lunes, 2 de mayo de 2016

TRES TEXTOS GRIEGOS


Para Alfonso, Pablo, Laura. 


Para todos los alumnos de griego que en Pamplona han sido.


Cuando termine este semestre, si no me equivoco, habré impartido griego durante veinticinco años en Navarra. Por eso este post quiere ser un homenaje (perdón por la palabra) a todos los alumnos que me han escuchado durante tanto tiempo.

Personalizo el recuerdo en tres textos y tres estudiantes. Porque, cuando ahora coincidimos, en un momento u otro de la conversación aflora un texto griego que se les quedó grabado en la retina de la memoria, quién sabe por qué.

A Alfonso, por ejemplo, le di clase por primera vez en el curso 93 / 94. Hacía filosofía y ahora es profesor de Psicología en la Facultad próxima de Educación. Nos cruzamos esta misma semana, un día muy a primera hora, y me recitó el principio de la República de Platón:
Κατέβην χθὲς εἰς Πειραιᾶ μετὰ Γλαύκωνος τοῦ Ἀρίστωνος προσευξόμενός τε τῇ θεῷ καὶ ἅμα τὴν ἑορτὴν βουλόμενος θεάσασθαι τίνα τρόπον ποιήσουσιν ἅτε νῦν πρῶτον ἄγοντες.
Bajé ayer al Pireo con Glaucón, el hijo de Aristón, para suplicar a la diosa y al tiempo queriendo ver de qué forma harían la fiesta, pues ahora la celebran por vez primera.
Pablo, por su parte, hizo también filosofía. Enseña Lógica desde hace unos cuantos años en nuestra Facultad. En el curso 98 / 99 traducíamos en clase algunos textos de Apolodoro y retuvo, no sé por qué, lo primero que el mitógrafo cuenta sobre Príamo. Bueno, propiamente el texto es una adaptación de Apolodoro; lo importante es que Pablo lo siga recordando:
Πρίαμος ὁ τῶν Τρώων βασιλεὺς ὠνομάζετο καὶ Ποδάρκης. οὗτος δὲ γυναῖκα ἔγημε πρώτην τὴν Ἀρίσβην τὴν Μέροπος καὶ ἐξ αὐτῆς παῖς ἐγένετο Αἴσακος.
Príamo, el rey de los troyanos, era llamado también Podarces. Este tomó como primera mujer a Arisbe, la hija de Mérope, y de ella nació un niño, Ésaco.
Hay otro texto que los alumnos suelen recordar por su tremendismo, un epigrama brutal del siglo V a. C. al que se refieren muchos: no es patrimonio exclusivo de un Alfonso o un Pablo como los pasajes de Platón y Apolodoro que he citado y traducido. Este epigrama me lo ha recordado alguna vez Laura, también alumna de filosofía, con la que cierro la terna.

Laura es mi amiga y la única de estos tres antiguos estudiantes que no es profesora en Navarra. Por eso mismo quiero hacer aquí memoria de ella y, en su nombre, de todos aquellos a quienes he querido enseñarles en estos años, aun cuando ya no se acuerden del aoristo temático y de todos los verbos polirrizos. La meta personal es seguir dándoles clase, a quienes quieran, al menos hasta que llegue a los 65; a pesar de las dificultades.
πολλὰ πιὼν καὶ πολλὰ φαγὼν καὶ πολλὰ κακ’ εἰπὼν
ἀνθρώποις κεῖμαι, Τιμοκρέων Ῥόδιος.
Tras mucho beber y mucho comer y mucho malo decir 
de los hombres, aquí descanso, Timocreonte de Rodas.




lunes, 25 de abril de 2016

ARISTÓTELES: POÉTICA 7


Otro capítulo de la Poética de Aristóteles, el capítulo séptimo, después del capítulo sexto y antes del octavo. Sobre la concatenación de los acontecimientos en la tragedia. Sobre la necesidad de que la belleza implique cierta extensión y orden.


Definido esto, digamos después de ello de qué tipo debe ser la concatenación de los acontecimientos, dado que este es el componente primero y mayor de la tragedia.

En efecto, tenemos dicho que la tragedia es imitación de una acción completa y entera que tiene cierta extensión. Es que se puede dar que algo sea entero y no tenga ninguna extensión. Es entero lo que tiene principio, medio y final. ‘Principio’ es lo que por sí mismo no sucede necesariamente después de nada mientras que después de ello ocurre naturalmente que otra cosa sea o llegue a ser. ‘Final’ es lo contrario, lo que por sí mismo sucede naturalmente después de otra cosa, sea necesariamente o en la mayoría de los casos, mientras que después de ello no ocurre nada. ‘Medio’ es lo que por sí mismo sucede después de otra cosa mientras que después de ello ocurre otra. Es ciertamente preciso que las historias bien concatenadas no comiencen por donde sea ni terminen donde fuere sino que se sirvan de las figuras mencionadas.

Además, sucede que lo bello, tanto si es un animal como cualquier cosa compuesta de ciertas partes, no solo es preciso que tenga estas ordenadas sino que además cuente con extensión, sin ser la que le caiga por azar. Es que la belleza consiste en extensión y orden.

Por ello un animal no podría ser bello ni siendo diminuto (la contemplación se confunde cuando se aproxima a un tiempo imperceptible) ni descomunal [1451a] (ocurre que la contemplación no se produce en un solo momento sino que a los que contemplan se les escapa de la contemplación la unidad y la integridad), como si existiera un animal de diez mil estadios.

De forma que, igual que es preciso, en los cuerpos como en los seres vivos, que tengan extensión y que esta sea bien perceptible de un golpe de vista, así también en el caso de las historias: que tengan una extensión pero que esta sea fácil de retener en el recuerdo.

El límite de la extensión, el que atañe a los certámenes y la percepción, no es asunto del arte pues, si fuera preciso concursar con cien tragedias, lo harían ateniéndose a relojes, tal y como dicen que se hacía en alguna ocasión y en otro tiempo. Pero, lo que es el límite según la propia naturaleza del asunto, el mayor, hasta el punto en que es totalmente claro, resulta siempre más bello conforme a la extensión.

Y, por decirlo con una definición sencilla, límite suficiente de la extensión es aquella en la que, sucediendo unas cosas después de otras según lo verosímil o necesario, ocurre que se produce un cambio hacia la fortuna a partir del infortunio o a partir de la fortuna hacia el infortunio.




lunes, 18 de abril de 2016

LAS COLECCIONES DE CUENTOS MEDIEVALES, CHAUCER Y BOCCACCIO



Al igual que en la Edad Media se escribieron novelas como hoy las entendemos, novelas largas, también se elaboraron “novelas”, entendido el término en el sentido específico de novelas cortas: recuérde el caso de las Novelas ejemplares de Cervantes. Éstas se agrupaban en colecciones como las representadas por
• el Decamerón de Boccaccio (1354)
• o los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer (1386-1400).
Esta exposición se centra fundamentalmente en los Cuentos de Canterbury. En concreto se habla de ellos como modelo de colección de cuentos medievales: solo se habla secundariamente de la obra de Boccaccio en tanto que es la otra gran colección cuentística de la Edad Media de Occidente.

Los Cuentos de Canterbury están escritos alternando la prosa y el verso. La colección va precedida de un prólogo en el que Chaucer presenta a sus personajes: un grupo variado de peregrinos que caminan hacia Canterbury para visitar la tumba de santo Tomás Becket (un caballero, una priora, un monje, un fraile mendicante...).
Para hacer más ameno el viaje irán tomando la palabra y contarán distintos cuentos: cada uno escoge cuentos que guardan relación con su condición social o su carácter.
Es interesante constatar que, junto a los elementos populares presentes en la colección, coexisten con ellos intertextos cultos, como cuando Chaucer reelabora a Dante, Boccaccio o Petrarca.
En colecciones como las de Boccaccio y Chaucer puede estar latente un origen popular, la aspiración a ofrecer un repertorio de cuentos variados para la distracción de un público igualmente variado.
Al tiempo se ha de contar con que en el origen de estas colecciones se pueden hallar repertorios de ejemplos e historias pensados para uso de los clérigos en sus predicaciones.
Es característico de estas colecciones de “novelas” el hecho de que en ellas no es el autor (o el narrador primario) quien narra, sino que éste les cede la palabra a otros personajes: El autor proclama que oyó las distintas novelas cortas que recopila en una ocasión supuesta, inventada para hacer coincidir a un número mínimamente amplio y variado de narradores secundarios.
P. ej., en el Decamerón la palabra se les cede por orden al grupo de amigos florentinos de ambos sexos que se han refugiado en una quinta para escapar de la peste que asola Florencia.
La variedad es, de hecho, una característica básica en estas colecciones de novelas cortas. Por ello, en colecciones como las de Boccaccio o Chaucer podemos encontrarnos
  • historias que son pequeños “romances” o novelas en miniatura
  • al lado de otras novelas cortas que responden más bien al tipo de los fabliaux.
Pero, ¿qué son los fabliaux? Son poemas cortos de carácter narrativo, escritos en Francia en torno al S. XIII. Poseen carácter popular y tratan temas eróticos y humorísticos. En ellos aparecen personajes-tipo, como
  1. los maridos a los que engañan sus esposas,
  2. los clérigos codiciosos
  3. o los campesinos bobos, aunque la forma de presentar a los campesinos depende de cuál fuera el público al que está destinado el fabliau: si se dirigen a un público popular, los campesinos quedan en mejor lugar que los clérigos.
Los fabliaux llegaron a poseer carácter literario porque fueron asumidos por autores como Chaucer en sus Cuentos de Canterbury. Y también por Boccaccio, quien en alguna ocasión reelabora el mismo fabliau tratado también, treinta o cuarenta años más tarde, por Chaucer: así ocurre en el caso de Decamerón IX 6, una historia picante que se corresponde con el “Cuento del administrador” de Chaucer:
Dos jóvenes se alojan en la casa de un molinero casado y con una hija – en la noche que pasan en el molino logran engañar al molinero y se acuestan, respectivamente, con su hija y su esposa.