lunes, 12 de octubre de 2009

LA LITERATURA GRIEGA CRISTIANA.

1. PECULIARIDADES GENERALES DE LA LITERATURA GRIEGA CRISTIANA 
2. EL NUEVO TESTAMENTO Y LOS PADRES APOSTÓLICOS 
3. PADRES DE LA IGLESIA. APOLOGISTAS 
4. LA PATRÍSTICA GRIEGA, DE CONSTANTINO EN ADELANTE


1. PECULIARIDADES GENERALES DE LA LITERATURA GRIEGA CRISTIANA La práctica habitual en el estudio de la Literatura Griega consiste en separar el estudio de la literatura antigua pagana de la cristiana: ello está relacionado con los propios orígenes de la Filología Clásica, que surge a finales del S. XVIII al emanciparse de los estudios teológicos.
  • Si contemplamos el problema desde el punto de vista de historia de las religiones, tiene todo el sentido establecer esta cesura (politeísmo contra monoteísmo): no tanto si contemplamos la cuestión como una confrontación entre escuelas de pensamiento.
  • Este planteamiento está además anclado en la Antigüedad, por cuanto Josefo ya presenta ante su público pagano las diferencias entre ramas del judaísmo como si se tratara de enfrentamientos entre distintas escuelas filosóficas.
  • Por otro lado, es obvio que las diferencias entre unos textos y otros son radicales: p. ej., el concepto de Pablo sobre la salvación del hombre es incompatible con cualquier idea de las escuelas filosóficas de su época sobre el fin último del hombre.
Al tiempo se ha de subrayar la conexión de las formas literarias cristianas con las de la tradición griega: ése es el suelo y el hábitat en que se desarrolla la literatura griega cristiana:
  • Las epístolas del Nuevo Testamento se pueden poner en relación con la tradición de la carta filosófica doctrinal;
  • las homilías de los Padres, con las diatribas de los filósofos;
  • los comentarios a la Biblia, con los comentarios a los escritos filosóficos;
  • los escritos dogmáticos cristianos, con los tratados filosóficos;
  • los escritos polémicos contra paganos, con los escritos polémicos contra otras escuelas filosóficas o contra los mismos cristianos.
Los únicos tipos de escritos cristianos sin conexión con tradición griega son
  • los escritos proféticos, que remiten a la tradición judía,
  • y los escritos que responden a situaciones nuevas, propias de la comunidad cristiana (como las actas de mártires).
Es habitual estudiar la literatura cristiana antigua dividiéndola según las cesuras que marca la propia historia del cristianismo. Así se habla de
  1. un período de consolidación, hasta el concilio de Nicea (325);
  2. un período de apogeo, hasta el concilio de Calcedonia (451);
  3. un periodo de declive, hasta la muerte de Juan de Damasco (hacia 750).
En un primer momento, el canon escriturístico siguió siendo para los cristianos el Antiguo Testamento, leído como prefiguración de Cristo y sus enseñanzas. El canon del Nuevo Testamento no se estableció hasta la segunda mitad del S. II, y ello ante la amenaza que suponía la Gnosis.
El movimiento de la Gnosis, que se documenta en época imperial, mezcla ideas filosóficas helenísticas con ideas religiosas sobre la salvación. No se conocen los orígenes del movimiento, en parte porque la victoria del Cristianismo sobre la Gnosis llevó a la desaparición de casi todas sus fuentes. La Gnosis representó un peligro para los cristianos por su carácter sincrético y su capacidad de asimilar doctrinas próximas, de tal modo que podía llegar a confundirse con el Cristianismo. De esta manera, los gnósticos produjeron escritos que se hacían pasar por cristianos: así, los Hechos de Tomás, aparentemente un relato de la misión de Tomás en la India – pero, bajo la superficie, una exposición de doctrinas gnósticas. Una idea fundamental del gnosticismo es la creencia en un dualismo Dios – Materia:
  • Dios es el Bien que no se deja conocer.
  • La Materia es el Mal.
  • Dios creó a través de su Lógos el mundo del Espíritu, en el que, a su vez, las fuerzas espirituales (Ideas) y los espíritus crearon el cielo, la tierra y a los hombres a imagen de Dios.
  • Por otro lado, espíritus que se apartaron de Dios y se unieron a la Materia, volviéndose malvados, intentan impedir la unión de los hombres con Dios.
  • Por ello Dios debió enviar junto a los hombres a su Lógos, para mostrarles el camino de la salvación.
La similitud con ideas cristianas es evidente. Al producirse una literatura gnóstica que explotaba esta similitud con el Cristianismo (Hechos de Apóstoles, mira antes lo dicho sobre los Hechos de Tomás; narraciones protagonizadas por Jesús: evangelios, diálogos con los discípulos), la reacción por parte cristiana consistió en establecer un canon de los escritos que habían de ser considerados como revelados. 2. EL NUEVO TESTAMENTO Y LOS PADRES APOSTÓLICOS No es fácil precisar el proceso de consolidación del canon del Nuevo Testamento hasta llegar a los 27 libros considerados como revelados. El testimonio más antiguo sobre nuestro Nuevo Testamento parece ser una epístola de San Atanasio (367). Desde un punto de vista formal, los escritos del Nuevo Testamento se dejan dividir en tres grupos:
  • libros históricos (narrativos): los cuatro evangelios más los Hechos de los Apóstoles;
  • las cartas: 13 de San Pablo, más la Carta a los Hebreos y las “cartas católicas” (de Santiago, de Pedro, de Juan, de Judas);
  • el Apocalipsis.
De estos tres grupos, el que presenta menos problemas desde el punto de vista de su forma son las cartas: se trata de textos escritos dentro de la tradición de la carta doctrinal. Unas veces se dirigen a comunidades concretas y, otras veces, al conjunto de los cristianos. Por su parte, el Apocalipsis está en la tradición de la literatura judía de resistencia contra los monarcas helenísticos: una revelación de sentido oculto anuncia los acontecimientos del futuro. (mira la entrada 58. La literatura hebrea en lengua griega y las literaturas transculturales de la Antigüedad). Algunos críticos suponen que la obra se escribió en torno al año 90, posiblemente ante la amenaza de persecuciones por parte del estado: el texto anuncia el triunfo final del Cristianismo. Que al canon perteneció quizá, en el S. II, un Apocalipsis de Pedro parece indicarlo el llamado “fragmento [o canon] de Muratori”, un índice antiguo de los escritos canónicos: del texto de este Apocalipsis se conservan algunos fragmentos que parecen indicar que surgió en el tiempo de la revuelta de Bar Kochba (135 d. C.). En cuanto a los libros históricos (narrativos) se puede decir lo siguiente:
  1. Los Hechos están escritos en la línea de la historiografía helenística. De ahí el papel que le conceden a los discursos. La figura fundamental en el texto es Pablo, con cuya llegada a Roma concluye. En el otro extremo de la obra, el proemio habla de un primer lógos escrito por Lucas (su Evangelio).
  2. Los Evangelios son complejos de definir desde el punto de vista del género. Junto a características de la tradición literaria religiosa judía presentan rasgos de la tradición griega. De un lado presentan similitudes con los relatos sobre la vida de los profetas y con los libros sapienciales (que representan un correlato para las palabras directas de Jesús). De otra parte se pueden poner en conexión con la tradición helenística de la paradoxografía y de las vidas de filósofos.
Al lado de los escritos canónicos del Nuevo Testamento se sitúan una serie de textos que no proclaman haber sido escritos por los apóstoles sino, en todo caso, por sus discípulos. Se trata de escritos del S. II y a sus autores se los conoce desde el S. XVII como “Padres Apostólicos”. Contenido de esta literatura son, ante todo, cartas, atribuidas a Bernabé, Clemente, Policarpo o Ignacio de Antioquia (siete cartas en su caso). También forma parte de este grupo Hermas, autor de un libro de tipo profético, el Pastor de Hermas, próximo al canon a tenor del fragmento de Muratori. 3. PADRES DE LA IGLESIA. APOLOGISTAS Un punto de inflexión lo representa la Apologética, “literatura de defensa”, por cuanto que con ella se produce una aproximación del Cristianismo a los moldes de la filosofía griega: el Cristianismo necesita hablar la lengua de la filosofía pagana para poder plantarle cara.
  • Ha de tenerse en cuenta que, en el contexto del S. II, se confrontaron con el Cristianismo figuras intelectuales de talla: Frontón, Luciano o Celso.
  • Celso, por ejemplo, intentó mostrar en El discurso verdadero la inconsistencia de las ideas cristianas desde un punto de vista filosófico; por cierto que sólo conocemos la obra a través de las respuestas polémicas de los autores cristianos.
Ante todo ello hubieron de plantar cara los defensores del Cristianismo. Por ejemplo, para desmentir la idea de que los Cristianos conspiraban contra el estado. En otros casos, esta literatura intentaba obtener nuevos prosélitos, con lo que se aproximaba a los “protrépticos” de los filósofos. Tal aproximación era perfectamente factible en tanto que sus autores eran intelectuales con formación filosófica y retórica pagana: con ellos comienza la teología cristiana. A este primer momento de la Apologética pertenece, entre otros, San Justino, “filósofo y mártir”, de quien se conserva obra completa. A finales del S. II ya había adquirido el Cristianismo el suficiente contenido intelectual como para resultarles atractivo a las elites que buscaban una orientación para sus vidas. Hacia esa época se debieron de abrir las primeras escuelas cristianas, similares a las de los filósofos, aunque diferentes de ellas por hallarse sometidas a la autoridad del obispo. Por ejemplo, ése es el caso de la escuela que tenía en Alejandría Clemente (140 / 150 – 220), cuya obra fundamental es la tríada formada por Protréptico, Pedagogo, Strómata. Otro nombre vinculado con Alejandría es el de Orígenes(en torno a 185 – 253/254). Natural de esa ciudad, sufrió persecuciones del poder político y acabó muriendo a causa de ellas. Enemistado además con la autoridad eclesiástica, hubo de dejar Alejandría y trasladarse a Cesarea de Palestina, donde fundó otra escuela. Era un individuo formado en la filosofía pagana, quizá fue compañero de Plotino y oyente de Amonio Sacas. Escribió una obra amplísima: se habla de 6000 escritos. Parte de ellos eran comentarios, como el del Evangelio de Juan, en 32 libros, aunque sólo comentaba hasta el capítulo 13. De todos sus comentarios se conserva sólo una parte. Como Orígenes no sabía hebreo, debía de trabajar con una concordancia de seis traducciones distintas del Antiguo Testamento, la Hexapla. Trabajó a partir de este material dotándolo de los signos filológicos característicos desde los alejandrinos. Una obra fundamental de Orígenes es el De principiis, conservado íntegro sólo en la traducción de Rufino (aunque tenemos pasajes extensos en griego de los libros III y IV). El De principiis trata las cuestiones fundamentales de la doctrina (p. ej., libro I: Dios uno y trino); la traducción de Rufino dejó de lado las partes heréticas. El texto es importante, entre otras cosas, porque en él se expone de manera científica la teoría de los distintos sentidos de la Escritura, de tanta importancia en toda la tradición. De la escuela fundada en Cesarea por Orígenes salió, dos generaciones después, Eusebio (en torno a 269 – 340), testigo de la conversión del Imperio protagonizada por Constantino. Hoy en día se le recuerda ante todo como historiador de la Iglesia, por su Crónica y su Historia eclesiástica: en estas obras se reinterpretan todos los sufrimientos anteriores de los cristianos en función de los acontecimientos del 314. La Crónica pertenece a un género con cierta tradición entre los cristianos. Parte de la creencia de que la historia del mundo durará 6000 años (piensa en los 6 días de la Creación), a los que seguirá un sábado de 1000 años; el nacimiento de Jesús se sitúa en el año 5500, con lo que se dejaba claro para los contemporáneos que el fin del mundo aún quedaba lejos. A través de la versión latina de Jerónimo, la obra tuvo gran influjo en la Edad Media. Por otra parte, los 10 libros de la Historia eclesiástica ofrecen una historia del Cristianismo, desde Jesús hasta Constantino. Constituyen una historia de la salvación e intentan, como las Crónicas, desterrar la idea de que el fin del mundo está cerca. Además, Eusebio escribió también una Praeparatio Evangelica y una Demonstratio Evangelica: la primera demuestra la superioridad de la tradición judío-cristiana sobre la pagana; la segunda, la superioridad de la tradición cristiana sobre la judía. 4. LA PATRÍSTICA GRIEGA, DE CONSTANTINO EN ADELANTE A partir de Constantino, las controversias entre teólogos se convirtieron en cuestiones de estado, pues el poder político estaba interesado en que hubiera unidad de doctrina dentro del Cristianismo. La primera gran polémica surgida en este nuevo clima es la de Arrio (en torno a 260 – 336), quien disputó sobre la posición del Hijo dentro de la Trinidad. Contra Arrio reaccionó ante todo Atanasio (295 – 373), quien logró excomulgar a Arrio en el Sínodo de Alejandría (318), sin acabar así con el problema por los fuertes apoyos con que contaba el ahora hereje. De hecho, Constantino se vio obligado a convocar el Concilio de Nicea (325), en el que se promulgó la identidad de sustancia entre el Padre y el Hijo (consubstantialem Patri, homooúsios). Atanasio fue autor de obras distintas:
  • tratados apologéticos;
  • cartas;
  • escritos polémicos contra los arrianos: ante todo, su fragmentaria Historia de los arrianos;
  • y la obra con que inaugura un género nuevo, su Vida de Antonio, escrita durante un exilio en Egipto; en ella presenta a Antonio como encarnación del ideal de vida monástica. En este texto adaptó Atanasio el modelo de la vida del filósofo e inauguró el género de las “vidas de santos”, modelo continuado después por San Jerónimo.
La generación siguiente a la de Atanasio es la de los tres Padres Capadocios: San Basilio (en torno a 330 – 379), San Gregorio de Nisa (en torno a 335 – 394) y San Gregorio Nacianceno (329/330 – 390/391). Los tres presentan en común:
  • el proceder de una familia cristiana;
  • tener una formación tradicional, pagana;
  • haber abrazado el monacato;
  • haberse sido elegidos después como obispos.
La mayor parte de los escritos de los tres se encuentran enraizados en el desempeño del ministerio episcopal: por ello en sus obras priman las homilías o los tratados contra el arrianismo, e igualmente las cartas pastorales (unas 350 en el caso de Basilio, del que más cartas se conservan). Además:
  • Basilio y Gregorio Nacianceno escribieron una antología de Orígenes (Philokalía);
  • Basilio promovió además un Corpus asceticum, en el que se proponen normas de vida para monjes y presbíteros (“regla de San Basilio”).
La figura más relevante para la historia literaria es San Gregorio Nacianceno por los motivos siguientes:
  • escribió y agrupó sus cartas a la manera de las colecciones de cartas de la tradición literaria griega – desarrolló incluso una teoría sobre el estilo epistolar (mira la Epístola 51);
  • escribió además poesía, que en ocasiones adquiere un carácter fuertemente personal.
Conservamos 17000 versos de métrica tradicional (dísticos y yambos). Los temas son variados:
  • trata, p. ej., temas bíblicos, como los diez mandamientos o las parábolas de Jesús;
  • trata también temas teológicos, como el de la virtud, y al hacerlo evidencia además su conocimiento de la literatura pagana (Plutarco).
En unos noventa poemas Gregorio se sitúa en primer plano, a veces presentando sus reflexiones personales (a la manera de Marco Aurelio en las Meditaciones: mira la entrada 53. La filosofía del Imperio), a veces en actitud de defensa. Éste es especialmente el caso en su llamada “Autobiografía” (Carmina II 1, 11), casi 2000 versos yámbicos. La obra la compuso después de que, por las tensiones con los arrianos, se viera obligado a abandonar la sede de Constantinopla (381), que había ocupado durante sólo dieciocho meses. Su intención al escribir el texto fue la de justificarse ante sus contemporáneos y la posteridad: “He querido escribir cuanto sigue para que todos lo escuchen, contemporáneos y venideros” (vv. 40-41). Nótese la peculiaridad del texto en cuanto primera autobiografía poética, un tipo de autobiografía que los estudiosos contemporáneos (mira lo que se dice en el Diccionario de términos literarios de Estébanez Calderón) tienden a distinguir de la autobiografía propiamente dicha.
Para traducción de la autobiografía de San Gregorio, puede acudirse a S. García Jalón (trad.), Gregorio Nacianceno. Fuga y autobiografía, Madrid, Ciudad Nueva, 1996.
Sobre el significado de los capadocios para la historia literaria cabe decir que con ellos termina de abrirse el Cristianismo a las formas literarias de la Antigüedad griega pagana. Ésta es una transformación que efectúan de manera teórica y práctica:
  • en el plano teórico lo hace Basilio con su Ad adulescentes (Homilía 22), donde indica cómo se puede sacar partido espiritual de los autores paganos;
  • en el plano práctico lo hace el Nacianceno con sus epístolas y poesía.
En opinión de los críticos, a partir de aquí puede diferenciarse entre literatura cristiana y producción teológica “técnica”, la cual pertenece propiamente al ámbito de la Patrística. Antes de concluir este tema de literatura griega cristiana conviene centrarse en la peculiar figura de Sinesio de Cirene (370 – en torno a 415). Procedía de una antigua familia noble de Cirene (Libia). Cursó los estudios tradicionales, y después filosofía en Alejandría. Allí entró en contacto con la neoplatónica Hipatia, con la que continuó manteniendo contacto epistolar durante toda su vida. Hacia el 397 o el 399 Sinesio fue en misión oficial (para obtener una rebaja de impuestos para Cirene) a la corte del emperador: En Constantinopla permaneció durante tres años hasta poder cumplir su encargo. Vuelto a África se estableció en Alejandría, se casó y formó una familia. Pero, hallándose en esa situación, fue propuesto en 410 para el episcopado de Ptolemaida, en la Cirenaica (no sabemos si de antes era ya cristiano). Demoró bastante tiempo su decisión al respecto por los motivos que expuso en una carta dirigida a su hermano (Epístola 105). Su obra se puede dividir en tres grupos:
  • Cartas: sus cartas, unas 150, fueron publicadas por él mismo y son nuestra fuente principal sobre su vida. Aparecen dirigidas a parientes como su hermano Evoptio o a su maestra Hipatia. Es llamativa la carta en que describe un viaje por mar (Epístola 5), las peripecias del mismo y los encuentros con aborígenes exóticos, todo al estilo de la novela.
  • Himnos: son 9; en ellos combina ideas de la filosofía neoplatónica con posturas cristianas.
  • Obras menores: aquí podemos incluir obras de tipo diverso:
Alguna, escrita en la línea de la Segunda Sofística, consiste en un encomio paradójico (Alabanza de la calva): mira el Elogio del pelo de Dión de Prusa. En otro caso (Dión, o sobre el cambio de vida del autor) Sinesio se defiende de teólogos y filósofos cristianos fundamentalistas; la obra se la dedicó a Hipatia. Por último, es curioso el caso de los Relatos egipcios (escrito en el que juega con la interpretación alegórica de los mitos), así como el Libro del sueño, en el que interpreta sueños desde una perspectiva neoplatónica.
ALGUNAS REFERENCIAS: * Sobre literatura griega cristiana (aspectos generales): BRAVO GARCÍA, A., “El rechazo del mundo en la literatura griega cristiana del siglo IV y sus implicaciones filosóficas”, en Actas del IX Congreso Español de Estudios Clásicos, Madrid, 1998. Tomo 4, pp. 81-85. COLPE, C., “Gnosis. II”, en Reallexikon für Antike und Christentum 11 (1981), 537-659. DÖPP, S., y GEERLINGS, W. (eds.), Lexikon der antiken christlichen Literatur, Friburgo-Basilea-Viena, 1998. DUMMER, J., “Die Stellung der griechischen christlichen Schriften im Rahmen der antiken Literatur”, en J. Irmscher y K. Treu (eds.), Das Korpus der griechischen christlichen Schriftsteller, Berlín, 1977, pp. 65-76. JAEGER, W., Cristianismo primitivo y paideia griega, México,1965 (Das frühe Christentum und die griechische Bildung, Berlín, 1963). LENS TUERO, J., “Literatura judeo helenística”, en J.A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 954-960. MORESCHINI, C. y NORELLI, E., Storia della letteratura christiana antica greca e latina. I: Da Paolo all' età costantiniana, Brescia, 1995. PIÑERO SÁENZ, A., “Literatura cristiana primitiva”, en A. Martínez Díez (ed.), Actualización científica en filología griega, Madrid, 1984, pp. 599-609. * Sobre el Nuevo Testamento y los Padres Apostólicos: AYÁN CALVO, J. J. (trad.), Hermas. El pastor, Madrid, 1995. CAMPENHAUSEN, H. V., Die Entstehung der christlichen Bibel, Tubinga, 1968. DORMEYER, D., Das Neue Testament im Rahmen der antiken Literaturgeschichte, Darmstadt, 1993. * Sobre Patrología y Patrística: ALTANER, B., y STUIBER, A., Patrologie, Viena, 1981 (9ª ed.). DROBNER, H., Lehrbuch der Patrologie, Friburgo, 1994. FUHRMANN, M., “Die Mönchgeschichten des Hieronymus. Formexperimente in erzählender Literatur”, en M. Fuhrmann (ed.), Christianisme et formes littéraires de l'antiquité tardive en occident, Ginebra, 1976, pp. 41-99. HÜBNER, R., “Thesen zur Echtheit und Datierung der sieben Briefe des Ignatius”, Zeitschr. f. Antikes Christentum 1 (1997), pp. 44-72. KRAFT, H., Einführung in die Patrologie, Darmstadt, 1991. POCHOSHAJEW, I., Die Seele bei Plato, Plotin, Porphyr und Gregor von Nyssa : Erörterung des Verhältnisses von Platonismus und Christentum am Gegenstand der menschlichen Seele bei Gregor von Nyssa, Frankfurt a. M., 2004. STORIN, B.K., Self-Portrait in Three Colors. Gregory of Nazianzus’s Epistolary Autobiography. Oakland, CA, 2019. VOGT, H. J., “Warum wurde Origenes zum Häretiker erklärt?”, Origeniana 4 (1987), pp. 78-111. * Sobre Sinesio: GARCÍA ROMERO, F. A. (trad.), Sinesio de Cirene. Himnos. Tratados, Madrid, 1993. GARCÍA ROMERO, F. A. (trad.), Sinesio de Cirene. Cartas, Madrid, 1995. GÄRTNER, H.A., “Des Synesios Rede über das Königtum”, en Philanthropia kai Eusebeia. Festschrift A. Dihle, Gotinga, 1993, pp. 105-21. HOSE, M., “Der Bischof und die Philosophin. Über die Inszenierung eines Paares in den Briefen des Synesios an Hypatia”, en A. Heitmann, S. Nieberle, B. Schaff y S. Schülting (eds.), Bi-Textualität. Inszenierungen des Paares, Berlín, 2001, pp. 323-333. VOGT, J., Begegnung mit Synesios, dem Philosophen, Priester und Feldherrn, Darmstadt, 1985. VOLLENWEIDER, S., Neuplatonische und christliche Theologie bei Synesios von Kyrene, Gotinga, 1985.

miércoles, 27 de mayo de 2009

EL CICLO ÉPICO




El 11 de marzo de 2009 murió en Madrid Pepe García Blanco, mi director de tesis, la persona que me puso en contacto con el Ciclo Épico y el Neoanálisis. Dedico esta entrada a su memoria.
Es de justicia que se la dedique al tiempo a Wolfgang Kullmann, quien continuó en Friburgo la labor de formación iniciada en Madrid por Pepe.



1. LOS POEMAS DEL CICLO ÉPICO
2. EL CICLO ÉPICO Y HOMERO
3. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ÉPICA CÍCLICA
4. LA RESTANTE ÉPICA ARCAICA FRAGMENTARIA. EL MARGITES


1. LOS POEMAS DEL CICLO ÉPICO

Esta entrada se centra en el Ciclo Épico. Con todo, conviene presentar a éste como una parte dentro de una producción más amplia de épica de época arcaica conservada de forma fragmentaria.
Comienzo refiriéndome a las ediciones (Bernabé 1996, 2ª ed.; Davies 1988; West 2003) y traducciones (Bernabé 1978) en las que encontramos los testimonios y fragmentos de esta poesía.
Damos además los títulos de los poemas de los que conservamos fragmentos; se han de destacar los casos del Ciclo tebano (Edipodia, Tebaida, Epígonos) y, sobre todo, del Ciclo troyano (Ciprias, Etiópida, Pequeña Ilíada, Saco de Troya, Nóstoi):
Eumelo de Corinto, Corintíacas (S. VIII a.C.).
Ciclo tebano (sobre saga tebana): Edipodia; Tebaida; Epígonos.

Ciclo troyano (sobre saga troyana): Ciprias; Etiópida; Pequeña Ilíada; Saco de Troya; Regresos; Telegonía.
Margites (SS. VII-VI a.C.).
Asio (¿S. VI a.C.?).
Los tres poemas perdidos de la saga tebana tratan de la trágica historia de la familia real de Tebas:
  • Edipodia: sobre la primera generación (Edipo).
  • Tebaida: sobre el enfrentamiento Eteocles – Polinices.
  • Epígonos: el hijo de Polinices, junto a los siete Epígonos, conquista Tebas.
En el caso de la saga troyana:
  • las Ciprias refieren los acontecimientos anteriores a la Ilíada;
  • Etiópida, Pequeña Ilíada y Saco de Troya tratan de los acontecimientos que se desarrollaron desde el final de la Ilíada hasta la caída de Troya;
  • los Regresos (Nóstoi) hablan del regreso de los héroes griegos a sus patrias tras la caída de Troya (la Odisea es también un nóstos).
  • La Telegonía, por su parte, es un nóstos vinculado a la leyenda de Odiseo que narra acontecimientos posteriores a la Odisea.
Sobre los autores de esta poesía se puede decir:
  • Hay autores (Estasino, Arctino...) a los que se les atribuyen los poemas.
  • Pero, al menos en el caso de los dos Ciclos, casi todos los poemas aparecen atribuidos en algún momento a Homero.
Posiblemente, la razón de ello está en que, en algún momento, el nombre de Homero se usó como denominación de género: si es poesía épica (se entendía), es de Homero.
Después, el nombre de Homero se usó como sello de calidad: sólo son suyos los mejores poemas; por tanto, sólo son de Homero Ilíada y Odisea.

Igualmente se deben exponer las vías a través de las que ha llegado nuestra evidencia sobre estos poemas:
  1. Debemos buena parte de lo que conocemos de ellos a la transmisión indirecta (esto es, a las citas o menciones recogidas en otros autores); muy esporádicamente, contamos también con papiros.
  2. Para el caso de los poemas del Ciclo troyano son además un testimonio inestimable los resúmenes incluidos en la Crestomatía de Proclo.
La Crestomatía consta de los resúmenes que de los poemas del ciclo troyano hizo Proclo (S. V d. C., si es que este Proclo es el filósofo neoplatónico: mira la entrada ).
Según este testimonio, los poemas cíclicos presentaban los episodios en sucesión, sin otra unidad que la temporal.
Por cierto: no sabemos si Proclo, sea quien sea, ha leído directamente el Ciclo o trabaja a partir de una fuente intermedia.


2. EL CICLO ÉPICO Y HOMERO

Esta poesía épica perdida trataba una temática que aparece muchas veces aludida en los poemas homéricos canónicos.
Así pues, la gran cuestión que ha preocupado a la crítica es la que se refiere a la relación entre el Ciclo épico y Homero:
¿tiene Homero en mente los poemas que nosotros llamamos cíclicos cuando compone la Ilíada o la Odisea?.
(el hecho de que Homero presuponga el conocimiento de unos temas legendarios, y el que esos temas legendarios los traten los poemas del Ciclo, no significa que Homero presuponga precisamente los poemas del Ciclo)
O bien:
¿se compusieron los poemas cíclicos a posteriori al objeto de llenar lagunas en la narración homérica?
Un ejemplo de esta segunda posibilidad: la leyenda de las Οἰνότροποι, las “viñadoras”: según esta leyenda
  • de Estáfilo, “el racimo”, y Reo, “la granada”, nace Anio: de éste nacen a su vez “las viñadoras”: Eleda, “la que da aceite” – Espermo, “la que da trigo” – Eno, “la que da vino”;
  • cuando los griegos acuden a Troya, el rey Anio les ofrece los servicios de sus hijas para que les avituallen.
Hay quien cree que esta idea obedece a un espíritu racionalista que en fecha posthomérica se plantea llenar las “lagunas” que dejó el autor de Ilíada y Odisea.
Ese espíritu racionalista se plantea un problema: ¿cómo pudo mantenerse ante Troya el ejército griego durante 10 años?
De ahí que se invente, a posteriori, la leyenda de las Οἰνότροποι.

En cambio, la primera de las hipótesis antes citadas (Homero tiene en mente los poemas cíclicos) ha sido desarrollada por el Neoanálisis (mira en Kullmann 1960).
-->Esta corriente homerista entiende que las anomalías que hallamos en la Ilíada o la Odisea son debidas a la adaptación imperfecta por parte del aedo de motivos que toma de los poemas cíclicos para insertarlos en el nuevo contexto de las dos grandes epopeyas.
El rastreo de los “motivos recibidos” de la épica previa posee una importancia básica dentro del Neoanálisis.
Pero es terminológicamente importante recordar que el concepto de motivo empleado por los neoanalíticos no coincide con el de los oralistas.
O mejor dicho, los motivos (situaciones narrativas) que interesan al Neoanálisis
  • no son los de carácter genérico, extraídos de un repertorio común de escenas típicas,
  • sino aquéllos que poseen una configuración más particular, que por tanto debieron de ser tomados de una obra concreta y no de un acervo general.
Cuando un motivo de esta índole se encuentra en dos composiciones diferentes, la cuestión que se plantea el Neoanálisis es la de en cuál de las dos obras es original el motivo y en cuál secundario.
Para resolver este tipo de preguntas el Neoanálisis trata de confrontar los contextos en que, dentro de uno y otro poema, aparece el motivo examinado.
En principio se puede decir que el motivo será original en el caso en el que se inserte mejor en su contexto: nótese que este tipo de motivos reciben en el Neoanálisis el nombre de motivos semirrígidos.
Un ejemplo de análisis neoanalítico puede ser éste:
  1. En Ilíada XVIII 35 ss. se refiere el duelo de Tetis y las Nereidas por los infortunios de Aquiles, a quien han oído lamentarse.
  2. De otra parte, sabemos que en la Etiópida (cfr. Proclo 20) también se narraba un lamento similar, pero motivado por la muerte de Aquiles.
  3. Quienes creen que las épicas cíclicas han sido compuestas para complementar la Ilíada verán en este ejemplo un préstamo de material homérico por parte de la Etiópida.
  4. Los neoanalíticos, inversamente, recordarán que el llanto de Tetis no se halla suficientemente motivado en Ilíada XVIII: en este caso, el canto fúnebre se inicia sin que las Nereidas conozcan siquiera la causa de la aflicción de Aquiles (la muerte de Patroclo); de hecho, detrás de este treno de Ilíada XVIII se presiente un lamento anticipado por la caída de Aquiles.
  5. Por tanto, el neoanalítico entenderá que la escena de Etiópida (en tanto que más motivada lógicamente, y mejor adecuada a su situación) representa lo primario frente a la Ilíada, donde la transformación del lamento por un muerto en el lamento por la aflicción de un vivo provoca dificultades.
La hipótesis neoanalítica tropieza, sin embargo, con el dato de que la lengua de los fragmentos épicos parece por lo menos apuntar a una fecha relativamente tardía (cfr. Davies 1989, “The Date…”).
Personalmente yo creo
  • que la protoforma del Ciclo, que era oral, sí debía de ser anterior a “Homero”;
  • que éste presupone en su público el conocimiento de esa protoforma oral del Ciclo;
  • pero que, en su forma definitiva, los poemas cíclicos son posteriores a la Ilíada o la Odisea.



3. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ÉPICA CÍCLICA

Los poemas cíclicos presentan características comunes que podemos juzgar en la medida en que nos lo permite una evidencia tan parcial.
Se trata, además, de rasgos que invitan a establecer un contraste con las epopeyas homéricas canónicas. Ese contraste es interesante porque
  • puede hacernos apreciar mejor a “Homero”;
  • puede servirnos para establecer quizá diferencias de calidad entre unos poemas y otros;
  • o bien, quizá, diferencias de otro tipo: ¿era el Ciclo una épica de carácter más popular, menos aristocrática?
En relación con el asunto es una referencia fundamental Griffin (1977): “The Epic Cycle and the Uniqueness of Homer”.
  • El artículo está dedicado básicamente al análisis de los temas y argumentos de los poemas perdidos, y a su contraste con Homero (más con la Ilíada que con la Odisea).
  • Ahora bien, hacia el final incluía también unas consideraciones sobre el estilo de nuestros fragmentos literales.
Por lo que a la primera cuestión se refiere (análisis de los temas y argumentos), Griffin establecía una serie de contrastes entre el Ciclo y Homero:
  • el Ciclo tiende a lo fantasioso, a lo sentimental y romántico;
  • carece del elemento trágico presente en Homero, principalmente en la Ilíada.
Nótese, p. ej., que el elemento maravilloso y sobrenatural se halla muy moderado en la épica homérica. Piénsese
  • en el ejemplo de Leda y el cisne (¿es posible que una mujer mantenga relaciones sexuales con un cisne?)
  • y en el nacimiento de los cuatro gemelos (Helena, Clitemestra, Cástor, Pólux) a partir de dos padres distintos (Zeus y Tíndaro).
La épica homérica guarda silencio sobre estas historias. Y la épica homérica evita igualmente otros aspectos temáticos que sí aparecían en el Ciclo según nuestras noticias.
Piensa en el ejemplo del sacrificio de Ifigenia; no es que Homero lo desconozca: es que parece ignorarlo, y ello por al menos dos motivos:
  1. Homero no habla nunca de sacrificios humanos;
  2. Homero no habla nunca de crímenes dentro de la familia (mira cómo elude hacerlo, a propósito de Tideo, en Ilíada XIV).
En relación con el elemento sentimental, intensificado en el Ciclo, llamo la atención sobre el ejemplo grotesco de la Telegonía:
Telégono, hijo de Odiseo y Circe, mata por accidente a su padre;
la maga Circe encuentra una solución feliz, pues casa a Telégono con la viuda Penélope, ella misma se casa con Telémaco y los convierte a todos en inmortales.
Rasgos como este sentimentalismo, ¿son propios de géneros populares? (nótese que son rasgos que también afloran en la literatura, en el cine popular de nuestra época... en las teleseries!).
El hecho de que el Ciclo carezca del componente trágico presente (sobre todo) en Ilíada se plasma, p. ej., en el hecho de que en sus narraciones sí aparezcan elementos ignorados en Homero.
  • Como la invulnerabilidad del héroe (recuerda el talón de Aquiles)
  • o las armas prodigiosas (las armaduras impenetrables).
Es importante, p. ej., y totalmente ajena la Ilíada, la aparición de la inmortalidad como premio.
  • A la inmortalidad como premio ya nos hemos referido a propósito de la Telegonía.
  • La inmortalidad también es premio en el fragmento 9 de Tebaida:
Atenea pretende volver inmortal a Tideo pero desiste al contemplar un acto de canibalismo ejecutado por éste; Tideo le pide a Atenea que, al menos, le conceda ese premio a su hijo Diomedes.
Es importante destacar que, en bastantes casos, podemos decir que no se trata de que Homero desconozca aspectos románticos-maravillosos-milagrosos-viles del mito: su actitud ante el mito no es la de un aún no, es la de un no.
En este punto, la actitud de Homero se diferencia de la del Ciclo, sea éste anterior o posterior a su obra.

Haré observar que de diferencias en otro nivel entre un tipo y otro de poesía ya era consciente Aristóteles.

En su Poética destaca la elaboración episódica (in-orgánica) de las otras epopeyas frente a la fuerte unidad de fondo de Ilíada u Odisea.
Es decir parece que la “épica homérica” (Ilíada, Odisea) se diferenciaba de la “épica cíclica” (Edipodia; Tebaida; Epígonos; Ciprias; Etiópida; Pequeña Ilíada; Saco de Troya; Regresos; Telegonía) en la organización de la materia:

  • la épica homérica es una épica dramática (el relato de la guerra de Troya se focaliza en un episodio muy concreto, en torno al cual se articula todo el conjunto);
  • la épica cíclica es una épica cronográfica (en los poemas cíclicos se narraban en sucesión cronológica episodios diversos de la guerra, sin que ello diese como resultado una unidad).
En apoyo del juicio de Aristóteles se pueden aducir además los resúmenes de Proclo de los que ya hablamos: presentaban los episodios en sucesión, sin otra unidad aparente que la temporal.
No podemos concluir definitivamente que esos resúmenes no hayan descompuesto los poemas en función de presentarnos la “fábula” y no la “historia” (mira estas categorías en Mieke Bal, Teoría de la narrativa, Madrid, 1987).
Ahora bien, como el testimonio de Proclo se deja combinar con el de Aristóteles, nos quedamos con la impresión de que el Estagirita debía de tener razón.

Ahondando en la idea de las diferencias temáticas entre Homero y el Ciclo, puede ser interesante comentar un pequeño dato: por comparación con “Homero”, los poemas del Ciclo presentan un interés distinto por la alimentación.
Ciertamente, la alimentación (el banquete) es fundamental en la Ilíada o la Odisea. Pero en el Ciclo se abordan aspectos distintos del tema.
  • Recuerdo el interés nuevo por la cuestión de la intendencia que refleja en las Ciprias la leyenda de las Οἰνότροποι, las “viñadoras”.
  • Sabemos, por otra parte, que, también en las Ciprias, Palamedes se dedicaba a la pesca: para alimentarse, suponemos, no como diversión.
A pesar de la escasez de nuestros fragmentos del Ciclo es curioso que el tema de la alimentación surja en otro de los fragmentos de las Ciprias conservados:
En las palabras que Néstor le dirige a Menelao para consolarlo después de la huída o rapto de Helena: por ello le invita a beber vino, con la esperanza de que así se anime.
(Atiéndase a la diferencia con respecto a la manera en que Aquiles anima a Príamo en Ilíada XXIV).
Y en la Tebaida (mira los fragmentos 2 y 3), Edipo siempre maldecía a sus hijos en el contexto del banquete.
  • En el fragmento 2 Edipo maldice a sus hijos con la guerra cuando Polinices le presenta para comer una mesa y una copa que habían pertenecido a Layo.
  • En el fragmento 3 maldice a Eteocles y Polinices con la muerte recíproca porque después de un sacrificio no le envían el “brazuelo” de la víctima sino el “anca” (ἰσχίον).
Incluso tiene más interés que en la Tebaida reaparezca el tema de la alimentación en la forma del canibalismo.
Hay canibalismo entre héroes en el fragmento (9) que más nos ha sido atestiguado desde la Antigüedad:
  • por los testimonios (cinco)
  • y por el hecho de que la escena encontró eco en diversos momentos de las dos literaturas clásicas.
Lo que narra el fragmento es esto:
  1. Tideo fue herido de muerte por Melanipo.
  2. Adrasto vengó a su compañero, cortó la cabeza de Melanipo y se la llevó a Tideo.
  3. Tideo sorbió el cerebro del muerto.
  4. Atenea, indignada por lo que ha hecho Tideo, le negó su favor y la inmortalidad.
¿Por qué se tematiza en el Ciclo la alimentación de esta forma peculiar? ¿Puede ser indicio de que el Ciclo es una épica más popular que la “homérica”? ¿Es una épica menos estilizada?
No creo, en ningún caso, que esto nos indique nada sobre la anterioridad o posterioridad del Ciclo.


4. LA RESTANTE ÉPICA ARCAICA FRAGMENTARIA. EL MARGITES

No voy a tratar en detalle el tema de la restante épica arcaica fragmentaria:
  • Recordaré simplemente los nombres de Eumelo o Asio.
  • Recordaré también el nombre de un poema que antecedía al Ciclo: Titanomaquia.
  • Recordaré también la épica de carácter más local: p. ej., la referida a Teseo: Teseida (Ática, S. VI); Miníada (sobre un descenso de Teseo a los infiernos en compañía de su amigo Pirítoo, rey de los lápitas).
En cambio, éste puede ser el momento adecuado para referirnos al tercer poema épico considerado por Aristóteles como obra de Homero, el Margites (cfr. Bernabé 1979, 1988).
Sucede que, en el polo opuesto a la épica “seria” (tal y como la representa la Ilíada), se halla la épica paródica o burlesca.
Un representante de la misma, un poema que se puede datar en época arcaica y fue atribuido a Homero, es el Margites, del que sólo conservamos escasos fragmentos.
Por ello es muy poco lo que se puede decir de él, aunque al menos nos basta para destacar el carácter paródico de este texto:
p. ej., es paródica su métrica (por la mezcla desusada de hexámetros dactílicos y trímetros yámbicos);
p. ej., es paródico su estilo: sabemos que era elevado e inadecuado a la materia cantada (la disociación tema-estilo es la base de toda parodia);
pero sobre todo es paródico su “héroe”, un auténtico antihéroe (¿responde quizá la figura de Margites a algún tipo de crítica social, a la búsqueda de un contrapunto popular para los ideales aristocráticos de la épica seria?). A propósito de Margites indico:
Su nombre procede de una palabra que significa “necio” o “glotón”.
Es el prototipo del tonto integral:
  • sólo sabe contar hasta cinco;
  • no sabe si nació de su padre o de su madre;
  • parece que Margites se complica bastante la vida al orinar (mira la traducción de Bernabé, p. 397, fr. 7);
  • y también se complica bastante la vida con el sexo: Margites no sabe qué hacer con su mujer; el fragmento en cuestión es el más atestiguado de la Antigüedad.
Estos dos últimos fragmentos nos indican que en el Margites se explotaban los temas de las funciones fisiológicas (escatología) y el sexo (que ponía un punto de “sal gorda”).
En este sentido, el poema anticipa una línea que continuarán el yambo y la Comedia.
Por ello se ha de recordar el puesto que le atribuye Aristóteles al Margites dentro de su sistema evolutivo de los géneros. En el capítulo 4 de la Poética le interesa subrayar a Aristóteles que los poetas, según sus disposiciones, imitan acciones buenas o malas:
  • Acciones buenas en la poesía laudatoria: primero en la epopeya, después en la tragedia.
  • Acciones malas en la poesía burlesca: primero en el poema burlesco, después en la comedia.
En uno y otro caso, Homero cumple la función de puente:
  • Ilíada y Odisea son puente hacia la tragedia (nótese la preponderancia en los dos poemas del estilo directo).
  • El Margites es puente hacia la comedia.
Para Aristóteles, Homero anticipa en el Margites las formas dramáticas por su uso avanzado del estilo directo: según él, Homero ya emplea en ese poema una forma dramática de representación.
Además, el Margites (frente al yambo) se aproxima a la comedia en el sentido de que sustituye la invectiva (el ataque a un particular) por la búsqueda de lo risible (con carácter general).
O lo que es lo mismo: en el ámbito de la imitación de acciones malas, la poesía se elevó con la comedia (y el poema burlesco) por primera vez de lo particular a lo general.

José B. Torres Guerra


ALGUNAS REFERENCIAS:

* Ediciones y traducciones de la épica fragmentaria:
BERNABÉ, A. (trad.), Fragmentos de épica griega arcaica, Madrid, 1979.
BERNABÉ, A. (ed.), Poetarum epicorum graecorum testimonia et fragmenta, Leipzig, 1996, 2ª ed.
DAVIES, M. (ed.), Epicorum graecorum fragmenta, Gotinga, 1988.
WEST, M. L. (ed.), Greek Epic Fragments: From the Seventh to the Fifth Centuries BC, Cambridge Mass.-Londres, 2003.

* Estudios:
BERNABÉ, A., “Introducción general”, en Fragmentos de épica griega arcaica, Madrid, 1979, pp. 7-17.
BERNABÉ, A., “La épica posterior”, en J. A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 87-105.
BURGESS, J. S., The Tradition of the Trojan War in Homer and the Epic Cycle, Baltimore, 2004.
DAVIES, M., The Epic Cycle, Bristol, 1989.
DAVIES, M., “The Date of the Epic Cycle”, Glotta 67 (1989), pp. 89-100.
GRIFFIN, J., “The Epic Cycle and the Uniqueness of Homer”, JHS 97 (1977), pp. 39-53.
HUXLEY, G. L., Greek Epic Poetry from Eumelos to Panyassis, Londres, 1969.
KULLMANN, W., Die Quellen der Ilias, Wiesbaden, 1960.
TORRES, J. B., La Tebaida homérica como fuente de Ilíada y Odisea, Madrid, 1995.



sábado, 9 de mayo de 2009

EL CORPUS HESIÓDICO: TEOGONÍA




Parece conveniente dedicar dos entradas distintas a los dos poemas que, en la tradición, pasan por ser las obras hesiódicas canónicas. En esta primera entrada hablaré de la Teogonía, y en concreto seguiré este plan:
  1. Empezaré hablando del autor.
  2. Me referiré a los problemas que plantea el corpus hesiódico.
  3. Me centraré en la Teogonía y comentaré su estructura, su elaboración poética, la teología de Hesíodo y los elementos orientales presentes en el poema.


1. HESÍODO EN SU CONTEXTO

Frente a Homero, el beocio Hesíodo (S. VII a. C.) es un autor de contornos mucho más precisos.
Posiblemente se halla dotado de una incipiente conciencia de autor, que le hace hablar de sí mismo en lugares estratégicos de su poesía.
También parece que ello implica un rasgo de mayor modernidad frente al aedo de Jonia, al cual casi todos los críticos, con alguna gloriosa excepción (West), consideran más viejo.
Empezamos, por tanto, situando a Hesíodo como miembro de una sociedad agraria (mira Detienne 1963, De Hoz 1994) que posiblemente compatibiliza los trabajos propios de esa sociedad (dedicación al ganado y la agricultura) con la práctica de una nueva habilidad, la poesía, cuyo don atribuye el autor a las Musas heliconíadas.



2. EL CORPUS HESIÓDICO

Igual que a Homero, también a Hesíodo se le atribuyó un corpus poético amplio, de carácter genealógico y didáctico frente al corpus épico de su antecesor.
Hoy en día (no ha sido siempre así) se supone que son obras auténticas suyas tanto la Teogonía como los Trabajos y Días (mira ); de estas dos obras, la más antigua es la Teogonía, según evidencia la referencia a ella (a su verso 225) en Trabajos y Días 11.
Además corrieron también en la Antigüedad bajo el nombre de Hesíodo otras obras
  • como el Escudo de Heracles (conservado)
  • y, sobre todo, el fragmentario Catálogo de las mujeres, obra concebida como continuación natural de la Teogonía. La pérdida de este poema, al que la crítica le ha dedicado bastante atención en fechas próximas (mira West 1985; Dräger 1997; Hirschberger 2004), es especialmente de lamentar.


3. LA TEOGONÍA: EL MITO DE SUCESIÓN Y EL PENSAMIENTO TEOLÓGICO DE HESÍODO

La exposición propiamente dicha sobre la Teogonía se debe abrir con un comentario sobre su estructura y, ante todo, sobre las características del largo proemio (vv. 1-115) que constituye un verdadero himno a las Musas:
Por las Musas del Helicón comencemos a cantar,
las que moran del Helicón en la alta y divina montaña
y en torno a la fuente violácea y el altar
del poderoso Cronión bailan con delicados pies;
tras lavar su suave piel en el Permeso
o en la fuente Hipo o el divino Olmeo
en lo alto del Helicón componen sus coros
hermosos, adorables: ágilmente menean los pies.
De allí parten cubiertas de espesa bruma
y marchan en la noche lanzando su preciosa voz,
celebrando a Zeus que lleva la égida y a la soberana Hera,
argiva, que camina con sandalias de oro,
y a la hija de Zeus que lleva la égida, Atena de ojos de lechuza,
a Febo Apolo y a Ártemis flechadora,
a Poseidón, que domina y sacude la tierra,
a Temis venerable y a Afrodita de ojos vivaces,
a Hebe coronada de oro y a la hermosa Dione,
a Leto, Jápeto y Crono de torvos pensamientos,
a Eos, al excelso Helios y la brillante Selene,
a Gea, al profundo Océano y a la negra Noche,
y al sacro linaje de los demás dioses que siempre existen (trad. J. B. Torres).
En su intento de narrar el universo, Hesíodo adopta después un formato genealógico, similar al observado en otras tradiciones, y comienza planteando el nacimiento de las primeras realidades naturales (Caos, Eros, Tierra, Cielo) para pasar luego de la cosmogonía a la teogonía.
Es fundamental destacar que en el poema existe, por así decirlo, un esqueleto, el Mito de Sucesión (Urano-Crono-Zeus), dentro del que se van insertando los diversos mitos que introducen variedad en la narración.
Un ejemplo fundamental de estos mitos es el mito de Prometeo, mito etiológico de principio a fin, un duelo de astucia constante entre Zeus y Prometeo (acción-reacción-acción-reacción...) del que, al final, sale victorioso Zeus, aun habiendo sido antes burlado en la apariencia por Prometeo:
Es que cuando estaban separándose dioses y mortales hombres
en Mecona, entonces Prometeo un gran buey con ánimo decidido
repartió y sirvió, por burlar la inteligencia de Zeus.
A éste las carnes y las vísceras ricas en grasa
dentro de una piel presentó, tras cubrirlas con el vientre del buey.
Mas a los hombres los blancos huesos del buey con treta engañosa
disponiéndolos se los presentó, tras cubrirlos con brillante grasa.
En efecto entonces le dijo el padre de hombres y dioses:
“Hijo de Jápeto, preclaro entre todos los dioses soberanos,
amigo, ¡con qué celo desigual repartiste las porciones!”
Así dijo burlándose Zeus sabedor de inmortales designios.
A éste por su parte replicó Prometeo de torvos pensamientos,
con una ligera sonrisa, que no se olvidó de su treta engañosa:
“Zeus gloriosísimo, magnífico entre los dioses que siempre existen,
de estas partes escoge la que en el pecho tu ánimo te sugiera”.
Así dijo tramando un engaño; y Zeus, sabedor de inmortales designios,
se dio cuenta y no ignoró el engaño: males tramaba en su ánimo
para los mortales hombres, que también se habían de cumplir.
El uno con ambas manos levantó el blanco unto:
de furia se llenó su pecho, y la ira tocó su corazón
al ver los blancos huesos del buey con treta engañosa.
Desde entonces a los inmortales sobre la tierra las estirpes de los hombres
queman los blancos huesos en los altares sacrificiales (vv. 535-557, trad. José B. Torres).
El Mito de Sucesión consta de diversas fases:
  • Castración de Urano y nacimiento de Afrodita.
  • Nacimiento de Zeus y engaño a Crono.
  • La Titanomaquia.
  • Enfrentamiento Zeus-Tifeo.
Se ha de insistir en que el Mito de Sucesión está puesto al servicio de la glorificación de Zeus: para Hesíodo, este dios es, en último extremo, el garante del universo al que están sometidas todas las otras potestades.
Puede ser oportuno recordar que el final de nuestra Teogonía está pensado para conectar con una obra posterior sobre la genealogía de los héroes (el Catálogo de las mujeres).

En este punto de la exposición se ha de comentar que Hesíodo, muy especialmente en el caso del Mito de Sucesión, tiene una gran deuda con las tradiciones orientales, fundamentalmente hititas.
Aunque la cuestión no es evidente, parece lo más probable (ésta es, al menos, la hipótesis de West) que el Mito de Sucesión haya pasado de Oriente a Grecia en el segundo milenio a. C.

José B. Torres Guerra


ALGUNAS REFERENCIAS:

* Bibliografía de carácter general sobre Hesíodo:
ADRADOS, F.R., “Hesíodo”, en J.A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1988, pp. 66-86.
CLAY, J.S., Hesiod's Cosmos, Cambridge-Nueva York, 2003.
DE HOZ, J., “Hesíodo en sociedad”, en J.A. López Férez (ed.), La épica griega y su influencia en la literatura española (aspectos literarios, sociales y educativos), Madrid, 1994, pp. 113-154.
DETIENNE, M., Crise agraire et attitude religieuse chez Hésiode, Bruselas, 1963.
DRÄGER, P., Untersuchungen zu den Frauenkatalog Hesiods, Stuttgart, 1997.
FRÄNKEL, H., “Hesiod”, en Dichtung und Philosophie des frühen Griechentums, Múnich, 1962, 2ª ed., pp. 104-146.
HAMILTON, R., The Architecture of Hesiodic Poetry, Baltimore-Londres, 1989.
HEITSCH, E. (ed.), Hesiod, Darmstadt, 1966.
HIRSCHBERGER, M., Gynaikon Katalogos und Megalai Ehoiai: ein Kommentar zu den Fragmenten zweier hesiodeischer Epen, Múnich, 2004.
PÉREZ JIMÉNEZ, A. (trad.), Hesíodo. Obras y fragmentos, Madrid, 1978.
WEST, M.L., “La formación cultural de la polis y la poesía de Hesíodo”, en R. Bianchi Bandinelli (ed.), Historia y civilización de los griegos. I. Orígenes y desarrollo de la ciudad. El medioevo griego, Barcelona, 1982, pp. 264-299 (Storia e Civilitá dei Greci, Milán, 1978).
WEST, M.L., The Hesiodic Catalogue of Women. Its Nature, Structure and Origins, Oxford, 1985.
* Sobre la Teogonía:
LÓPEZ SALVÁ, M., “La literatura del Próximo-Oriente en la literatura arcaica y clásica griega: estudios y estado de la cuestión”, Tempus 8 (1994), pp. 5-48.
MUSÄUS, I., Der Pandoramythos bei Hesiod und seine Rezeption bis Erasmus von Rotterdam, Göttingen, 2004.
SCHWABL, H., Hesiods Theogonie. Eine unitarische Analyse, Viena, 1966.
SOLMSEN, F., “The Two Near Eastern Sources of Hesiod”, Hermes 117 (1989), pp. 413-422.
STODDARD, K., The Narrative Voice in the Theogony of Hesiod, Leiden-Boston, 2004.
VERNANT, J.P., “El mito de Prometeo en Hesíodo”, en Mito y sociedad en la Grecia antigua, Madrid, 1982, pp. 154-169 (Mythe et société en Grèce ancienne, París, 1974).
WALCOT, P., Hesiod and the Near East, Cardiff, 1966.
WEST, M.L. (ed.), Hesiod. Theogony, Oxford, 1966.
WEST, M.L., The East Face of Helicon: West Asiatic Elements in Early Poetry and Myth, Oxford, 1997.