Este poema de Calímaco me afecta de verdad, y no es broma, por dos motivos distintos.
Hice mi tesis sobre la Tebaida, uno de los poemas cíclicos a los que se dirigen los ataques de Aristóteles en la Poética; y contra el que se despacha a gusto este epigrama de Calímaco (28 Pfeiffer) en su primer verso por cuestiones de principio.
La invectiva de Calímaco me llega más que la de Aristóteles porque, desde mi punto de vista, Calímaco es un antes y un después irrenunciable al que se ha de recuperar de tantas críticas pasadas.Al acabar segundo de carrera leí en el libro de García Calvo sobre Virgilio que este poeta había inventado la literatura. Pero no. Quien inventó realmente la ‘literatura’, tal y como se ha entendido durante siglos, fue Calímaco de Cirene.
Aborrezco el poema cíclico, y no me agrada
la senda que a muchos lleva de aquí allá.
Odio también al amante inconstante, ni de la fuente
bebo: repudio todo lo vulgar.
Lisanias, tú eres, sí, bello, muy bello; pero antes de decir
esto a las claras, replica un eco: “Otro es su dueño”.
ἐχθαίρω τὸ ποίημα τὸ κυκλικόν, οὐδὲ κελεύθῳ
χαίρω, τίς πολλοὺς ὧδε καὶ ὧδε φέρει·
μισέω καὶ περίφοιτον ἐρώμενον, οὐδ᾽ ἀπὸ κρήνης
πίνω· σικχαίνω πάντα τὰ δημόσια.
Λυσανίη, σὺ δὲ ναίχι καλὸς καλός· ἀλλὰ πρὶν εἰπεῖν
τοῦτο σαφῶς, ἠχώ φησί τις «ἄλλος ἔχει.»
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