viernes, 2 de marzo de 2012

ARISTÓTELES: POÉTICA 5


Este capítulo quinto, el último de la sección introductoria, consta de dos partes diferenciadas. La primera se refiere a la comedia. En tanto que no recuperemos gracias a algún deus ex machina el libro segundo de la Poética, sólo podemos conocer algo de lo que pensaba Aristóteles sobre el género a través de estas alusiones incompletas. Después la atención del Estagirita se centra en las relaciones entre los géneros de la epopeya y la tragedia.


La comedia es, según dijimos, una imitación de personas viles aunque sin llegar al colmo de la maldad, sino que se centra en la parte risible de lo vergonzoso. Es que lo que produce risa es un error y un acto vergonzoso que no entraña dolor ni perjuicio, como, por ejemplo, la máscara que produce risa es una cosa fea y distorsionada, sin que ello entrañe dolor. 

Así pues, no han caído en el olvido los cambios que experimentó la tragedia ni cómo se produjeron, pero sí ha sucedido esto en el caso de la comedia dado que no [1449 b] se la tomó en serio desde un principio. Pues también el arconte otorgó tarde un coro de comediantes; al contrario, eran espontáneos. Se recuerdan los nombres de los poetas de comedia desde que ésta ya tenía unas formas. Pero se ignora quién introdujo las máscaras o los prólogos o el número de los actores y cuantas cosas son de este tipo. El hacer historias llegó en un principio de Sicilia [Epicarmo y Formis]; y, entre los atenienses, Crates fue el primero que empezó a hacer argumentos e historias de carácter general tras abandonar el tono yámbico. 

Así pues, la tragedia se adecuó a la epopeya hasta lo de ser imitación de asuntos serios por medio de la palabra, con metro. Pero difieren en que la epopeya tiene una métrica simple y es narración. Además difieren por la extensión. La una intenta, como mucho, desarrollarse en lo que el Sol tarda en dar una vuelta o excederse en poco; pero la epopeya no tiene límite temporal y se diferencia en esto (con todo, al principio esto lo hacían de forma semejante en las tragedias y las epopeyas). 

De las partes de la epopeya y la tragedia unas son idénticas pero otras son propias de la tragedia: por ello, todo aquel que entiende si una tragedia es buena o mala entiende también de épica; en efecto, las partes que posee la epopeya existen también en la tragedia, pero las que ésta posee no están todas en la epopeya. 




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