Al igual que en la Edad Media se escribieron novelas como hoy las entendemos, novelas largas, también se elaboraron “novelas”, entendido el término en el sentido específico de novelas cortas: recuérde el caso de las Novelas ejemplares de Cervantes. Éstas se agrupaban en colecciones como las representadas por
• el Decamerón de Boccaccio (1354)Esta exposición se centra fundamentalmente en los Cuentos de Canterbury. En concreto se habla de ellos como modelo de colección de cuentos medievales: solo se habla secundariamente de la obra de Boccaccio en tanto que es la otra gran colección cuentística de la Edad Media de Occidente.
• o los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer (1386-1400).
Los Cuentos de Canterbury están escritos alternando la prosa y el verso. La colección va precedida de un prólogo en el que Chaucer presenta a sus personajes: un grupo variado de peregrinos que caminan hacia Canterbury para visitar la tumba de santo Tomás Becket (un caballero, una priora, un monje, un fraile mendicante...).
Para hacer más ameno el viaje irán tomando la palabra y contarán distintos cuentos: cada uno escoge cuentos que guardan relación con su condición social o su carácter.
Es interesante constatar que, junto a los elementos populares presentes en la colección, coexisten con ellos intertextos cultos, como cuando Chaucer reelabora a Dante, Boccaccio o Petrarca.En colecciones como las de Boccaccio y Chaucer puede estar latente un origen popular, la aspiración a ofrecer un repertorio de cuentos variados para la distracción de un público igualmente variado.
Al tiempo se ha de contar con que en el origen de estas colecciones se pueden hallar repertorios de ejemplos e historias pensados para uso de los clérigos en sus predicaciones.Es característico de estas colecciones de “novelas” el hecho de que en ellas no es el autor (o el narrador primario) quien narra, sino que éste les cede la palabra a otros personajes: El autor proclama que oyó las distintas novelas cortas que recopila en una ocasión supuesta, inventada para hacer coincidir a un número mínimamente amplio y variado de narradores secundarios.
P. ej., en el Decamerón la palabra se les cede por orden al grupo de amigos florentinos de ambos sexos que se han refugiado en una quinta para escapar de la peste que asola Florencia.
La variedad es, de hecho, una característica básica en estas colecciones de novelas cortas. Por ello, en colecciones como las de Boccaccio o Chaucer podemos encontrarnos
- historias que son pequeños “romances” o novelas en miniatura
- al lado de otras novelas cortas que responden más bien al tipo de los fabliaux.
- los maridos a los que engañan sus esposas,
- los clérigos codiciosos
- o los campesinos bobos, aunque la forma de presentar a los campesinos depende de cuál fuera el público al que está destinado el fabliau: si se dirigen a un público popular, los campesinos quedan en mejor lugar que los clérigos.
Dos jóvenes se alojan en la casa de un molinero casado y con una hija – en la noche que pasan en el molino logran engañar al molinero y se acuestan, respectivamente, con su hija y su esposa.
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