domingo, 1 de diciembre de 2013

OTRAS ÉPICAS, OTROS HÉROES


Este es un blog de literatura griega. O de las literaturas de la Antigüedad. Si se quiere, también puede ser un blog de Tradición Clásica (ahí está Dante). Pero, ¿qué tienen que ver con todo ello los cantares de gesta medievales? 

La clave es el héroe. Por él se justifica esta entrada y la comparación implícita entre unas y otras épicas, unos y otros héroes. 


La narración extensa de la Edad Media también está representada, como en la Antigüedad, por la épica. En relación con ella empiezo planteando la existencia de diversas tradiciones:
  • La épica francesa (Chanson de Roland: finales S. XI).
  • La épica castellana (Cantar de mio Cid: hacia 1200).
  • La épica germánica (Cantar de los Nibelungos: S. XIII). A la épica germánica pertenece además la épica anglosajona (Beowulf: ¿S. X?). 
Prestaré una atención especial a las distintas imágenes del héroe que se presentan en estas tradiciones.


LA ÉPICA MEDIEVAL: LOS CANTARES DE GESTA 

Es habitual referirse a las obras de la épica medieval (especialmente la escrita en lenguas románicas) con la denominación de “cantares de gesta”. 
Con respecto a este nombre se ha de recordar que gesta es el participio del verbo latino gero, “llevar a cabo una cosa”; en la expresión “cantares de gesta” se emplea referido a los hechos memorables llevados a cabo por el héroe. 
Por tanto, los “cantares de gesta” son cantos de hazañas heroicas, y esto es una indicación importante sobre su temática y también sobre sus personajes, los héroes. 

Estos “cantares de gesta” pueden ser considerados además, por sus características e historia, como exponentes del subtipo de épica conocido como “épica popular”, que presenta estas características específicas: 
  • La épica popular es una épica menos consecuente en su composición que la épica culta. 
  • Presenta, de manera más marcada, características que apuntan a orígenes orales, de composición o por lo menos de ejecución. 
  • En este sentido cabe recordar los elementos típicos (epítetos ornamentales, motivos o escenas), empleados en origen como medio para facilitar la composición oral o la memorización del poema. 
Es coherente con este carácter popular de los “cantares de gesta” el hecho de que todas las obras de la épica medieval sean en principio anónimas. Aunque a veces aparezcan en los manuscritos nombres sobre los que se discute si corresponden al autor o a un copista:
Turoldo es el nombre que figura en el último verso del manuscrito de Oxford de la Chanson de Roland. Su nombre aparece además en el tapiz de Bayeux (que representa la conquista normanda de Inglaterra en el S. XI); es el nombre de algunos clérigos normandos del S. XI, históricamente atestiguados. 
No sabemos con seguridad qué significa lo que dice de él el manuscrito: que Turoldo “declinó la gesta” (¿que la compuso, que la transcribió, que la copió?). Parte de la crítica piensa que este Turoldo habría sido un clérigo que compuso el poema, o que al menos lo refundió a finales del S. XI a partir de los cantos de juglares sobre la materia de Roldán. 
Per Abbat protagoniza un caso comparable. Este nombre es el que aparece en el explicit final del Cantar de mio Cid: Quien escrivio este libro (…) Per Abbat le escrivio. 
Tradicionalmente se ha entendido que Per Abbat sería simplemente quien copió el texto; ahora bien, otros críticos (Colin Smith) han entendido el explicit en sentido literal y han identificado incluso a Per Abbat: un abogado burgalés que compuso y fechó el poema en 1207. 
Parece fuera de dudas que la ejecución de este tipo de épica ha sido oral. A la oralidad en la recepción (y por tanto en la ejecución) alude p. ej. el principio del Cantar de los Nibelungos:
Muchas maravillas nos cuentan las gestas de antaño. Nos hablan de héroes dignos de elogio, de grandes penalidades, de alegrías y festejos, de llantos y lamentos, de peleas de valientes caballeros. Ahora vais a oírlas. 
Téngase en cuenta que en la época el grado de alfabetización era muy bajo y que por ello no se puede contar con una difusión escrita de los textos. Se han de recordar además las limitaciones materiales: tampoco había tanto papel disponible en la época como para permitir la difusión escrita de los poemas; era imposible que hubiera un mercado del libro.

Por todo ello la divulgación del texto épico se producía a través de la ejecución oral de los profesionales que conocemos como juglares: ejecutaban en los castillos y en las plazas de los pueblos tanto poesía épica como lírica, con acompañamiento de instrumentos de cuerda, de memoria, sin aferrarse a un texto escrito fijo.

Puede haber acuerdo en que el texto épico se difundía a través de la ejecución oral. En cambio, es una cuestión más discutida si hemos de entender que su composición también fue oral.

Pero, aunque nos pueda extrañar que poemas de 3000 ó 4000 versos hayan sido compuestos oralmente, sabemos por otras tradiciones épicas vivas hasta fecha reciente (Yugoslavia) que la composición oral de tales poemas es perfectamente normal.

Precisamente los recursos típicos de la épica tradicional y popular (epítetos ornamentales, motivos o escenas) funcionan como muletillas que tienen por objeto facilitar la composición oral.

Con todo, resulta aventurado dar una respuesta general y única para todas las composiciones y todas las tradiciones, y decir que
  • toda la épica medieval, en las tres tradiciones señaladas, del S. X al S. XIII, se compuso oralmente, sin ayuda de la escritura; 
  • también es arriesgado decir, en el otro extremo, que todos los “cantares de gesta” son obra de autores cultos o semicultos (¿monjes, clérigos?), que los compusieron por escrito y después se los transmitieron a los juglares. 
Parece más ponderado contar con que hayan existido grados distintos de “popularidad”, con diferencias según tradiciones, de tal forma que en algunos casos no se puede descartar la intervención de poetas cultos o semicultos.
En el Cantar de Roldán ha debido de intervenir con seguridad en la composición un autor con conocimientos de la literatura latina.
Sucede que, por ejemplo, en la descripción del caballo del arzobispo Turpín, el texto sigue de cerca lo que dice San Isidoro (en las Etimologías) sobre cómo ha de ser el caballo perfecto. Esa coincidencia no puede ser casual y, por otro lado, un intertexto de las Etimologías no es lo esperable en una tradición puramente popular. 
Para el caso del Cantar de mio Cid Colin Smith propuso en algún momento que la narración de alguna de las batallas está modelada sobre un texto latino clásico. 
Después de la composición y ejecución de los poemas populares viene la transmisión: ¿cómo se produjo ésta en el caso de los “cantares de gesta”?

Debió de ser a través de los manuscritos en los que se recogieron algunos de ellos. Esos “cantares de gesta” se pusieron por escrito porque se consideró que tenían valor de cierto tipo. Además parece que algunos de los manuscritos conservados debieron de ser manuscritos juglarescos.
  • Como parece que también debió de suceder en Grecia con los homéridas, estos manuscritos eran la copia profesional del juglar. 
  • El juglar debía de usarlos para refrescar su memoria antes de la ejecución; o también podían ser los textos que memorizaba para ampliar su repertorio. 
Los manuscritos del Cantar de Roldán y del Cantar de mio Cid tienen que pertenecer a esta categoría. Nótese que son manuscritos pequeños y no pueden ser, de ninguna forma, “libros de lectura”. Estas copias, que no estaban pensadas para un uso amplio, cayeron en desuso, y por ello:
  • El Cantar de los Nibelungos no fue redescubierto hasta 1755 y publicado por primera vez en 1782. 
  • El manuscrito único del Cantar de mio Cid estuvo perdido hasta 1779 (el texto se imprimió poco después). 
  • El manuscrito de Oxford (Cantar de Roldán) no se descubrió hasta 1834 (el texto se imprimió poco después). 

LA ÉPICA FRANCESA 

La inmensa mayoría de los cantares de gesta conservados en lenguas románicas proceden de la tradición francesa. Y dentro de esta la epopeya fundamental es el Cantar de Roldán.

Para tener una panorámica general de la épica francesa medieval valdrá la pena retener algunos nombres y ciclos:
  • Ciclo de Carlomagno, sobre Carlomagno y sus campañas (unos doce cantares). 
  • Ciclo de Garin de Monglane (el personaje principal es Guillermo de Orange): la acción se desarrolla durante el reinado de Ludovico, hijo de Carlomagno. 
  • Ciclo de Doon de Mayence, o Ciclo de los barones rebeldes. 
  • Ciclo de las Cruzadas. 
El Cantar de Roldán se escribió a finales del siglo XI; consta de 4.002 versos largos (decasílabos). Como ya se ha indicado, su supuesto autor es Turoldo, nombre que figura al final del Manuscrito de Oxford.

La Chanson de Roland narra la derrota francesa en Roncesvalles a manos de los musulmanes de Zaragoza y la consiguiente venganza de Carlomagno. A estos acontecimientos subyace una verdad histórica: el suceso del que habla el poema ocurrió realmente el 15 de agosto de 778, según sabemos por las crónicas. Pero la verdad histórica está enormemente deformada:
  • La batalla campal del cantar, en realidad, fue una emboscada que tuvo como escenario el desfiladero de Valcarlos. 
  • Quienes atacaron a los franceses no fueron los musulmanes sino un grupo de vascones (éstos cayeron sobre la retaguardia de Carlomagno para vengar el saqueo de Pamplona). 
  • Roldán no era sobrino de Carlomagno sino conde de la Marca de Bretaña. 
  • En cambio, no es un personaje histórico el amigo del alma de Roldán, Oliveros. 
  • Por no mencionar que al principio del Cantar se dice que Zaragoza está en una montaña. 
De estas modificaciones de la verdad histórica la que más puede sorprender es la conversión de los vascones en sarracenos musulmanes: ¿por qué se introdujo este cambio?
Es que la Chanson adapta los hechos históricos del S. VIII al espíritu de su propio tiempo, un espíritu de Cruzada: el enfrentamiento entre franceses y musulmanes en el Cantar de Roldán es de hecho una Cruzada. 
Antes decía que la Chanson narra la derrota de Roncesvalles y la venganza de Carlomagno. De hecho el poema da la impresión de estar compuesto de dos partes:
  • En la primera oímos que Carlomagno ha conquistado toda España, menos Zaragoza. Roldán propone enviar como negociador a Zaragoza a Ganelón, su padrastro. 
  • Ganelón se venga acordando con los musulmanes traicionar a los francos y anima a Carlomagno a que ponga en la retaguardia (cuando regresan a su país) a Roldán y los Doce Pares de Francia. 
  • Cuando los sarracenos atacan, Roldán se resiste a pedir ayuda como le propone su camarada Oliveros. Cuando toca su cuerno, el olifante, ya es tarde: los caudillos han muerto y él mismo va a morir pronto. Carlomagno regresa al lado de Roldán pero ya no lo puede salvar, sólo puede coger prisionero a Ganelón. 
[2397] Ha muerto Roldán; Dios ha recibido su alma en los cielos. El emperador llega a Roncesvalles. No hay ruta ni sendero, ni un palmo ni un pie de terreno libre donde no yazca un franco o un infiel. Y exclama Carlos: “¿Dónde estáis, gentil sobrino? ¿Dónde está el arzobispo? ¿Qué fue del conde Oliveros? ¿Dónde está Garín, y Gerer, su compañero? ¿Dónde están Otón y el conde Berenguer, dónde Ivon e Ivores, tan caros a mi corazón? ¿Qué ha sido del gascón Angeleros? ¿Y el duque Sansón? ¿Y el valeroso Anseís? ¿Dónde está Gerardo de Rosellón, el Viejo? ¿Dónde están los doce pares que aquí dejé?” ¿De qué le sirve llamarlos, si ninguno le ha de responder? “¡Dios! -dice el rey-. ¡Buenos motivos tengo para lamentarme! ¿Por qué no habré estado aquí desde el comienzo de la batalla? ” Y se mesa la barba, como hombre invadido por la angustia. Lloran sus barones y caballeros; veinte mil francos caen por tierra sin sentido. El duque Naimón siente por ello gran piedad. 
  • En la segunda parte, el rey de Zaragoza, Marsilio, hace que venga a España, para enfrentarse con los franceses, Baligán, emir de Babilonia. Baligán muere, Carlomagno toma Zaragoza y Marsilio también muere. 
  • El poema cuenta el entierro de Roldán y los Pares, el regreso de Carlomagno a Aquisgrán y el castigo de Ganelón. 
Los personajes más importantes presentan una caracterización prototípica:
  • Carlomagno es un anciano de casi 200 años que conserva todas sus facultades físicas; es una figura paternal. 
  • Roldán, por su parte, es el héroe central en la historia; al no tocar el olifante muestra su imprudencia. 
  • Oliveros, en cambio, es el personaje juicioso. 
  • Ganelón, el padrastro, es envidioso, hipócrita y traidor. 
Entrando a hablar más en detalle de la caracterización de Roldán como héroe puede ser interesante establecer un contraste con la figura del Cid en su Cantar. Roldán es un héroe clásico que se ajusta a la definición de héroe, que, según C. M. Bowra, es “un ejemplo de humanidad destacada”.

Ahora bien, “un ejemplo de humanidad destacada” no es un ejemplo de humanidad perfecta. En cambio, el Cid sí se acerca a ese ideal de perfección intachable. Nótese que:
  • Roldán es un buen guerrero pero le falta la astucia que caracteriza también a Rodrigo. 
  • Roldán y el Cid son héroes cristianos. Y, sin embargo, el cristianismo de Roldán parece bastante convencional por contraste con la actitud del Cid, quien manifiesta una religiosidad más constante y coherente. 
  • Roldán es desmesurado, como los héroes tradicionales: el Cid, en cambio, posee autocontrol, y esto no es típico de los héroes épicos. 
  • Roldán es un fiel vasallo que se ajusta a la norma y al código vasallático-feudal: lo destacable es que el Cid vaya más allá de esa norma (es vasallo sin señor) y encarne así un concepto de vasallaje novedoso. 
  • También es significativo que los personajes de la Chanson le reprochen a Roldán defectos de su carácter mientras que los del Cantar de mio Cid sólo le pueden reprochar a Rodrigo su inferior extracción social. 
El contraste Roldán-Rodrigo permite ver hasta qué punto la figura de Roldán presenta los rasgos más característicos del héroe épico; en cambio, en el caso del Cid parece que nos hallamos ante un tipo de héroe épico distinto, posiblemente distinto porque está más humanizado:
  • Los poderes de Roldán se salen de lo ordinario en un ser humano: Rodrigo, en cambio, se mantiene dentro de los límites ordinarios del hombre. 
  • Roldán aparece únicamente en la faceta de guerrero: Rodrigo no es sólo guerrero sino, además, esposo y padre preocupado por su familia. 
  • La honra de Roldán procede de la victoria en la guerra: Rodrigo, en cambio, también consigue honra gracias a su familia y gracias a las ganancias que logra progresivamente: a su manera es un hombre trabajador, un “ganapán”. 
El prototipo clásico de héroe (Roldán) queda desmitificado en el Cantar de mio Cid: sus facultades han sido rebajadas a un plano más común.




3 comentarios:

Ricardo Signes dijo...

Le felicito por su capacidad de síntesis en un tema tan amplio como es la épica, y ya, de paso, extiendo mi felicitación a sus demás artículos, que suelo leer con gusto y provecho. Me gustaría, no obstante, apuntar dos cuestiones sobre este texto que no tengo muy claras:
-La primera se refiere a la renuncia de Roldán a soplar el olifante. Usted afirma que se debe la falta de prudencia del héroe. tal vez, pero a mí modo de leer ese rechazo parece avenirse mejor con la idea -no por absurda hoy, menos cabal en el prototipo de héroe épico- de que pedir ayuda menoscaba la valentía propia.
-La astucia que atribuye al Cid como rasgo diferenciador respecto a Roldán no es solo una cuestión de caracteres, sino que responde -creo- más bien a una cuestión de tradiciones literarias. El el cantar de Mío Cid, lo del engaño a Raquel y Vidas es un chiste: los dos prestamistas son burlados no por la valentía, sino por el engaño, que es justamente una de sus artes más conocidas.
En fin, es un tema interesantísimo. Lo de la épica serbocroata abre nuevas vías de aproximación. Y otra posibilidad de acercamiento comparativo que me parece que no se ha desarrollado tanto es la del estudio de la transmisión oral del Kalevala hasta la fijación de texto por Lonrot.
Un saludo.
Le sigo leyendo.

José B. Torres Guerra dijo...

Ricardo, pido disculpas por el retraso con que hago mi comentario pero han sido días complicados a causa de este acto: http://www.unav.edu/centro/graecapta/Workshop%202013.
Pido disculpas y agradezco sus comentarios. La primera cuestión que plantea, por supuesto, está abierta a muchas discusiones que atañen directamente a un asunto tan difícil como apasionante: la propia definición del héroe, la pluralidad de sus máscaras.
Lo mismo vale en cierto modo para la segunda cuestión. Me pregunto en qué medida la astucia como rasgo característico del héroe (o de ciertos tipos de héroe) está asociada a otras formas populares, en concreto el cuento. Ahí está el caso de Odiseo / Ulises, cuya propia historia tiene tantos rasgos de cuento. En principio no parece que ese sea el caso del Cid, salvo en lo que se refiere al episodio de "Raquel e Vidas" (el engaño al judío).
Y la observación sobre el Kalevala me parece tan interesante que se lo voy a pedir a los Reyes Magos (no lo he leído nunca). Un saludo y muchísimas gracias por todo, saludos.

Álvaro Fabra dijo...

Muy enriquecedor el contenido de la entrada, la épica medieval muestra un avance interesante con respecto a la épica clásica, especialmente en obras como el Cantar del Mio Cid. Sin embargo, creo que resultaría interesante profundizar en obras como las Eddas Poéticas, escritas en el siglo XIII, especialmente por su influencia en la literatura épica y fantástica posterior (sobre todo en el mundo anglosajón, lo cual se ve ampliamente reflejado en autores como Tolkien, por ejemplo). También entiendo que es complejo hablar de todo en una sola entrada y conseguir que no sea demasiado extensa, sin embargo, lo comento porque podría resultar interesante como tópico a comentar (no me ha parecido ver ninguna entrada sobre el tema). Muchas gracias por el contenido de todas formas, simepre es motivador ver que se puede profundizar en el mundo literario.