay muchas formas posibles de hacer literatura y de que no podemos incurrir en el anacronismo de leer la Literatura Griega con categorías que le son ajenas como el psicologismo.
    La escena de Tierras de penumbra se puede ver, en inglés, en este enlace, entre los mínutos 1,25 y 2,40. Es de justicia indicar que quien me llamó la atención sobre esa escena de la película fue José María Sánchez Galera, entonces alumno, después (y siempre) amigo.
    Puede ser buen momento para que regresemos a la cuestión que dejamos pendiente al leer la definición aristotélica de tragedia.

    Tal definición planteaba sus mayores problemas de comprensión cuando llegábamos a su último sintagma; porque, ¿qué hemos de entender cuando Aristóteles dice que la tragedia “logra a través de la compasión y el miedo la purificación de tales pasiones” (δι᾿ ἐλέου καὶ φόβου περαίνουσα τὴν τῶν τοιούτων παθημάτων κάθαρσιν)?

    La literatura dedicada al concepto de κάθαρσις es notablemente amplia. La razón de que ésta sea tan amplia, y el concepto tan debatido, se halla en el hecho de que la manera de expresarse de Aristóteles en relación con la catarsis es notablemente esquiva. Hay muchos implícitos en el pasaje citado que Aristóteles no considera necesario explicar, aunque nosotros sí echemos en falta esa explicación.

    Lo más curioso es que en el libro VIII de la Política (7, 1341 b 32 ss.) el filósofo anticipa que en sus obras de Poética (ἐν τοῖς περὶ ποιητικῆς) hará una explicación “más clara” (σαφέστερον) del concepto de κάθαρσις: esa explicación está ausente del texto que nosotros conocemos. Entender la catarsis es importante porque, como dice Manfred Fuhrmann (1992, 101),
    es la última piedra en la cúpula de la Poética aristotélica. Pero al tiempo es uno de sus elementos más difíciles.
    No pretendo dar una solución al problema; tan sólo adelanto algunas ideas que pueden ilustrar, sin resolverla, la cuestión de la catarsis. Reconozco, ante todo, que me sitúo en la línea de quienes (como Bernays o Schadewaldt) han intentado, desde el S. XIX, explicar el concepto desde una perspectiva médica. No debe de ser casual que Aristóteles, el hijo del médico Nicómaco, maneje un término con tanta tradición médica (y religiosa) como κάθαρσις para referirse a los efectos de la tragedia.

    Entiendo que, cuando Aristóteles dice que la tragedia puede purificar los afectos, está reconociendo con Platón (cf. Resp. X, 605 b) que la poesía no apela a la razón sino a las partes irracionales del alma. Pero hay una diferencia esencial.
    • El maestro consideraba como un peligro la excitación de los afectos que opera la poesía. 
    • En cambio, el discípulo parece opinar que esa sobreexcitación es beneficiosa porque puede restituir el equilibrio en los afectos cuando éstos se hallan descompensados: de la misma manera que, en la enfermedad, la κάθαρσις o purificación, la purga, libera del exceso de humores malos y devuelve la salud al cuerpo enfermo.
    Quizá, de haber escrito en el S. XX, Aristóteles habría acudido a la imagen del electrochoque que, por paradójico que pueda parecernos, es capaz de recomponer el orden de una ψυχή perturbada. 

    En la cultura del cine, la televisión y las realidades virtuales nos resulta difícil imaginar el choque, el auténtico shock, que suponía el espectáculo del teatro en otras épocas.

    Cuando leemos Sobre el teatro judío de Franz Kafka entendemos algo más de lo que podía representar el teatro para quien se aproximaba a él con la ingenuidad del niño que narra el relato.