lunes, 9 de mayo de 2016

ARISTÓTELES: POÉTICA 8


El capítulo ocho de la Poética (aquí puedes leer el capítulo siete; después vendrá el nueve) trata de un tema tan fundamental como el de la unidad de la obra poética. En realidad vale para cualquier cosa que se escriba. No le vendrá bien solo a quien componga tragedias. Si aún lo hubiere.

Una historia no es una tal y como algunos creen cuando trata de un solo individuo, pues al individuo le ocurren muchas e indefinidas cosas de algunas de las cuales no resulta ninguna unidad; y así también hay muchas acciones de un individuo de las cuales no resulta ninguna acción unitaria.
Por ello parece que han errado todos los poetas que han compuesto una Heracleida, una Teseida y los poemas de este tipo. Sucede que creen que, dado que Heracles era uno, también corresponde que su historia sea una. 
Pero Homero, tal y como destaca también en los otros aspectos, así parece que esto lo vio bien, sea por arte o disposición natural. Ocurre que, al componer una Odisea, no trató la totalidad de las cosas que le acaecieron, como el ser herido por un lado en el Parnaso y el fingir, por otro, que estaba loco cuando la junta pues, sucedido lo uno, no era necesario ni verosímil que sucediese lo otro; en su lugar compuso la Odisea en torno a una acción unitaria del tipo que decimos, y de la misma forma hizo también la Ilíada.

Así pues es necesario que, como también en las otras artes miméticas la imitación unitaria lo es de una unidad, así también la historia, ya que es imitación de una acción, lo sea de una unitaria y esta entera; y que las partes de los acontecimientos estén concatenadas de tal forma que, al cambiar de posición una parte o al ser suprimida, se altere y perturbe el conjunto, pues lo que no produce ningún efecto visible según esté presente o no, no es ningún componente del conjunto.

José B. Torres Guerra



lunes, 2 de mayo de 2016

TRES TEXTOS GRIEGOS


Para Alfonso, Pablo, Laura. 


Para todos los alumnos de griego que en Pamplona han sido.


Cuando termine este semestre, si no me equivoco, habré impartido griego durante veinticinco años en Navarra. Por eso este post quiere ser un homenaje (perdón por la palabra) a todos los alumnos que me han escuchado durante tanto tiempo.

Personalizo el recuerdo en tres textos y tres estudiantes. Porque, cuando ahora coincidimos, en un momento u otro de la conversación aflora un texto griego que se les quedó grabado en la retina de la memoria, quién sabe por qué.

A Alfonso, por ejemplo, le di clase por primera vez en el curso 93 / 94. Hacía filosofía y ahora es profesor de Psicología en la Facultad próxima de Educación. Nos cruzamos esta misma semana, un día muy a primera hora, y me recitó el principio de la República de Platón:
Κατέβην χθὲς εἰς Πειραιᾶ μετὰ Γλαύκωνος τοῦ Ἀρίστωνος προσευξόμενός τε τῇ θεῷ καὶ ἅμα τὴν ἑορτὴν βουλόμενος θεάσασθαι τίνα τρόπον ποιήσουσιν ἅτε νῦν πρῶτον ἄγοντες.
Bajé ayer al Pireo con Glaucón, el hijo de Aristón, para suplicar a la diosa y al tiempo queriendo ver de qué forma harían la fiesta, pues ahora la celebran por vez primera.
Pablo, por su parte, hizo también filosofía. Enseña Lógica desde hace unos cuantos años en nuestra Facultad. En el curso 98 / 99 traducíamos en clase algunos textos de Apolodoro y retuvo, no sé por qué, lo primero que el mitógrafo cuenta sobre Príamo. Bueno, propiamente el texto es una adaptación de Apolodoro; lo importante es que Pablo lo siga recordando:
Πρίαμος ὁ τῶν Τρώων βασιλεὺς ὠνομάζετο καὶ Ποδάρκης. οὗτος δὲ γυναῖκα ἔγημε πρώτην τὴν Ἀρίσβην τὴν Μέροπος καὶ ἐξ αὐτῆς παῖς ἐγένετο Αἴσακος.
Príamo, el rey de los troyanos, era llamado también Podarces. Este tomó como primera mujer a Arisbe, la hija de Mérope, y de ella nació un niño, Ésaco.
Hay otro texto que los alumnos suelen recordar por su tremendismo, un epigrama brutal del siglo V a. C. al que se refieren muchos: no es patrimonio exclusivo de un Alfonso o un Pablo como los pasajes de Platón y Apolodoro que he citado y traducido. Este epigrama me lo ha recordado alguna vez Laura, también alumna de filosofía, con la que cierro la terna.

Laura es mi amiga y la única de estos tres antiguos estudiantes que no es profesora en Navarra. Por eso mismo quiero hacer aquí memoria de ella y, en su nombre, de todos aquellos a quienes he querido enseñarles en estos años, aun cuando ya no se acuerden del aoristo temático y de todos los verbos polirrizos. La meta personal es seguir dándoles clase, a quienes quieran, al menos hasta que llegue a los 65; a pesar de las dificultades.
πολλὰ πιὼν καὶ πολλὰ φαγὼν καὶ πολλὰ κακ’ εἰπὼν
ἀνθρώποις κεῖμαι, Τιμοκρέων Ῥόδιος.
Tras mucho beber y mucho comer y mucho malo decir 
de los hombres, aquí descanso, Timocreonte de Rodas.




lunes, 25 de abril de 2016

ARISTÓTELES: POÉTICA 7


Otro capítulo de la Poética de Aristóteles, el capítulo séptimo, después del capítulo sexto y antes del octavo. Sobre la concatenación de los acontecimientos en la tragedia. Sobre la necesidad de que la belleza implique cierta extensión y orden.


Definido esto, digamos después de ello de qué tipo debe ser la concatenación de los acontecimientos, dado que este es el componente primero y mayor de la tragedia.

En efecto, tenemos dicho que la tragedia es imitación de una acción completa y entera que tiene cierta extensión. Es que se puede dar que algo sea entero y no tenga ninguna extensión. Es entero lo que tiene principio, medio y final. ‘Principio’ es lo que por sí mismo no sucede necesariamente después de nada mientras que después de ello ocurre naturalmente que otra cosa sea o llegue a ser. ‘Final’ es lo contrario, lo que por sí mismo sucede naturalmente después de otra cosa, sea necesariamente o en la mayoría de los casos, mientras que después de ello no ocurre nada. ‘Medio’ es lo que por sí mismo sucede después de otra cosa mientras que después de ello ocurre otra. Es ciertamente preciso que las historias bien concatenadas no comiencen por donde sea ni terminen donde fuere sino que se sirvan de las figuras mencionadas.

Además, sucede que lo bello, tanto si es un animal como cualquier cosa compuesta de ciertas partes, no solo es preciso que tenga estas ordenadas sino que además cuente con extensión, sin ser la que le caiga por azar. Es que la belleza consiste en extensión y orden.

Por ello un animal no podría ser bello ni siendo diminuto (la contemplación se confunde cuando se aproxima a un tiempo imperceptible) ni descomunal [1451a] (ocurre que la contemplación no se produce en un solo momento sino que a los que contemplan se les escapa de la contemplación la unidad y la integridad), como si existiera un animal de diez mil estadios.

De forma que, igual que es preciso, en los cuerpos como en los seres vivos, que tengan extensión y que esta sea bien perceptible de un golpe de vista, así también en el caso de las historias: que tengan una extensión pero que esta sea fácil de retener en el recuerdo.

El límite de la extensión, el que atañe a los certámenes y la percepción, no es asunto del arte pues, si fuera preciso concursar con cien tragedias, lo harían ateniéndose a relojes, tal y como dicen que se hacía en alguna ocasión y en otro tiempo. Pero, lo que es el límite según la propia naturaleza del asunto, el mayor, hasta el punto en que es totalmente claro, resulta siempre más bello conforme a la extensión.

Y, por decirlo con una definición sencilla, límite suficiente de la extensión es aquella en la que, sucediendo unas cosas después de otras según lo verosímil o necesario, ocurre que se produce un cambio hacia la fortuna a partir del infortunio o a partir de la fortuna hacia el infortunio.