jueves, 19 de febrero de 2009

LA HISTORIOGRAFÍA EN EL S. IV A. C.


1. PANORÁMICA GENERAL
2. JENOFONTE. OBRA SOCRÁTICA Y OBRAS MENORES
3. LA OBRA HISTORIOGRÁFICA DE JENOFONTE
4. LOS RESTANTES HISTORIADORES DEL S. IV A. C.


Las entradas sobre la historiografía de época preclásica y clásica concluyen con una entrada sobre los historiadores del S. IV a. C.


1. PANORÁMICA GENERAL

Desde un punto de vista general empezamos comentando que la historiografía posterior a Tucídides no es continuadora
  • ni de su hondura de pensamiento
  • ni de su complejo estilo.
Los historiadores que vienen tras él pueden intentar convertirse en continuadores de la Historia de la guerra del Peloponeso, pero sólo lo logran desde un punto de vista formal.
Por otro lado, ha de observarse, también de manera general, que la historiografía del S. IV, excepción hecha de Jenofonte, se conserva sólo en forma de fragmentos.


2. JENOFONTE. OBRA SOCRÁTICA Y OBRAS MENORES

Empezaremos recordando algunos datos de la biografía de Jenofonte que conviene retener:

Nació en torno al 430 a. C. en Atenas. Allí debió de ser educado por el sofista Pródico; parece que después fue discípulo de Sócrates: sobre su relación con éste, mira Anábasis III 1, 5 ss.
Tuvo algún tipo de intervención relevante durante el mandato de los Treinta Tiranos (políticamente él era de tendencias oligárquicas).
  • En el 401 a. C. participó en la llamada “expedición de los diez mil”: 13000 mercenarios auxiliaron a Ciro el Joven, en lucha con su hermano Artajerjes II por el trono de Persia.
(A tenor del texto de la Anábasis [I 1, 11; I 3, 1; I 4, 11], los expedicionarios no debían de conocer al principio las verdaderas intenciones del pretendiente).
  • Ciro murió en combate (en la batalla de Cunaxa, que sus tropas ganaron en vano).
  • Al ser asesinados a traición los cinco jefes de la expedición que capitaneaba el espartano Clearco, Jenofonte se convirtió en uno de los líderes que condujeron a los mercenarios de vuelta a Bizancio.
  • El viaje duró cinco meses y los supervivientes fueron 7000: ésta es la expedición que relató Jenofonte en la Anábasis.
En el 396 a. C. Jenofonte conoció en Asia Menor a Agesilao, rey de Esparta, con quien trabó amistad (puso por escrito su vida en el Agesilao).
Jenofonte acompañó a Agesilao en su lucha contra los sátrapas persas y ¡contra los propios atenienses! (en la batalla de Coronea, 394 a. C., como mercenario).
Posiblemente a raíz de esto (¿o quizá ya de antes, por haber participado en la expedición junto a Ciro, considerado como enemigo de Atenas?), Jenofonte fue desterrado y sus bienes confiscados.
Se retiró a una hacienda de Escilunte (en Olimpia), premio que le concedieron los espartanos por los servicios prestados; allí nacieron sus dos hijos. De la finca habla con detalle en Anábasis V 3, 7.
En esta hacienda Jenofonte se dedicó a la composición de sus obras, desde una perspectiva hostil a la democracia de Atenas y con simpatía abierta por los gobiernos autoritarios (como el de Esparta).
Esta actitud política queda muy bien reflejada en una de sus obras menores, la Constitución de Esparta.

Tras la derrota de Esparta ante Tebas en el 371 a. C. (en la batalla de Leuctra) Jenofonte abandonó Escilunte, pasó a Lepreo y posteriormente a Corinto.
En torno al 365 a. C. (¿antes quizá?) Atenas anuló el decreto de destierro: sus hijos (no sabemos si el propio Jenofonte) volvieron al Ática: el mayor de los hijos murió luchando por Atenas en la batalla de Mantinea (362 a. C.).
Jenofonte debió de morir con unos 70 años, después del 355 a. C., en fecha y lugar inciertos.

Al parecer conservamos todas sus obras literarias, aunque la datación de las mismas es muy poco segura. Estas obras se dejan agrupar en obras historiográficas, socráticas y obras menores.

Obras socráticas:
Muchos datos de Jenofonte sobre Sócrates deben de proceder no de su experiencia directa sino de Antístenes (en general, Jenofonte parece apoyarse en la literatura socrática preexistente, y por ello no podemos aceptar sin más su retrato de Sócrates como histórico).

Memorables (Recuerdos de Sócrates):
  • Son el primer representante de un género importante en la filosofía griega, los apomnemoneúmata.
  • Estas obras están siempre compuestas con una intención historiográfica y fueron una forma empleada en época postclásica en obras estoicas.
  • En el caso de este texto, se recogen discusiones entre Sócrates y jóvenes atenienses.
Apología: coincide con la obra homónima de Platón.
Banquete: ídem.
Económico: diálogo sobre administración doméstica entre Sócrates e Iscómaco. Es quizá la mejor introducción al pensamiento de Jenofonte.

Obras menores:
Cabe recordar al menos un par de nombres:
Constitución de Esparta: es, ante todo, una descripción del sistema de educación espartano.
La Constitución de los Atenienses, también atribuida a él en la Antigüedad, es una obra espuria, contraria a la democracia y partidaria de las oligarquías.
Rentas (¿la última obra que escribió?): trata de las reformas fiscales que, en su opinión, deberían abordarse en Atenas para salir de la situación de crisis en que se había caído tras el fin de la segunda liga naval, 355 a. C.

Puede notarse, a pesar de la variedad de esta obra, la falta en ella de una Metafísica: Jenofonte se interesa más bien por la Ética, por una ética basada en la moderación.


3. LA OBRA HISTORIOGRÁFICA DE JENOFONTE

ANÁBASIS:
La Anábasis relata en siete libros la “Expedición de los diez mil”: esa división en siete libros no debe de proceder del autor sino de época posterior, al igual que los resúmenes que preceden a cada libro.
La Anábasis de Jenofonte es la segunda obra de este título: es anterior el texto del general Soféneto de Estínfalo (otro miembro del contingente, repetidamente aludido por Jenofonte), que cayó en el olvido después de la divulgación de nuestra obra.
El sentido del término anábasis es el de “ascensión”, “subida” (desde la costa hasta el interior de un país).
Efectivamente, la obra narra la ascensión de los diez mil desde Sardes hasta el interior de Persia: pero el relato de ese acontecimiento sólo ocupa los seis primeros capítulos de la obra (I 2 – 6).
Sigue a la anábasis propiamente dicha el relato del enfrentamiento entre Ciro el Joven y Artajerjes II en la batalla de Cunaxa: I 7 – 8; dentro de este episodio se menciona por primera vez a “Jenofonte de Atenas” (I 8, 15), en conversación con Ciro.

Pero lo que ocupa la mayor parte de la obra es el relato de la retirada de los mercenarios griegos: una retirada de 4000 Km. en la que atravesaron las tierras de los carducos [hoy, curdos] y Armenia hasta llegar al Mar Negro (a Trapezunte, según se cuenta a finales del libro IV).
Con todo, Jenofonte aún alarga la narración otros tres libros hasta el momento en que sus tropas se reúnen con las del espartano Tibrón (VII 6, 1).
Es importante llamar la atención sobre el hecho de que Jenofonte no es un historiador imparcial.
En este sentido hay diferencias notables entre Jenofonte y Tucídides, según ha destacado a menudo la crítica. Jenofonte maquilla la realidad e intenta constantemente situarse en el primer plano:
  • Por ello mengua el papel del espartano Quirísofo, que era quien estaba realmente al mando del contingente. En una ocasión habla de un enfrentamiento Jenofonte – Quirísofo e indica que es el único que se dio entre los dos (IV 6, 1 – 3); mira además los términos de la discusión en IV 6, 14 – 16.
  • Jenofonte se presenta además a sí mismo como salvador de los griegos; él es quien toma la iniciativa tras la muerte de los generales y se ofrece a conducir a los griegos de vuelta a Grecia (cfr. III 1, 15 – 26). Sobre el carácter providencial de su figura, mira p. ej. IV 3, 8 – 16.
  • En la narración es él el que adopta los puntos de vista acertados, y el que, en las deliberaciones, recibe el mayor apoyo de los soldados. Es significativo p. ej. el debate sobre cómo han de continuar a partir de Trapezunte; mira cómo manipula Jenofonte la asamblea en V 1, 14.
Otros autores que escribieron sobre la expedición de Ciro el Joven manipularon la historia en sentido inverso.
Éste debió de ser el caso de Éforo, discípulo de Isócrates; Éforo debió de ser fuente de Diodoro de Sicilia, y ello explica que Jenofonte esté ausente del relato de la expedición que escribió Diodoro (XIV 19 – 31).

Por otro lado, parece que el propio Jenofonte intentó menguar su personalismo y aparentar objetividad escribiendo su historia en tercera persona: los primeros receptores de la obra tenían que pensar que era alguien independiente quien hablaba de la expedición y escribía los hechos de Jenofonte.
Por ello debió de dar a conocer la obra bajo un pseudónimo; éste es el de Temistógenes de Siracusa, a quien se refiere la primera persona que aparece a veces en la obra:
Lo que escribí [yo, Temistógenes] de que el Rey se asustó con este avance era evidente (II 3, 1).
A este Temistógenes alude Jenofonte en las Helénicas (III 1, 2) y se refiere a él como autor de una Anábasis: pero lo cita y la cita coincide textualmente con la de su propia Anábasis.
Ya Plutarco (De gloria Atheniensium 345 e) consideró que todo esto era un artificio y que Temistógenes era en realidad el nombre bajo el que Jenofonte publicó su obra, al objeto de dar impresión de imparcialidad. Desde Plutarco, la crítica acepta (prácticamente sin excepciones) su intuición.
Con todo, también cabe pensar que la adscripción de la obra a Temistógenes de Siracusa pudo obedecer a lo que podríamos llamar “motivos editoriales”: como Jenofonte estaba desterrado de Atenas, quizá tuvo que dar a conocer su obra bajo pseudónimo, para poder darla a conocer en su ciudad.
Una cuestión emparentada con la del personalismo de Jenofonte es su supuesto carácter tendencioso (todavía más marcado en las Helénicas que en la Anábasis).
Éste es otro lugar común de la crítica sobre Jenofonte. Al respecto mira este comentario de García Gual (p. 23 en la traducción de Bach Pellicer):
La tendencia apologética es patente, creemos, a lo largo de la narración. Lo que no quiere decir que sea un relato tendencioso. Jenofonte escribe sus recuerdos personales de la expedición, a más de veinte años tal vez, apoyándose quizás en algunos apuntes o un diario de viaje. Pero escribe con un propósito mucho más amplio que el de redactar un escrito exculpatorio o laudatorio. Si la Anábasis tiene algo de “rendición de cuentas”, es también una “rendición de cuentas” consigo mismo, una rememoración orgullosa y sincera de su pasado.

HELÉNICAS:
En siete libros, son continuación de la Historia de Tucídides, muy inferior en valor histórico: sucede que Jenofonte se deja llevar, al escribir la obra, por su interés en defender determinadas actitudes político-morales (Jenofonte es claramente parcial, partidario de Esparta y contrario a Tebas).
La obra abarca desde la batalla de Cícico (411 a. C.) hasta la de Mantinea (362 a. C.): es nuestra fuente principal para el conocimiento de ese período histórico.
Jenofonte debió de escribir la obra en dos fases, pues a partir de II 3, 10 se aprecian variaciones importantes de tipo distinto (estilométricas, cambio de convenciones cronológicas, cambio de punto de vista [de Atenas a Esparta], variaciones en el foco de interés de la obra [con una mayor atención a la valoración moral de los individuos]).

CIROPEDIA (la “educación de Ciro”, i.e., Ciro el Grande, S. VI a. C.): viene a ser una especie de novela histórica con intención moralizadora (cómo ha de educarse el rey ideal); mezcla, por tanto, historiografía, novela, y el tipo de filosofía que era capaz de escribir el autor.

AGESILAO: biografía de Agesilao de Esparta (444/3 – 360 a. C.), es una de las primeras biografías de la Literatura Griega.


4. LOS RESTANTES HISTORIADORES DEL S. IV A. C.

De los otros historiadores del S. IV hemos de mencionar de pasada los nombres de
  • Ctesias (quien, en torno al 390, intentó rivalizar con Heródoto con sus Pérsicas)
  • o de Filisto de Siracusa (autor de una Historia de Sicilia).
En cambio conviene centrarse en el tipo de historia, más ambiciosa y retóricamente elaborada, que escribieron dos discípulos de Isócrates
  • Éforo
  • Teopompo
El primero, oriundo de Cime, escribió una Historia universal que llegaba hasta el 340 a. C.
Teopompo (en torno a 378 – después de 322), por su parte, fue autor de unas Helénicas que abarcaban desde el 411 (fecha en que se interrumpe la Historia de Tucídides) hasta el 394, así como de una Historia de Filipo.
Un caso especial lo constituyen las llamadas Helénicas de Oxirrinco, de autor anónimo, recuperadas a través de hallazgos papiráceos; lo que conservamos de esta obra, otra continuación de Tucídides, trata de los años 409 a 406 y del 397 al 395.

José B. Torres Guerra


ALGUNAS REFERENCIAS:

* Sobre Historiografía en el S. IV a.C.:
BLOCH, H., “Historical Literature of the Fourth Century”, HSCPh Supl. I (1940), pp. 302-376.
* Sobre Jenofonte:
ANDERSON, J.K., Xenophon, Londres, 1974.
BACH PELLICER, R. (trad.), Jenofonte. Anábasis, Madrid, 1982.
CARTLEDGE, P., Agesilaus and the Crisis of Sparta, Londres, 1987.
DILLERY, J., Xenophon and the history of his times, Londres, 1995.
GRAY, V.J., The Character of Xenophon's Hellenica, Baltimore, 1989.
GRAY, V.J., “Xenophon's Defence of Socrates: The Rhetorical Background of the Socratic Problem”, CQ 39 (1989), pp. 136-140.
GRAY, V.J., “Xenophon's Symposion: The Display of Wisdom”, Hermes 120 (1992), pp. 58-75.
HIGGINS, W.E., Xenophon the Athenian, Nueva York, 1977.
KRAFFT, P., “Vier Beispiele des Xenophontischen in Xenophons Hellenika”, RhM 110 (1967), pp. 103-105.
LIPKA, M. (ed.), Xenophon's Spartan Constitution: Introduction, Text, Commentary, Berlín-Nueva York, 2002.
LUCCIONI, J., Xenophon et le socratism, París, 1952.
NESTLE, W., Xenophon und die Sophistik, Stuttgart, 1948.
ROOD, T., The Sea! The Sea!: The Shout of the Ten Thousand in the Modern Imagination, Londres-Nueva York, 2005.
* Sobre otros historiadores del S. IV:
ALCALDE, C., y MORFAKIDIS, M., El historiador Éforo, Granada, 1980.
BARBER, G.L., The Historian Ephorus, Cambridge, 1935.
BRUCE, I.A.F., A Historical Commentary on the Hellenica Oxyrhynchia, Londres, 1967.
CONNOR, W.R., Theopompus and Fifth-Century Athens, Washington, 1968.
GARCÍA, J.M., y CAMPOS, J., “Éforo y el ethos espartano”, EFG 2 (1986), pp. 193-207.
JACOBY, F., “The Authorship of the Hellenica of Oxyrhinchus”, CQ 20 (1970), pp. 1-8.
LÉRIDA LAFARGA, R., Comentario histórico de las Helénicas de Oxirrinco, 2007: http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/25/88/_ebook.pdf



3 comentarios:

Mono Gramático dijo...

Hola: me llamo Roberto Lérida Lafarga y, por si te interesa, soy autor de una tesis doctoral sobre las Helénicas de Oxirrinco de descarga gratuita por internet en el siguiente enlace: http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/25/88/_ebook.pdf.
Enhorabuena por tu página porque es muy interesante y muy completa.
Un saludo.

José B. Torres Guerra dijo...

Muchas gracias por lo que dices, Roberto. He intentado entrar en el enlace del que me hablas (http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/25/88/_ebook.pdf.) pero no consigo abrirlo. Puede faltar algo?
Un saludo helenizante desde la comunidad vecina de Navarra

Mono Gramático dijo...

creo que sobraba el punto después de pdf.
http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/25/88/_ebook.pdf
No obstante, en la web de la Institución Fernando el Católico, http://ifc.dpz.es/ en biblioteca virtual o publicaciones electrónicas debe de estar disponible.
Un saludo