Le toca ahora el turno al capítulo 3 de la Poética, en el que Aristóteles estudia el cómo de la imitación. Al principio de este capítulo se diferencia sobre esta base la narración del drama. Viene luego la recapitulación de las tres diferencias existentes entre los tipos de mímesis y, por último, las consideraciones etimológicas en que se apoyaban los dorios para reclamar la paternidad de la tragedia y la comedia.
Aparte hay una tercera diferencia entre estas artes, el modo en que se podría imitar cada una de estas cosas. Sucede que es posible imitar con los mismos medios y los mismos contenidos, pero en unos casos narrando (adoptando una personalidad distinta, según hace Homero, o bien manteniendo la propia personalidad y no variando) y en otros haciendo que todos actúen e intervengan †los que imitan†.
En efecto, la imitación se basa en estas tres diferencias, según dijimos al principio: en el medio, en los contenidos y en el cómo. Así que Sófocles sería, por una parte, el mismo tipo de imitador que Homero ya que ambos imitan a personas de valía mientras que, por la otra, sería el mismo tipo de imitador que Aristófanes pues los dos los imitan actuando y obrando. Algunos aseguran que de ahí que se les llame también “dramas” [drámata], pues los imitan obrando [drôntas].
Por ello los dorios reclaman para sí lo mismo la tragedia que la comedia. Es que a la comedia la reivindican los megarenses de aquí, entendiendo que nació durante la democracia que hubo entre ellos, y los de Sicilia, pues de allí era el poeta Epicarmo, muy anterior a Quiónide y Magnes; por otra parte, la tragedia la reivindican algunos dorios del Peloponeso.
Y se sirven de los nombres como indicio. Es que dicen que ellos llaman “aldeas” [kómas] a las poblaciones de los alrededores y los atenienses “pueblos”, suponiendo que los comediantes [komoidoús] no reciben su nombre a partir de participar en una procesión festiva [komázein] sino por vagar por las aldeas [kómas], expulsados con deshonor de la ciudad. [1448 b] Y al “hacer” [poieîn] ellos le dan el nombre de “obrar” [drân] y los atenienses el de “actuar” [práttein].
Así pues, quede dicho esto acerca de cuántas y cuáles son las diferencias de la imitación.
4 comentarios:
Famosa mímesis.
Sófocles y su Edipo me gustan, pero algo en Los Persas de Esquilo no deja de sobrecogerme por encima del resto (Eurípides ni me va ni me viene, y Aristófanes está a mil millas náuticas del drama que busco).
Gran Esquilo y Sófocles. Al Twitter va retiwteado ya.
Gracias!
Muchísimas gracias, Ricardo. Comparto tu interés por Esquilo, por eso me llama la atención el poco espacio que le dedica Aristóteles en la Poética. Te copio unas frases de un artículo sobre la Poética que estoy terminando, un abrazo:
El canon de autores selectos de la Poética se adecua a lo previsible; en todo caso merece ser mencionada la atención escasa que le presta a Esquilo, bien porque el autor lo juzgue de menor valor o por no tener un conocimiento tan inmediato de sus creaciones.
Muy bien visto e intuido. Ni Werner Jaeger ha visto (creo) lo que estás comentando...
Me gustaría sobremanera tener acceso a ese artículo; quiero decir, adquirirlo o abonar su valor (su peso en oro) en cuanto lo tengas recién sacado del horno.
Seguimos...
Ricardo, será un placer pasarte ese trabajo; pero primero tiene que estar terminado! Un saludo,
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